El libro de los insectos humanos

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Guión: Osamu Tezuka
Dibujo: Osamu Tezuka
Edición España: Astiberri Ediciones (2013)
Contiene: Ningen Konchuki JAP (1970)
Formato: Tomo rústica con solapas de 368 páginas
Colección: Colección Sillón Orejero
Precio: 23,00€
Valoración:

 

Información editorial de la obra

«Toshiko Tomura está considerada como un genio, un moderno Da Vinci. Con poco más de 20 años, es una actriz de renombre internacional, futura arquitecta y está a punto de recibir el premio literario más importante de Japón. Sus actividades se reflejan en los titulares de los periódicos e inspiran programas de radio y televisión. Pero ese genio y ese rostro angelical esconden un pasado turbio y una personalidad inquietante, la de una peligrosa mariposa en perpetua metamorfosis.

Es probable que Osamu Tezuka sea más conocido fuera de Japón por ser el creador de Astroboy, pero seguramente sus thrillers son sus mejores obras. El libro de los insectos humanos es una de las primeras novelas gráficas, destinadas a un público adulto, que escribió y dibujó. Su protagonista, Toshiko, es una solitaria mujer fatal dispuesta a que el mundo le dé todo lo que se proponga. Su capacidad para la imitación le permite aferrarse a gente con talento para extraer de ellos todo lo que le interesa.»

08:00 AM. Una misteriosa reunión en los Cuarteles Generales secretos de Zona Negativa, donde se fraguan los proyectos de dominación mundial. Jordi T. Pardo sentado a una mesa, juguetea con un boli y un cuaderno. Entra Javier Agrafojo, con un voluminoso libro bajo el brazo: El libro de los insectos humanos del autor, animador y «Dios del manga» Osamu Tezuka.

Mi maestro me dijo una vez que todo hombre se enfrenta a siete enemigos en su vida. La enfermedad, el hambre, la traición, la envidia, la codicia, la vejez, y luego la muerte … -Osamu Tezuka-

Jordi T. Pardo.- ¡Hola! Veo que lo has traído.

Javier Agrafojo.- ¡Hola! Es que es tan bonito… Gracias por invitarme, por cierto. Me hizo mucha ilusión. Cuando Zona Negativa dio la noticia de que lo iba a publicar Astiberri Ediciones, en seguida pensé: “Tiene que ser mío”. Ya lo he leído tres veces. Uno de los mejores tebeos que he leído en mi vida. En serio. ¡Y qué bello título!

Jordi T. Pardo.- Y casi no debería sorprendernos, siendo Tezuka. Vamos, que no le salió por casualidad. Con esa bibliografía incomparable, inabarcable, uno se lo imagina encadenado a la mesa de dibujo…

Javier Agrafojo.- El otro día me hablaba David Fernández de un documental que había visto sobre Tezuka. Resulta que estaba deprimido porque aún le quedaban 30 páginas por dibujar para el día siguiente.

Jordi T. Pardo.- Ja, ja, ja. Era una máquina. Esa pasión inconformista, ese instinto de renovación natural, siempre un paso por delante de los demás, pero también de su propia obra. Es que no hay palo que no tocase, y bien, desde el manga de corte infantil, con el que iniciaría su carrera con La nueva isla del tesoro (1947), junto a su compañero Shichima Sakai, y que seguiría, ya en solitario, con personajes como Kimba (1950), Astroboy (1952) o La Princesa Caballero (1953), hasta sus poderosas historias de corte más adulto, el llamado «Tezuka oscuro», en décadas sucesivas: Fénix (1967), Buda (1972), Adolf (1983) o este El libro de los insectos humanos (1970), que no tiene nada que envidiarles.

Javier Agrafojo.- Mi favorita siempre ha sido Black Jack (1973). No sé por qué, me parece como el The Spirit de Will Eisner en versión Osamu Tezuka. Ya sé que nada tienen que ver, pero así de bueno me parece. Y no olvides el brutal protagonista de MW (1976), de atractivo sexual irresistible para ambos sexos y preso de un amor problemático (en aquel caso homosexual), obcecado en su aberrante plan suicida. Toshiko Tomura [la protagonista de El libro de los insectos humanos] podría ser su reverso femenino, tranquilamente. Aunque apuesto a que ni aquel monstruo, con sus delirios de grandeza, podría con ella.

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El maestro Osamu Tezuka en su mesa de dibujo

Jordi T. Pardo.- ¿Quién es más fuerte? ¿Toshiko o Yuki [protagonista de MW]?

Javier Agrafojo.- Eso, eso. Un crossover. [risas] Toshiko, sin duda. Diría que es la femme fatale definitiva, pero sería denigrarla. Calificarla como la más depurada mantis religiosa sería quedarse corto. Igual que la metáfora del vampiro que te consume y deja detrás una cáscara vacía o eso de los amantes de comerse vivos… Los hombres pican… ¡joder! Hasta las mujeres, y todos creen usarla pero es ella quien les arranca todo lo que poseen, hasta lo que no sabían que tenían. Y sale cada vez reinventada, más fuerte que antes. No tiene rival. La más perfecta Mata-Hari sería sólo una de las transiciones de Toshiko.

Jordi T. Pardo.- Va más allá del cliché. Posee una capacidad de metamorfosis e imitación que utiliza astutamente para absorber y replicar el talento natural de otras personas, utilizándolas hasta exprimirlas y vaciar su alma. Como un superpoder. Pero Yuki también era un manipulador excepcional, camaleónico.

Javier Agrafojo.- Claro, claro. A lo mejor es que yo también me he enamorado de Toshiko… El Yuki de MW parece el modelo de Naoki Urasawa para el Johan de Monster (1994), travestismo incluido. Pero volviendo a lo que dices del cliché… puede ser dócil y complaciente, si conviene para atraer a un terrorista sin escrúpulos; desafiante y arisca, para culminar un retorcido juego de venganza. Sin embargo, también es vulnerable al sentimiento puro, sincero, como demuestra su relación con el modesto diseñador Ryotaro Mizuno, el único a quien no puede olvidar ni destruir. E incluso, la obsesión con su madre. Apenas se profundiza en ello, pero llena el relato de perturbadoras sugerencias a lo Psicosis [A. Hitchcock, 1960] o Los crímenes del museo de cera [A. de Toth, 1953].

Jordi T. Pardo.- También pensé en ello. El cine es una influencia clara. No en vano Osamu Tezuka era un fanático de Walt Disney y sus incursiones en el anime prácticamente crearon la industria. Toshiko Tomura, en parte, recuerda a la Eve Harrington interpretada por Anne Baxter en la película Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz.

Javier Agrafojo.- Es cierto. Aunque lleve la boina de Faye Dunaway en Bonnie & Clyde [A. Penn, 1967]

Mudaba de piel y tiraba la vieja. Buscaba nuevos desafíos que le permitieran cambiar de imagen. Como un gusano que se convierte en mariposa, una y otra vez… -El libro de los insectos humanos -Osamu Tezuka

Jordi T. Pardo.- Pero la historia narrada en El libro de los insectos humanos tiene unos matices, una profundidad y un análisis de la psique humana mucho menos condescendiente y edulcorado, más brutal y repulsivo. Ese perro viejo de Tezuka nos echa la zanahoria con una joven y atractiva actriz de renombre que alcanza el éxito con su primera novela y que también había sido premiada con un galardón internacional de diseño. Una estrella renacentista, un Leonardo Da Vinci femenino que se convierte en un fenómeno mediático. Pero bajo su fachada de inocencia y ternura oculta una mujer egoísta, cruel, manipuladora, un ser codicioso de voluble e inquietante personalidad con un enigmático pasado.

Javier Agrafojo.- A lo que ayuda mucho el dibujo. Con su apariencia infantil resulta aún más perverso. El riesgo con esta clase de personajes, a mi modo de ver, es la deshumanización. Llegan a ser tan arquetípicos o “de tesis” que resultan más acertados como motor argumental, como parábola de la caída y el pecado, que como espejo de emociones reales. De ahí que precisen de un rival, que puede o no sucumbir a su seducción, pero sobre el que recae la elección definitiva. Siguiendo con el cine, pensemos en Perdición (1944) de Billy Wilder, Retorno al pasado (1947) de Jacques Tourneur, El cartero siempre llama dos veces (1981) de Bob Rafelson o Instinto básico (1992) de Paul Verhoeven. Pero Osamu Tezuka conjura el peligro rápidamente y, de igual forma que James Bond no queda eclipsado (si acaso realzado) por las chicas que seduce, Toshiko sigue su camino con determinación darwinista, como si su comportamiento obedeciera a una pauta genética de supervivencia y no a una maldad intrínseca. Puede ser maquiavélica y cruel, a nuestros ojos, pero a los suyos sólo hace lo que tiene que hacer y así se justifica ante su amado, a quien reprocha su debilidad por no hacer lo mismo y salir adelante. Su magnetismo es tan potente que incluso desenmascarada sigue fascinando a quienes traiciona. El propio lector admitirá que “le cae bien” a pesar de sus barrabasadas sin fin.

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Toshiko Tomura es una sombra que se lleva la vida a su alrededor

Jordi T. Pardo.- Al final, los personajes son la clave, siempre lo han sido. En El libro de los insectos humanos se convierten casi en nuevos arquetipos. Tezuka los guía azarosamente, definiéndolos por su habitualmente oscura e intrigante humanidad. El simbolismo relacionado con los insectos adquiere todo su sentido en relación a sus comportamientos y actitudes, observador de que la psique humana se obstina en copiar a la naturaleza. Deja fuera maniqueísmos e imposturas tranquilizadoras como la redención. La cigarra se aprovecha del trabajo de la hormiga, como hace Toshiko Tomura con sus víctimas, en una sociedad moderna llena en sí misma de parásitos devorándose entre sí por alcanzar sus metas, creando extraños compañeros de cama y alianzas, pero sin renunciar a una fatal y agresiva territorialidad. En cierta manera, Tezuka parece volver a reflejar nuevamente el congénito terror nuclear japonés, imaginando un ser humano-insecto capaz de sobrevivir a la radiación emitida por la sociedad contemporánea, al estrés, el ansia y el inculcado valor artificial del éxito personal mediante el cual el dinero, el sexo y el poder se vuelven armas letales de (auto) destrucción masiva.

Javier Agrafojo.- Es cierto. La obra está repleta de personajes memorables, que serían los protagonistas de sus propias vidas… sino fuera porque acaban atrapados en la telaraña de Toshiko. El periodista Kametaro Aokusa, que busca una exclusiva y que en otras narraciones -por ejemplo: El hombre que mató a Liberty Valance (1962) de John Ford– serviría para vehicular la historia; el salvaje empresario Kiriro Sakaguchi, con quien contrae matrimonio; el director teatral Hyoroku Hachisuka, su descubridor, que no puede sacársela de la cabeza; el magnate Sesson Kabuto, quien mejor comprende la naturaleza parásita de Toshiko; el joven (y trágico) Ryotaro Mizuno, etc.

Jordi T. Pardo.- Unos personajes atrapados por sus pasiones, arrastrados irremediablemente por sus miedos, obsesiones y necesidades, hasta las últimas consecuencias. Como decía Gerardo Vilches en Entrecómics, «El libro de los insectos humanos penetra en nuestra naturaleza y expone el egoísmo del ser humano como pocos autores son capaces». Ese «Tezuka oscuro”, que trata sin tapujos los horrores de la guerra, la corrupción moral y política o el sexo… nada en la historieta japonesa resulta nuevo o sorprendente después de su paso.

Javier Agrafojo.- No solo en la japonesa. Recordemos que se publicó en 1970…

Jordi T. Pardo.- En la revista Play Comic de la editorial Akita Shoten.

¿Quieres decir que aquella talentosa mujer que se codea con las altas esferas es sólo un producto de una sociedad enfermiza? -El libro de los insectos humanos -Osamu Tezuka

Javier Agrafojo.- …y si prescindimos de elementos coyunturales, como el teléfono móvil o Internet, sorprende la vigencia de la obra incluso en detalles nimios como la mención a Grecia [«es un país en decadencia que sobrevive gracias al turismo», pág. 141]. Las corruptelas empresariales están hoy de rabiosa actualidad. Poco ha cambiado la humanidad en los últimos cuarenta años.

Jordi T. Pardo.- Y no lleva camino de hacerlo. Hablabas antes del dibujo, claro, limpio, con ese toque Disney que lo hace aún más perverso, y que no puede desligarse de la narrativa, aparentemente convencional, pero descubriéndose poco a poco sutil y elegante, exuberante incluso.

Javier Agrafojo.- Sí. Hace esa cosa tan difícil que es juntar caricatura con dibujo realista (pensemos en los músicos negros de jazz, también en algunas secuencias teatrales), sin acudir al facilón «punto de vista». Y resulta tan brillante, tan natural, que se graba en el recuerdo sin reparar en el truco, con la efectividad de los grandes magos. O adopta fórmulas de la tira cómica en los divertidos paneles verticales donde el paparazzi imagina acceder a Toshiko, elevada a una nube por encima de sus muchos admiradores [pág.23]. O confía en las sombras del policial para mostrar el suicidio de Kageri, la compañera de piso de Toshiko, en una desagradable splash page donde la pobre mujer cuelga informe como un trozo de carne en el matadero [pág. 11].

Jordi T. Pardo.- Es increíble como Osamu Tezuka consigue fascinarnos y dejarnos embelesados con una escena tan sórdida y truculenta… Es magistral el uso de las sombras y crea un conjunto muy bello.

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¿Quién es realmente Toshiko Tomura?

Javier Agrafojo.- Y aterrador. Curiosamente, en la ficción, El libro de los insectos humanos es la novela con que Toshiko obtiene un prestigioso premio literario. Nunca se revela su argumento. Lo único que sabemos es que su autora es esa chica muerta y que se llama como Toshiko antes de su cambio de nombre: Kageri Usuba.

Jordi T. Pardo.- Capa sobre capa. Una suerte de “muñeca rusa”.

Javier Agrafojo.- Exacto. O de cine dentro del cine. El libro se divide en cuatro capítulos de duración variable, titulados con nombres de insectos: La cigarra de primavera [pág. 5], El pulgón [pág. 69], El coleóptero [pág. 165] y El grillo [pág. 289], pero las referencias al mundo animal no se agotan aquí: algunos personajes evocan en sus nombres a tortugas (Kametaro Aokusa), hormigas (Hehachi Arikawa), abejas (Hyoroku Hachisuka) y la protagonista, Toshiko Tomura, es constantemente señalada como un camaleón o una mariposa. Es lo que tú decías. En vez de una cosificación, una “insectificación” para reflejar una sociedad enferma.

Jordi T. Pardo.- Crea una atmósfera y una ambientación muy característica, entre el intimismo y el thriller, con un sabor muy oriental y, sin embargo, universal, con escenas marcadas por lo onírico o por un áspero simbolismo. Va a sonar pretencioso, pero Osamu Tezuka logra fusionar en esta historia lo metafórico con lo literal, borrando sus límites reconocibles. Se ve muy bien en el tratamiento del sexo. No tiene miedo de mostrarlo abiertamente, y lo hace, pero, otras veces, como en la escena de las dos mujeres [pág. 262], juega con la abstracción, como algo inexplicable, incluso mágico, le da un añadido que lo aleja de lo vulgar y de lo tópico. Más adelante, los cuerpos imitan las ondas de calor [pág. 275]

Javier Agrafojo.- Despliega infinidad de recursos, jugando con el contraste y la hibridación de técnicas. Algunas de las páginas más brillantes son alegorías donde Toshiko muda de piel, como una mariposa o una serpiente [p.ej.: pág. 22], o donde un amante Ryotaro, convertido en ángel, la rescata para los cielos [pág. 61]. Es curioso el tratamiento de la concepción, especialmente esa viñeta abstracta en plan «crisol de gametos» [pág. 201], que no deja dudas sobre el éxito de la fecundación. La estructura narrativa admite abundantes digresiones, cambios de ritmo y recapitulaciones para adecuarse a las distintas temáticas: biopic, romance, reportaje periodístico, intriga internacional, thriller político-empresarial, etc. Es como una especie de perverso folletín decimonónico para la generación del baby boom. Abundancia de tramas, personajes y peripecias entrecruzadas, azarosas, extremas… Toshiko se mueve con igual soltura en un teatro de provincias que en las altas finanzas, mimetizando las cualidades adecuadas de los especímenes a su alrededor, venciéndolos en su propio juego. Se reinventa cada vez, en permutaciones y desafíos que ni ella misma es capaz de predecir. En cada capítulo algún personaje insiste en su habilidad camaleónica. Después de El silencio de los corderos (1991), la obra maestra de Jonathan Demme, el tema de las crisálidas, las mariposas y la transformación parece de lo más trillado, sobre todo para explicar desórdenes mentales, pero hay que tener en cuenta que El libro de los insectos humanos se publicó, como decía, en 1970, dieciocho años antes que la novela de Thomas Harris y veintiuno antes que el oscarizado film. Tampoco es la única metáfora que emplea. El turbio magnate Sesson Kabuto la compara con un licor que cambia sus propiedades en función del recipiente y el combinado en que se sirva [pág.100-101]

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Para Osamu Tezuka la vida es un lugar de contrastes

Jordi T. Pardo.- A veces tiene toques del mejor Will Eisner, trasladando la angustia a objetos que se modulan en consonancia. Estoy pensando en esa conversación telefónica cuando el diseñador descubre el pasado de su esposa [pág.293]. Es una escena desgarradora. Consigue trasladarnos lo que el personaje experimenta con esa revelación tan sórdida y desagradable, más con elementos gráficos que con el texto. Toda esa subtrama es conmovedora y su desenlace te deja un nudo en la garganta. Con una economía gráfica sensacional, Tezuka consigue hacernos sentir y palpar la tragedia como si fuese propia. [pág. 304-305]

Javier Agrafojo.- Hay dos momentos «con ojos» para quitarse el sombrero. Ese que has citado, en el hospital, con resabios de las composiciones psicodélicas de Jim Steranko, incluso de Crepax [pág.305], y otro en el vagón de tren, esos «ojos de mujer fatal» al descubrir el estado civil de Ryotaro [pág.205]. Personalmente, me encanta la viñeta en la que, para hacer ver la desesperación de Toshiko «sola entre un montón de gente», como diría Amaral, dibuja las figuras que la rodean como siluetas en negro [pág.91]. La sensación es aún más acentuada porque la página está diseñada con viñetas horizontales, como un superscope, que se oponen a las de la página anterior, organizada en paneles verticales donde tienes que desplazar la mirada como en un ascensor, mostrando gráficamente la distancia insalvable entre Ryotaro y Toshiko. El libro está repleto de estos contrastes, tan ajustados a la narración que pasan inadvertidos hasta que te picas por descubrir el secreto y te fijas en estos refinamientos.

¿Alguna vez has curioseado en un nido de hormigas? Si hurgas en su nido, las hormigas lo abandonan y buscan otro lugar. -El libro de los insectos humanos -Osamu Tezuka

Jordi T. Pardo.- A mí me encanta esa viñeta de Toshiko rodeada de sus cosas, tan reveladora y enigmática [pág. 320].

Javier Agrafojo.- Casi parece dibujada por el Jeff Smith de Bone.

Jordi T. Pardo.- ¿Y que me dices del final?

Javier Agrafojo.- ¿El final? Grandioso.

Jordi T. Pardo.- Otra de mis viñetas favoritas.

Javier Agrafojo.- Asociamos a Osamu Tezuka con el dibujo claro y limpio pero también es un maestro de las sombras.

Jordi T. Pardo.- Las de tinta y las del alma.

Javier Agrafojo.- Oye, ya que me he traído el libro podíamos decir algo de la edición.

Jordi T. Pardo.- Un bello volumen en rústica, respetando el sentido de lectura original, estupenda reproducción y tamaño similar al de un comic book. ¡366 páginas por el módico precio de 23 euros!

Javier Agrafojo.- Ya puedes decirlo. La portada me fascina. Es una ampliación a partir de un fragmento de la primera viñeta de la página 139, toda una declaración de intenciones de lo que significa el cómic y cómo trabaja los elementos gráficos: el cigarrillo, las piernas cruzadas, la mano con el meñique en esa extraña postura, la caída de los párpados, el pelo como capas de cebolla… hay algo instantáneamente enigmático y perturbador en esa imagen, también gracias al color, el amarillo y el negro, como en la cubierta de David B. para su Epiléptico. Icónica, cautivadora, memorable… ¿Te he dicho ya que lo he leído tres veces?

Jordi T. Pardo.- No sé por qué me parece que no será la última. Bueno, Javier. Encantado de charlar contigo.

Javier Agrafojo.- Igualmente. Hemos dicho un montón de cosas. No sé si interesantes, pero un montón de cosas.

Jordi T. Pardo.- Ahora habrá que organizarlo, pulirlo, buscar las fotos, colgarlo. Aún queda un trabajillo.

Javier Agrafojo.- ¡Hum! ¿Sabes qué? Se me acaba de ocurrir una idea…

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Mr. X
Mr. X
Lector
26 septiembre, 2013 8:33

He disfrutado enormemente, como un cerdo restregándose en un montón de fango bien mullido, leyendo esta reseña dialogada.

De El libro de los insectos humanos sólo puedo decir -¡lo han explicado todo ustedes tan bien!- que es el mejor cómic, de lejos, que he leído este año y que demuestra que eso de que llamaran a Tezuka «dios del manga» no es, ni mucho menos, una exageración. No es una exageración en absoluto.

Lo único que lamento es que no me haya podido pillar también los tomos de Fénix, pero, en fin, mi nómina no da para tanto… 😉

Dillinger
Dillinger
Lector
26 septiembre, 2013 11:43

Buena y original reseña.

Lo que me escame es el hecho de que nadie haya editado antes este tebeo.
Recordemos que hubo hace una década, un bum de editar cualquier cosa de Tezuka y entre Planeta y Glenat, se mataban por editar todo lo que pudiesen, hasta Otukuland editaba tebeos de Tezuka ¿Y ahora sale este «imprescindible» u «obra maestra»?

Me parece raro porque vaya….. Se editó hasta «la princesa prometida»

Dillinger
Dillinger
Lector
26 septiembre, 2013 11:44

Escame, no.
Escama.

Javier Agrafojo
26 septiembre, 2013 12:16

Gracias, Mr.X. ¡Sabíamos que si solo había un comentario tenía que ser el suyo! Lo bueno de la nueva edición de Fénix es que parece que van a completarla; lo malo… pues eso, paciencia y una caña.

Dillinger, se referirá a «La princesa caballero», ¿no? 😉

Decía el ínclito Álvaro Pons que cuando creía saber algo de esto aparecía de pronto un valor salido de la cochinchina y te desmontaba los esquemas. Ignoro las razones de que El libro de los insectos humanos no se editara en alguno de los 43 largos años desde su publicación. Puede haber sido desde problemas con los derechos a falta de materiales adecuados o cualquier otra circunstancia. Tampoco sé por qué a día de hoy se ha puesto de moda, incluso internacionalmente. Se prepara hasta una adaptación cinematográfica. Lo único que sí puedo asegurarle es que ni Jordi ni yo hemos exagerado un ápice. Incluso diría que, dada la solución adoptada para la reseña (una charla informal), nos podemos haber quedado cortos y haber omitido los tradicionales florilegios que suelen adornar estas presentaciones. Por supuesto, puede no creernos, pero es fácil de comprobar. Léalo y pásese luego por aquí. Estaremos encantados de debatir sobre cualquier discrepancia. Yo creo que si esto viniera firmado por -un poner- «Sam Smith» se habría llevado todos los Eisner, los Ignatz y lo que pillase. Para mí es una OBRA MAESTRA, en mayúsculas. Combatamos esa sensación de que es una obra menor simplemente porque llevemos muchos años leyendo tebeos y ya nada debería sorprendernos. Formémonos nuestra propia opinión.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
26 septiembre, 2013 12:37

Muy divertida la reseña. Y acertada.

Y el tebeo es una puta joya. Y absorbente como pocos. Tremendísimo. Tengo que reconocer que yo de Tezuka no conocía nada (sí, ya lo sé, ya lo sé… pero tengo muchas lagunas comiqueras; Tezuka es una de ellas) excepto algo de Adolf que leí hace años ya; vamos, que he llegado prácticamente vírgen a este cómic. Y me ha encantado. Soberbio.

Estaba dudando si contar esto porque no sé si dará la impresión de que soy idiota o algo… pero, bueno, mira, el que quiera pensarlo que lo haga con libertad que, a fin de cuentas, la verdad es que no soy muy espabilado. Ahí voy. En la reseña se dice esto: » A lo que ayuda mucho el dibujo. Con su apariencia infantil resulta aún más perverso.» Me chocó muchísimo el dibujo (ya digo que mi conocimiento de Tezuka es casi nulo) precisamente por ese trazo de tebeo infantil o humorístico con recursos como los personajes cayendo de cabeza al suelo para expresar incredulidad o sorpresa mayúscula como en los tebeos de Bruguera. Y me chocaba porque la historia es dramática, sombría, macabra incluso. Es alucinante como dibujo y guión parecen ir por caminos tan diferentes y sin embargo casar tan bien. Pero a lo que iba es que la mezcla de ese dibujo tan «infantil» y esa historia tan «adulta» hizo que me acordase de las últimas historias que leí de el Gran Vázquez; de tintes casi autobiográficos, de transfondo duro, pero dibujadas con su estilo de siempre, si acaso más suelto y feroz aunque usando los mismos recursos que en Las Hermanas Gilda, por ejemplo. En fin, ya veis que asociaciones de ideas más absurdas se me vienen a veces a la cabeza.

Mathieu
Mathieu
Lector
26 septiembre, 2013 14:10

Mi experiencia con las obras de Tezuka empezó por todo lo alto con Adolf. Sencillamente aluciné con la historia aunque en el «epilogo» me pareció que rizaba el rizo un poco. Luego leí alguna de sus obras de corte «infantil» y disfrute más de su estilo que del guión en si.

El problema llego con MW allí la expresión «rizar el rizo» se queda corta. Un personaje perverso, de maldad extrema. Un cómic que se me hizo pesado y aburrido por poco creíble. Inverosímil. Es ingenuo y extremo a la vez, el mensaje se pierde.
Es por ello que me frena comprar esta obra: «Con poco más de 20 años, es una actriz de renombre internacional, futura arquitecta y está a punto de recibir el premio literario más importante de Japón».

Me tienta más Fenix por la estructura del relato pero su precio me echa para atrás.

Pd:Urasawa, el rey del folletín. Disfrute de Monster hasta que se torno lacrimógeno e inverosímil por momentos. El 20th aunque repite fórmula y engancha al inicio luego roza el ridículo.

Las buenas críticas de Billy bat o Keaton me tientan pero… temo más de lo mismo que sencillamente no es de mi gusto.

Masmalo Kearbeloa
Masmalo Kearbeloa
Lector
26 septiembre, 2013 14:58

¡Sois unos «revientapresupuestos»! Uno trata de organizar sus recursos monetarios y cuando piensa que le salen las cuentas… ¡zas! a picarnos con el insecto de Tezuka. Ya bastante jodío estoy porque no me da el money para lanzarme a por Fénix y ahora la lista de pendientes suma otros 23 euros. Agh, deberían prohibir las obras de Tezuka en Spain hasta que la crisis se pire a otros lares.

Eduardo
Eduardo
Lector
26 septiembre, 2013 17:53

Sentido de lectura oriental, buf que rollo, yo paso.

Khonshu
Khonshu
Lector
26 septiembre, 2013 18:09

Tezuka nunca me ha terminado de entrar, no sé por qué, no por falta de ganas. Tengo una deuda pendiente con este autor y puede que este tomo sea la hora de saldarla, en vista de lo bien que lo ponéis.

Eduardo
Eduardo
Lector
26 septiembre, 2013 21:35

Sí, así soy yo. Siempre dispuesto a darlo todo. 🙂

Dillinger
Dillinger
Lector
27 septiembre, 2013 11:06

Javier Agrafojo comentó:

«Combatamos esa sensación de que es una obra menor simplemente porque llevemos muchos años leyendo tebeos y ya nada debería sorprendernos. Formémonos nuestra propia opinión»

No dudo que el tebeo merezca la pena y más siendo de Tezuka del cual, de las obras que he podido leer de él, no me ha decepcionado ni una.
Tal vez Black Jack pero no por la falta de calidad de la obra en sí, sino por el formato elegido por el artista de contar las historias a modo de pequeñas aventuras autoconclusivas que a la larga puede llegar a cansar.

Volviendo a este «Libro de los insectos humanos» solo se me hace raro el hecho de que editores como Joan Navarro, gran conocedor del manga o la sección de manga de Planeta, lo hayan obviado en plena fiebre Tezuka siendo tan gran tebeo como decís que es.

Habrá que leerlo tarde o temprano.

Ups, «Princesa Caballero» No sé porque se me ha cruzado la peli de fantasía de los 80.xd

Dillinger
Dillinger
Lector
27 septiembre, 2013 11:11

Samanosuke ha comentado:

«Hombre, hay que tener en cuenta que, a pesar de todo lo que se editó del maestro durante ese “boom” Tezuka, no contaron con el respaldo de los aficionados… Es más, juraría que si muchas de ellas contaron con moderado éxito se debe más a los lectores llegados de otras… “Disciplinas” distintas al manga, atraídos por el renombre del autor, pero entre los lectores habituales se comía los mocos. También hay que decir que se editaron cosas muy buenas de Tezuka, yo diría que sus obras más destacadas (que yo conozco) han sido editadas de una forma u otra, por lo que es normal que se pasara alguna maravilla dada la dilatada carrera del autor y el desconocimiento de gran parte de ella.»

Bueno, parte de razón tienes. Fénix la cancelaron a la mitad pero no sé si fue más culpa del formato que del titulo en sí. Si Tezuka no vendiese, no reeditarían Adolf o la susodicha Fénix.

Precisamente a eso que te refieres de que han editado sus obras más destacadas. De esta es raro que no hayamos oído hablar hasta ahora, de ahí el miedo de que sean retales de su producción.

Dillinger
Dillinger
Lector
27 septiembre, 2013 11:16

Eduardo:

«Sentido de lectura oriental, buf que rollo, yo paso.»

Creo que el manga hay que leerlo en el sentido para el cual ha sido creado.

«Adolf» con los nazis portando el brazalete en el brazo incorrecto?
Bueno, son detalles que entiendo que molesten a los creadores y exijan que no se modifique su obra.
Tampoco es para tanto, solo es acostumbrarse.

Javier Agrafojo
30 octubre, 2013 14:36

Por lo que leo en twitter, cada vez hay más gente descubriendo esta obra maestra.

LynLacie
LynLacie
Lector
9 diciembre, 2013 20:08

Pues muy interesante vuestra reseña, habeís logrado que cambio mi opinión sobre este cómic. A mí el Tezuka más oscuro me fascina, pero en este me da la sensación como que se ha pasado de rosca, quizás porque la protagonista es una mujer y en esa época la noto peor tratada que al protagnista de MW, o puede que sea una simple percepción mía,
Lo que está claro es que es un gran cómic, Tezuka desentraña las tripas de los deseos humanos como nadie y este cómic lo demuestra.
Sobre Johan de Monster, pienso lo mismo, seguro que se inspiró en el protagonista de MW.
Uno de los cómics que más me han gustado de él es Bajo el aire aunque sean relatos cortos.

En definitiva que estoy de acuerdo con vosotros, El libro de los insectos humanos es un gran cómic aunque no sea de mis favoritos, y su protgnista resulta irresistible. Muy bien descrito, por cierto, todos los grafismos que utiliza Tezuka para trasmitir sensaciones. Lo genial de los cómics de apariencia simple (pero que no lo son tanto)es que manipulan los elementos gráficos como si se tratara de una poesía, y no por eso tiene porque ser blanda o inocente.

Javier Agrafojo
9 diciembre, 2013 20:29

¡Un placer verte por aquí, LynLacie! Me alegra que te haya gustado la reseña y que te haya servido (o inspirado) para ver las cosas desde otra perspectiva. No obstante, tú percepción es tan válida como la de cualquiera, incluida la mía. Además, estoy seguro de que mucho de eso hay porque a mí me ocurre lo mismo pero al revés. Yuki lo siento «demasiado extremo» mientras que Toshiko es una mixtificación que me enamora. Al final, creo que no es más que otra muestra del talento de Tezuka, capaz de «dar a cada uno lo suyo». Seguro que en eso estamos perfectamente de acuerdo.

Espero que te animes a comentar más a menudo. ¿Puedo sugerir en Agujero Negro? 😉

LynLacie
LynLacie
Lector
9 diciembre, 2013 21:37

Buena sugerencia, y ya tienes mi comentario 😀
Es curioso como se entienden Yuki y Toshiko desde diferentes perspectivas masculina o femenina.
Tezuka era un genio, a ver si me pongo con Fenix 🙂

Javier Agrafojo
10 diciembre, 2013 5:25

Es normal que cada uno aprecie cosas distintas, sobre todo cuando está en liza el atractivo sexual, como en los casos de Yuki y Toshiko. Una visión refrescante, porque a veces el mundillo parece un impenitente club masculino del siglo XIX, de esos que dan bastante miedo si se piensa fríamente.

Bajo el aire también es de mis Tezukas favoritos. Las historias cortas se le dan de miedo, como demuestra en los 17 volúmenes de Black Jack. Con Fenix también he de ponerme yo, algún día, pues solo leí los primeros cuadernos que publicó Planeta hace años y era un trabajo acojonante.