#ZNCine – Crítica de Animales Nocturnos, de Tom Ford

Tom Ford se adentra en el neonoir con su segundo acercamiento al séptimo arte, y se valora como ha ido el resultado del segundo filme del respetable director.

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Dirección: Tom Ford.
Guión: Tom Ford (basado en un novela de Austin Wright).
Música: Abel Korzenoiwski.
Fotografía: Seamus McGarvey.
Reparto: Jake Gyllenhaal, Amy Adams, Michael Shannon, Aaron Taylor-Johnson, Armie Hammer, Karl Glussman, Isla Fisher, Jenna Malone, Michael Sheen, Laura Linney.
Duración: 116 minutos.
Productora: Fade To Black Productions/Focus Features/Universal Pictures.
Nacionalidad: USA.

 

El amor (suponiendo que tal cosa exista) probablemente sea la experiencia más dolorosa que seamos capaces de experimentar. Puede ser lo más cercano que estemos a alcanzar la felicidad plena en algunos aspectos, claro, pero es imposible eliminar todas las preocupaciones que acarrea. Tú puedes enamorarte, ¿pero y si esa persona no lo está o tiene otra pareja o le produces repulsión? Y, supongamos que el amor que profesas, por un casual, es correspondido ¿Cuánto durará? ¿Cuánto tiempo tardaremos en darnos cuenta de que estamos incomodo/a con la otra persona? ¿Cuánto tiempo tardaremos en desecharlo, en dejarlo atrás como si se tratase de un objeto de usar y tirar? Ahí, amigos/as, entra el recurso dramático llamado conflicto.

Esta película consiste en eso: en las personas que olvidamos, y el daño que les hacemos, seamos conscientes o no. Y es que si la atención de las personas es cada vez menor y el consumo cada vez tiende al aquí y ahora, sin tiempo para reflexionar, las relaciones interpersonales pueden haberse visto afectadas. Cada vez ignoramos más el mal que hacemos, lo racionalizamos y culpabilizamos a las víctimas con tal de no aceptar nuestro error, porque es impensable que nosotros estemos equivocados.

Si algo quiere recalcar el Tom Ford director es, ante todo, su propia personalidad a través de su labor tras las cámaras. Su cine es personal, de eso no hay duda, pero se le nota un esfuerzo exacerbado por intentar tocar la puerta del grupo de autores que han dejado su huella en la historia del medio. Tal vez sea porque provenga del mundo de la moda (donde ya se ha creado un nombre vistiendo mujeres) y pretende a toda costa que se le tome en serio como director, o porque entienda el cine como una extensión de su trabajo, pero la depuración estética milimétrica se respira en todos y cada uno de sus planos.

Parece estar realizando un anuncio promocional de moda de dos horas (entiéndase en el buen sentido de la palabra), y eso puede llegar a saturar en algunos momentos al espectador que no entre dentro del juego que nos propone. Pero lo cierto, es que se está formando una carrera coherente con todo lo que nos planteó hace siete años en Un Hombre Soltero, tanto temáticamente como formalmente.

Por otro lado, si algo quisiera resaltar Tom Ford es su propia sensibilidad, busca poner su alma en sus personajes. Y es que no es difícil encontrar ciertas similitudes entre los personas protagonistas de este Animales Nocturnos con el George de Un Hombre Soltero.

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Pero mientras que en la opera prima del director analizaba el intenso sufrimiento que trae consigo la pérdida del amor desde el punto de vista de la muerte de la pareja, en esta analiza lo mismo, pero en este caso a través de las heridas emocionales que infligimos al otro. El amor es destructor en ambas obras, y según su punto de vista la vida gira alrededor de ese gran amor que, teóricamente, nos encontramos una única vez, y que más nos vale preservarlo y cuidarlo.
Los personajes protagonistas de ambas obras son más bien pasivos y sus conflictos son internos. Sin embargo, en esta Animales Nocturnos, Ford ha hecho una distinción entre dos niveles metanarrativos claramente delimitados, al igual que hacía la novela en la que se basa. En el primero de ellos, compartimos el punto de vista de Susan Morrow, la protagonista del nivel principal del relato, y cuyas acciones en contra de su ex marido Tony Hastings, serán el detonante para el personaje. Él, recoge todo el dolor, y lo exorciza en forma una novela turbia y sórdida que envía a Susan a modo de venganza. Por un lado, tendremos la historia de Susan, una magnifica Amy Adams, y, por otro, un thriller neonoir sureño, que es lo que narra la novela.

Ambos niveles están conectados a través de un juego maravilloso del montaje que funciona a modo de integrar a los personajes como un solo, a la vez que recalca su separación a través de la composición. Tom Ford en su segundo largometraje ha pulido algunos de los defectos que había en el primero, y uno de ellos es precisamente haber logrado dotar de mayor personalidad y exigencia a ese aspecto.

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Es una película con altas dosis de lirismo, y eso se traduce en una narrativa diluida, a favor de la introspección y en la búsqueda de generar sensaciones por encima de todo lo demás. Y es que el guion no es del todo perfecto, ya que considero que está algo desequilibrada los dos niveles de realidad: considero que hay mayor peripecia, un conflicto más claro, un avance de la trama mayor en lo que se refiere a la narración literaria que en la vida del personaje de Susan. Aunque lo cierto es que es probable que sea así conscientemente, a modo comparativo del modo espectucalarizante y refinado que siempre tiene la ficción de representar la vida, frente a lo anodino del día a día.

Ya en los primeros y excesivos planos que dirige al espectador hay una declaración de intenciones tanto a nivel formal, además de suponer una bonita referencia a lo que vamos a ver, aportando cierta ambigüedad, respecto al superficial mundo de sus personajes que pueden ser todo lo bellos que quieran, pero es pura fachada, ya que, en su intimidad no son más feos que cualquier otro, a través de sus acciones lo demuestran, con los esqueletos que tienen el armario. No hay un personaje bondadoso en la película y, cuando surge, resulta herido emocionalmente.

Esta obra es moralmente ambigua relativista, todos somos víctimas y verdugos dependiendo de las circunstancias en las que nos veamos inmersos. Y hasta la persona más puramente buena, es corrompida, las personas con las que mayor afinidad siente tener, son finalmente las que más le van a herir, hasta mancharse las manos y pasar a ser un monstruo más de los que habitan en el globo.

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Y, sin embargo, a pesar de la intensidad de lo que está narrando, Tom Ford no olvida sacar momentos de humor que, además, no solo no rompe con el tono, si no que lo refuerza ya que bromea sutilmente sobre los temas que plantea la película (incluso hay mucha complicidad con el espectador conociendo su evidente homosexualidad y su vertiente de diseñador de moda, riéndose de la frivolidad y la absurdidad del mundillo).

En esta obra, el realizador ha bebido directamente de David Lynch, tanto por su punto de vista estético, por el subrayado de lo artificioso de su trabajo gracias a la referencia teatral, su narración onírica más que narrativa (aunque sin llegar a los límites del director del peinado único, Ford es más conservador). Y por otro lado, es inevitable ver ciertas formas deudoras de Hithcock (el suspense está ahí en varios momentos de la obra), Peckinpah (esa violencia descarnada, esos personajes violentos sin posibilidad de redención). Pero esas referencias no son notorias, y están bien integradas, ya que en esta película lo único que importa es la voz propia que logra aportarle Tom Ford, que no se ve ahogado y logra pasar de ser una colección de gustos personales, como si eso fuese una baza per se (mal de muchos directores sin personalidad que consideran que eso se subsana haciendo de sus películas una batidora de guiños).

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Pero el talento del director también se aprecia en una tarea de adaptación y en un guion un tanto complejo. Salvo por los mencionados problemas que a ojos de un servidor pueden lastrar la valoración de la obra, logra salir airoso de un ejercicio de una complejidad y de un nivel de exigencia excelso. Y Ford no solo logra salir airoso, si no que logra narrar de forma clara, e interesante, sin caer en errores ni tener necesidad de intentar hacer la historia de trascendencia de baratillo para tratar conseguir atención. Como si Phillippe Petit se tratase, el señor supera con creces esa prueba de exhibicionismo, no solo en lo formal, sino que también, en lo narrativo, algo kamikaze a la que se ha sometido voluntariamente.

Los temas principales sobre los que transita la obra es el amor destructor (causado por cierta volatilidad por una de las partes), como herramienta para herirnos los unos a los otros, como arma definitiva. Parece que no podemos sentir apego a nada, ya que esto siempre te termina hiriendo hasta el punto de llevar a cabo los actos más oscuros y maquiavélicos posibles. Aunque también se puede entender como la moraleja de la fidelidad a la persona amada (teniendo en cuenta que el director lleva más de 30 años con una misma persona, alejado de la frivolidad sentimental que suele habitar en esos mundillos, me decanto por esta segunda opción). Es ambiguo en su significado, abre puerta a distintos puntos de vista y debates, pero su mensaje está claro.

Por otro lado, se puede atisbar un mensaje bastante particular acerca de la masculinidad y como parece estar quedando en entredicho (al menos en la concepción tradicional testosterónica y estoica clásica) a favor de una ambigüedad. Y es que en esta película, tenemos a un protagonista pasivo, sensible al que no dejan de tachar de “débil”, llegando a compararlo en el primer tramo con una mujer. No es nada nuevo, pero no deja de hacernos reflexionar sobre porque asociamos determinadas características u otras a un sexo. Todo es mucho más complejo que eso (de hecho se podría decir que es un tema tan inabarcable como personas únicas y distintas hay en nuestro mundo), y los prejuicios no dejan de existir. Y Tom Ford, en su condición de homosexual, probablemente sea consciente de ello y ha tratado de plasmarlo en esta obra.

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Su trabajo también como director de actores es muy meritorio. Si deslumbra en un cuidado en la puesta en escena, no hace menos en la búsqueda de la verdad en las interpretaciones. Y es que si logró en su ópera prima sacar a relucir el talento de Colin Firth, no se puede decir que aquí se quede atrás. Jake Gyllenhaal parece haberse especializado en hacer papeles realmente tensos e intensos, con lo que le tiene pillado el tranquillo a esta clase de personaje y eso se aprecia en todas y cada una de sus aportaciones. Destaca por encima de todo como ha sabido dar con ese contraste entre las distintas facetas de un mismo personaje, resultando creíble que sea la misma persona. Por otro lado, tenemos a una bella y frágil Amy Adams que también realiza una gran interpretación, dotando a su personaje de todas las caras posibles, y resaltando por encima de todo la superficialidad de su personaje que sí, por mucho que lo niegue, se parece a su madre. Es la protagonista del “primer nivel” y sostiene bien esos tramos con su mera presencia y con su acting. Hace que el espectador sienta interés por quien es, y que es lo que hizo para merecer tal acto de venganza. Y tanto Aaron Taylor-Johnson en su repulsivo papel de redneck sarnoso sin posibilidad de redención, como un Michael Shannon siempre dando muestras de presencia carismática, en este caso como policía sureño que caería en la caricatura si el guion no le hubiese logrado dar algo de tridimensionalidad y por la labor del actor. Respecto al reparto, también es justo mencionar la presencia de Karl Glusman, todo un descubrimiento de Gaspar Noe y que ha logrado tener un año participando en proyectos realmente interesantes y de calado y con un hilo conductor formal. Y también comparte cartel con una antigua compañera de The Neon Demon: Jena Malone, relegada a una breve, pero sorprendente aparición.

También resulta sorprendente como Tom Ford ha refutado la posibilidad de realizar los diseños de vestuario por una simple razón: dar credibilidad a la película y a su carrera de director. Ahí muestra un buen hacer que parece haber impregnado a toda la obra. El maquillaje también resulta sorprendente, haciendo de los rostros algo icónico y que se queda en la retina del espectador. Sin duda, sus conocimientos como modisto han afectado positivamente a la estética de la película.

Tal vez Animales Nocturnos tenga detalles por pulir, pero sin lugar a dudas es una estimable búsqueda de desafiar al espectador a doble banda: tanto como filme de género, como metanarrativo en el que si algo desataca por encima de todo es la visión del autor que está detrás, donde se detecta un refinamiento barroco y contrastado en cada plano. Puede que Ford no sea para todos, puede que a algunos les resulte cargante ese ejercicio constante de estilo, como si buscase constantemente que apreciemos lo bueno que es, pero lo que no se puede negar es que el autor tiene algo que decir y que ha logrado en dos películas tener su propia voz, además de haber sabido emplearla en una experiencia embriagadora.

  Dirección: Tom Ford. Guión: Tom Ford (basado en un novela de Austin Wright). Música: Abel Korzenoiwski. Fotografía: Seamus McGarvey. Reparto: Jake Gyllenhaal, Amy Adams, Michael Shannon, Aaron Taylor-Johnson, Armie Hammer, Karl Glussman, Isla Fisher, Jenna Malone, Michael Sheen, Laura Linney. Duración: 116 minutos. Productora: Fade To Black Productions/Focus Features/Universal…
Dirección - 9
Guión - 8.5
Reparto - 9.5
Apartado visual - 9.5
Banda sonora - 8

8.9

Vosotros puntuáis: 8.96 ( 3 votos)
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clavo05
clavo05
Lector
12 diciembre, 2016 17:12

Amy Adams? Compro!

Por cierto, mañana también vamos con el chiste de «domingo en martes»?

Reverend Dust
Lector
12 diciembre, 2016 19:49

Me copipego de otro lado.

La película en sí es un thriller desasosegante en dos niveles al que le falta un tercero para cerrarse bien, dejando la sensación de que la trama nos conducía a un giro o golpe de efecto que nunca llega, culminando en uno de esos finales que pretenden dejarte pensando en una respuesta que, en el fondo, tampoco es especialmente interesante.

Actores todos muy bien, desde la Amy pija sufridora, hasta el Gyllenhaal x2, pasando por un Aaron Taylor-Johnson que busca producir la repulsa que consigue transmitir y un Michael Shannon que, por fin, hace de la contención virtud y construye un personaje creíble y coherente. Fotografía cojonuten, montaje excelente a pesar de ciertos subrayados obvios que, quizá, podríamos considerar que exige el guión, y unos diálogos entre la impostación y la falsa naturalidad que, sin embargo, funcionan.

Una película notable que lo tenía todo para ser excelente, pero le falta un hervor.

Carbunclo
Carbunclo
Lector
En respuesta a  Reverend Dust
12 diciembre, 2016 21:19

Suscribo totalmente tus impresiones sobre la peli, Reverend. De hecho, lo que dices es calcado a lo que le comenté a un compañero cuando me preguntó por ella.
Especial mención al impresionante papel de Aaron Taylor-Johnson, me costó reconocer al chaval de Kick-Ass o al Mercurio de La Era de Ultrón (y que conste que como Mercurio me encantó y me jodió que se cargaran al personaje). De diez, y eso que Amy Adams, Jake Gyllenhaal y Michael Shannon también se salen, pero no esperaba menos de ellos.

Reverend Dust
Lector
En respuesta a  Carbunclo
12 diciembre, 2016 21:28

Sí, el señor Taylor-Johnson es de las más «gratas» sorpresas de la película. Entrecomillo por razones obvias si has visto la película. Espero que algún premio se acuerde del elenco o del director. Y una nominación al montaje tampoco sería injusta.

pelayo
pelayo
Lector
12 diciembre, 2016 23:15

Me temo que para mí será una de esas pelis que no quiero volver a ver, no porque me haya parecido mala o aburrida, sino porque lo pasé fatal con todo el episodio nocturno de la carretera, que está tan bien hecho, con cabrones tan reales que a mí me puso mal cuerpo. «El secreto de sus ojos», de Campanella es una de mis películas favoritas, pero los breves segundos de la escena de la violación tengo que darle al botón de «salto de escena». Lo paso fatal con esas cosas.
Por otro lado, es de esas películas que juegan a engañar al espectador haciendo que éste interprete cosas que no son utilizando el lenguaje cinematográfico, como hace poco en «La llegada»: vemos los flashbacks del pasado y la narración de la novela y en ambos aparece Jake Gyllenhaal, luego supones que son el mismo personaje por unos momentos, que la novela es autobiográfica y que esa tragedia sucedió… pero atas cabos y ves que no, que esa novela tiene otra intención hacia Susan. Y un final abierto que ríete tú de la peonza de Inception.
Alguna escena está demasiado alargada (yo estaba pensando «¡a ver tío, dispárale ya, o torturalo o lo que sea, pero deja de darle charla al malo, que parece que le estás dando minutos de más para que se lleve el Óscar!»).
Y me llamó la atención el físico de Gyllenhaal y la diferencia entre las escenas de veinteañero y las del presente, sin barba, con esa cara chupada. Me da la impresión de que éstas se rodaron primero, aprovechando que el tío venía famélico de rodar Nightcrawler, pero supongo que luego tendrían que parar la producción para que recuperara el tipo, más o menos como lo que hizo Tom Hanks en «Náufrago».
Vale que la escena de los títulos de crédito iniciales es tope Lynch, pero no sé si es bueno recibir al espectador con ese bofetón, puede predisponerlo mal o yo que sé, pero en la sesión que yo estaba oí a alguien detrás de mí decir «jodeeeer, como esto siga así me voy…»

Reverend Dust
Lector
En respuesta a  pelayo
14 diciembre, 2016 11:10

Si alguien se va viendo eso (o lo que sea) en el cine, bien ido está porque está claro que la película no es para esa persona. A mí, como declaración de intenciones, me parece que cumple su función. Y desde luego, no nos prepara para lo que vamos a ver más adelante.

En cuanto a la «apertura» del final

Aviso de Spoiler

…más que abrirlo, lo que hace es darnos la clave definitiva para entender la película (o lo que yo creo haber entendido): esto es una historia de venganza. 19 años después de perder el contacto tras la traición definitiva sobre la propia traición de los cuernos, sólo le queda esa pequeña gran venganza, que muestra lo merecidamente sola en el mundo que se ha quedado la protagonista.

pelayo
pelayo
Lector
En respuesta a  Reverend Dust
14 diciembre, 2016 17:02

Sí, tu conclusión se parece a la mía: enviarle la novela es una venganza -hasta se corta en un dedo al abrir el paquete- que encima le llega a Susan cuando ésta empieza a comprender

Aviso de Spoiler

que dejó a Edward por otro tío que ahora la engaña: las cuestiones más momentáneas de ese final son si aparecerá Edward finalmente o no, si la está humillando -en público- con su retraso y acaso la está observando desde lejos -aunque no hay ninguna toma de cámara subjetiva- ¿desde el principio tenía pensado darla plantón, y por eso le envía su dirección de e-mail y le dice «Ok, dime dónde y cuándo nos vemos (bitch)».

Desde luego, el personaje de Susan queda bastante mal, hasta ella misma se percata de las veleidades que hay debajo de su aparente sofistificación y de que los demás (Edward y su propia madre) puedan ver en ella tan cristalinamente.

El cautivo
El cautivo
8 enero, 2017 10:56

Toda la atmósfera del film es increíble y se nota la marca de autor, pero me flojea la trama. ¿Por que la historia de la novela afecta de forma tan dramática a Susan? Te engaña haciéndote pensar primero que es un relato autobiografico, y después una novela a partir de un hecho real, pero no es ninguna de las dos cosas. Ni siquiera los personajes se llaman igual. Y no es que se pueda extrapolar metáforas de lo que allí sucede con su pasado con Edward.

Daniel Gavilán
En respuesta a  El cautivo
8 enero, 2017 12:05

Son varios factores. En primer lugar se nos deja claro que ella está pasando un momento delicado de su vida en el que se siente particularmente vulnerable y perdida. Después el impacto emocional que supone recibir el libro de ese ex-marido con el que lleva veinte años sin mantener contacto, con todo el bagaje emocional cargado de frustración y autofustigación ya sea por el cruel desdén con el que le machacó en su seguridad que nunca conseguiría aquello en lo que había volcado su vida -precisamente el libro que tiene entre manos- y lo que ocurrió la «última» vez que se vieron. A ello sumas que el libro va especialmente dedicado a ella, y ya la tienes con todas las defensas bajadas en medio del anhelo de los días felices que dejó atrás, en una situación de apatía vital en la que comienza a hacerse fácil pensar que lo mismo si hubiera seguido con la otra vida ahora estaría mejor.

A ello suma todo lo que no se puede mostrar en pantalla por tema de ser medios completamente distintos. Es decir, los textos del libro y como empujan al personaje de Amy a meterse en la historia. La película no puede transcribir uno a uno todos los párrafos del libro, pero sí lo que está sintiendo Amy mientras lo lee, y cómo -aunque no se llamen igual- está viéndose a sí misma, a su ex esposo y a su hija reflejados en los personajes protagonistas.

Ahí entra en juego el lenguaje cinematográfico con escenas como en la que vemos a la hija -real- de Amy Adams exactamente en la misma situación que como acabamos de ver a su «hija» ficticia en el sofá, como forma de transmitir al espectador que a Amy le ha afectado tanto lo que le ha ocurrido a ese personaje y ha visto tan reconocido en él a su propia hija, que ha tenido que llamarla para ver como estaba. Así con otros elementos de la historia ficticia que vamos viendo también en la historia real como el coche, el diván, etc. Siempre buscando más equiparar las emociones que se condensan en ambos hilos del relato que los hechos tangibles en sí.

Y ahora entramos al lío, ya que uno podría preguntarse porque Gyllenhaal es Gyllenhaal en la parte real y la ficticia, así como -aparentemente- la hija, pero no Amy Adams, cuyo «personaje ficticio» lo interpreta Isla Fisher, que se le parece pero no es ella. No sin antes avisar de que esto conlleva SPOILERS muy gordos

Aviso de Spoiler

toda la peli va básicamente de que la Adams no se ha enterado una mierda de lo que Gyllenhaal le ha querido decir con el libro, interpretándolo como una puerta de reconciliación, cuando es justo lo contrario. Ella se ve a si misma como la esposa del personaje de Gyllenhaal, pero la película nos está diciendo constantemente que aunque puedan confundirse no lo es.

A lo cual hay que añadir que el libro que Gyllenhaal le ha enviado va sobre como un tipo pierde su hija, su familia, a la mujer que amaba y hasta parte de si mismo a manos de unos cabrones desalmados que lo hicieron porque sí. Un libro que se titula «Animales Nocturnos». Que es precisamente como la apodaba a ella «mi animal nocturno». Amy no es la esposa del personaje, Aaron Taylor y el resto de hijos de puta que dejaron a Gyllenhaal hundido en la mierda, con un hijo no nato del que Adams decidió librarse sin decirle nada a la par que lo dejaba tirado y se iba con otro.

El libro es la forma de Gyllenhaal de exorcizar los demonios de todo el dolor que le provocó ella, y decirle que ha dejado todo lo que podía sentir hacia ella como al personaje del Tylor Johnson y él mismo al final del relato: Bien muerto y enterrado. De ahí que al final cuando quedan en el restaurante él pase de su culo mientras seguramente exclame un «ahí te pudras» al ver su correo, y la otra sigue tomando copas como una pánfila pensando que el otro va a aparecer por la puerta.

Ya de paso, hablar de otra serie de pistas dejadas a lo largo de la peli como el cuadro del pasillo gritando bien fuerte como unas luces de neón «REVENGE (venganza, que es de lo que va todo esto). O que ella no sea capaz de soportar su propia culpa por lo que le hizo al personaje de Jake cuando la Jena Malone le enseña la cam de su hijo y ella se pone nerviosa con lo del personaje de Taylor Johnson (la parte chunga y fea de ella desde los ojos de su marido) en el dormitorio