ZN Series – Mazinger Z

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Dirección: Tomoharu Katsumata, Fusahiro Nagaki, Nobuo Onuki, Yûgo Serikawa
Guión: Gô Nagai
Música: Michiaki Watanabe
Animación: Yukiyoshi Hane
Reparto: Hiroya Ishimaru, Osamu Katô, Haruko Kitahama, Minori Matsushima, Kazuko Sawada, Junpei Takiguchi, Isamu Tanonaka, Kôsei Tomita, Jôji Yanami, Hiroshi Ôtake
Duración: 92 episodios de 22 minutos de duración, recopilados en ocho entregas
Productora: Toei Animation (1972-1974)
Distribuidora: Selecta Visión (2014-2015)
País: Japón

 

El pasado otoño la distribuidora Selecta Visión inició la edición de uno de los animes más importantes de la historia: Mazinger Z. La versión animada del manga creado hace cuarenta años por Gô Nagai constituye uno de los hitos fundamentales en el proceso de introducción del cómic y la animación nipones en España y en el resto del mundo. El robot luchador pilotado por el impulsivo Koji Kabuto es uno de los escasos personajes de ficción que ha trascendido los límites habituales de la popularidad televisiva; su imagen es identificable por cualquier persona, aunque no haya visto un episodio completo de cualquiera de sus series. Mazinger es a la audiencia televisiva española de los setenta lo que Goku o Seiya fueron a la de los noventa. Su emisión estuvo marcada por el éxito de audiencia y la polémica de su contenido.

Imaginad: Sicilia, 1922… perdón, España, 1978. En la primavera de ese año, el país se encuentra embarcado en la transición que desembocaría en el régimen constitucional vigente. Es un tiempo de cambios, de apertura y de conflictos entre aquella parte de la población que desea libertad y aquélla que se sentía cómoda y había medrado bajo el antiguo régimen. El cuatro de marzo, sábado por más señas, Televisión Española emitió en su primer canal, justo después de la primera edición del Telediario, El nacimiento de un robot milagroso, primer capítulo de Mazinger Z. Un misterioso personaje, mitad masculino y mitad femenino, rendía pleitesía a un hirsuto científico vestido con pijama de corte súper-heroico (o súper-villanesco) y asumía la misión de descargar un golpe sobre un antiguo colega de aquél. Durante los seis meses siguientes, la serie se convirtió en uno de los éxitos de aquella temporada. La sobremesa de los sábados era una cita obligada para ver con qué bruto mecánico (denominación ejemplar fruto de una traducción afortunada) debía luchar Koji y cómo acabaría derrotándole. Huelga decir que la sociedad y la televisión –la única existente- eran bien distintas y con el éxito televisivo vino una avalancha mercadotécnica que hoy resultaría parte del paisaje, pero en aquellos tiempos donde Internet no existía para la sociedad, las cosas eran bien distintas. Álbumes de cromos, estampas en las bolsas de pipas, pósteres en revistas, entrevistas a Nagai en revistas del corazón como Semana, productos espurios como El robot de las estrellas o publicaciones “paralelas” calcadas del anime eran sólo un botón de muestra del volumen de negocio que generó Mazinger en aquellos tiempos. Sin embargo, con el éxito vino también la polémica. La sociedad española estaba acostumbrada a las lacrimógenas aventuras de Heidi y Marco, y para los estándares de la época, el robot luchador resultaba excesivamente violento. Más aún, la revista Triunfo le dedicó la portada de su número de final de mayo de 1978 para destacar la doble lectura que podía hacerse de las andanzas de Mazinger Z. El Doctor Infierno se parecía sospechosamente a Karl Marx; el amigo estadounidense era imprescindible para que la creación del profesor Kabuto alzara el vuelo… Como se recuerda en diversos estudios sobre la serie y en la propia edición de Selecta Visión, todo esto se generaba a partir de una versión censurada de la serie original. Los episodios emitidos por Televisión Española no eran, ni muchos menos, todos los que componían la versión japonesa (que ya presentaba una visión más amable y luminosa del manga). En el otoño de 1978, el ente público interrumpió abruptamente las emisiones de la serie y la sustituyó por otra, de imagen real, que se ganaría automáticamente los odios de la parroquia: Orzowei. Las fascinantes aventuras de un chico y un palo en una selva italiana de baratijas (como definieron al serial los integrantes de la difunta página Contracultura) constituían un pésimo cambio. Un episodio suelto más y otro puñado durante las vacaciones navideñas de ese mismo año, y el castillo metálico desapareció de la pequeña pantalla española, dejando a la audiencia trincada con el detalle de que en el último capítulo emitido, el torpe Barón Ashler y el inepto Conde Bröcken lograban birlar la aleación Z del Instituto de Investigaciones Fotoatómicas. El siguiente bruto mecánico iba a ser tan duro de pelar como Mazinger… pero allí acabó todo. El robot luchador volvería periódicamente cuando tocaba hacer balance de la historia de TVE, porque aquellos nueve meses de emisiones a salto de mata habían dejado una huella imborrable en una generación que, tiempo después, se engancharía a cuanto anime asomara el hocico por la caja tonta. La Batalla de los Planetas, Ulises 31, Star Blazers… pero Mazinger Z seguía ocupando un lugar especial en el recuerdo. Doce años después, la sociedad había cambiado y el anime entró en tromba en las parrillas de los nuevos canales públicos de gestión privada. Al mismo tiempo, los canales autonómicos y especialmente los catalanes se embarcaron en la tarea de emitir series que, como Dragon Ball, nos han acompañado durante el último cuarto de siglo. Evidentemente, volvieron las polémicas en torno a la violencia y a las connotaciones sexuales, pero algo había cambiado: las series ya no fueron retiradas y permanecieron hasta emitirse en su totalidad. Los intentos de hacer emisiones censuradas se saldaron con las oportunas protestas de la afición. El sector crítico y “biempensante” tenía ahora un contrapeso en un nutrido colectivo de personas que reclamaban para el anime lo que existía para otros productos. Las polémicas se han sucedido en cada generación: lo que anteayer se planteaba respecto de Mazinger Z, ayer se criticaba respecto de Goku y hoy (entiéndase por “los últimos doce años”) se comenta respecto de Shinosuke Nohara. Volviendo a la poderosa creación de Nagai, habría que esperar a 1993 para que TeleCinco (en aquellos días la cadena amiga) emitiera los noventa y dos episodios de la serie en su programa infantil matutino y trajera por fin a España su continuación, Gran Mazinger. Una nueva generación conocía al mito de sus progenitores y hermanos mayores. Entre 1999 y 2001 Selecta Visión traería a España los OVAS protagonizados por Mazinger y otros mechas creados por Nagai. En 2010, pocos meses después de su salida en Japón, la misma distribuidora traería la versión definitiva del personaje y su mundo. Shin Mazinger resultó técnicamente impecable y narrativamente nefasta.

Volviendo a la edición en cuestión, hay que indicar que ésta recupera la primera serie de las tres que constituyen la trilogía de Koji Kabuto. El piloto de Mazinger Z es el hilo conductor de varios animes protagonizados por robots gigantes en lucha sin cuartel contra las fuerzas del mal. En esta primera entrega es el protagonista principal, siendo su adversario el malvado Doctor Infierno. En Gran Mazinger asume el rol de invitado puntual, siendo Tetsuya Tsurugi, piloto del “hermano mayor” del robot luchador, el encargado de batirse en duelo con las fuerzas del Imperio Mikene. En UFO Robot Grendizer pilotará el platillo que sirve de apoyo al nuevo protagonista Duke Fleed (Daisuke) responsable del nuevo mecha, pero me estoy yendo por las ramas. Mazinger Z narra el enfrentamiento entre el diabólico Doctor Infierno y las fuerzas comandadas por el profesor Gennosuke Yumi, responsable del Instituto de Investigaciones Fotoatómicas. A lo largo de noventa y dos capítulos asistiremos al proceso de aprendizaje en el manejo de Mazinger por parte de Koji; a las progresivas mejoras en el robot, que conquistará los mares y los cielos (como reza la versión española de la canción de salida de la serie); a la aparición de nuevos y más peligrosos aliados en el bando del Doctor Infierno; a la progresiva conversión de los brutos mecánicos en series de naturaleza biotecnológica… La evolución es lenta pero perceptible, lo cual redunda positivamente a la hora de ejercer de contrapeso a su larguísima duración (casi un centenar de episodios). Hay acción, aventura, misterio, humor y algo de terror. El aspecto gráfico (oportunamente remasterizado para la ocasión) aguanta el tipo, si tenemos en cuenta que la serie supera los cuarenta años de existencia. El diseño de los personajes se ha mantenido durante todos estos años, lo cual es buen indicador de su vigencia a lo largo de las décadas. El principal aspecto que ha envejecido peor es el que viene dado por la relación entre Koji y Sayaka Yumi (piloto de un robot diseñado para la paz denominado Afrodita A y mentora del inexperto Kabuto en los primeros compases de la serie). El personaje femenino aparece supeditado a la condición tradicional de damisela en apuros a la que rescatar, al tiempo que se genera una relación de amor-odio entre ambos jóvenes con reflejos que a día de hoy serían considerados socialmente inaceptables y jurídicamente punibles. Desde una perspectiva actual, ciertos pasajes de las periódicas trifulcas entre uno y otra resultan poco aceptables (como la forma en la que Koji trata a Sayaka), habiendo desaparecido de las versiones más actuales. El manga y el anime no han sido ajenos al lento, tortuoso e inconcluso proceso de igualdad entre sexos y, paradójicamente, en este caso ha permitido que el joven Kabuto sea un personaje más agradable que su chulesco original animado.

Un último detalle que me gustaría destacar es el hecho de que, como contenido extra, se incluyan los episodios emitidos por Televisión Española en los setenta. Con independencia de sus virtudes y sus defectos, es ese doblaje el que recuerda la audiencia de mi generación. Esas voces, esa música de entrada y salida, esas denominaciones son las que remueven algo especial en mi fuero interno, al igual que sucederá –creo yo- con otras personas que hayan podido escuchar otros términos, otros acentos, otro doblaje. Esa emisión censurada, sin orden ni concierto es uno de los recuerdos de infancia y, sólo por eso, merece la pena esta inclusión.

  Dirección: Tomoharu Katsumata, Fusahiro Nagaki, Nobuo Onuki, Yûgo Serikawa Guión: Gô Nagai Música: Michiaki Watanabe Animación: Yukiyoshi Hane Reparto: Hiroya Ishimaru, Osamu Katô, Haruko Kitahama, Minori Matsushima, Kazuko Sawada, Junpei Takiguchi, Isamu Tanonaka, Kôsei Tomita, Jôji Yanami, Hiroshi Ôtake Duración: 92 episodios de 22 minutos de duración, recopilados en…

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Guión
Animación
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Khonshu
Khonshu
Lector
2 marzo, 2015 20:24

Buena reseña, Luis, muy nostálgica.

Yo con la serie clásica no me atrevo. Ya me llevé un chasco hace años cuando intenté revisionar Comado G. Prefiero ver reinterpretaciones modernas que sean fieles al original (como la excepcional Shin Mazinger) antes que maltratarme con productos que han envejecido más bien mal.

Quizás es que yo por edad soy más de Saint Seiya que de Mazinger, que me pilló con poco uso de razón.

Lobezno23
Lobezno23
Lector
2 marzo, 2015 21:04

Que nostalgia me da la intro y eso que no paso de los 20 años…