Ojo de Halcón (serie limitada de 1994)

5
1959
 


Edición original: Marvel Comics – enero – abril – 1994
Edición España: Comics Forum – octubre 1994 – enero 1995
Guión: Chuck Dixon
Dibujo: Scott Kolins
Entintado: Tim Dzon
Color: Christie Scheele
Portada: Scott Kolins, Tim Dzon
Precio: 175 pesetas (serie limitada de cuatro números de veinticuatro páginas cada uno)

 

Ojo de Halcón es uno de los vengadores más populares de la franquicia marveliana homónima. Desde su aparición como villano a su pesar del Hombre de Hierro en la colección Tales of Suspense, quedó patente que aquel arquero de gran corazón y boca aún más grande tenía potencial. Pronto cambiaría de bando y se uniría a los héroes más poderosos de la Tierra marveliana –en aquel ya mítico número en el que los miembros dejaban el equipo al gobierno del Capitán América y de un trío que pasaría a conformar el cuarteto loco del Capi. Ojo de Halcón presentó su solicitud de membresía colándose en la mansión y secuestrando a Edwin Jarvis, el servicial mayordomo del equipo. Pronto se convertiría en un miembro esencial –para la afición lectora- y en un quebradero de cabeza –para sus camaradas de armas-. Clint era la eterna mosca cojonera que, cual cuñado acodado en barra de bar, afirmaba que podía hacerlo mejor que el abanderado, al que constantemente pinchaba por su condición de persona desplazada de su tiempo. Roy Thomas mantuvo a Ojo de Halcón en su papel de nota discordante, incluso cuando brevemente le otorgó el puesto de Goliat, en sustitución de Henry Pym. En estos tiempos, Barton puede resultar ciertamente desagradable –como cuando intenta entrometerse en el naciente romance entre la Bruja Escarlata y la Visión- pero con el paso de los años –y los guionistas- acabaron atemperando la parte más digna de bofetada para concentrarse en la imagen de Clint como el rebelde de buen fondo que siempre estaba dispuesto a echar una manita y que sentía un profundo orgullo por ser vengador.

Habría que esperar a los años ochenta para que Ojo de Halcón mostrara ciertos rasgos de evolución y, de paso, contara con una serie limitada. Sería Mark Gruenwald –en un raro ejercicio como autor completo- el que haría que Clint Barton diera el paso necesario hacia la madurez. Conocería a Barbara «Bobbi» Morse, Pájaro Burlón y contraerían matrimonio. Un paso de tal calibre dejaría con la boca abierta a la parroquia vengadora –que en aquellos días contaría con Roger Stern como cronista-. El arquero estaba listo para un nuevo destino: dirigir la división californiana de los Vengadores. La Visión –presidente del equipo durante la ausencia de los principales componentes del mismo en las Secret Wars- había diseñado un plan para hacerse con el control del mundo y la expansión del equipo –empezando por la costa oeste estadounidense- era el primer paso. Las maquinaciones del piel roja fueron abortadas, pero los Vengadores Costa Oeste se mantuvieron, pero con los guiones de un viejo conocido de la franquicia, como era Steve Englehart. Este caballero convirtió esta colección en un entretenido y divertido culebrón, con líos sentimentales, villanos estrafalarios y un Ojo de Halcón que se esforzaba día sí, día también, por superar a la división neoyorquina. La rivalidad con el Capitán América se ha convertido en respeto y admiración, ahora que comprende lo que suponen el peso y la responsabilidad de la presidencia. Don Steve presenta a un Clint firme en sus convicciones y fiel al concepto ideal de vengador, pero deja patente que esas cualidades pueden trocarse en defectos si se llevan a extremos exagerados. Cuando su esposa es violada por el Jinete Fantasma y esta responde dejando morir a su agresor, la reacción del arquero provoca la ruptura del matrimonio y, por extensión, del equipo. Su inflexibilidad parece hacerle incapaz de comprender el calvario de Pájaro Burlón, pero más bien se debe al hecho de que ella no pudiera abrirse a él y confesarle la verdad. Usando los elementos esenciales del conflicto, Englehart reflexiona sobre los límites del poder y la justificación del uso de la fuerza letal. Después de todo, eran los tiempos en los que la industria empezaba a derivar claramente hacia el anti-heroísmo y el difuminado de los límites entre el bien y el mal. En su obsesión por ser el mejor vengador y comandar el mejor equipo, Ojo de Halcón había llevado a la división californiana a las puertas de su desaparición. Sin embargo, la marcha de don Steve y su rápida sustitución por John Byrne truncó una etapa que, vista con perspectiva, quizá tendría mejor valoración si hubiera contado con un dibujante que no hubiera sido Allen Milgrom, pero esa es otra historia. Por lo que al arquero morado se refiere, la llegada del prolífico canadiense supuso un paso atrás: volvimos al vengador cabreado y contestón, muy molesto por el hecho de que se le desplazara de su puesto de jefe en beneficio del U. S. Agente. Como se ha comentado en varias reseñas, Byrne había decidido llevar hasta sus últimas consecuencias la idea de Stern de que la Visión volviera a su condición fría y robótica, la que tenía en sus inicios. El sintezoide fue capturado y el sustituto temporal del Capitán América se encontró en el puesto de guardián controlador del equipo. Clint hizo honor a su historia y se largó dando un portazo; Bobbi intentaría que rehicieran su matrimonio y ambos se encargarían de tutelar a unos recién aparecidos Vengadores de los Grandes Lagos, pero aquellos planes tampoco llegarían muy lejos. Con otro portazo, don John dejaría la franquicia vengadora y la división californiana en manos de Roy y Dann Thomas y de otro canadiense, el dibujante Dave Ross. La trayectoria del Clint en estos años no refleja nada especialmente memorable: regreso al equipo californiano, fricciones con tal o cual miembro y, finalmente, reconciliación con Pájaro Burlón… para luego verla morir en una confrontación demoníaca. Presa del dolor por la pérdida, Ojo de Halcón abandona el equipo que fundó justo antes de que este pase a mejor vida (en un número final absolutamente ridículo, pero esa es otra historia). Es en este punto en el que arranca la serie limitada que se reseña por aquí.

Al comienzo de la historia, Ojo de Halcón vaga solitario por una región boscosa del sub-continente norteamericano. Está cargado de dolor, de rabia y de desesperanza. Toda la madurez atesorada en los tiempos precedentes se ha borrado del mapa y ha dejado tras de sí a un Clint Barton más duro y amargado. Sin embargo, pronto se verá obligado a espabilar: su camino se cruzará con el del Imperio Secreto –una de estas organizaciones secretas que pueblan el universo marveliano- y más concretamente, con el de uno de sus experimentos, en la forma de un licántropo que, como el arquero, es otro ser herido que ha visto morir a los suyos. Juntos llevarán a cabo una carrera de huida, reagrupación y contraataque, donde también hará su aparición un personaje del pasado de Clint: el hombre que –retrospectivamente- le enseñó a manejar el arco: Tiro Trucado. Este personaje vino a ser una especie de segundo mentor –tras el Espadachín- en el manejo de las armas y en el ambiente criminal. Aquí se presenta con una relación ambigua con su antiguo pupilo y posterior adversario, que combina el desempeño de la misión de eliminarle con el peso de la relación precedente. El viejo maestro será el recurso empleado en la historia para reforzar el proceso de alzamiento del héroe caído. La visita de otro antiguo camarada –el en aquellos días popularísimo Máquina de Guerra- dará a Barton las herramientas necesarias para devolver los golpes y el desenlace final dejará al arquero convertido en un héroe solitario, en proceso de reencontrarse a sí mismo.

Como se ha adelantado, la miniserie presenta un ejercicio de manual de lo que eran las historias de cuatro capítulos: presentación del personaje (con la consabida recapitulación de su historia hasta el momento presente); exposición del conflicto y primer asalto (en el que el protagonista no sale bien parado); respiro en la acción con posible revelación de secretos y, por último, un segundo asalto como fin de fiesta. La miniserie presenta a un personaje hundido y lo vuelve a levantar, dejándolo listo para que otros autores tomen las riendas de su destino. En esta ocasión, el guionista escogido es un veterano de las franquicias urbanitas como es Chuck Dixon. Este buen señor, que en aquellos días se explayaba contando aventuras del Castigador y del entorno de Batman, presenta aquí una historia en la que no hay espacio para florituras. Las «gadgeto-flechas» que Barton usara antaño quedan aquí en un segundo plano para dejar paso a una acción mucho más ruda, sucia y sangrienta. El oponente escogido para la ocasión –el Imperio Secreto- era objeto de especial atención por parte del guionista en aquellos días, aunque poco tiene que ver con el trasunto del Watergate que se imaginara en la colección del Capitán América veinte años antes.

En la parte de la ilustración, tenemos a un caballero que en aquellos días empezaba a despuntar: Scott Kolins. Este buen señor no refleja aquí el estilo que le hará célebre, pero apunta ya buenas maneras a la hora de afrontar los mínimos requeridos para una narrativa aceptable y un dibujo correcto de los personajes. Bien es cierto que aquí no hay ningún espacio para la vida civil, pero don Scott responde con corrección al desafío de llevar a imágenes las premisas de Dixon. Aún están por llegar los momentos gloriosos de su colaboración con Geoff Johns en la cabecera protagonizada por Flash, pero aquí tenemos destellos de lo que poco tiempo después será su estilo definitorio.

El resultado final es una miniserie que, desde la perspectiva actual, solo sería recomendable para parroquia nostálgica o ansiosa por tenerlo todo acerca del personaje, o al menos todo aquello de la versión anterior al éxito cinematográfico. Hay quien dirá –no sin cierto grado de razón- que el protagonista de la alabada serie regular publicada en los últimos años no tiene nada que ver con el icónico arquero de antaño, pero no hay que olvidar que, a día de hoy, no es la viñeta la que lleva la voz cantante en estas franquicias.

Después de esta miniserie, Ojo de Halcón estuvo un tiempo en barbecho. Dan Abnett y Andy Lanning amagaron un intento de reunión en Fuerza de Choque –abortado en una escena mal planeada y peor ejecutada- si bien ello no impediría su enrolamiento en la serie de animación del Hombre del Hierro (con un uniforme muy similar al que estrenaba aquí). Finalmente, sería Bob Harras –o, más bien, sus palmeros de entonces- el que le llevaría de nuevo al redil vengador, justo antes de La Encrucijada. De ahí a Heroes Reborn, a Heroes Return y a una de sus mejores etapas, cortesía de Kurt Busiek pero esa, damas y caballeros, es otra historia, poco después de la cual Scott Kolins volvería a encontrarse con Ojo de Halcón… mas vuelvo a divagar cuando debería cerrar la reseña.

Ilustración de Scott Kolins y Tim Dzon
Portada del número tres estadounidense

P. S. Como dato curioso, hay que añadir que en España supimos de la muerte de Pájaro Burlón por esta miniserie. El tomo recopilatorio de Grandes Sagas Marvel que recogía los últimos números de la colección de los Vengadores Costa Oeste / Nuevos Vengadores no vería la luz hasta varios meses después y, en aquellos días, Internet era aún una curiosidad al alcance de muy pocas personas.

  Edición original: Marvel Comics – enero – abril - 1994 Edición España: Comics Forum – octubre 1994 – enero 1995 Guión: Chuck Dixon Dibujo: Scott Kolins Entintado: Tim Dzon Color: Christie Scheele Portada: Scott Kolins, Tim Dzon Precio: 175 pesetas (serie limitada de cuatro números de veinticuatro páginas cada…
Guión - 6.8
Dibujo - 7.7
Interés - 6

6.8

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Gusgus
Gusgus
Lector
9 mayo, 2017 16:09

En su momento, esta miniserie me pareció divertida, Forum mediante, pero nada del otro mundo. Y si, es una historia que no ha envejecido de forma plena, aunque con el humos adecuado puede divertir todavía.

manolin
manolin
Lector
9 mayo, 2017 18:01

A mi me encanto esta miniserie. Era un Ojo de Halcón maduro, serio, algo cínico y amargado, no sé, lo normal en alguien tan veterano ya por aquel entonces, y Scott Kolins se salía.

Katar
Katar
9 mayo, 2017 19:42

encantaba Dave Ross de los Costa Oeste. No diría para nada que el último comic de los WCA fuera malo. Al revés creo que es un gran comic, un punto de inflexión en la historia del grupo y, edo sí, un episodio muy polémico por la manera en que procedieron los Costa Este.
Sobre esta mini de Clint no tenía ni idea de su existencia y me alegro. Leí el tomo de forum sin saber que moría Bobbi y fue genial leerlo sin spoilers.

Marcos Martín
10 mayo, 2017 11:47

«… Porque, todos conmigo clase, yo nunca fallo». La frase que se me grabó de esta miniserie. Ayer mismo estuve hablando sobre ella y me trae muy gratos recuerdos. Gracias don Javier.

Dultyx
Dultyx
Lector
10 mayo, 2017 17:51

Me gustó esta miniserie. Por mucha evolución del personaje, esta provino en parte no solo por el Capi sino que Bobbi le hizo sentar la cabeza. Su muerte le afectó como era comprensible. Además el dibujo era noventero pero me gustaba, y la historia estaba bien.