#ZNCine – Crítica de Puro Vicio, de Paul Thomas Anderson

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Inherent_Vice_Poster

Dirección: Paul Thomas Anderson
Guión: Paul Thomas Anderson, basado en la novela de Thomas Pynchon
Música: Jonny Greenwood
Fotografía:
Robert Elswit
Reparto: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Katherine Waterston, Owen Wilson, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Joanna Newsom, Martin Short, Hong Chau, Jena Malone, Jordan Christian Hearn, Michael K. Williams, Martin Donovan, Peter McRobbie, Serena Scott Thomas, Belladonna, Eric Roberts, Maya Rudolph, Jeannie Berlin, Sasha Pieterse, Keith Jardine
Duración: 148 minutos
Productora: Warner Bros. Pictures / Ghoulardi Film Company
País: Estados Unidos

 
Aviso de Spoilers: En la siguiente crítica se detallan partes de la trama de Inherent Vice que, tranquilos, no os van a desvelar nada sobre lo que realmente es Inherent Vice así que entrad, poneos cómodos y relajaos cual Doc Sportello liándose un canuto de yerba vietnamita.

Este fin de semana llega a nuestras carteleras (al menos a las afortunadas, que vista su distribución son más bien pocas) la última cinta de uno de los autores imprescindibles del panorama cinematográfico norteamericano, Paul Thomas Anderson. El director de películas como Boogie Nights, Magnolia o la reciente The Master nos trae en esta ocasión la adaptación de la novela de Thomas Pynchon, Inherent Vice, que en España se tituló Vicio Propio y que para la película se ha traducido absurdamente como Puro Vicio, pervirtiendo completamente el significado original del título (si queréis saber más de dicho significado, os enlazo a la Wikipedia). En Inherent Vice (la llamaré así a partir de ahora para no tener que arrancarme los ojos) seguimos a Larry “Doc” Sportello (Joaquin Phoenix), un hippie de Los Angeles de finales de los años sesenta reconvertido en detective privado, y al que la visita de un antiguo amor, Shasta Fay Hepworth (Katherine Waterston), le meterá de lleno en un caso de la desaparición de un magnate inmobiliario en el que se mezclarán drogas, dinero, extorsión y hasta judíos nazis, todo ello visto a través del humo de la marihuana y la realidad distorsionada del ácido que en aquel lugar y aquella época venían a ser tan habituales como la cerveza de nuestro aperitivo. Ayudarán a Sportello un corrupto y furioso agente de policía (y actor ocasional), Bigfoot Bjornsen (Josh Brolin) y su amigo y asesor legal, Sauncho Smilax (Benicio Del Toro), así como un saxofonista ex-heroinómano que trabaja como soplón infiltrado (Owen Wilson). Así que tenemos en Inherent Vice la maestría habitual del cine de Anderson mezclada con el universo descriptivo y apasionante de la prosa del misterioso Pynchon, una de las figuras literarias más importantes de nuestros tiempos y más que justificado posible futuro Nobel de Literatura. ¿El resultado?. Vamos a intentar atisbarlo, pero sin lugar a dudas la mejor propuesta actualmente en cartelera y como es habitual en Anderson la propuesta cinematográfica más arriesgada del año. ¿Estamos todos?. Pues comencemos.

Hay una falacia habitual en nuestros tiempos que suele recorrer todo el ámbito cultural, de la literatura al cine pasando por los propios cómics de los que aquí nos solemos encargar, y es la de que la cultura debe ser accesible. No hay más que ver cada Feria ARCO o similares eventos en los que los medios de comunicación se agolpan por los pasillos intentando captar la obra de arte más extraña o absurda a sus ojos para hacer piezas en los telediarios burlándose del concepto de arte y convirtiéndolo en una noticia de temporada más, como esas tan divertidas de que hace calor en verano y nieva en invierno con las que nos intentan lobotomizar cada año. En el cine, esta accesibilidad imperante en cualquier película viene de la hegemonía hollywoodiense en la industria que nos hace creer que sólo existe una receta para confeccionar una buena película, partiendo de las presentaciones, nudos y desenlaces y sazonándolo todo con un buen macguffin, fundido a negro, títulos de crédito y todos contentos. No hablemos ya de la manía en la última década por la sobreexplicación del argumento, que viene a ser como poner paréntesis explicativos para espectadores poco avezados. Es curioso como en el cine particularmente no se permite que una película se lo tome con calma, que construya pacientemente un universo propio, que haga más preguntas que respuestas o que deje al espectador rellenar los huecos o incluso que atisbe más allá de la historia que le están contando. Parece que sólo queremos diversión inmediata, orgasmos rápidos y todo administrado en puré para que no tengamos que masticar. Algo mucho menos habitual en otros campos como la literatura, donde la visión del autor siempre está por encima de la del espectador y de sus propios deseos o requerimientos. Autores como Pynchon o Kerouac, al que recuerda poderosamente esta Inherent Vice en lo lisérgico y lo narrativo, necesitan de ti que te sientes, les escuches y, si te dejas llevar, te permiten entrar en su mundo. Es por eso que Inherent Vice es una apuesta única hoy en día, porque es más una experiencia que una película con argumento, porque casi necesita de ti que la veas, la escuches y la sientas en ese estado de elevación y distorsión sensorial en la que se encuentran casi todos los protagonistas de la película.

Joaquin Phoenix y Catherine Waterston
Joaquin Phoenix y Catherine Waterston

Muchos comparan Inherent Vice con El Gran Lebowski de los Coen, esa maravilla que a su modo también retrató una época a través de los ojos de alguien que ya no pertenecía a ella. The Dude y Doc comparten el estar ligados a un tiempo y una vida a la que el tiempo ha atropellado; en el caso de Sportello no es sólo a la ilusión de los sesenta atropellada por el derribo de una generación en Los Angeles para construir campos de fútbol o urbanizaciones donde había comunas y vistas al mar. El Tiempo también le ha quitado a Sportello al amor de su vida, la hermosísima y fascinante Shasta (una sobrenatural Katherine Waterston que se quedará en tus retinas por mucho tiempo), que como todos los grandes amores vuelve a estrellarse una y otra vez contra la vida de Doc, que de tanto colocarse ha olvidado aquel día con la Ouija en el que corrieron bajo la lluvia. Inherent Vice acaba yendo más de momentos que de situaciones y en ese aspecto absorbe ese ponerse de puntillas sobre sus historias de Pynchon para hablarnos de algo más allá. Conforme se complica la trama menos nos importan sus recovecos, las idas y venidas. Porque el cine negro, del que Inherent Vice bien podría conformar una fantástica doble sesión con L.A. Confidential de Curtis Hanson, tiene más que ver con la ambientación que con las historias. Ambas películas podrían formar un díptico sobre la historia de Los Angeles, ese proyecto de El Dorado que siempre ha sido más el sueño de la ciudad que quería ser, esa ilusión que el Cine retrató para la eternidad y que se escapa de entre las manos como el coche de Sportello entre la niebla al final de la novela, queriendo que cuando se disipe haya algo más, algo diferente, otra cosa.

No trivialicemos en este punto: Paul Thomas Anderson no es solamente un director de cine. Es un Gran Autor, de los poquísimos que quedan en tierras norteamericanas junto con Lynch o Malick, y de los que aquí en Europa tuvimos una de las mejores cosechas de la historia durante la Nouvelle Vague o sin ir más lejos en nuestro país con el injustamente poco reconocido Luis Buñuel, el mayor genio que ha dado nuestra cinematografía. De un Autor con mayúsculas que adapta a otro Autor sólo podía salir una genialidad como es Inherent Vice. Y Anderson, que elige muy bien sus repartos, vuelve a contar con el que es en mi opinión, lo digo de nuevo, el mejor actor de su generación, Joaquin Phoenix, otro iluminado que comprende a la perfección a Sportello y las intenciones de Anderson y Pynchon. Pocas veces veremos una traslación tan perfecta entre las hojas de un libro y los fotogramas de una película. El resto de secundarios comparten igualmente la visión de Anderson, y ahí nos encontramos a un Josh Brolin antológico o un Owen Wilson y su hipnótico hablar susurrando. Todo ello completado por el impresionante trabajo, como es habitual, del director de fotografía Robert Elswist, colaborador habitual de Anderson y que hace un trabajo sencillamente sublime y de la enorme banda sonora de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead.

Owen Wilson y el homenaje hippie a la Última Cena
Owen Wilson y el homenaje hippie a la Última Cena

No, Inherent Vice no es para todo el mundo. No es una afirmación snob, de esas que quieren enclaustrar el arte sólo para espectadores que se creen superiores. Quiero decir más bien que Inherent Vice puede irritar, aburrir o provocar indiferencia. La película navega en un continuo colocón en el que parece que todo es absurdo, en el que intentas sin éxito ordenar las piezas con las que a Anderson le encanta montar sus puzzles. Puede que sueltes una carcajada de repente como al haber pegado dos caladas de más o puede, como es mi caso, que te quedes durante muchos minutos hipnotizado mirando a la pantalla y de repente tengas la sensación de haber conocido realmente a Shasta y haber salido con ella bajo la lluvia buscando droga, o haber recorrido aquellos sesenta que vivimos fumados aunque no hubiera nacido. El final de Inherent Vice es igual de triste que pasar la última página de esa novela que sabes que te ha marcado, cerrar el libro, oler sus páginas por última vez y dejarlo en la estantería, sabiendo que estás dejando atrás todo eso tan importante que contiene y que comenzará a acumular polvo en tu memoria. Si quieres que te cuenten una historia tienes muchas y muy buenas opciones en la cartelera, tu videoclub o en cualquier rincón de Internet. Si quieres algo más, sé bienvenido.

 
Dirección - 100%
Guion - 95%
Reparto - 95%
Apartado Visual - 95%
Banda Sonora - 80%

93%

Inherent Vice es una muestra más de la genialidad de Paul Thomas Anderson sumada esta vez a la no menos genial prosa de Thomas Pynchon. Un viaje lisérgico en toda regla.

Vosotros puntuáis: 8.6 ( 1 votos)
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Wolvie
Wolvie
Lector
13 marzo, 2015 16:33

Tiene tooodo como para que sea genial!!!!!!

New_Rodro
New_Rodro
Lector
13 marzo, 2015 21:55

Inconexa, aburrida, mucho mas larga de lo que deberia y mucho menos graciosa de lo que le gustaria. Desde hace tiempo Anderson dedica más esfuerzo a sus personajes que a lo que quiere contar con ellos. Y en esta película se le nota incluso más. Una puesta en escena y una ambientación magnificas, y un reparto de escandalo (Katherine Waterston efectivamente es toda una revelación). Todo al servicio de un guión fallido que no parece tener claro lo que quiere ser (una parodia, cine negro puro y duro, una historia de amores perdidos…) ni sabe combinar los distintos palos que toca.

Y totalmente en desacuerdo con eso de que «Porque el cine negro (…) tiene más que ver con la ambientación que con las historias». Ni de coña. Al menos no el buen cine negro. Resulta irónico que equipares a esta película con «L.A. Confidential» cuando esta última es un ejemplo de todo lo contrario.

Por otro lado, puestos a comparar con cintas previas, esa pretendida mezcla de serie negra, humor y ambientación hippiosa/contracultural se la he visto antes y mejor a Robert Almant -«Un largo adiós (1973)- y a los Coen -El gran Lebowski» (1997)-

may parker watson
may parker watson
Lector
14 marzo, 2015 20:47

Hacia dias que no me aburría tanto con una película. Ni me intrigo ni me hizo ningún tipo de gracia. Y dos horas y media para ver esos mundos interiores…
De esas películas que solo gustan a la critica, debemos vivir en mundos distintos.

Miki
Miki
Lector
En respuesta a  may parker watson
19 marzo, 2015 18:31

No parece que éste haya sido el caso, porque estoy viendo más palos que parabienes a Inherent vice. De hecho, ésta es la única crítica, que haya leído, completamente positiva.

Igverni
Lector
18 marzo, 2015 11:10

Buenos días a todos.

Gracias Samuel por tu estupenda crítica. Me encantan tus artículos y tu forma de escribir, trasmites de maravilla siempre cuando algo te gusta.

No comparto tu entusiasmo ante la película, aún cuando me pareció interesante. De hecho, me compensó de sobra la experiencia los 7 euros y pico que me costó ayer la entrada… A mí al menos sí me gusta ver películas como esta que nos presentan una visión super personal de la realidad o de un tiempo pasado.

De lo que no hay duda es que efectivamente la película no es para todos los públicos… Ayer en el cine eramos 6 personas, una pareja se fue a la media hora (en serio), la otra a las 2 horas de película (aunque no te gustara, si te has tragado 2 horas, no se, aguanta los 20 minutos que faltan…), así me nos quedamos mi hermano y yo mano a mano…

Comparto el comentario de New_Rodro en lo relativo a los contenidos del buen cine negro…

Me gusta como deja muchas cuestiones a la interpretación de cada uno, así como las interpretaciones de todo el reparto.

Y también la parte en que contextualiza la época en que se mueven…

Aviso de Spoiler

con las menciones a Reagan y la escena de Nixon, que ayudan a resaltar que todo el negocio de la droga vino propiciado por el propio gobierno/FBI/CIA/etc, que son los que salieron beneficiados, junto a todos los criminales…
También, la manera de unirlo todo mola, aunque parecen retazos inconexos. Y como Doc aunque flipado, aún tiene suficientes luces para ver esas uniones.

.

En fin, buena película que sin embargo no le recomendaría a todo el mundo, aunque para mi, muy lejos deser una obra maestra.

¡Saludos!

Florthep
Florthep
Lector
19 marzo, 2015 14:00

Mi novia y yo fuimos ayer al cine a verla y !eramos los únicos en la sala! A nosotros nos gustó bastante, es cierto que no es para todo el mundo, pero eso no tiene que decir que una película sea mala o sólo para culturetas, sino como bien se dice para ser experimentada. Thomas Pynchon es muy dificil de adaptar, y creo que Paul Thomas Anderson lo ha hecho francamente bien, es cierto que yo esperaba algo más de Sauncho Smilax y el Colmillo Dorado, en el trailer se nota que ha habido cortes de escenas y también he leido que ha rodado diferentes formas de representar la escenas.
Aun así, creo que la película no es aburrida, puede que en algunos momentos el ritmo baje o uno no sepa hacia donde se dirige, pero es lo fantástico del viaje del protagonista, y en general, de casi toda la obra de Pynchon, el protagonista es arrastrado por fuerzas que él no conoce y no puede controlar, porque ahí radica el centro de la historia, ser conscientes de que la libertad no es tal sino la buscamos, incluso buscándola no somos conscientes de cómo lllegar a ella, de como el aparato del sistema intenta fagocitarla y usarla para sus propósitos, del egoismo y la avaricia humanos, y de que dentro de todo ese mundo todavía se puede ser decente. Es un remolino conspiranoico reflejo de la propia paranoia de Estados Unidos y del mundo en general, todo queda en nada porque está vacio, porque lo único que importa es el amor.
No creo que sea tan inconexa como se dice, si se está más o menos atento se le sigue el hilo bastatante bien, mejor que en otras obras de Pynchon.
Y claro, luego está la música, la ambientación y los actores, y la fantástica elección de Sortilege como narradora.
De lo mejor que he visto en cines. Pero para gustos hay colores.