Marvel Limited Edition. Hombre Máquina

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De nuevo, el Rey. Jack Kirby en toda su extensión y grandeza. Motivo más que necesario pues el año que se abre es el que conmemora el centenario de su nacimiento. Ya puso la alfombra roja a la línea Marvel Limited Edition con los Eternos y ha sido uno de los puntales fundamentales del proyecto (Pantera Negra o Inhumanos), a la espera de la publicación del Dinosaurio Diabólico. Como cierre y fin de fiesta a su segundo año de vida, Panini y SD Distribuciones han decidido la impresión íntegra de la colección clásica del Hombre Máquina. Un concepto y diseño “kirbyano” a más no poder, surgido de manera declarada de dos fuentes evidentes. Por una parte, el gusto por la ciencia ficción tan acentuado del bueno de Jack, con la estimulante robótica como eje fundamental. De otro lado, el Hombre Máquina debuta en una serie regular aparecida debido al inesperado recibimiento obtenido con la traslación a viñetas de 2001: Odisea del Espacio, también a cargo de Kirby. Desgraciadamente, nos encontramos con un Rey crepuscular, que no de mala calidad, bastante hastiado del medio. Un último intento de llegar a un fandom que parecía haberle dado la espalda y que toca asumir que resultó infructuoso. Jack Kirby tan solo realizó nueve números para abandonar al ente artificial a su suerte. A finales de 1978 salió huyendo del mundo del cómic para dedicarse al emergente campo de la animación.

El editor jefe de aquel entonces, el gran Jim Shooter, esperó algunos meses hasta dar con el equipo creativo ideal para continuar con las aventuras del Machine Man. Los elegidos, un guionista de corte clásico como Marv Wolfman, y otro de los demiurgos del Universo Marvel, el co-creador de Spiderman y del Doctor Extraño, Steve Ditko, en el que se puede catalogar como su último trabajo con entidad para la editorial Marvel. Como había ocurrido al inicio de los tiempos (de la Tierra 616, entiéndase), Ditko tuvo el honor o la papeleta de seguir la senda de un Kirby que dejaba huella allí por donde pasaba. Aunque como buen maestro, Ditko tendrá la habilidad de arrimar el ascua a su sardina y derivar su narrativa gráfica a terreno propicio, soltando el lastre del colosalismo del Rey para adecuarlo a su saber hacer.

Así pues, dos de los grandes creadores de la mitología marveliana se hacen el relevo en estas historias del Hombre Máquina. Jack Kirby como autor total en sus nueve números y Steve Ditko, poniendo el arte a los guiones de Wolfman y de un joven Tom DeFalco, son dos más que poderosos reclamos para posar la vista en este MLE. Pero, por supuesto, no es lo único en lo que nos vamos a fijar. Como ya hemos avanzado, no se puede entender este tomo sin hablar del origen del personaje, ubicado en la versión Kirby de la antes mentada 2001, y ya de paso, como tema candente, hablar de la robótica, a muy pequeña escala, eso sí.

Salimos de análisis.

Volvemos a ponernos en línea.

Jack Kirby en 2001. El Hombre y la Máquina

Ha llegado el momento de conocer a Aaron Stack, nombre asumido por un proyecto robótico conocido como X-51, y forjado como si fuera un humano corriente por el bondadoso profesor Abel Stack. Lo que viene a significar, en la mayoría ocasiones, el inicio de su serie regular homónima. En el caso de apariciones previas, se suelen incluir en el tomo de rigor. El problema para muchos de nosotros es que el tebeo donde debuta el Hombre Máquina es ahora mismo impublicable por temas de derechos. De ahí que le hayamos dedicado un punto previo antes de entrar en harina con el volumen en cuestión. Esto nos obliga, inapelablemente, a hablar de todo un fenómeno cinematográfico como es 2001: Odisea del Espacio.

En 1968 se proyecta en cines la versión del visionario director Stanley Kubrick, basada en su mayor parte en la novela homónima de Arthur C. Clarke, uno de los grandes de la literatura fantástica. Una cinta con diferentes niveles de interpretación, con una trama sobre la evolución humana como referente más palpable y una reflexión sobre el concepto de inteligencia (humana o artificial). El viaje a las estrellas de la Discovery, comandada por la supercomputadora HAL 9000 y tripulada por el astronauta Dave Bowman, como protagonista más importante, articula uno de los experimentos narrativos más interesantes de una época, que además dejó un profundo calado en toda una generación. Jack Kirby era alguien que tenía todas las papeletas para quedar impactado con la película de Kubrick. El Rey no era un extraño de la ciencia ficción, al contrario, fue uno de sus pioneros y de sus más relucientes artífices en el campo del noveno arte. Desde su declarado amor al concepto pulp de la misma en su juventud, a una mayor implicación y desarrollo en su trabajo como profesional. Challengers of the Unknown, Sky Masters o los 4 Fantásticos ya nos dejan un considerable manejo de diversos elementos típicos del género. Pero Kirby no quedó aquí, siempre fue un paso más allá. A inicios de los setenta causaban furor las ideas de un escritor suizo de dudosa procedencia llamado Erich von Däniken. Casi todo su credo consiste en descubrir y justificar la participación de elementos exógenos en el desarrollo evolutivo de los humanos. Hablando en plata, la aseveración de la presencia de extraterrestres en nuestro planeta. En parte, lo que viene a representar, de modo alegórico, el monolito en la película de 2001. Jack resultó seducido por todo ese caudal pseudocientífico. Quizás, no tanto en cuanto a una forma literal, pues Kirby era un judío practicante, muy unido a su tradición, sino en cuanto a posibilidades narrativas. Es un clásico apelar a la imaginación desbordante del Rey y también es evidente que conceptos recogidos de las ideas de Däniken se pueden rastrear en obras como el Cuarto Mundo, Los Eternos o El Dinosaurio Diabólico. He aquí que, tras vaivenes editoriales diversos, el gran Jack retorna a Marvel en una posición muy ventajosa. El puesto de autor-editor es asignado dentro del organigrama editorial de manera muy exclusiva. Y eso es algo a lo que nuestro autor aspiraba desde hacía largo tiempo, ser el responsable último de toda su creación. Parece obvio que la traslación de la obra de Kubrick se debe a un capricho personal, pues la versión “made in” Kirby vio la luz ocho años después, cuando su influencia se había diluido de forma ostensible. 2001 A Space Odissey Treasury Special (fecha de portada 1976) es una adaptación bastante fiel, distribuida en unas setenta páginas (mucho más extenso que un cómic habitual; una Novela Gráfica antes que Marvel instaurara el modelo), recogiendo los elementos que hicieron populares a la misma.

El tema podía haber acabado aquí, de no ser por el empeño de Jack Kirby y por la buena acogida del especial. Autorizada por parte de los mandamases de la compañía, comienza la serie regular de 2001 donde el artista, como autor completo (ayudado por su escudero Mike Royer en las tintas), aplica un modelo más bien formulaico, lo que no quiere decir que esté exento de calidad. Tomando el aparejo visual de la película original, con una narración en dos tiempos, observamos a diversos personajes entrar en contacto con un Monolito que les otorga la capacidad tecnológica para sobresalir con respecto a sus iguales, lo que les lleva a un viaje de descubrimiento. La contraposición entre mundo prehistórico y entornos futuristas, junto con el torrente descontrolado de ideas por parte del autor, nos deja unos seis primeros números de la serie como una libre interpretación de los conceptos vistos en 2001 y pasados por el tamiz del Rey. Las conexiones se diluyen a partir del #7, donde Jack comienza a tejer nuevas redes, observando vía una de las “Nuevas Semillas” la amplitud del cosmos y cómo éstas pueden ejercer su influencia en lugares post-apocalípticos. Y en el #8, directamente, se aleja de cualquier influjo del universo 2001. Es en este episodio donde conocemos a nuestro protagonista, X-51 o Mister Machine, primer apodo con el que fue nombrado por su creador.

Historia de origen de manual. Proyecto científico acerca de inteligencia robótica comandado por el Dr. Broadhurst debe ser desmantelado. Se da el curioso hecho de que, mientras la práctica totalidad han salido defectuosos, el llamado X-51 ha logrado estabilizarse debido al buen hacer del doctor Abel Stack. El profesor se ocupó de que fuera forjado como un ser humano corriente y se juega la vida por salvarlo, lo que da a lugar que el bondadoso científico muera en el intento. Desde ese momento, el coronel Kragg será el responsable de apresar al modelo X-51, ignorante de su humanidad. Será el propio Monolito el que libere al robot para seguir buscando el sentido de su existencia, aspecto en el que la misteriosa construcción no parece tener pensado ayudarle. Los últimos tres números de la serie (2001 A Space Odissey #8-10, cierre oficial de la cabecera) se perciben de manera bien distinta al proyecto inicial de Kirby. Se torna algo de carácter superheroico más convencional, con personajes haciendo referencias meta a ese mismo hecho. Su interacción con una familia humana, con un niño muy familiarizado con el mundo de las mallas, provoca referencias continuas a Hydra, Nick Furia o la propia Marvel Comics. El mismo Mister Machine parece ser consciente de todos los clichés del género en el episodio #10, donde una aparente sociedad adoradora del demonio esconde un giro tan típico que aleja la parte final de la serie de cualquier semejanza que ésta tuviera con las ideas primigenias del artista, y por supuesto, a muchas millas de la historia presentada por Kubrick.

Este cambio de rumbo más que evidente nos lleva a reflexionar acerca del porqué de este giro de timón tan brusco. Parece público y notorio que Jack no sintió un feedback positivo tras un inicio prometedor, tal y como él esperaba. Siguiendo el ejemplo de los Eternos, que el Rey buscaba que fuese independiente del Universo Marvel estándar, el discurrir de 2001 necesitaba de un entorno propio donde desarrollar las historias….. y los lectores no paraban de preguntar en el correo como casaban aquellas tramas con el universo de ficción que él ayudó a crear. Para Kirby, el lector Marvel no sabía ver más allá de los tebeos Marvel al uso, así que, ante una más que previsible cancelación, decidió darles lo que buscaban, un robot haciendo de superhéroe; qué novedad. Ahora bien, ¿qué opinaban los fans de 2001? Pues por aquí tuvo que aguantar también lo suyo, pues muchos alabaron la traslación de la Treasury Editition pero renegaron de la serie regular. Incluso, algunos apuntan a que el Rey no entendió del todo el fin último del film. En todas sus tramas, Jack tiende a una simplificación y a una literalidad (quizás debido al público al que iba dirigido) mientras que la película se sustenta en la ambigüedad, un espacio para la reflexión del espectador. Un artefacto exógeno interviene en un paraje prehistórico, alterando los elementos necesarios; muchos años después, algún humano privilegiado encuentra ese mismo artefacto y se transforma, vía viaje psicodélico, en una Nueva Semilla, un ser de increíbles capacidades. En esto se centra el autor y contra esto reaccionan muchos de los entusiastas de la obra original.

Observando los siete primeros episodios de cerca, se puede apreciar la grandiosidad y la magnificencia de un artista desatado, con una portentosa capacidad de crear entornos y diseños. Todo un deleite para la vista…pero la trama no parece que conduzca a ningún sitio. Son como pequeños episodios autoconclusivos, con el Monolito y las Nuevas Semillas como punto de unión, sin rumbo y con una mezcla artificiosa de variados temas. Aun así, si hacemos caso a las palabras de Jack, éste tenía una hoja de ruta trazada, diminutos trozos de un puzle que sería resuelto al final del viaje; un fin que nunca se alumbró. Para Kirby era importante el concepto de Monolito y el de Nueva Semilla. El primero representa la mayor de las inquietudes del ser humano, el “¿a dónde vamos?” que nos fuerza a buscar sentido a nuestra existencia. Mientras que el segundo representa la fe en nosotros mismos, en el innato deseo de mejorar, de avanzar, como bien muestra el proceso de mostrar a primigenios prehistóricos y los mundos futuristas posteriores. Es decir, que Kirby deseaba darle amplitud, trasfondo a todos esos episodios pero todos conocemos su faceta de guionista, repleto de buenos conceptos pero falto de la contención y claridad necesaria para arribar a la pura y completa excelencia. Tener detrás de ti toda la imaginería de 2001 tampoco le fue de mucha ayuda pues hay que recordar que estamos hablando de tebeos Marvel, con un perfil de carácter juvenil muy marcado, lo que llevaba acarreado una simplificación del producto final.

Sin el apoyo del aficionado, empeñado a retornar a Jack Kirby a la senda del cómic marvelita por antonomasia, éste termina por claudicar y sacarse una versión propia del HAL 9000 de la película, el Hombre Máquina. Nuestro protagonista se define desde el principio como una computadora inteligente con forma de ser humano. Lo que nos enlaza con el tema de la robótica y la inteligencia artificial. El ser humano, y eso es algo que Kirby sabía muy bien, es curioso por naturaleza. Su empeño en dominar un entorno más grande que él le ha llevado a valerse de curiosos artificios. Los ejemplos primigenios sobre este tema nos podrían llevar muchos años atrás, con documentados datos como la inclusión de brazos mecánicos en estatuas del antiguo Egipto; los hábiles sistemas hidráulicos griegos que servían para dotar de un intencionado movimiento a las representaciones de sus dioses; o ya en el siglo XVIII, plena Revolución Industrial, asistir a la proeza de ver una máquina textil programable mediante tarjetas perforadas. Si atendemos a la ortodoxia, la palabra “robot” proviene de la lengua checa pues se atribuye su invención al dramaturgo checo Karel Capek gracias a su obra “Los Robots universales de Rossum” (1920). En ella se narra la fabricación de un ser artificial y las consecuencias de esos actos. En el campo de la ficción fue Isaac Asimov, bioquímico de formación, con su “Yo, robot”, el que mejor definió el concepto, estableciendo unas leyes de la robótica que se han mantenido indefectibles desde su enunciación:
  Un robot no puede actuar contra un ser humano, o mediante la inacción, que un ser humano sufra daños
  Un robot debe de obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, salvo que estén en conflicto con la primera ley
  Un robot debe proteger su propia existencia, a no ser que esté en conflicto con las dos primeras leyes.

En el plano real, más allá de la fértil imaginación humana, se dieron los primeros pasos en la materialización de la robótica en los postreros años de la década de los cuarenta. Alan Turing es considerado el padre de la rama. Con el célebre “Test de Turing” se establecían los parámetros para el camino de las máquinas inteligentes. Pequeños intentos, diminutos pasos que desembocan en los años sesenta, el periodo de gloria de la primigenia inteligencia artificial. Entre esos logros cabe reseñar el primero y más básico como fue la configuración del primer transistor; la odisea de William Shockley, tras lo trabajos previos de John Bardeen y Walter Brattain, en dar viabilidad a un semiconductor rudimentario para el traspaso de información es todo un logro. Sin él no existiría el procesador de textos, ni el teléfono inteligente, ni el ordenador personal, ni Internet. En definitiva, la posibilidad de robótica.

En el año 1954 se registra el primer robot programable. En 1960 se introduce el primer modelo “Unimate”, basado en la transferencia de artículos. Daba comienzo una carrera frenética donde montones de empresas empezaron a invertir el prometedor campo de la robótica. Grandes posibilidades que se abrían en el horizonte, no exentas de voces críticas ante semejante despliegue. Tal es el caso del matemático William Lighthill en 1973, donde denostaba el desarrollo de la robótica hasta ese momento en un duro informe. Aquellas dudas han quedado disipadas con el tiempo. No por algo vivimos en la era digital y la rama de la inteligencia artificial es cada día más ambiciosa. Esto es ahora, pero volvamos a mediados de la década de los setenta, donde un Kirby febril trataba de dar su visión sobre la materia.

Mister Machine debuta en 1977. Con la influencia evidente de la obra de Assimov en la temática, hay dos referentes que no podemos obviar. El primero, la más que comentada influencia de HAL 9000 surgida a raíz de la película 2001 dirigida por Stanley Kubrick; la segunda, la popularidad del film Westworld (del que HBO ha sacado una de las mejores series de la televisión actual, lo que ya es decir), obra del novelista Michael Crichton. Jack Kirby no era ajeno a organismos artificiales en esa época; de su imaginación habían surgido un buen puñado de ellos. Pero sí se encontraba en un estadio creativo en el que podía indagar en algo más profundo. En sus propios términos, Jack lo expresaba así en la página de correo del cómic: “alguien, en algún lugar, estará organizando a los hombres y el dinero necesarios para producir un Hombre Máquina con todas las cualidades humanas que nosotros poseemos…y más”. Aquí el Rey pone en claro sus intenciones, pues el choque es evidente: “nuestro prodigio metálico sin duda se verá sometido a un conflicto por el control de sus destino….Imaginad que nuestro robot viviente fuera declarado por los tribunales como fundamentalmente humano en pensamiento y obra, y se le concedieran todos los derechos que otorga nuestra constitución…..Este superser perfecto podría superarnos en prácticamente cualquier terreno”. La diatriba de conocerse humano va a ser la principal característica de X-51 y esa asunción de la diferencia con respecto a un mundo que solo ve en él un conjunto de metales y circuitos. La sugerente carta del incomprendido, del que se sabe distinto, que Kirby unido a Stan Lee también había jugado con los mutantes. Nadie mejor que Jack, de nuevo, para explicarlo: “individualmente, podemos reaccionar de formas diferentes a un objeto extraño que aparezca ante nosotros. Pero a la hora de la verdad, cuando comprendemos el potencial y el poder de ese recién llegado, es posible que nos entreguemos a nuestros miedos y nos unamos a la manada aulladora en un intento de reducirle a quincalla inofensiva”.

Los últimos números de 2001 ya habían dibujado la especial personalidad del personaje ( tan desconectado ya de su origen que en el #10 USA ni siquiera se hace referencia al Monolito), por lo que el autor utilizará su serie regular homónima para indagar en aquello que le hace especial. La dicotomía hombre-máquina y como percibe ese mundo humano a su alrededor (y viceversa). Recordar desde aquí el sobrenombre con que se conoció por primera vez en España, Máquina Vital, que pese a distar de la traducción original, recoge muy bien el espíritu de X-51, un ser repleto de vida aunque está fabricado a base de elementos artificiales. El especial mimo puesto en Aaron Stack se percibe desde el minuto uno, además corroborado por las palabras de Kirby, de nuevo, en el correo del lector: “os puedo decir que cuando lo dibujo, visualizo al Hombre Máquina no como X-51, sino como Aaron Stack, un joven agradable de 26 años con buenas credenciales académicas, y una persona de carácter positivo y constructivo. Hasta que no empieza la acción no me viene a la cabeza la imagen del frío y duro acero”. O de forma más clara y contundente: “por lo que a mí respecta, no es un robot”. Las posibilidades con alguien así son infinitas, el plantear las relaciones con un entorno que no le comprende, la propia dualidad hombre-máquina es todo un filón en manos de un autor capaz. A Jack Kirby solo le apeteció contar su historia en nueve números. No es culpa de Aaron, pues también dejó colgada la otra serie Marvel que tenía en danza, Dinosaurio Diabólico. Simplemente se cansó. Todas sus ilusiones, sus ganas fueron tumbadas por un entorno que hasta hace bien poco despreciaba sus últimas obras como algo menor. Afortunadamente, el tiempo ha puesto en valor gran parte de su legado y las nuevas generaciones tienen la suerte de disfrutar de ellas en renovadas ediciones. Todas, excepto 2001, que nunca volverá a ver la luz. Los derechos sobre el material extraído de la película hace tiempo que volaron y no hay visos de que vuelvan a la Casa de las Ideas ¿O quizá sí? La esperanza es lo último que se pierde.

Marvel Limited Edition. Hombre Máquina

 

Edición original:.Machine Man #1-19, Incredible Hulk #234-237, Marvel Comics Presents#10
Edición nacional/ España:.Panini y SD Distribuciones
Guión:.Jack Kirby, Marv Wolfman y Tom DeFalco
Dibujo:.Jack Kirby, Steve Ditko y Sal Buscema
Entintado:.V.V.A.A.
Color:.Petra Goldberg y otros
Formato:. Tomo en tapa dura
Precio:.

42.95 euros

 

Con conocimiento de causa de las vicisitudes previas del personaje, toca encarar la cabecera regular del robot con alma. Un Jack Kirby plenipotenciario se pone al frente de su creación para dirigir sus destinos. Como hemos avanzado líneas arriba, Jack dejaría el mundo de los tebeos Marvel y la papeleta pasaría a otros autores, Marv Wolfman (seguido de Tom DeFalco) y Steve Ditko, hasta la clausura definitiva en el #19. Todos ellos incluidos en este MLE, además de una saga en Incredible Hulk, a cargo de Roger Stern y Sal Buscema, donde Sterno recuperaba al buen robot en el momento en que su futuro parecía más bien incierto. Cierra el volumen un especial tardío (de 1989) con autoría casi exclusiva de Steve Ditko. Un pequeño relato presentado en Marvel Comics Presents#10 donde el autor se despedía del personaje sin apenas trascendencia.

Pero nuestro principal reclamo es Jack Kirby, creador y alma mater del Machine Man. Dan comienzo sus aventuras donde terminaba su periplo anterior. Un ente bondadoso que trata de ayudar a los humanos pese al previsible rechazo de muchos de ellos. De 2001 nos traemos al Doctor Broadhurst y el proyecto gubernamental donde nació X-51; también al coronel Kragg, azote irreductible del bueno de Aaron Stack. Este importante militar se convierte en la némesis inicial del personaje, representando el miedo y la intolerancia de la raza humana ante lo distinto. Con este panorama, Jack no va a dejar solo al Hombre Máquina; si hay un archirrival, debemos contar con un fiel compañero. Debuta en Machine Man#1 el doctor Peter Spalding, un eminente psiquiatra experto en los vericuetos de la mente humana. Será Spalding el que mejor comprenda a X-51, pues aunque su exterior es claramente artificial, su mente es tan humana como la nuestra. Recordamos que pese a la continua persecución por parte de elementos gubernamentales y la llegada de elementos extraterrestres para hacer la vida imposible al Hombre Máquina, Jack Kirby reflexiona sobre la esencia de la pretendida humanidad de un robot. Tampoco se quedan fuera los deseos arribistas de políticos de medio pelo y las relaciones con entes privados de dudosa procedencia como la Corporación. Aaron Stack debe defender a aquellos que le temen y desprecian de Diez-Cuatro, la máquina maligna, miembro de una poderosa raza espacial robótica conocida como los Autocrones. Toda una encrucijada en la que se verá ayudado por el Doctor Spalding. Su amistad se asienta cada vez más con el discurrir de las páginas, y a falta de otros superhéroes Marvel, se convierte en el único respaldo con el que contar.

Jack Kirby marca el inicio y sienta las bases del discurrir del Machine Man. Un ser artificial imbuido por una preocupación innata por los seres humanos, luchando a brazo partido por defender la Tierra, a la vez que debe asumir el rechazo por parte de aquellos que debe proteger. El Rey nos lleva de viaje por un carrusel de emociones con su inigualable estilo gráfico. Viñetas repletas de carga cinética, plenas de fuerza expositiva, y diseños asombrosos, fuera de lo común, son parte consustancial de esos estupendos nueve ejemplares a su cargo. Y Kirby nos dejó con la miel en la boca pues el #9 no dejaba visos de dejar colgada la cabecera, aunque eso fue lo que ocurrió. Corría el mes de diciembre de 1978 (fecha de portada).

A inicios de 1979 un prometedor guionista llamado Roger Stern estaba al mando del Increíble Hulk. El escritor se había forjado en los rudimentos del Método Marvel, aquel que no permitía una trama inconclusa, no en vano, se había dedicado al oficio de editor antes de dedicarse a la confección de guiones. Tomando la trama de la Corporación, iniciada por Kirby, se propone juntar al Hombre Máquina con el Gigante Esmeralda en una saga de cuatro números (Incredible Hulk#234-237), acompañado en labores gráficas por un Sal Buscema en el top de sus capacidades. Más allá de lo llamativo que es ver darse de tortas a dos titanes como un robot poderoso y un monstruo gamma, Stern hizo un trabajo fino al dar el cierre necesario a algunos de los cabos sueltos dejados por el bueno de Jack, además de introducir en continuidad a X-51. Hasta ahora, recordamos, nuestro protagonista circulaba aparte del Universo Marvel tradicional. Las intenciones de Jack Kirby así lo estipulaban. Una vez fuera de la compañía, el personaje debía ser incluido en el gran constructo que forma el entorno compartido, si se quería que el Machine Man tuviera un futuro. El guionista hace algo de gran inteligencia. Recuerda Central City, la primera nomenclatura de la ciudad donde operaban los 4 Fantásticos. Ahora es cuando traemos a colación la predisposición de la Golden Age a situar los héroes en espacios irreales y el vuelco que supuso ubicarlos en la populosa Nueva York, ya en la Silver Age, cortesía de Stan Lee. Hasta ese punto hila de fino Stern para explicarnos el porqué de la no interacción del Hombre Máquina con el resto de sus compañeros de correrías. Su encuentro con Hulk será el primero de muchos, a partir de ese instante.

El potencial del Hombre Máquina estaba ahí, de forma latente. La historia con el Increíble Hulk así lo demostraba. Jim Shooter creía en el personaje, y al contrario que al Dinosaurio Diabólico, que dejó morir de inanición, buscó un equipo creativo que pudiera seguir allí donde la pausó Jack Kirby. El guionista elegido es Marv Wolfman, toda una garantía al procesador de textos. Wolfman, a la altura de agosto de 1979 (fecha de portada), era ya un autor versado y respetado. Tomb of Dracula, Spider-Woman, The Amazing Spider-man o Fantastic Four son suficientes credenciales para suceder al gran Kirby. La sorpresa llega con la incorporación de Steve Ditko al equipo creativo. Su vuelta a la Casa de las Ideas se antojaba no tan celebrada como la del Rey, pues Ditko salió de la compañía a finales de los sesenta, sin apenas explicación al respecto, y pocos confiaban en que hubiera visos de vuelta atrás. El caso es que su primer encargo en el retorno a casa es Machine Man; y tal como reza su subtítulo, era todo nuevo y todo diferente. Ditko recoge toda la imaginería previa pero la adapta a sus capacidades. Rediseña al personaje allí donde cree que es necesario (sobre todo, los llamativos ojos “kirbyanos”, que pasan ser más discretos). La narrativa se convierte en algo más íntimo, distribuida en pequeños cuadros, al gusto de Steve. Aporta un toque de delicadeza y elegancia, frente a la potencia declarada de la versión de Kirby. Wolfman, por otro lado, no renuncia a poner en solfa la dicotomía entre sus dos partes, además de su relación con los humanos que le rodean, vía otorgarle una mayor atención a una vida privada hasta ahora nula, al convertir a Aaron Stack en un investigador en una compañía de seguros, añadiendo renovados secundarios humanos. Pero su deriva hacia la narrativa superheroica de manual es bastante patente. Episodios autoconlusivos y villanos de nuevo cuño y escaso recorrido pueblan las páginas del nuevo Hombre Máquina. Estas historias parecen sentarle como anillo al dedo a un Ditko que paso a paso le va cogiendo el truco a la serie.

A inicios de 1980, Wolfman y Shooter tienen su última agarrada. El primero sale dirección a DC Comics, dejando colgados sus proyectos en Marvel. Eso incluye la colección del Hombre Máquina. Continúa Ditko a los lápices pero se produce un relevo a los guiones. Entra Tom DeFalco en escena, un joven guionista proveniente de la Distinguida Competencia, y que llegará ser un elemento muy importante en el Bullpen marvelita. Aquí debe seguir la senda marcada por Wolfman en una cabecera que cada vez perdía más popularidad. La decisión de Tom es mantener la vida de Stack en la aseguradora Delmar y cruzar a montones de personajes Marvel con el modelo X-51. Los 4 Fantásticos (por cierto, que mal se le daba dibujar a la Cosa al bueno de Steve), Alpha Flight (parte de ellos) o Jack O’Lantern son buenos ejemplos de tal aseveración. También surgió de su imaginación algún destacado secundario como Tuercas Garvin, que forma una extraña pareja con Peter Spalding, el Barón Azufre (¿guiño intencionado a cierto maestro de las artes místicas?) o Sunset Bain (conocida en los círculos de supervillanos como Madame Amenaza), que DeFalco recuperará en una inspirada serie limitada sobre el Hombre Máquina algunos años más tarde. Los visos de futuro para X-51 no estaban del todo claros. El fantasma de la cancelación rondaba a la serie desde hacía unos cuantos números. Dejamos al pobre Aaron Stack, con sus diatribas existenciales, en el #19 sin saber muy bien que va a ser de él.

Todavía nos queda una última historia. Una que corre a cargo de un Steve Ditko, trabajando de freelance en la compañía, sin poner mucho entusiasmo en ello. ¿Y que encontramos aquí? Pues más Hombre Máquina tratando de salvar humanos, más Peter Spalding y Coronel Kragg, y más amenazas robóticas. Nada reseñable bajo el sol.

Tras la disección de rigor, toca pasar a conclusiones finales. Y lo cierto es que debe quedar patente que la sensación tras la lectura del tomo es bastante positiva. Los episodios a cargo de Jack Kirby son de una calidad incontestable. Cierto es que el que escribe estas líneas no entiende aquello de obras menores cuando hablamos del Rey. El autor muestra un nivel superlativo respecto al aspecto gráfico y se percibe un esfuerzo en dotar de profundidad y trasfondo al cómic en todo momento. Wolfman trata de continuar con lo estipulado por Kirby y firma unos guiones aceptables mientras que Steve Ditko da el empaque necesario en lo referente al arte de la serie. No se puede negar que la salida del creador original supone un golpe para el Hombre Máquina, iniciando un lento declive, pero lejos del desastre mayúsculo y del descalabro. Cualquier tomo que incluya en los créditos los nombre de Jack Kirby y Steve Ditko debiera ser compra obligada para todo amante de la narrativa superheroica. Ambos autores son dos creadores de mundos, de universos; dos figuras únicas y dos talentos que debemos celebrar, ahora y siempre. Vaya desde aquí nuestro reconocimiento a dos demiurgos, con todas las letras. Y es que hay que admitir que, parafraseando al doctor Ford en conversación con el buen Bernard, crear vida de la nada es algo muy, muy complicado.

De nuevo, el Rey. Jack Kirby en toda su extensión y grandeza. Motivo más que necesario pues el año que se abre es el que conmemora el centenario de su nacimiento. Ya puso la alfombra roja a la línea Marvel Limited Edition con los Eternos y ha sido uno de…

Hombre Máquina

Guion - 6
Dibujo - 8
Interés - 7.5

7.2

Valoración Global

Un personaje repleto de aristas. Dos leyendas del noveno arte, Jack Kirby y Steve Ditko. Diversión garantizada

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Tachuela
Tachuela
Lector
9 enero, 2017 13:18

>>>Todavía nos queda una última historia. Una que corre a cargo de un Steve Ditko, trabajando de freelance en la compañía>>>

¿Qué tipos de contratos había en Marvel para los dibujantes? Por todas las entrevistas que tenía leídas, pensaba que todos los guionistas y dibujantes en Marvel (y en el mundo editorial en general, y en todo el mundo) trabajaban como freelancers. ¿Qué aporta el matiz de esta aclaración?

Dreadstar_TFE
Dreadstar_TFE
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
9 enero, 2017 18:14

Creo que en tu artículo el matiz de «…trabajando de freelance en la compañía, sin poner mucho entusiasmo en ello…» resulta de lo más evidente.

Ditko se limitó a realizar su encargo sin mayor pretensión que la de cobrar su dinero… que tampoco es algo malo.

Y creo que tampoco es un matiz anecdótico.

En EEUU si un trabajador tiene un contrato fijo se suelen asociar seguros médicos a dicho contrato, con lo que la motivación del trabajador suele ser mayor.

Los freelance no suelen tener esa suerte y acaban haciendo varios trabajos al mes para poder cubrir las facturas.

Tachuela
Tachuela
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
10 enero, 2017 10:44

>>>No tengo acceso a la información total sobre los contratos en la industria americana, pero sí sé con seguridad que había algunos con exclusividad, básicamente porque se saben casos de gente trabajando con pseudónimo por ese tema (recuerdo a Gene Colan y a Werner Roth, pero seguro que hay más).>>>

Pero eso no era por exclusividad. Lo de usar pseudónimos también pasaba en la industria española del cómic (el caso de Raf/Roldán). Se hacía porque los editores consideraban una traición trabajar para dos editoriales diferentes, no porque hubiese un contrato de exclusividad. Tengo entendido que que los contratos de exclusividad en Marvel comenzaron como poco una década más tarde que cuando Colan firmaba como Adam Austin.

Te lo comento porque a menos que me equivoque, todo dibujante/guionista es freelance: cobra por lo que entrega. Incluso un contrato de exclusividad sigue siendo de freelance, aunque con el matiz de que no puedes trabajar en dos editoriales al mismo tiempo. Quiero decir, que un dibujante no es (por desgracia) como un periodista o un informático, no cobra a fin de mes haga lo que haga. O por decirlo en castellano, los dibujantes suelen trabajar como autónomos, no en plantilla. Hacen su trabajo en casa, y el día de entrega lo envían por mensajero.

Por eso te pregunto por el matiz de freelance. ¿Había dibujantes de Marvel en plantilla en esos años, que fuesen a trabajar a la redacción de Marvel? Me suena que no, pero puedo estar equivocado.

Tachuela
Tachuela
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
10 enero, 2017 16:50

Estamos hablando del artículo. Cuando estás en el mundo editorial (como autor, editor, corrector o el cargo que sea) el uso de cada palabra importa. Creo que el matiz «freelance» para hablar del trabajo de Ditko no aporta nada. ¿Por qué se le da importancia a su tipo de contrato (incluso los freelance tienen contrato) en su caso y no cuando hablamos de otros dibujantes, entintadores y guionistas?

>>>Ese remarcar su carácter “freelance” es su poca implicación en los proyectos ochenteros que realizó en la editorial. Es decir, cubrir el expediente, cobrar y a otra cosa.>>>

No sé en qué has trabajado, pero por mi parte mi implicación cuando he tenido contrato indefinido o he trabajado con contrato de freelance ha sido la misma. Son conceptos que no tienen nada que ver. Uno y otro son únicamente tipos de relaciones laborales entre el trabajador y la empresa, no entre el trabajador y su trabajo. «Freelance» no es sinónimo de «desinterés en el resultado final».

He estado repasando ‘The world of Steve Ditko’ y ‘Marvel: la historia jamás contada’ para ver si ellos destacaban por algún motivo ese detalle.

Tachuela
Tachuela
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
11 enero, 2017 11:18

Me preocupan varias cosas. En primer lugar, lo mal que aceptas las preguntas y el análisis de tu texto. Si has escrito un dato que me parece interesante, ¿te parece tan mal que quiera profundizar en él haciéndote preguntas (ya que has investigado para escribirlo y sabrás más que yo en este tema)?

En segundo lugar, tu condescendencia. Vaya, me lo explicas con un diálogo ficticio como si fuese un niño de 10 años. Preferiría, en serio, que me enlazases la fuente de la que has sacado ese dato. Si es un libro, si es alguna revista, entrevista, etc.

Y en tercer lugar, el análisis del texto que estoy haciendo es absolutamente normal. Llámalo «deformación profesional»: soy corrector editorial. Cuando veo una frase un poco débil, la intento corregir. En este caso, la coma que hay detrás de «freelance» es una coma incidental, para aclarar el significado de «freelance». Es decir, según la gramática de la RAE «sin poner mucho entusiasmo en ello» es una aclaración de «trabajando de freelance en la compañía». Por lo que comentas ahora (y por lo que yo entiendo) en realidad deberías haber unido las dos frases con un «y»: «trabajando de freelance en la compañía Y sin poner mucho entusiasmo en ello».

Raúl López
Admin
En respuesta a  Tachuela
11 enero, 2017 12:04

Sin ánimo de entrar en debates que no vayan a ningún lado, al final todo se reduce al uso de un signo de puntuación cuando debería ser una conjunción para que el significado de la sentencia sea más ajustado a lo que se busca expresar? De verdad nos tenemos que quedar con eso ante un artículo de semejante extensión? Oye que soy el primero al que le gusta que haya el mínimo de errores en los textos pero dada la extensión de este no veo justo quedarse con ese detalle, ¿no?

frankbanner49
frankbanner49
Lector
9 enero, 2017 14:57

Genial articulo,Arturo !
Articulo,que como análisis, trasciende lo meramente comiquero para tocar cuestiones más trascendentes,incluso.

ya se te echaba de menos metiendo tralla por aquí.

Me ha gustado especialmente la parte dedicada a la adaptación de la película de Kubrick, no es la primera vez que reconozco mi frustración por no poder contar con una buena edición de aquellos números. El amigo Retranqueiro se hizo con los nueve números publicados por Bruguera,y sentí una sana envidia por ello(la malsana se la dejo a mis escasos enemigos).
Nueve números (eran nueve los públicados,¿no?) de los que solo cuento con un par de ellos (aunque la tengo completa en digital,eso sí,algo es algo).

mira que me gusta el Kirby dibujante en prácticamente casi todo lo que ha hecho,pero no deja de maravillarme desde que era un crio aquel número de 2001 cuya portada rezaba: «Enfiló el camino hacia el TRIUNFO y llegó hasta las ESTRELLAS ! ¡ MARAK EL DESPIADADO!».

Me fascinaba (y aún lo hace) la cinética en la fuerza de las viñetas que dibujaba Kirby.las astillas y trozos de piedra que parecen abandonar los márgenes del cómic,su forma de dibujar el espacio (cuanto no aprenderían Walt simonson y gil kane de esta forma de dibujar del rey) esa forma de dibujar los rostros (simiescos,pero cargados de todo tipo de expresiones) de figuras distorsionadas cargadas de puro drama,de manos grandes capaces de desmenuzar rocas…

Es una pena que ahora que sabemos que los derechos de obras como el shang-shi master of kung-fu vencen y se publican tomos recopilatorios en estados unidos (tomos que, tarde o temprano, esperamos ver por aquí),las cosas,en cambio, con el tema de los derechos de la adaptación de Kubrick permanecen estancados,y sin que sepamos a estas alturas que la cosa vaya a cambiar.

Ahora.volcándonos en el tomaco este…pues que resulta altamente apetecible. no hay más preguntas,señoría.habrá que hacer un esfuerzo.

Kirby,Ditko y Sal Buscema. resulta difícil (mucho) dejarlo pasar.

(aw,shit). 🙂 🙁 🙂

https://www.youtube.com/watch?v=Mkd7LbQnfIQ

Dreadstar_TFE
Dreadstar_TFE
Lector
En respuesta a  frankbanner49
9 enero, 2017 18:15

No me hagas pensar en gastarme más dinero en más obras de Kirby, que donde me da una alegría a mi corazón, también me da un susto a la cartera.

🙂

Alex
Alex
Lector
En respuesta a  frankbanner49
14 enero, 2017 10:26

Hola Frank,
Podrias decirme donde pudiste obtener la version digitalizada y si es en castellano?.
Tengo la version Bruguera, ya se sabe, incompleta a falta de los 2 ultimos y pretendia concluirla con lo digital al menos.
Gracias, un saludo!

Blackman
Blackman
Lector
9 enero, 2017 17:19

Buen artículo, pero es Isaac Asimov, no Isaac Assimov.

Lord_Pengallan
Lord_Pengallan
Lector
9 enero, 2017 21:56

Yo voy a esperar a que se edite sólo lo de Kirby. Lo demás no aporta nada y Ditko está muy mediocre.

Pero yo venía a hablar de lo de Daniken… Kirby no se basó ni se inspiró en él. El tema de los astronautas antiguos data de Lovecraft y ya era popular a principios de los 60. A Kirby le gustaban mucho como cualquiera que haya leído sus 1º nº de 4F o sus historias de CF incluidas en el tomo ese de él y Simon sabe. Lo único fue que el éxito de Daniken le animó hacer una serie donde este tema tan caro a él fuese el tema principal. Daniken no descubrió nada nuevo a Kirby y tampoco a los aficionados de la Ciencia Ficción dentonces.

Lord_Pengallan
Lord_Pengallan
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
10 enero, 2017 20:41

Pues puntualicemos.

Me refiero a que aquí Ditko está muy mediocre.

En cuanto a lo de Daniken insisto en que no hay influencia alguna porque Kirby 10 años antes de que ese tío se pusiese a escribir ya contaba historias de culturas precolombinas y africanas que habían sido «visitadas». Por otro lado muchos pueden equivocarse sobre todo ahora con el copy-paste o por repetir por no saber, como en este caso pensar que en este asunto todo empieza y termina con Daniken. Estamos de acuerdo es en que Kirby se aprovechó de la moda, pero os equivocáis viendo influencias de Daniken, las hay pero de otros autores, que son los mismos que influenciaron a aquel.

Lord_Pengallan
Lord_Pengallan
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
12 enero, 2017 3:58

No se trata de tener razón, aquí en esto o pecamos los 2 o ninguno, sino de leer las historias de Kirby y también de admitir que se puede estar equivocado. Partiendo de esta base lo que me dices lo único que prueba es lo que yo digo de que Kirby se quiso aprovechar del éxito de Daniken. No se puede utilizar para más. Si Kirby hacía historias 10 años antes de que el europeo escribiese su 1º libro sobre alienígenas que visitaban culturas precolombinas y africanas y 2001 fue anterior a Daniken, cómo se puede pensar que Daniken influyó en Kirby? Todo lo de los eternos estaba ya antes de Carros de fuego! Está claro, no? Lo único que digo es que al hablar de los eternos no hay que citar sólo a Daniken. Lo único que se consigue con eso es que quede como verdad por pura repetición lo que no es tal. No pasa nada si no se sabe mucho sobre las milongas de los antiguos astronautas. Ninguno sabemos de todo. Pero no hay que ser cerril o seguir la opinión mayoritaria simplemente porque lo es. Así seguiríamos siendo machistas o esclavistas, perdona que me salga del tiesto con el ejemplo.

Mimico
Lector
9 enero, 2017 21:57

De nuevo me quito el sombrero, sr. Porras. ¡Articulazo! Ahora toca el del Cuarto Mundo y también tiene pendiente uno del Fighting American, creo…

Dynamo
Dynamo
Lector
10 enero, 2017 1:53

Extraordinario repaso, como siempre, Señor Porras. Vuelve a triunfar con su exposición previa a la obra en sí, de nuevo situando unos cimientos sólidos que nos preparan para un disfrute mayor del análisis de la obra. Bravo otra vez.
Me queda la sensación de que Jack Kirby no recibió el respaldo de los lectores ni en su fuga a DC (4o mundo, Kamandi) ni en su regreso a Marvel (Eternos, Hombre Máquina). Da cierta lástima y su paso a la animación parece una claudicación.

TheBaldRocker
TheBaldRocker
Lector
10 enero, 2017 3:18

Pues sí, Arturo, como dice el amigo Dynamo, mucho más interesante tu exposición de los hechos que dieron salida a esta obra en la imaginación del Rey, que la obra en sí misma. En cualquier caso, en este último punto hablo por mi, como es lógico.
Un tomo que dejaré en la estantería de la tienda. Su contenido no me vale los 43 eurakos que cuesta. Máxime cuando, para mi, la obra de Kirby en su retorno a Marvel no es, ni de lejos, comparable a su larga etapa durante los inicios y consolidación del UM, o su posterior paso a DC, con la creación del Cuarto Mundo. Y tampoco nada que me interese de la etapa de Ditko en el título.
Enhorabuena por tu trabajo, excelente como siempre.

Rockeros Saludos

Save
Save
Lector
En respuesta a  Arturo Porras
10 enero, 2017 20:58

Páginas como esta bien merecen un vistazo:

http://images.sequart.org/images/2001-adaptation-pages-24-25.jpg

Para mí Kirby es de esos autores que es tan grande que incluso sus proyectos fallidos son muy rescatables. De esos hay pocos, y haciendo superhéroes me sobrarían dedos de una mano para contarlos.

Alex
Alex
Lector
14 enero, 2017 10:29

Alguien q sepa donde se puede encontrar en edicion papel aunque sea Iberoamericana, o digitalizado castellano, 2001?.
Es para completar los 9 de Bruguera…

Sergio Aguirre
En respuesta a  Katar
11 enero, 2017 9:46

Los leí hace unos años y la verdad, no eran gran cosa. No sé, quizás iba con demasiadas expectativas, pero supongo que era fácil tenerlas dado lo que nos ofrecía: la JLA icónica con sus mas destacados componentes, el Cuarto Mundo los villanos rediseñados de los ochenta…y sobre todo, claro, todo ello junto y dibujado por Kirby.

Voy a arriesgarme a que me lapiden públicamente: varios han comentado por aquí que todos los trabajos de Kirby incluidos los menores, son de interés. Y yo diría, con todo el dolor de mi corazón, que lamentablemente no es así, y que estos Superpowers son prueba de ello.

Creo que en la década de los ochenta, el bajón de calidad del Rey en sus trabajos comiqueros (quizás debido su desilusión con la industria) es notable. Sus escasas obras durante esos años están a años luz de las de los setenta (que a mí sí me parecen titánicas, quizás incluso mejores que las de los sesenta), y proyectos como Captain Victory o estos mismos Superpowers tienen un interés casi exclusivamente anecdótico.

Eso sí, el concepto del Worlogog usado por Morrison en su JLA proviene de aquí. Los guiones son de Paul Kupperberg sobre plots de Kirby, y creo recordar que se evita en todo momento decir que el grupo que les reúne es la Liga de la Justicia, son cómics destinados a los compradores de juguetes, no a lectores habituales.