Portada Anna de Mia Oberländer

Edición original: Anna (Edition Moderne, 2021)
Edición nacional/España: Anna (Salamandra graphic, 2025)
Guion, Dibujo y Color: Mia Oberländer
Traductor:: Esther Cruz Santaella
Compuesto: Sergi Puyol
Formato: Rústica con solapas. 224 páginas. 26,95€

Lucha de gigantas

«‘Ser grande está guay’, piensa la gente.»

Ya hace muchos años que, desde el mundo de la moda, la publicidad y los medios de comunicación se empeñan en crear una idea de lo que es un cuerpo perfecto, con un canon de belleza que en la mayoría de las ocasiones resulta inalcanzable, además de suponer un riesgo para la salud. No parecen, o no quieren, entender el impacto que ese erróneo tipo de cuerpo que intentan estandarizar tiene en la sociedad y los problemas que pueden crear en la autoestima de quienes tratan de seguirlo. A estas alturas resulta bastante difícil e ingenuo comenzar a pedirles que actúen con responsabilidad y comprendan que no existe ningún tipo de cuerpo normativo, pero, por fortuna, sí que parece que una parte de la sociedad comienza a no dejarse llevar por su erróneo estándar. Una problemática que es el tema principal de Anna, el cómic con el que la alemana Mia Oberländer (Ulm, 1995) debutó en 2022 y que acaba de publicar Salamandra Graphic en nuestro país. Una historia en forma de cuento de hadas que fue el trabajo de fin de máster de la autora y le valió para ganar el Premio alemán de Literatura Juvenil a los Nuevos Talentos de 2022 y el Premio al Cómic de la Fundación Berthold Leibinger.

El cómic nos traslada a una pacifica aldea ficticia de las montañas alemanas donde viven las Anna, tres mujeres de la misma familia demasiado altas para una población tan pequeña. Desde su nacimiento cada una de ellas ha tenido que lidiar con los prejuicios y las normas sociales por tener unos cuerpos desgarbados y torpes que no se ajustan para nada a lo que debe ser la delicada feminidad. Con este punto de partida, la autora alemana crea un moderno cuento de hadas en el que las historias de las tres mujeres de la misma familia -abuela, madre e hija- se entrelazan y se cuenta en paralelo para que podamos ver las diferencias entre tres épocas diferentes, pero, sobre todo, para hablarnos también del legado que heredamos de nuestros familiares y del que no nos podemos separar, más si habitamos en pueblos pequeños y aislados. Algo similar a lo que hacía Zerocalcare en su reciente Será todo para mí, aunque aquí la herencia es genética y muy visible, pero sí que vemos como a cada una de las mujeres les afecta de forma diferente convirtiéndolas en personas muy diferentes. La más mayor ha tratado de vivir con ello, pero se ha convertido en alguien amargada y nada cariñosa. La madre se ha tratado de rebelar, pero ante la imposibilidad de luchar contra ello se ha retraído en sí misma. Em cambio, la más joven ha decido no darle importancia y ver todo lo bueno que le da su altura que le permite mirar a todos por encima y alejarse de toda esa pesada losa familiar para tratar de encontrar su propio lugar e identidad.

Estamos ante una historia para todos los públicos, pero con una enorme carga de ironía y sentido del humor que nos enseña la importancia de aceptarse a una misma y de la resiliencia y la sororidad para luchar contra los prejuicios. Un mensaje necesario en unos tiempos en los que, tras años de conquistas sociales que han creado una sociedad más diversa, hay quienes intentan que volvamos a la sociedad de décadas anteriores atacando a cualquiera que no entre en sus estrechas ideas de lo que es normal, que, por lo que sea, siempre coinciden con ser como ellos. Es cierto que al tratarse de una obra que pretende ser para todos los públicos quizás le falta algo de contundencia en sus mensajes y puede resultar un poco ingenua, algo comprensible al tratarse de la primera obra de una autora joven.

En el apartado visual nos encontramos con un estilo sencillo, que no simple, que, como no podía ser de otra manera, se aleja totalmente de cualquier estandarización para ofrecernos unas protagonistas de tamaño mutable y exagerado que posibilita reflejar perfectamente como tienen que vivir en un lugar que no está preparado para ellas. También nos encontramos con un uso del color como elemento narrativo, ya sea para situar temporalmente la historia como para establecer el tono que tiene. En cuanto a composición de página abundan las tres tiras de dos viñetas, pero no es algo inmutable, ya que Mia Oberländer lo cambia cuando la historia lo pide. Un estilo que también varia ligeramente en cada una de las franjas temporales que cubre la historia y que nos recuerda al que vemos en las obras de autoras como Genie Espinosa, Sole Otero, Mayte Alvarado o María Medem.

Anna es una fábula llena de ironía y con un componente de crítica social que nos habla sobre la aceptación propia y ajena de los diferentes tipos de cuerpos y los traumas generacionales con un estilo gráfico muy expresivo y que gusta de experimentar con el lenguaje del medio. Una gran carta de presentación para una autora a seguir con interés en sus próximas propuestas.

Lo mejor

• El mensaje sobre la aceptación de la diferencia.
• La forma de dibujar a las tres Annas.

Lo peor

• El mensaje puede resultar algo ingenuo en algunos momentos.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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