ZN Series – Arrow. Segunda Temporada. De vigilante vengador a héroe trágico

 

Género: Drama, acción, ciencia ficción
Creador: Greg Berlanti, Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg
Reparto: Stephen Amell, Caity Lotz, Katie Cassidy, David Ramsey, Willa Holland, Emily Bett Rickards, Manu Bennett, Colton Haynes, Susanna Thompson, Paul Blackthorne, John Barrowman, Kevin Alejandro, Grant Gustin
Producción: Bonanza Productions Inc., Berlanti Productions, Warner Bros. Television
Canal: The CW
País: Estados Unidos

 

Hace unas semanas la segunda temporada de Arrow, una auténtica revelación para muchos espectadores no necesariamente adscritos al mundo del cómic, llegaba a su conclusión con un vibrante y emocionante capítulo titulado Impensable. El arco se había pasado tensado durante toda la temporada y conscientes de ello, sus guionistas y productores Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg y el director de esta season finale John Behring, tomaron una última bocanada de aire y apuntando a la diana su flecha parece que no salió del todo desviada. La serie ya había superado sus orígenes, unos que se remotan al año 2011 cuando Smallville llegaba a su final, con claros síntomas de agotamiento, y Greg Berlanti y los citados Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg asumirían su legado con una propuesta como Arrow. Pero aún con sus similitudes la serie de The CW y Warner Bros. Television ha conseguido desarrollar una personalidad propia y se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la cadena renovando por una tercera temporada que según sus responsables supondrá un nuevo punto de partida en la historia del personaje. Hasta este momento hemos conocido los primeros pasos de Oliver Queen, desde su anterior vida como despreocupado playboy y principal heredero de su acaudalada familia, pasando por su tragedia personal después de naufragar en una isla perdida del Pacífico durante cinco años (incluso más animada que la de Perdidos), hasta su regreso a la civilización, primero como un violento y vengativo justiciero con la misión autoimpuesta de limpiar Starling City de la corrupción y el crimen y posteriormente con la pretensión de «convertirse en algo más». Este ha sido el tema principal a explorar en la segunda temporada de Arrow, siempre condicionado a unas tramas llenas de misterios, vueltas de tuerca, revelaciones, flashbacks recurrentes, romances, traiciones, lucha de poderes y sacrificios.

La primera temporada de Arrow acabó con el terremoto en los Glades provocado por Malcolm Merlyn en el que moriría Tommy, el mejor amigo de un Oliver Queen, un hecho que sumiría a nuestro «protohéroe» en un profundo sentimiento de culpabilidad que le llevaría a colgar la capucha y el carcaj. Serían sus compañeros Felicity y Diggle los que lo convencerían para retomar la misión que había dejado a medias y regresar a una Starling City que le necesitaba mucho más que nunca. En esta nueva etapa Oliver Queen no quiere volver a ser El Encapuchado, no desea recordar lo que ese nombre representa, por ello asume la identidad de Arrow y para honrar la muerte de su amigo se hace la promesa de no volver a matar. No obstante, la fortaleza y decisión de Oliver Queen será puesta a prueba, ganando nuevos aliados para su causa, como Roy Harper, Barry Allen o Canario Negro, pero también alentando a nuevos/viejos enemigos como Sebastian Blood, Tigre de Bronce o su excompañero Slade Wilson convertido finalmente en Deathstroke. En este último tenemos la verdadera némesis de Arrow, un elemento catártico insertado en un clásico juego del ratón y el gato que pondrá la vida de Oliver Queen patas arriba y le hará replantearse su labor justiciera.

La ruptura con la primera temporada ya se presencia en los primeros capítulos en los que Oliver Queen debe hacer frente a nuevos retos en todas las áreas de su vida, en lo personal lidiando con los problemas de comunicación de su familia y el juicio contra su propia madre, en lo profesional confrontando a la ambiciosa Isabel Rochev que busca el control de Queen Consolidated y en su faceta heroica teniendo sus primeros encontronazos con El Alcalde y La Liga de Asesinos de Nyssa al Ghul. Finalmente, todos estas heridas abiertas estarán más conectadas de lo que esperado, y seguramente de lo conveniente, pero en este punto Arrow tiene un planteamiento y un personaje protagonista mucho más agradecido de seguir de lo que nunca lo fue el Clark Kent de Smallville. Tampoco tiene ningún tipo de complejo -como si le pasa a Agentes de S.H.I.E.L.D., para entrar ya en odiosas comparaciones- por servirse del fondo de armario del que procede, en este caso el Universo DC, promocionando héroes y villanos del mismo en casi cada capítulo y construyendo una historia rica en referencias y personajes con muchas posibilidades por descubrir y explorar. En un episodio encontramos al Conde Vértigo o Deadshot y en el siguiente a A.R.G.U.S. y el Escuadrón Suicida.

Esa es la dinámica recurrente en Arrow y hace mucho más atractiva la propuesta de cara al público, lector de cómics o no, al darnos una sensación de verdadero universo en construcción y al que aportan su granito de arena incorporaciones de nuevo cuño como la del bueno de Andy Diggle que han acabado haciendo el camino inverso, saltando de la pequeña pantalla a las páginas de los cómics. Por supuesto, los responsables de Arrow interpretan la mitología y el mundo de Oliver Queen a su particular manera y según su conveniencia, muchas veces de forma ligera y sin atender a las consecuencias, pero eso es algo esperado porque el canal The CW tiene una personalidad y un sello de fábrica muy marcado en sus productos como podemos comprobar en exitosas cabeceras de su parrilla como Gossip Girl, Supernatural o The Vampire Diaries. A veces, el componente de drama y la relación entre personajes, siempre con sus correspondientes dosis de romance, solapan la posible entidad superheroica de Arrow perdiéndonos en divagaciones intrascendentales y tramas secundarias en los que sus protagonistas siempre acaban actuando de forma bastante contradictoria y rocambolesca, haciendo, deshaciendo y desdiciéndose con innatural facilidad.

Esto no es culpa de los actores, unos se dejan caer por el show sin un aparente objetivo más allá de sacar de los nervios al espectador, otros aparecen y desaparecen sin mayores explicaciones, pero la mayoría cumplen con su cometido y unos cuántos incluso llenan la pantalla con su carisma. Este sería el caso del Oliver Queen de Stephen Amell, la entrañable Felicity Smoak interpretada por Emily Bett Rickards, el Slade Wilson / Deathstroke de Manu Bennett, ya acostumbrado a construir caracteres fuertes dominados por la visceralidad de sus acciones, y el simpático y dicharachero Grant Gustin en su prometedora presentación como Barry Allen. El problema más bien radica en la estructura de unas temporadas excesivamente largas y con evidente relleno, veinticuatro capítulos son demasiados cuando se tiene una historia con fecha de caducidad entre manos, la venganza se sirve fría pero no congelada y cuando se alarga el orden natural de las cosas los primeros perjudicados son los personajes cuyas idas y venidas pueden acabar resultando incómodos y molestos para el espectador. Esto ocurre en muchas series estadounidenses pero al menos en el caso de Arrow la acción sirve siempre de válvula de escape y se suele apelar a cierta sana huída hacia adelante.

Esto último resulta positivo porque hay una evolución en la historia y en sus personajes pero si esta llega a estancarse en próximas temporadas puede convertirse en el principal problema de Arrow. En esta ocasión hemos tenido una temporada en la que se han ido añadiendo elementos para definir el carácter heroico de su protagonista, la más plana pose de vigilante vengador se ha traducido en la eclosión de un héroe trágico, asumiendo el espíritu del mismo y también algunas de sus características más anecdóticas como el antifaz. En la trama de esta segunda temporada la aparición de Grant Gustin marca un punto de inflexión en el show, plantando las semillas para la futura The Flash -que apunta a un posible y relativo cambio de reglas en el futuro- y sirviendo también como impulso para la serie que a partir de dicho momento, a mediados de temporada, se precipita en un agradecido festival de tópicos superheroicos que en la práctica suponen una nueva génesis para Arrow (apartada pero complementaria y ligada a la ya conocida). La propuesta ha mejorado su intensidad y ha asumido riesgos saliendo, en términos generales, bien librada, pero esperemos que esto no sea algo aislado y sí algo definitorio y habitual de la serie de The CW.

De la primera temporada dejamos atrás un trasfondo más endogámico y social, Oliver Queen ya no se enfrenta a multimillonarios y presidentes de grandes corporaciones de la «lista de personas malas» de su autoinmolado padre, aunque la política y rencillas de empresa sigan siendo un cuchillo de doble filo y un verdadero nido de serpientes. De igual manera, esta segunda temporada pretende olvidar su relativa contención y complejos en ciertos aspectos, asumiendo la historia derroteros más abiertamente fantásticos, incrementando sus dosis de acción y espectacularidad cuando sus creadores se entregan a ellas y limitando un poco (sólo un poco) los gratuitos torsos que parecen incomodar a más de un espectador. El resultado sería más contundente y redondo, como ya hemos comentando, sin tantos capítulos de relleno y posiblemente prescindiendo del ya manido recurso de los flashbacks, bien llevados al principio de Arrow, cuando era incluso más interesante y atractivo lo que pasaba en la isla de Lian Yu que la deriva en la vida diaria de Oliver Queen en Starling City, pero innecesarios a estas alturas por reiterativos y, a menudo, asépticos, más cuando se centran en pasajes previos al naufragio y la verdadera lucha por la supervivencia de su protagonista principal.

En resumen, este ha sido el año de la redefinición y consagración de Arrow al ofrecernos un entretenimiento ligero, divertido y honesto, con sus defectos de fábrica, porque tampoco es la panacea que muchos han querido ver, pero tiene un buen margen de mejora y una historia y personaje que puede dar mucho juego a sus guionistas y directores. Por otro lado, la herencia de Smallville, aunque más digerible, sigue estando a flor de piel y eso seguramente continuará siendo un lastre para algunos aficionados (sobre todo si son más de pechos y no tanto de torsos). Esto sería un error porque la segunda temporada de Arrow sienta bases interesantes de cara al futuro, hemos presenciado la conversión de un simple vigilante vengador en un héroe trágico con muchos más matices y dualidades a las que dar rienda suelta en próximas entregas. Y ahora también tendremos que estar pendientes de The Flash, un spin-off que aparentemente tendrá sus consecuencias, seguramente para bien y para mal, en el propio viaje de Arrow, porque de alguna manera, si Oliver Queen no quiere quedarse en la retaguardia deberá volver a metamorfosearse en algún momento, pasando de su nueva pose de héroe trágico para transformarse en un consagrado superhéroe.

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• Horrible. Deberían practicar tiro con arco con sus productores. (2%, 8 Votes)
• Mala. Sólo aguanté los primeros capítulos... (2%, 7 Votes)

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