¿Qué está pasando en el cómic americano? (Season Seven)

Es cierto que quizá Sue Storm, la Mujer Invisible, esté siendo el personaje de los Anteriormente-Cuatro-y-ahora-Cinco Fantásticos desde que comenzará su andadura al frente de la Anteriormente-Fantastic-Four-para-luego-ser-FF-y-ahora-ambas-dos-porque-así-vendemos-el-doble, primando incluso el desarrollo de Valeria o Franklin o de quién toque en cada momento. Pero un servidor recuerda con cariño aquel comienzo de FF (casualmente también dibujado por Barry Kitson) en la que Hickman, en dos o tres páginas, definia la personalidad de Sue Storm en un secuencia tan casera en medio de una reflexión sobre si a las rebanadas de pan bimbo hay que cortarles el borde o no (¿Y tu, fiel lector?). Pues bien, en el número de Fantastic Four, Cuatro Fantasticos para los amigos, de este mes, invitada protagonista de su propia serie, Sue Storm demuestra una vez más que con ella no se juega y que, si me apuras, es el miembro (¿miembra?) más poderoso del cuarteto. Incluso más poderosa que el Tio La Vara…

Una cosa en la que creo que estamos de acuerdo es que bajo el comic de los superhéroes se han creado grandes obras maestras y clásicos del género con el paso de los años: La Patrulla-X de Chris Claremont, Los Cuatro Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, Sandman de Neil Gaiman, Watchmen y V de Vendetta de Alan Moore, Predicador de Ennis y Dillon, el Daredevil de FrankMiller y David Mazzucchelli, la JLA de Grant Morrison, Fabulas de Bill Willingham, El Capitán América de Ed Brubaker, el Thor de Walter Simonson, los Jóvenes Titanes de Marv Wolfman y George Perez, Y El Último Hombre de Vaughan y Pia Guerra, Animal Man, Patrulla Condenada e Invisibles de Grant Morrison, la JLI de Keith Giffen y J.M.DeMatteis, el Ultiamte Spiderman de Bendis y Bagley, el Punisher de Garth Ennis, los Ultimates de Mark Millar y Bryan Hitch, El Escuadron Suicida de John Ostrander, Planetary de Ellis y Cassaday, el Spiderman de Stan Lee, Ditko y Romita,la JSA de Geoff Johns, el Starman de James Robinson, el Flash de Mark Waid, los Cuatro Fantásticos de Mark Waid y Mike Weiringo, los Runaways de Brian K. Vaughan, Las Crisis en Tierras Infinitas, el All Star Superman o el We3 de Morrison y Quitely, el Caballero Oscuro de Frank Miller, El Astro City de Kurt Busiek, el Invincible de Robert Kirkman, el Hellboy de Mike Mignola, el American Flagg de Howard Chaykin, 52, el Astonishing X-Men de Whedon y Cassaday, Promethea de Moore y Williams III, el Cuarto Muro de Jack Kirby, Los Vengadores de Roy Thomas o los de Roger Stern, las 100 Balas de Azzarello y Risso, X-statix de Peter Milligan, el Dreadstar de Jim Starlin, el Authority de Ellis y Hich, el Hulk de Peter David…

Pues bien, los misteriosos designos del destino han hecho que este mes se haya publicado un comic que esté a la altura de todas esas grandes obras del noveno arte. ¿De que estamos hablando? Pues si por el título no habeis sido capaces de adivinarlo, no retrasamos más la angustia vital que debeis estar sufriendo este momento ante la revelación cosmica de un evento y una imagen que está a punto de cambiar vuestra forma de ver y aproximaros al comic. Recomendamos precaución ante los posibles ataques epilépticos que se puedan dar cuando aprecies el producto combinado de lo mejor de las dos últimas decadas.

¿Quién dijo que el trabajo de un superhéroe era fácil? No te pagan, la gente suele ser desagradecida, los medios de comunicación están siempre encima tuya llamándote amenaza o cosas peaores e incluso sueles estar obligado a lucir un traje ridiculo y a buscar a un puñado de freaks a los que llamar galería de villanos. Lo que se suele llamar un marrón, vamos. Es por ello que normalmente la mayoría de los que se dedican a ello suelen hacerlo por vocación, porque o bien lo llevas en la sangre y lo has estado practicando desde pequeño o difícilmente vas a habituarte a ello. Aunque tuvo sus problemas en sus inicios, Spider-Man podría incluirse dentro de este grupo de afortunados que, a base de esfuerzo y sacrificio, han conseguido instaurarse como miembros destacados de la comunidad superhumana. Sin embargo, el hábito no hace al monje y en sus primeros pinitos Araña Escarlata va a descubrir por las bravas que no es tan fácil como parece. Y es que tras toda una vida sin mirar por otro pellejo que no fuera el suyo propio, Kaine todavía no le tiene cogida la medida a la cosa esta de ser héroe como bien demuestra cuando intenta salvar a esta ancianita de morir atropellada.

¡Ala! Por los pelos, ¿eh, señora? Ahora puede volver tranquila al hogar del jubilado a echar sus partidas de bingo mientras espera las visitas de los nietos y disfruta de la caída de las hojas en otoño. Ahora bien, ¿dónde puñetas está ese descuidado conductor para que podamos intercambiar los papeles del seguro?

Vaya por delante, empieza a ser urgente que esos grandes publicistas de los que dispone DC Comics dediquen su presupuesto (¿no van tan bien las ventas?) y sus esfuerzos en buscar un grito de guerra adecuado para la Liga de La Justicia. Porque tiene su gracia que el mejor grito de guerra que he oído fuera pronunciado desde la boca, diminuta, de un personaje Marvel (La Avispa, en JLA/Vengadores: “Justice League Lambaste”). En fin, quizás se les ocurra para el próximo (e inminente) reboot…

Con todas las palabras que tiene el extenso y largo vocabulario español (los adjetivos se pueden aplicar a otro “objeto” pero no es plan porque estamos en horario infantil), la verdad solo se me ocurre un adjetivo para describir al Green Lantern que escribe Geoff Johns en Justice League: “moron”. También se podrían aplicar los términos “retrasado mental” pero no merece la pena. Y es que el cliché continuo en el que recurre para demostrar a sus compañeros (y lectores) el macho español americano que el mismo se considera, por mucho que sea un simple mortal, se lleva una buena tunda por parte de Darkseid. Hasta que llega Batman, reflexivo y observador como pocos, para calmar al caballero esmeralda. Y de qué forma. ¿Cómo? ¿Qué no sabéis de qué forma? Pues para estas cosas, necesidades básicas de servicio público y ayuda ciudadana, está Zona Negativa. Ahí vamos.

Pero todo esto sirve para plantearnos un debate de lo más interesante. ¿Qué es mejor? ¿Qué Johns ponga en boca de Green Lantern las frases que este ultimo pronuncia o que personajes como Superman, Wonder Woman y Aquaman pronuncien tan solo cuatro, cuatro y dos frases respectivamente en las veinticuatro páginas más vendidas del mes, las más expuestas a toda la chavalería, la nueva cantera de aficionados de comics que van a sostener a la industrial del comic durante los futuros años. Y es que, después de leer las filosóficas reflexiones que Wonder Woman, cuchillo de trinchar el pavo en mano, pronuncia en este número, ¿a quién no le apetece echarle un vistazo a su serie regular? En fin…

Esto que van un lobezno, un demonio flamígero y una calavera gigante (no, no es un chiste tipo “van un alemán, un francés y un español no va porque no tiene dinero para el viaje”), se matan unos a otros y luego no acaba muriendo nadie. Traiciones múltiples a tutiplén. Hasta aquí podría ser un poco la descripción de lo que ha ocurrido en el séptimo número de The Fearless. Una vez traspasado el ecuador de la maxiserie, las fichas de dominó comienzan a orientarse de la forma adecuada para el asalto final en este spin-off de Miedo Encarnado, protagonizado por la Valquiria y por Pecado. Supervisada por Matt Fraction, guionizada por rising-star Cullen Bunn y Chris Yost y dibujada por Paul Pelletier y Mark Bagley (donde este segundo es humillado mes a mes por el primero ya que las comparaciones son odiosas y pasar una página dibujada por Pelletier y encontrase con una de Bagley es algo que no se lleva muy bien sin cantidades industriales de alcohol en sangre).

Pero si por algo destacamos este comic, debería ser por uno de los chascarrillos, que podría haber surgido de la mente del mismísimo Stan Lee que pronuncia el omnipresente Lobezno. Si tuviéramos en Zona Negativa una subsección dentro de esta sección mensual dedicada a la mejor frase, esta se llevaría todos los boletos por mi parte. Encarnizada la batalla entre el vengador mutante y Calavera. Si mi memoria no me falla, que todo puede ser posible, la última vez que se vieron las caras fue en la muy emotiva Hijo Caído de Jeph Loeb, tras la muerte del Capitán América. Dos asesinos profesionales y experimentados se enfrentan cara a cara (es un decir, porque ambos llevan sus características máscaras) y el resultado no podría ser muy distinto a lo que ocurre en este episodio. El poder curativo mutante, alias deus ex machina) de Lobezno le saca de un apuro y le permite dar la estocada final. ¿Y qué es lo que se le ocurre decir a Logan en este momento?

Por si algunos es lo suficientemente mayor para recordarlo, Prophet fue una serie creada por Rob Liefeld cuando decidió montarse su propia parcela dentro de Image allá por principios de los 90. Su protagonista era básicamente una especie de pastiche entre el Capitán América, Cable y Conan al que el «artista» presentó en Youngblood y que llegó a protagonizar un par de deccenas de comics. Recuperado junto a otras «ilustres» creaciones de Rob en la editorial Awesome, resulta curioso que hayan decidido relanzarlo con el número 21 de su serie (teniendo en cuenta los anteriores) cuando apuestan por un enfoque radicalmente diferente a lo que fue en sus comienzos.

La historia arranca en un árido mundo que parece una versión post-postapocalíptica de la Tierra en el que una suerte de astronauta/explorador emerge a la superficia através de un vehiculo que parece el modelo individual del Virgilio de la película El Núcleo. Lo que viene a continuación es una delicia visiual en forma de viaje a través de este extraño mundo donde, a medio camino entre El Último Superviviente y Frank de la Jungla, acompañamos a este misterioso protagonista en pos de una misión desconocida mientras descubrimos una fascinante biosfera plagada de criaturas que parecen surgidas de la versión 2.0 del documental Futuro Salvaje. Desde conejos antropófagos (el espíritu de los Monty Pythons sigue vivo) hasta lobos cuyo sistema nervioso superior ha sido ocupado por grotescas babosas parásitas que usan sus cuerpos para cazar a sus presas o civilizaciones de termes que habitan en medusas espaciales gigantes muertas, se trata de todo un festival paisajístico que te atrapa y no te suelta hasta el final. Todo ello mientras en la compañía de nuestro intrépido viajero vamos descubriendo los secretos de este mundo.

¡Haceos a un lado, fanáticos del Daredevil oscuro de Miller! Desde el lanzamiento de su nueva colección, Mark Waid ha conseguido que el diablo guardián se convierta en la definición viva del optimismo con un desparpajo y una tenacidad más propios de ese émulo de Errol Flynn en el que Neil Gaiman lo transformó de 1612 que del tortuoso icóno de la expiación a través del sufrimiento en el que vivía atrapado. Con solo dos números de sus respectivas colecciones de sus protagonistas, el guionista se las apaña para regalarnos un crossover mas satisfactorio que otros repletos de números y tie ins. Cierto es que cuenta con la ventaja de que los cruces entre Spider-Man y Daredevil suelen dar pie a historias cuando menos vistosas y que contar con el talento de Emma Ríos y Kano para ilustrarlo siempre es un extra.

En esta ocasión cuenta además con la presencia de nuestra ladrona felina favorita (esa no, la otra) Felicia Hardy, quien al parecer ha sido mala y tras dejar al pobre Peter con un plantón de narices cuando este acude a ella para que le ayude a mitigar las penas de su renovada soltería es detenida por la policía. No por dejar a Spider-Man más tieso que una mojama exactamente, sino por robar en los laboratorios en los que trabaja. El caso es que Peter es de los que les gusta insistir y acude a Daredevil para que le ayude a limpiar el nombre de la gata a ver si con suerte moja. Todo se desarrolla según lo esperado y entre fugas in extremis, los malentendidos típicos de estos team ups a tres bandas y hasta una demencial escena de acción con un helicóptero de por medio a la que se puede considerar ya una de las más divertidas de los últimos años (en serio, pillaros la saga porque es la leche). El caso es que al final todo ser resuelve mejor para algunos y peor para otros con la consabida escena chico-chica con la que cerrar la historia. Una que aparte de que probablemente no sea la que nuestro atribulado protagonista esperaba, tiene bastante mala uva de por medio:

La gran afición de Josh Whedon por el comic es de sobra conocida. A poco que uno se pille cualquiera de los recopilatorios Norma de Planetary no tiene más que echar un ojo a sus artículos introductorios para saber que por mucho que ande dirigiendo la adaptación de los Vengadores a la gran pantalla el guionista tampoco es muy diferente de cualquiera de nosotros (bueno, sí, también está el talento y esas cosas, pero quien sabe si alguno sois un diamante en bruto). El caso es que de entre todos sus gustos comiqueros, la Patrulla-X ocupa un lugar preferente dentro de sus favoritos hasta el punto de haber dado todo lo posible para tomar parte en la adaptación original de sus aventuras a cargo de Bryan Singer (al final no lo consiguió, pero mucho bebió la primera entrega de sus ideas originales) y haber inspirado uno de los mayores logros de su carrera en un personaje por el que profesa verdadera pasión: Kitty Pryde. En ella se inspiraría para crear a la cazavampiros Buffy Summers con la que nos brindaría un arrollador fenómeno televisivo al que ha quedado irremediablemente ligado. Eventualmente incluso conseguiría poner sus manos sobre la antaño alevina de la Patrulla-X durante su inolvidable etapa al frente de Astonishing X-Men. Mucho ha llovido ya desde entonces y Whedon y los mutantes han seguido caminos diferentes con él reencontrándose con el alterego de Sarah Michelle Gellar en formato comic y Kitty regresando de su odisea cósmica por obra y gracia de Matt Fraction y Kieron Gillen. Fin de la historia. O al menos eso pensábamos hasta que a mediados de este mes nos agenciamos los respectivos números de la novena temporada de Buffy y Lobezno y los X-Men quedándonos de piedra con algo que o bien demuestra que el destino y la casualidad son unas cabronas que se ríen de nosotros o las circunstancias exigen iniciar una investigación de inmediato:

Aviso de Spoiler ¡Kitty Pryde y Buffy Summers se han quedado preñadas! Espera… WTF?! ¿Ambas al mismo tiempo? ¿Y esperáis que me crea que es casualidad? ClaaAAaroo… Yo iría haciéndole la prueba de paternidad a Josh Whedon no sea que se haya extralimitado en la relación escritor-protagonistas, que si aquello de «El personaje mío y me lo f*ll* cuando quiero» no coló con Vincent Gallo menos va a colar ahora. Como probablemente le dirían ellas antes de cambiar de «postura» durante su reunión a tres bandas: Que no me lo trago, Josh. No me lo trago.

Aunque esto probablemente me haga bastante impopular por estos lares, voy a aprovechar que como este post es a dos manos nunca sabréis si soy Pedro o soy yo para decirlo en voz alta: Nunca me ha convencido del todo el Batman de Snyder. Es decir, esta muy bien, cojonudamente escrito y todo eso, pero la sensación que tengo muchas veces a leerlo es que no es otra cosa que el Batman estándar. Ese Batman al que buscaría cualquier lector no asiduo del murciélago y que por muy bien que se haga no destaca más allá que por lo bien que se mueve por la línea media. Al Batman de Rucka, Morrison, Nolan, Burton, Dini o incluso Loeb se los podrían criticar por mil cosas. Pero al menos rezumaban la personalidad de sus responsables con tal intensidad que eran completamente distinguibles de cualquier otra etapa del Hombre Murciélago. Con Snyder la sensación que tenía era de estar asistiendo a la imagen mental que todos tenemos de Batman y nada más. Y aunque va a parecer que este mes estamos jugando a los parecidos razonables… diantres, tenemos una trama en la que Batman descubre la existencia de una misteriosa cábala que ha estado entre las sombras de Gotham desde su fundación (como el culto de Barbathos…), que de alguna forma está ligada a su familia (como el Doctor Hurt y el culto de Barbathros…) y emplean como ejecutor a un sicario que es prácticamente idéntico al Hereje o el Tercer Demonio, por lo que la sensación de deja vú no podía estar más presente.

Pero el caso es que con el último número de la serie, Snyder me ha demostrado sin género de duda que para nada es un mero guionista de transición y que si alguien debe tomar las riendas de la franquicia finalizada la andadura de Morrison, él es El Hombre. Y tiene delito que lo haya conseguido precisamente con un comic cuya historia es prácticamente idéntica a la que Morrison nos narraba el mes pasado en la segunda mitad de Leviathan Strike. Es decir, volvemos a tener a Batman intentando sacar a la luz a una esquiva sociedad secreta y volvemos a tenerlo atrapado en un laberinto en el que mientras más ahonda más cerca está de su propia destrucción. Pero es que entre él y Capullo lo narran tan diabólicamente bien que uno no puede evitar verse irremediablemente arrastrado a las fauces de una bestia que aguarda el momento justo para devorarnos junto a nuestro héroe. Y si en el último número dejamos a Batman adentrándose en la guarida del Tribunal de los Búhos, este arranca con una contundente escena que nos recuerda que tras su fachada y toda su preparación, Batman no es sino un hombre corriente tan desamparado como cualquier otro. Antes de clickar en el botón de spoiler os recomendamos encarecidamente a aguardar hasta poder comprarlo porque muy probablemente estemos ante uno de los comics del año. Si no, advertidos estáis:

Estais avisados ¿Que diría yo? Estais más que avisados. Luego no vale venir a quejarse de que somos unos spoilereadores. Como mola inventarse palabras. Pero hay algo que mola mucho más. Ir encajando cuadros de spoilers uno dentro de otro de forma interminable aunque solo sea para mosquear al personal. Y, efectiviwonder, eso es lo que vamos a hacer ahora. Pero lo hacemos por el bien de vuestra salud. Chicos, allá vamos.