#ZNGames Dragon Quest Builders

 

Título: Dragon Quest Builders
Desarrolladora: Square Enix
Plataformas: PS4/ PS VITA
Idiomas: subtítulos en castellano

 

Reconstruyendo el mundo

La saga Dragon Quest ha demostrado con los años gozar de una versatilidad de la que pocas pueden presumir. Y parece no haber podido resistirse a la conmoción de Minecraft que, años después de su estreno, sigue posicionado como uno de los juegos más jugados. Ahora, la veterana saga con diseños del no menos mítica y veterano Akira Toriyama, decide convertir su mundo en bloques y nos presenta en un Minecraft reimaginado donde la construcción pasa salvar al mundo.

Nuestro héroe es el único que aún mantiene la capacidad de acceder a los materiales primigenios de las cosas y construir con ellos. En un mundo en que las ciudades se han destruido y bajo el yugo de fuerzas tenebrosas. Nosotros, un héroe anónimo y sin memoria pero con capacidades asombrosas, deberemos ayudar a reconstruirlo todo. Y así sin más, se nos suelta en un mundo lleno de bloques que viene a ser un calco de lo visto en Minecraft y nos ponemos a darle con la pala a los árboles para conseguir madera, a las rocas para conseguir piedra y todas esas cosas que ya conocemos. Pero, ¿seguro que esto es Minecraft? Pues no, no lo es, pero el juego nos ha hecho caer en una trampa: Dragon Quest Builders es, ante todo, un orgulloso miembro de su franquicia y a la altura de muchos juegos de la saga principal. Utiliza la excusa de la construcción y la libertad que esta genera para ofrecernos una historia de rpg clásica en la que deberemos salvar al mundo, descubrir nuestro camino del héroe y combatir contra monstruos mientras tratamos de que el mundo vuelva a llenarse de paz. Un juego que guarda la esencia de episodios previos, con ese afán constructor y recolector que otorgan los bloques. Y es que el juego se disfrazada de crafteo para tenernos pegados al mundo durante una buena cantidad de horas mientras desentramamos una historia mágica y llena de retos.

La vuelta de tuerca del RPG

Y es que Dragon Quest Builders ha decidido innovar y empezar a fusionar géneros y se ha quedado solo de lo bien que lo ha hecho. Insistiré una vez más por si alguien no lo tiene muy claro: No estamos ante un clon de Minecraft. Se podría ver más bien como un crossover entre Minecraft y Dragon Quest. Con (eróticos diría Homer) muy buenos resultados. Aunque la parte de rpg está más bien solapada por los bloques, pues el combate no es excesivamente difícil y la progresión en el personaje es casi inexistente, sí que notamos cómo el mundo cambia a nuestro alrededor, cómo ha medida que reconstruimos ciudades estas se van llenando de vida y actividad, cambiando la faz de este mundo de bloques. En este sentido, el mundo es tratado como un personaje más y así se siente, por lo que nuestra propia progresión como héroe va unida a la del mundo que deberemos cambiar.

Un surtido de aciertos técnicos, que van desde el diseño de personajes de Toriyama hasta la banda sonora o el sencillo pero eficiente motor gráfico, y el hecho de que venga subtitulado en castellano, terminan de redondear un título que no debería pasar desapercibido para ningún amante de estos géneros. Tantos los que tengan afán constructivo como los que quieran un buen RPG, y por supuesto los fans de Dragon Quest se verán bien representados en este título. Uno se pregunta si el Minecraft: Story Mode de Telltale no podría haber sido más parecido a esto y menos aventura gráfica (que por otro lado, es lo único que hace Telltale). La magia que irradia y la habilidad que tiene para darle un sentido al tema de los bloques y el mundo a reconstruir hacen que nos perdamos en este inmenso juego.

Hemos echado un poco de menos un multijugador, que se hubiera prestado mucho a boicotear las ciudades de otros jugadores, a hacer un poco el gamberro o incluso a ayudar en la defensa frente a las hordas enemigas (un sistema que ya vimos en 7 days to Die y que resultaba realmente estimulante. Quizás algunos extras no hubieran ido mal, pero en general es un juego que ofrece adicción y horas de diversión que deja un gusto a nostalgia de la época NES.