VORAZ / Ravenous – Col.Made in Hell n º 17
Dawn Brown
Norma Editorial
96 pág. Color.
PVP:10,00 €
«Hace tiempo que en Good Fortune nadie es feliz. Hace tiempo que la buena fortuna los ha abandonado… Hace tiempo que un asesino descuartiza a inocentes durante la noche.»
Es conocido que el cómic como medio de expresión ejerce una notable atracción sobre profesionales que tienen a bien ganarse la vida lejos de sus praderas. Las limitaciones e imposiciones del medio como industria facilitan que algunas de sus obras más novedosas surjan, precisamente, de la mano de creadores que sólo lo visitan por puro placer. Éste podría ser el caso de Dawn Brown, diseñadora de escenarios en películas tan remarcables como AI: Artificial Intelligence (Steven Spielberg) y Big Fish (Tim Burton).
Lo digo porque si algo no le falta a Voraz son buenas intenciones.
De entrada su propuesta argumental y formal manifiestan la voluntad de asumir importantes riesgos. No resulta fácil amalgamar en una misma historia los elementos más característicos y dispares del genial Edgar Allan Poe. Misterio, sorna, fantasía, terror, pasión… Acertijos que esclarecer, monstruos de los que asustarse, damas a las que enamorar. Cuervos, pestes y Anabel Lee.
Quizás por eso mismo, siguiendo ese deseo de abrazar tantos contenidos y registros diferentes, Dawn Brown también ha sentido la necesidad de servirse de una variada gama de recursos formales. Así, la obra manifiesta tratamientos gráficos diversos y, sobretodo, hace gala de una cuidada simbiosis entre narrativa secuencial y literatura. Algunas páginas se asemejan a los cuentos ilustrados. En otras, textos e ilustraciones se alternan con secuencias de viñetas. Hay pues, también en su forma, un algo de amalgama entre soportes formales distintos, novela y cómic. Y cada uno de ellos se pone al servicio de unas u otras de esas temáticas diversas que mencionábamos.
Pero si todo esto debería valorarse como algo positivo, y así lo hacemos y queremos destacarlo, este cómic también evidencia lacras y fisuras. En el apartado gráfico quizás las más importantes. El dibujo, aún y con sus aciertos, no consigue dotar de naturalidad a la gestualidad de los personajes, a la vez que ofrece acabados muy pobres cuando apuesta por eliminar fondos en ciertas escenas.
Dicho esto, sin querer restarle méritos a la obra, a cada cual corresponde decidir si a Dawn Brown se le puede aplicar aquel dicho que reza tal que así: “El camino al Infierno está repleto de buenas intenciones”.