Profundizamos en el fango de la Gotham más corrupta
«Pequeños parásitos felices, justo hasta el instante… en el que muráis gritando»
La ventaja de “crear” un nuevo universo, un nuevo mundo o una nueva Gotham basándose en los elementos ya existentes es que permite coordinar todo el contexto, pulir las adherencias y eliminar el lastre. Mark Russell además ordena los aspectos de esta Gotham para explicar de manera cristalina como la corrupción es algo que interconecta diferentes capas de la sociedad.
Estamos en el tercer número de la interesante miniserie que el trio formado por Russell y los Allred nos explica su versión de Batman y sobre todo de Gotham. Siempre hemos oído (leído) que Gotham era una ciudad oscura, corrupta, dura… como una bestia supurante, algo q pertenecía a su naturaleza, algo inevitable. ¿Porqué ocurría esto en Gotham? Cada autor que se ha preocupada por dar una explicación se ha centrado en elementos más o menos fantasmagóricos, sectarios, criminales, ancestrales… Russell le busca un motivo social, incluso político.
Por lo visto en los dos números anteriores, la fortuna de los Wayne activa la codicia de peligrosos elementos de la sociedad bienestante de Gotham. Esta codicia es el motor que lleva al asesinato de los Wayne, al encarcelamiento de Bruce y a la corrupción absoluta de la ciudad. Eliminado el protector (en ciernes), Gotham cae.
En Batman Año Uno la naturaleza de Gotham se explica por la corrupción de las administraciones públicas, en Gotham Año Uno por un crimen en el seno de la familia Wayne, en el Tribunal de los Buhos por el control de una sociedad ancestral pseudo aristocrática, en la etapa actual de Ram V en Detective por la familia Orgham… en el caso de Batman la Edad Oscura la corrupción de Gotham viene por la avaricia inmoral de las clases altas de la sociedad. La Sociedad de los Rostros Falsos controla la ciudad desde las empresas legales hasta el trafico de drogas. Es todo uno. Una manera sintética y poderosamente crítica para explicar muchas cosas del mundo real.
Mark Russell lo explica con una sencillez aparentemente simplista, pero es algo un poco más complejo por el cambio de rasante que supone presentar a Batman como un defensor de las capas más débiles de la sociedad. Una corrección mínima a Año Uno pero con implicaciones que contradicen la ideología subyacente en el cómic de Frank Miller.
En el eterno debate de si los superhéroes son fascistas o no, la respuesta solo puede ser depende. Depende del autor y del enfoque.
Yendo al número. Russell detalla un poco mejor la estructura social-criminal de Gotham. Nos explica como está organizada la pirámide del narcotráfico de la ciudad, cuyo centro está en las empresas Wayne, controladas por una junta criminal en lo moral pero aceptada en lo legal. Así es la Gotham de este mundo.
Russell no tiene reparo en criticar además el abuso de medicamentos, la dependencia química de los cuales conlleva problemas de salud mental, adicciones, control social y crimen. Esto nos lleva a la inclusión del Espantapájaros (aún en una versión muy comedida) en la trama.
Batman se mueve entre líneas en esta ciudad sin piedad, llena de peligros reales para el héroe y su alter ego. Russell desmantela así la otra eterna comidilla sobre la paranoia de Bruce Wayne y su trauma primigenio como explicación de su comportamiento compulsivo. El peligro es real. Hay una trama criminal cuyo objetivo es aniquilar a Batman y a Bruce Wayne.
El guionista sobresale también con diálogos interiores escritos de forma evocadora y casi poética. Muestra su capacidad para proyectar la idea central de los conceptos con elementos de prosa de alto nivel, sin caer en ridículas frases melifluas. Destacan reflexiones alegóricas sobre el ajedrez, las reflexiones de Paria en medio de una junta directiva o las evocaciones de un Bruce Wayne anciano rememorando sus inicios como Batman.
Los Allred al dibujo intentan domar su estilo innato que tiende a lo colorido, la alegría y la belleza para explicarnos una historia oscurísima. Se agradece el esfuerzo, pero en algunos momentos el contraste es demasiado fuerte. No en vano, nunca deja de ser agradable ver sus versiones de personajes, su caracterización, los parecidos entre los familiares y la capacidad para envejecer y rejuvenecer a los protagonistas manteniendo su esencia.
En conclusión, un tercer número que profundiza en esta Gotham con una resolución positiva (toda la trama es un flashback de Bruce en un asilo de ancianos) pese a todos los caídos en combate que hay y habrá. Una ciudad podrida que tendrá su redención.
En el próximo número tendremos a Dick Grayson.
Lo mejor
• El guion de Mark Russell.
• La profundidad de lo que subyace en la miniserie.
Lo peor
• El dibujo no acaba de ser el ideal para este guion.
Otras reseñas de números anteriores de la miniserie: