ZN Cine: las tortugas ninja cinematográficas de los 90

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1964

Fuente: Aratz, one step beyond
Portada de la tercera entrega de la saga

Un poco de historia

Remontémonos en el tiempo un cuarto de siglo. En la transición entre los ochenta y los noventa del siglo pasado las tortugas ninja constituían una de las franquicias más rentables. Quién podía imaginar que un cómic independiente (más bien underground) que parodiaba los trabajos de Frank Miller se iba a convertir en una mina de oro. Dibujos animados, figuritas, más tebeos, videojuegos… la transición a la pantalla grande parecía el siguiente paso lógico, aunque quizá mi perspectiva esté un poco contaminada por la experiencia de los tiempos actuales, donde la explotación global es la premisa en la que se basa cualquier franquicia que se precie. Sea como sea, el caso es que en la primavera de 1990 el mundo se preparaba para afrontar la “tortuga-manía”.

A finales de los ochenta, no era para nada extraño que los medios de comunicación se refirieran con el sufijo “manía” a las campañas publicitarias que acompañaban a algunas producciones cinematográficas. Así, asistimos a la “bat-manía” en 1989, a una fallida “tracy-manía” poco después y a esta “tortuga-manía” que venía a coronar varios años de éxito de los quelonios ninja en sus versión más infantil. En su número de diciembre de 1990, la revista Micromanía (dedicada tradicionalmente al mundo de los videojuegos con algunos apuntes de música y cine) dedicaba un artículo a la fiebre reptiliana que recorría el mundo, aportando ejemplos tan singulares como el hecho de que un potentado del petróleo arábigo hubiera pagado sus buenos maravedíes por decorar un lujoso hotel como el cuartel subterráneo de Splinter y sus pupilos para celebrar el cumpleaños de uno de sus hijos. La expectación, como pueden imaginarse, era mucha, y por motivos diversos.

La idea de una película que llevara a la pantalla grande las aventuras de los cuatro guerreros y su maestro, planteaba algunas cuestiones un tanto problemáticas. Para empezar, estaba la cuestión del tono que había de adoptar. El cómic original era más bien oscuro, pero la versión más popular de los personajes era notoriamente infantil. Entre los ceñudos ninjas del primero y los entrañables devoradores de pizza de la segunda mediaba un pequeño abismo que, además, incluía elementos “delicados” desde el punto de vista del progenitor biempensante, como la condición de ninjas de los protagonistas, el consecuente uso de armas “prohibidas” (¿?) y la consabida violencia. Muchas de las polémicas planteadas en los ochenta podrían resultar risibles en estos tiempos, pero como puede comprobarse, las críticas provenientes de familiares preocupados y ligas morales varias no aparecieron con la llegada del manga. Volviendo al tema que aquí se trata, hay que advertir que el deseo (o la necesidad) de contentar a todo el mundo está presente en la trilogía de películas que se estrenaron entre 1990 y 1993, y que fueron desde el tono oscuro a otro más infantil y de ahí a otro nuevamente más violento.

Otro de los aspectos a considerar era la cuestión de los efectos especiales. A principios de los noventa la animación por ordenador estaba todavía en pañales, por lo que la posibilidad de ver a cuatro tortugas antropomórficas practicando artes marciales y manejando sus armas se percibía con cierto grado de escepticismo. Afortunadamente, los responsables del proyecto acudieron al mayor experto en lo que a creación de muñecos y marionetas se refiere: Jim Henson. El padre de Barrio Sésamo y de los Teleñecos había fundado una empresa –Jim Henson Creature Shop- dedicada a la fabricación de todo tipo de seres (de cuyos talleres salieron, por ejemplo, Espinete y Yupi, pero ya me estoy yendo por la senda ochentera otra vez). La entidad trabajó en las dos primeras entregas de la saga, desvinculándose de la tercera al considerarla excesivamente violenta. Como dato entrañable hay que indicar que la elaboración de los trajes de los aguerridos quelonios fue uno de los últimos trabajos de Henson, que fallecería en 1990. Los productores dedicaron a su memoria la segunda de las películas.

Primer asalto: honor, deber, venganza y pizza

Un detalle interesante viene dado por el hecho de que la saga fílmica se encuadra dentro del apartado de producciones independientes. Sus responsables fueron un conjunto de entidades entre las que destacan Mirage Enterprises (la empresa fundada por Eastman y Laird para la publicación de cómics) y la legendaria productora hongkonesa Golden Harvest. La primera entrega de la saga constituyó un éxito en el plano económico de tal calibre que fue durante una década la película de cine independiente más rentable de la historia. Su mérito consistió en alcanzar un difícil equilibrio entre las la dureza del tebeo original y la simpatía y el inocente encanto de su versión animada. Así, April O´Neil aparece como periodista (su profesión de los dibujos animados) y no como técnica informática (su trabajo en el cómic primigenio) en tanto que la historia de Splinter y sus hijos adoptivos enlaza directamente con las historias de honor, deber y venganza del Japón moderno (largamente tomadas prestadas por Frank Miller, involuntario inspirador de don Kevin y don Peter). El drama del dueño-maestro de Splinter, su aciago destino y las circunstancias que llevarían a la rata-mascota a convertirse en la guardiana del legado marcial de su difunto amo. El justiciero Casey Jones (interpretado por Elias Koteas), el Despedazador, el Clan del Pie y las pizzas… el universo de las tortugas ninja en la cinta, rematada en un combate climático y la promesa de más aventuras. Los cuatro hermanos no eran tan feroces y despiadados como sus contrapartidas originales, pero tampoco eran tan infantiles como las versiones para el público infantil de la serie de animación. Había una leve diferenciación entre los caracteres del cuarteto quelonio, aunque quizá Leonardo (el líder responsable) y Raphael (el electrón-voltio libre) son los que marcaban más las diferencias en un grupo caracterizado por el sano cachondeo y las ganas de poner en práctica sus conocimientos. Veinticinco años después de su estreno, la primera entrega de la saga sigue siendo visible, digna de revisión y adecuada para pasar una tarde de lluvia (como la que está pasando Tenerife mientras escribo estas líneas).

Segundo asalto: bajo el luminoso resplandor de unos mocos verdes

El éxito de la primera incursión cinematográfica de las tortugas motivó que, justo al año siguiente -1991- apareciera la secuela, titulada El secreto del Ooze o El secreto de los mocos verdes (en su versión para España). Las principales novedades que aportó esta cinta fueron la sustitución de Judith Hoag por Paige Turco en el papel de April (manteniéndose la última en la tercera parte de la saga), la incursión del rapero Vanila Ice en el mundo cinematográfico y la suavización del tono oscuro y la reducción de las dosis de violencia de la primera parte. Los responsables querían una película más infantil, reduciendo notablemente el empleo de las armas habituales de los protagonistas, pero ni por ésas se libraron de las críticas. El argumento de esta segunda entrega ampliaba la cuestión del origen del cuarteto, pues los mocos verdes del título eran la sustancias que había permitido que aquellos hermanos abandonados y su padre adoptivo se desarrollaran física e intelectualmente. Personajes salidos de los dibujos animados (más bien adaptaciones circunstanciales ante la oposición de Eastman y Laird) y el doble de presupuesto dieron como resultado una película mayormente vapuleada por la crítica que, con todo, recaudó el triple de la inversión. Las cuentas no eran tan lustrosas como en la aventura anterior, pero justificaron una tercera y última parte.

Tercer asalto: magia, viajes en el tiempo y música disco

Dos años después de la gran batalla mocosa, la campaña veraniega de 1993 acogió el estreno (al menos en España, que en aquellos días lo de los estrenos mundiales no era algo habitual, y viva el eufemismo) de la entrega final de la saga. Repetía Paige Turco y volvía Elias Koteas (ausente en la segunda parte) al tiempo que se tomaba prestado nuevo material de la franquicia para contar una historia de viajes en el tiempo en el que, por obra y gracia de la magia, April y las tortugas acababan en el Japón de las guerras civiles, intercambiadas con un príncipe y cuatro samuráis. En los tebeos, los hermanos habían visitado aquel tiempo y lugar (en la serie de Usagi Yojimbo, por citar un ejemplo) planteándose aquí la disyuntiva entre volver al mundo al que pertenecen o permanecer en uno en el que se sienten más cómodos. En la Nueva York del S. XX han de esconderse pero en el feudo del clan Norinaga en el S. XVII son guerreros reverenciados. En esta ocasión, la vis cómica viene de la mano de los atribulados nipones lanzados al futuro, a los que Casey y Splinter deben intentar pastorear, generando inesperados homenajes a Cocodrilo Dundee o La ciudad no es para mí. Música italo-disco ochentera y reminiscencias de Shogun cerraron una saga que, una vez más, fue tan machacada en la crítica como reverenciada en las taquillas. Como apunte curioso, hay que indicar que, fiel a la tradición patria, los responsables del doblaje para España introdujeron algunas coñas relativas a personajes televisivos de moda en aquel momento (como Pepe Gáfez y su “¡qué mala zuerrrrrte!”) con el resultado habitual de volverse más y más anacrónicas conforme pasan los años.

En conclusión

La primera trilogía cinematográfica de las tortugas constituye un curioso experimento de cine más o menos independiente que, dos décadas después, da como he dicho para disfrutar un par de tardes entretenidas. Si la versión de 2014 –magníficamente glosada por Samuel Secades- no es para ti y quieres quitarte el mal sabor de boca, siempre puedes echar mano de estos filmes. Carne de película de videoclub para un fin de semana, pero un buen ejemplo de la capacidad para hacer adaptaciones de comics exitosos antes del uso y abuso de los efectos por ordenador.

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Igverni
Lector
21 octubre, 2014 11:40

Gracias Luis Javier, por este repaso!!

Más o menos se ajusta a lo que recuerdo, aunque hace siglos que las vi.

La 1ª: Buena. Un buen equilibrio entre el comic y los dibujos de la TV, una película más que digna.
La 2ª: muy infantil y decepcionante. Creo que solo la ví 1 vez, en el cine…
La 3ª: No recuerdo ni haberla visto, creo que con eso está todo dicho.

Como paso de darle pasta a Michael Bay, ya tenía previsto ver esta película en casa con mi nene, a ver si así le «engaño»… creo que saldremos ganando padre e hijo…

Saludos!

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
21 octubre, 2014 12:39

La primera bien, tiene su gracia. Si la ves de crío flipas, claro (excepto con la anticlimática pelea final).
La segunda, pos bueno, tiene un pase. Salen unos monstruos curiosos.
La tercera es directamente una basura inmunda y abominable. Pero mejor que yo lo explica el Angry Video Game Nerd

https://www.youtube.com/watch?v=BDUa7DrSH2w

billyboy
billyboy
Lector
21 octubre, 2014 13:21

Nobtetdujin para anticlimatica la pelea final de la 2,cuando parecia que tenias que ver una pelea de la leche……va y ocurre un derribo.

Wolvie
Wolvie
Lector
21 octubre, 2014 17:17

La primera, la vi hace un mes atrás. Nunca la había visto en mis treinta años de vida. Y como no leí el comics (aunque si conozco las historias) y sí pasé mis tardes viendo los dibujitos de ellas, la peli me encantó!!!, Me hizo retrotraer a un tiempo genial!!! Muy buena peli!

Juan Luis Daza
Autor
21 octubre, 2014 22:26

Bueno, bueno, lo primero felicitar a Luis Javier por su trabajo y después comentar que esta trilogía y los personajes que la protagonizan en general me tocan la patata por ser una parte importante de mi infancia.

Vi la serie de animación cientos de veces, tenía (y aún conservo) casi todos los muñecos de Bandai y muchos de sus derivados (las versiones rockeras, disfrazadas, con caparazón almacén) y varios de los cómics post tortugamania, no los de Eastman y Laird.

Pero a las películas en imagen real les guardo un especial cariño, sobre todo a la segunda parte que fue la que me desvirgó en un cine (recuerdo como aplaudió toda la sala cuando salió el título de la película al principio, eran otros tiempos) aunque la primera es mucho mejor y como bien dice Luis Javier hoy día mantiene muy bien la compostura (me la compré en blu-ray y la revisión fue un gustazo y no sólo por la nostalgia) hasta a la tercera le tengo aprecio aunque sea la más floja.

Vamos, que habéis tocado la vena sensible con esta entrada, que si la juntamos con la crítica de Samuel a Ninja Turtles me incita a ir al cine a volver a ver a unos viejos amigos, aunque no sean los mismos de siempre.

Pd: http://transgresioncontinua.blogspot.com.es/2013/12/tortugas-ninja-los-quelonios-toman.html

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
21 octubre, 2014 23:33

A mi siempre me dio la impresión de que la tercera era como un sucedáneo y nunca me molesté si quiera en verla, por los comentarios parece que no me equivoqué.

Las dos primeras, como a casi todo el mundo por aquí, marcaron mi infancia (sobre todo la primera), junto con el Batman de Tim Burton fueros los dos fenómenos sociológicos del momento. Años después me sorprendió darme cuenta de que la recaudación en taquilla de las pelis de las tortugas estaba bastante lejos de los mega-blockbuster, ya no actuales, sino de aquel momento. No estoy seguro ni de que aparezcan en las listas de BoxOfficeMojo.

El caso es que un día de estos tengo que volver a vérmelas a ver qué tal las ha tratado el paso del tiempo (espero no llevarme un palo muy gordo). Como nota curiosa diré que me alegro de que la corrección política no nos hubiera alcanzado todavía en aquellos tiempos y pudiéramos disfrutar de un doblaje con expresiones que raramente se permitirían hoy en día en películas teóricamente para niños. De hecho, si no estoy equivocado la redoblaron años después y quitaron el famoso «de puta madre».

billyboy
billyboy
Lector
22 octubre, 2014 0:17

Ultron,no te equivocas,la redoblaron y quiitaron los tacos.

Juan Luis Daza
Autor
22 octubre, 2014 0:38

Pues menuda cagada, aunque ojo, lo que dicen los personajes en V.O es el clásico «¡Cowabunga!»

Belanner
Belanner
Lector
22 octubre, 2014 2:18

Pues seré un tipo raro pero a mi la segunda me gustó en su momento y tengo muy buen recuerdo de ella. xD
¿En qué peli vas a ver tortugas bailando hip-hop mientras reparten galletas a los malos, si no?xD

Go ninja go ninja Go!

Javié
Javié
Lector
22 octubre, 2014 2:29

Vamos a llevarnos bien y dejar de tocar los cojones lo advierto, no vayamos ahora de listos con el equilibrio entre los cómic y los dibujos de la tele, que aquí los cómic no los conocía ni el tato, las tortugas ninja eran unos dibujos animados y unos muñecos, que con los años nos enteramos que se basaron en un comic Pulp en blanco y negro.

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
22 octubre, 2014 12:52

Si no me equivoco mi primer contacto con los quelonios también fue la máquina recreativa y el videojuego para la NES, y después la serie de dibujos. Yo también me sorprendí de que hubiera un cómic y que además todos fueran como Rafael.

BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
22 octubre, 2014 14:17

¿En serio la tercera tuvo buena recepción en taquilla? Pensaba que había sido un fracaso estrepitoso (debido a que es un mojón) y más teniendo en cuenta que estaba la «sauriomania» de Parque Jurásico…

La única que salvo es la primera: palabrotas, pizza, macarradas y acción.
Incluso dejaron un hueco para hablar sobre los adolescentes inadaptados que huyen de su casa para juntarse con bandas.
Más no se puede pedir a un producto como las tortugas ninja.

PD: ¿cuantos de vosotros cantásteis lo de «go ninja, go ninja, go!!»?

Javié
Javié
Lector
22 octubre, 2014 17:37

PD: ¿cuantos de vosotros cantásteis lo de “go ninja, go ninja, go!!”?

Son los mismos que hoy en día enseñan la canción a sus hijos….

https://www.youtube.com/watch?v=us0HMWVPv_M