ZN Cine – Del Cine al Cómic (I): Robocop de Frank Miller y Steven Grant

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Los aficionados a la viñeta pecamos muchas veces de ver una forma harto unidireccional la simbiosis entre el cine y los cómics. Pero la relación del medio audiovisual y el arte secuencial ha sido siempre una constante. Los primeros cómics se vieron influidos por la narrativa cinematográfica, los guionistas y dibujantes de principios de siglo utilizaron para la creación de sus personajes referencias del cine de la época. Por otro lado, las adaptaciones de cómic a la gran pantalla y, más tarde, a la televisión, serían de interés casi inmediato para las productoras estadounidenses motivadas por el intento de ofrecer experiencias nuevas a sus espectadores. Esta conexión ha sido a lo largo de las décadas más o menos apasionada pero siempre ha sobrevivido. Hoy vivimos en una época de bonanza en la que las adaptaciones de cómic son comunes y corrientes y el medio audiovisual ya no solo ve superhéroes en los cómics. Pero, como hemos dicho, esta relación nunca ha sido unidireccional, el cómic lleva mucho tiempo alimentándose de los grandes mitos y leyendas del cine y la televisión, en sus formas y reflejos, aunque eso haya supuesto a veces prescindir de las posibilidades únicas y exclusivas de la viñeta. Nada que les haya impedido hacer suyas conocidas y populares producciones, franquicias y sagas de medio.

Desde La Guerra de las Galaxias de George Lucas a la serie del Doctor Who, de Regreso al Futuro a la reciente Pacific Rim de Guillermo del Toro, de Hora de Aventuras a Jem y los Hologramas, de Buffy Cazavampiros a Héroes o el Batman de Adam West, de Aliens a Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street… Estos referentes culturales han dejado miles de historias de calidad dispar en la viñeta, muchas de ellas concebidas como simple elemento publicitario y otras tantas más ambiciosas capaces de tomar las mitologías de estas creaciones y ofrecernos acercamientos complementarios y estimulantes visiones libres de las limitaciones de la pequeña y gran pantalla. De estas historias queremos hablar en nuestra nueva sección, Del cine al cómic, un espacio en el que darle la vuelta a la tortilla y conocer algunas de esos cómics que han tomado como punto de partida, y sin ningún tipo de complejo, el cine y la televisión. En ella intentaremos ahondar en las dos partes de la ecuación y dar una visión lo más global y completa posible. No seguiremos ningún tipo de cronología ni una cadencia determinada pero, sin duda, vamos a hablar largo y tendido sobre cómics, cine y televisión. Pero no nos entretengamos más, hoy vivos o muertos, como diría nuestra primera víctima, tendréis que leernos. Hoy hablamos de… ¡Robocop!

Robocop en el mundo del celuloide: De Paul Verhoeven a Jose Padilha

Durante la segunda mitad de los años 80 circulaba por Hollywood un guión escrito por unos tales Ed Neumeier y Michael Miner que era rechazado sistemáticamente por todas las productoras que ponían sus manos en él. Un día, dicho libreto cayó en poder de un director holandés llamado Paul Verhoeven, que después de haber sido invitado «amablemente» por el gobierno de su nación a abandonar los Países Bajos por crear una enorme polémica con films como Delicias Turcas, Spetters o El Cuarto Hombre y tantear las producciones internacionales con la problemática Los Señores del Acero, se hizo con una copia del escrito. Con pocas páginas leídas el futuro director de Instinto Básico o Showgirls lo arrojó al cubo de la basura pensando que el trabajo de Neumeier y Miner allí se encontraría como en casa. Por suerte la mujer de Verhoeven se encontraba con él, recuperó el guión, lo leyó al completo y convenció a su marido para que lo examinara de manera íntegra y así consiguiera ver que había mucho más que una típica historia de ciencia ficción detrás de aquel proyecto que tenía el poco alentador nombre de Robocop.

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La primera película de Robocop es todo un clásico de la ciencia ficción de los 80.

En 1987 el mundo descubrió la historia de cómo el íntegro agente de policía Alex J. Murphy se convirtió en Robocop. Paul Verhoeven decidió embarcarse en el proyecto impulsado por la célebre productora Orion Pictures y el éxito fue descomunal. Con un pletórico Peter Weller como protagonista Robocop retrataba un futuro en el que la ciudad de Detroit se encontraba devorada por el crimen y el capitalismo agresivo. Corporaciones privadas como la OCP controlaban las fuerzas de la ley mientras hacían negocios con los criminales de los bajos fondos, en medio de esto un incontable número de policías perdían la vida en acto de servicio. Aunque la historia se centraba en cómo el agente de policía Alex Murphy «resucitaba» (las reminiscencias teologicas que obsesionan a Paul Verhoeven son constantes en el film) convertido en un robot policía controlado por la OCP, lo más interesante del proyecto era el profético retrato que se realizaba de una ciudad regida por la globalización, el crimen organizado desde las altas esferas y la ambición de unos empresarios gubernamentales sin escrúpulos. La violencia brutalmente explícita, el humor negrísimo que convertía al film, no sólo en una sátira que ridiculizaba al pensamiento neconservador norteamericano propio de los años 80 sino tambien a los action heroes de la era Reagan, fueron los alicientes que convirtieron a Robocop en la mejor cinta de la etapa estadounidense de su director y uno de los mayores y más notorios éxitos cinematográficos de aquella década.

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El malparado guión de Robocop 2 supuso la primera toma de contacto de Frank Miller con el personaje.

En 1990 llegó la secuela Robocop 2, cuya gestación fue un considerable caos y paso por las carteleras anecdótico (fue en el mercado del VHS donde consiguió barrer en ventas) y si datos como que Paul Verhoeven pasara la batuta de la dirección veterano Irvin Kershner (Star Wars: El Imperio Contraataca) son importantes, el que más nos interesa es que esta segunda parte fue la que hizo que el personaje creado por Ed Neumeier y Michael Miner cruzara su camino por primera vez con el del guionista y dibujante Frank Miller, que por aquel entonces tenía el mundo del cómic postrado a sus pies. No es descabellado que los productores de Robocop 2 vieran en el autor de Ronin a un buen valedor para encarar la segunda película de Robocop ya que obras como Give Me Liberty o El Regreso del Caballero Oscuro dieron muestras de que Miller tenía una visión sarcástica de su tiempo, dejando en evidencia a gobiernos, medios de comunicación, corporaciones privadas y que esa visión podía servir de caldo de cultivo para dar forma a una nueva historia que estuviese a la altura del potencial de un personaje como el alter ego de Alex J. Murhpy. Pero la pre producción de Robocop 2 fue un desastre y la primera víctima fue el guión de Frank Miller, completamente adulterado antes de ser llevado a la pantalla (de hecho fue reescrito por Walon Green) y del que se mantuvieran muchas ideas y casi todo el núcleo argumental, pero tergiversado hasta extremos más que notables.

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En Robocop 3 ya le habían cogido el gusto a destrozar argumentos de Frank Miller

Más sangrante, si cabe, para Frank Miller fue lo que sucedió con Robocop 3, la cinta que arruinó a la productora Orion Pictures y que terminó por acabar con el prestigio del personaje. Aquí ya la hecatombre fue total cuando los productores de la saga decidieron contratar a Fred Dekker (director de aquella obra de culto llamada Una Pandilla Alucinante que muchos recordamos con cariño) para convertir la tercera entrega del policía robótico de Detroit en una cinta para toda la familia propia de Disney Channel. Tan mal pintaba la cosa que el mismo Peter Weller salió escopeteado del proyecto cuando leyó el guión, aquel que cogió, una vez más, una historia del autor de Batman: Año Uno o Sin City y la pisoteó hasta dejarla irreconocible. Estas experiencias fueron las que hicieron que Frank Miller se alejara durante muchos años de la meca del cine, de la que renegaba totalmente después de su fracasado paso por ella. Más de 20 años tuvieron que pasar para que directores como Robert Rodríguez o Zack Snyder le devolvieran las ganas de codearse con el séptimo arte, pero esa es otra historia. Lo que Miller no sabía por aquel entonces es que, paradójicamente, sería el noveno arte el que le permitiría en un futuro trasladar con toda la fidelidad posible los guiones que escribió para Robocop 2 y 3. Pero tampoco debería extrañarnos esta afirmación, si tenemos en cuenta que Robocop tiene una larga trayectoria en el mundo del cómic que comentaremos unos párrafos más abajo.

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El remake a manos de Jose Padilha supuso un muy digno reinicio para la saga.

Como es costumbre en Hollywood la idea de realizar un remake de una obra de culto como Robocop comenzó a gestarse allá por 2008 por medio de una Metro Goldwyn Mayer que tenía la intención de poner frente al proyecto al célebre, talentoso y polémico cineasta Darren Aronofsky, experto en implicarse en reinicios o secuelas de sagas cinematográficas de las que, por unos motivos u otros, acaba desvinculándose. Finalmente fue el carioca Jose Padilha, director del soberbio díptico Tropa de Élite, el que se ocupó de tomar las riendas del proyecto llevando a imágenes un guión escrito a seis manos por Nick Schenk, Joshua Zetumer y James Vanderbilt y teniendo en sus manos un reparto de campanillas entre el que podíamos ver a Gary Oldman, Jackie Earle Haley, Michael Keaton o Samuel L. Jackson comandadados todos por el sueco Joel Kinnaman dando vida a Alex J. Murphy. El resultado fue un largometraje a años luz de la cinta original de Paul Verhoeven pero con los suficientes hallazgos (reparto, dirección, casting, interesante subtexto social y político) como para ser considerado uno de los remakes mas dignos e interesantes del Hollywood reciente. De las series animadas, la de imagen real (sencillamente terrible e infantiloide) y de la miniserie Robcoop: Prime Directives, el único producto de ficción con el personaje como protagonista que ha sabido captar casi al 100% el tono satírico de la cinta primigenia de 1987, hablaremos en otra ocasión.

Robocop en el mundo del cómic: De Marvel a BOOM! Studios

Robocop comenzó su andadura en el mundo del cómic de mano de Marvel con una adaptación, en una sola entrega, de la película homónima de 1987 ese mismo año, en 1990 una miniserie de tres números haría lo propio con la secuela, pero sería en una serie regular de 23 números donde la Casa de las Ideas explotaría con más éxito al personaje. De 1990 a 1992 guionistas como Alan Grant o Simon Furman y dibujantes como Lee Sullivan o Andrew Wildman mezclaron todo el microcosmos del personaje implicándolo en un contexto urbano lleno e vigilantes fuera de la ley a los que debía ajusticiar y aunque se redujo la violencia y la sátira propias del personaje algunos arcos como Bomba Mental o Más Allá de la Ley mantenían la compostura muy dignamente y villanos como el Coronel Flak o Aza suponían una amenaza lo suficientemente interesante como para dar la réplica al protagonista. Dark Horse, la casa del Hellboy de Mike Mignola o las aventuras en viñetas de la Buffy Cazavampiros de Joss Whedon, fue la siguiente editorial en hacerse con los derechos de Robocop. Editaron cinco miniseries con el personaje entre 1992 y 1993, la mayoría ínéditas en España. La adaptación de Robocop 3, Robocop Prime Suspect, Robocop: Mortal Coils y Robocop Roullette. Pero en el sello de Sin City sería la miniserie crossover Robocop vs. Terminator con escritura de Frank Miller e ilustraciones de Walter Simonson el trabajo más exitoso de la versión mecanizada de Alex Murphy dando lugar incluso a un videojuego de Sega de considerable éxito en los 90.

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La vida editorial de los cómics de Robocop ha sido de lo más movida

En el año 2003 la editorial Avatar Press se hizo con los derechos del guión que Frank Miller escribió para Robocop 2 y que los productores mandaron reescribir. Partiendo del guion del autor de Holy Terror o All Star Batman y Robin su amigo Steve Grant y el dibujante español Juan José Ryp dieron forma a una serie de 9 números que llevaba a las viñetas todas las ideas que Miller no pudo trasladar a la pantalla grande y que aquí en España ha editado Aleta Ediciones en un único tomo. El sello de Crossed o Ferals siguió explotando al personaje con dos one shot titulados Robocop: Killing Machine y Robocop: Wild Child para poco después pasar los derechos a Dynamite Entertainment. En el hogar de The Boys, Vampirella o The Shadow nuestro policía mitad hombre mitad máquina protagonizó tres miniseries RoboCop Vol 1: Revolution, RoboCop Vol 2: Road Trip y Terminator/RoboCop: Kill Human Vol 1, segundo crossover con el cyborg futurista de James Cameron. BOOM! Studios, que tiene en su poder una cantidad ingente de derechos de personajes cinematográficos y televisivos, ha sido la última editorial en publicar material de Robocop. Por un lado ha seguido aprovechando material de Frank Miller, reeditando la primera colección de Avatar Press y dando forma a Robocop: Último Asalto, el guión del autor del creador de Daredevil: Born Again para Robocop 3 que fue rechazado y que aquí llevan a páginas de papel el habitual Steven Grant y el dibujante turco Korkut Öztekin en ocho números y que ha visto la luz en nuestro país también gracias a Aleta Ediciones en dos tomos recopilatorios. Por otro han publicado dos miniseries llamadas Robocop: The Human Element y Robocop: Dead or Alive inspiradas en el, muy digno, remake del carioca Jose Padilha. En la reseña que adjuntamos a continuación vamos a hablar de las dos colecciones protagonizadas en solitario por Robocop nacidas de la mente de Frank Miller y adaptadas al medio por Steven Grant. Frank Miller Robocop de Avatar Press con dibujo de Juan José Ryp y Robocop: Último Asalto con Korkut Öztekin haciendo lo propio para BOOM! Studios.

Robocop, de Frank Miller, Steven Grant y Juan Jose Ryp

 
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Historia: Frank Miller
Adaptación: Steven Grant
Dibujo: Juan José Ryp
Edición España: Aleta Ediciones 2007
Contiene: Frank’s Miller: Robocop (Avatar Press 2003-2004)
Formato: Tomo rústica de 216 páginas
Precio: 19€

 

Como previamente hemos comentado la desagradable experiencia de Frank Miller con la producción de Robocop 2 le alejó de Hollywood durante años. Cuando el veterano director Irvin Keshner, responsable de rodar la secuela de la cinta de Paul Verhoeven, leyó el guión del autor de El Contraataque del Caballero Oscuro dijo a la Orion Pictures que lo escrito en el mismo era «infilmable». De modo que los productores decidieron contratar al guionista Walon Green para que reescribiera el libreto. Ciertamente se conservaron en papel muchas de las ideas y conceptos de Miller, y este no debió de estar tan en desacuerdo con la elección cuando en el mismo film sale realizando un cameo, pero una vez hemos leído esta serie de nueve números editada por Avatar Press es inevitable admitir que el grueso de lo que e creador de Elektra aportó al argumento del largmotraje de 1990 fue considerablemente tergiversado o descontextualizado. La historia de Frank Miller cayó en manos de la editorial norteamericana y el trabajo de realizar la adaptación al cómic fue para Steven Grant (antiguo colaborador del director de The Spirit que conoce bastante bien su tono y narrativa) en cuanto a la escritura y para el español Juan José Ryp en el apartado gráfico. El resultado es un cómic que no sólo sabe adaptarse mejor que su contrapartida cinematográfica al espíritu de la cinta original de 1987 sino que destila la autoría de Frank Miller en muchos de los pasajes que le dan forma. El resultado es una obra alimenticia, excesiva, brutal y con mucha mala baba que da forma a un cómic que sin ser una genialidad si ofrece momentos los suficientemente potentes como para satisfacer a distinto tipo de lectores.

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Este Frank Miller’s Robocop no sólo es más fiel (aunque no del todo) al tono del film de 1987 que la secuela cinematográfica a la que dio lugar, también se permite extrapolar al microcosmos del personaje muchas de las inquietudes autorales del creador de 300. El retrato sobre un futuro tecnificado en el que las grandes empresas privatizan hasta las fuerzas de la ley y los delicuentes tienen contactos ilegales con las altas esferas remite al film de Paul Verhoeven, pero la visión nihilsta y objetivista de la sociedad estadounidense, los coqueteos con cierta ideología reaccionaria y un retrato de los medios de comunicación como entidad capaz de tergiversar la realidad por medio de la manipulación o la rebeldía más anárquica son señas de identidad 100% Miller. La trama se centra en la huelga que los policías de la ciudad de Detroit llevan a cabo cuando la OCP decide, no sólo abandonar a su suerte a los agentes, sino también desahuciar por medio de la violencia a los ciudadanos de a pie para dar forma a la futura Delta City dirigida íntegramente por dicha corporación y en la que se erradicará, supuestamente, todo aquello que no funciona en la vieja Detroit. Por culpa de dicha huelga Robocop es sobreexplotado para intentar erradicar la cada vez más descontrolada ola de crimen y para que su voluntad no se quiebre la OCP contrata los servicios de la sensual y manipuladora Margaret Love una doctora en psiquiatría que trata de desmantelar las directrices de Robocop para que este sea sustituido por su propio proyecto Robocop 2 en el que un inestable policía psicópata moribundo es reconvertido en una enorme máquina de matar cuya misión es eliminar al protagonista para que los planes de la Omni Consumer Products lleguen a buen puerto.

Si la adaptación de Steven Grant es escrupolósamente fiel al guión original de Frank Miller este presume de bastantes aciertos que le dan entidad y algunos fallos que le restan solidez. Por un lado la historia está bien desarrollada y los personajes están adecuadamente definidos. Roles como el de la Doctora Love, la agente Lewis, el Señor Fleck o el mismo Robocop son creíbles, tienen cierta profunidad y sus inquietudes y motivaciones están adecuadamente expuestas en las viñetas. Por otro lado el tono de sátira ácida y lacerante que es seña de identidad de las mejores historias del personaje (y las que no han apelado a ella han fracasado estrepitósamente a la hora de extrapolar la esencia del protagonista en la ficción) está en casi todo momento presente en la narración, pero al igual que sucedía en Robocop 2 Frank Miller no sabe dónde están los límites entre sátira y caricatura (aquellos que Paul Verhoeven nunca cruzó en el film primigenio al igual que el mismo Miller, que hizo lo propio en su mítico TDK de 1986) y la lectura de incorrección política sobre un porvenir en el que el capitalismo agresivo ha devorado las clases medias se muestra en ciertos momentos demasiado hiperbolizado de cara un lector al que en ocasiones le cuesta creerse esta visión tan granguiñolesca de una posible distopía futurista. Dentro de las debilidades deberíamos acusar a cierto caos estructural en cuanto a la exposicion de escenas dinámicas de acción que en su mayoría tienen lugar en paisajes urbanos con persecuciones y tiroteos varios. Lo cierto es que este fallo no tiene demasiado que ver con la narración del guión sino con el trabajo del español Juan José Ryp a los lápices.

El gaditano Juan José Ryp es uno de nuestros dibujantes más internacionales. Gracias a su talento, trazo hiperdetallista y poderoso control del arte secuencial ha conseguido trabajar en varias editoriales estadounidenses, algunas de ellas de las más importantes. En Marvel ha llegado a dibujar historias de Lobezno, Punisher o Caballero Luna y en DC se dedicó a ilustrar portadas para colecciones como Batman INC, pero ha sido en la editorial Avatar Press donde más trabajo ha tenido llevando a las viñetas guiones de los más grandes del medio como Warren Ellis (Black Summer, No Hero) Alan Moore (Otro Romance Suburbano) o Frank Miller en este Robocop que fue uno de sus primeros trabajos en USA y el que le abrió las puertas de aquella industria. Junto a Steve Grant, Ryp consigue realizar un trabajo notable en la obra que nos ocupa, revelándose como un profundo conocedor de la inconografía y parafernalia (ese maravilloso ED 209) relacionada con la versión cyborg del agente Alex Murphy. Pero su famoso trazo barroco y en ocasiones sobrecargado es el principal responsable de que en ciertos pasajes el cómics acuse cierta anaraquía formal (probablemente buscada intencionadamente) que satura al lector y llega a agotarlo. El trabajo de Ryp en Robocop recuerda al de Geof Darrow en Hard Boiled (curiosamente otro trabajo con guión de Frank Miller) por la narración visceral de la acción llena de pólvora, sangre y gore (el mismo que seguramente echó atrás a la Orion Pictures cuando leyó el guión) y si bien hemos comentado previamente acusa ciertos excesos que lo vuelven confuso también atesora algunos aciertos notables como la sensualidad con la que está diseñada el personaje de la Doctora Love, la expresividad de los rostros de todos los personajes y sobre todo ese matiz de cierta carnalidad que el autor de Wolfskin da a la armadura de Robocop para que está parezca ser la piel del mismo personaje y no un armazón de titanio, consiguiendo así una sensación de vulnerabilidad más que notable y acercar con ello al protagonista en cierta manera a los preceptos de la Nueva Carne conenbergiana, aquella en la que el director de Videodrome o La Mosca apelaba por un paso más en la escala evolutiva por medio de la fusión de la tecnología con el físico humano.

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Este primer Robocop a manos de Frank Miller deja claras algunas ideas con respecto a sus fallos y aciertos. Por un lado como obra es muy superior al guión que finalmente se utilizó para Robocop 2 tanto en desarrollo como en estructura narrativa o mensaje, aunque también es cierto que aquel tenía interesantes detalles añadidos que están ausentes en este como el personaje de Kane (el primer robot yonki de la historia de ficción filmada, todo un hallazgo en el largometraje) o el del niño metido a capo de la mafia que daba un tono de incorrección política más que notable a la historia. Por otro, y aunque es una obra más o menos alimenticia, tiene en su interior más Frank Miller que la mayoría de los últimos trabajos del norteamericano que o bien eran insatisfactorios en el plano argumental (All Star Batman y Robin) o repelentes en el ideológico (Holy Terror) no reverdeciendo laureles de tiempos mejores, pero sí revelándose como una obra con los suficientes alicientes como para llamar la atención al lector fan de su impronta. Tampoco será un cómic desdeñable para el fan del personaje creado por Ed Neumeier y Michael Miner que encontrarán muchas de las señas de identidad que hicieron grande a Robocop e incluso satisfará a los amantes de la ciencia ficción distópica. Como muchas obras de Avatar Press no hablamos como Frank Miller’s Robocop de un gran cómic, pero sí de uno lo suficientemente conseguido como para proporcionar al lector nueve números de mala baba, narración violenta y personajes extremos implicados en situaciones extremas que no podríamos ver en las majors y sus encorsetamiento conceptual y formal.

Robocop: Último Asalto, de Frank Miller, Steven Grant y Korkut Öztekin

 
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Historia: Frank Miller
Adaptación Secuencial: Steven Grant
Dibujo: Korkut Öztekin
Edición España: Aleta Ediciones 2014
Contiene: Robocop: Last Stand Vol 1 y 2
Formato: Dos tomos cartoné de 104 páginas cada uno
Precio: 14,95€ unidad

 

En 2014 BOOM! Studios se hizo con los derechos del guión perdido de Frank Miller para la inenarrable Robocop 3 y sus editores contrataron al habitual Steven Grant y al dibujante turco Korkut Öztekin para adaptarlo en ocho números que reflejaran aquello que Miller ideó para el film que terminó por destrozar el guionista y director Fred Dekker en su vertiente de mercenario al servicio de la meca del cine. El guión comprado la editorial responsable de llevar a viñetas series de televisión como Hora de Aventuras o Hijos de la Anarquía y sagas cinematográficas como 28 Días Después es adaptado en esta serie, en palabras del mismo dibujante Korkut Öztekin, con escrupuloso respeto a lo ideado por el autor de Elektra Asesina dejando intactos incluso los diálogos de los personajes. El resultado es una colección que nos confirma que, como es lógico, había mucho más trasfondo (puede que demasiado) en lo que Frank Miller quería relatar en la segunda secuela de Robocop y en un tono de adultez formal y conceptual que era heredero no sólo del primer film de 1987 sino también de la primera incursión del guionista y dibujante norteamericano con la creación de Ed Neumeier y Michael Miner que hemos reseñado unos párrafos más arriba. Un cómic oscuro y distópico en el que se ofrece una versión más cruenta y expeditiva del protagonista y que sigue manteniendo la visión cruda y desesperanzadora que trató de dar del policía mitad hombre mitad máquina desde que mantuvo contacto con él por primera vez a finales de la década de los 80. Un producto interesante y bien narrado que entre sus hallazgos posee un interesante trabajo a los lápices y nuevas referencias directas a constantes del discurso autoral de Frank Miller así como algunos fallos un tanto desconcertantes.

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Robocop: Último Asalto comienza justo donde terminó la anterior incursión de Frank Miller con el personaje en el noveno arte y que ya hemos comentado en esta misma entrada. Robocop es declarado un delincuente fuera de la ley y este, ayudado por un grupo de rebeldes indigentes que viven bajo las alcantarillas de Detroit, se enfrenta a una OCP cada vez más descontrolada y corrupta que tras asociarse con la multinacional japonesa Kanemitsu ha sustituido a los policías de la ciudad por un grupo de mercenarios que no dudan en extorsionar, torturar o asesinar a todos aquellos ciudadanos que no admitan ser sometidos por la corporación que domina la ciudad para purgarla y convertirla en una sociedad protfascista en la que sólo las clases altas disfruten de privilegios en el plano económico y social. Lewis, la compañera de Robocop ha sido asesinada y dicho incidente es un potenciador más para que Alex Murphy no cese en su cruzada contra sus propios creadores, los directivos de empresa que le arrebataron su humanidad y destrozaron la vida. En el proceso el cyborg policía se verá en graves problemas cuando la empresa nipona asociada con la OCP mande a uno de sus empleados, Otomo, para eliminarlo. Por suerte una joven hacker llamada Marie se convertirá en una poderosa aliada de Murphy cuando vayamos descubriendo con cuánta profundidad conoce la mente del antaño marido y padre de familia ejemplar.

Hay un problema conceptual con una obra como Robocop: Last Stand y es que después de su magnífica introducción (enorme ese supuesto asalto mortal a la iglesia) que incluso fue usada en la versión cinematográfica (siendo el posiblemente mejor pasaje del largometraje y el único realmente salvable del conjunto del film) el indispensable tono político sardónico y ácido en todo relato de Robocop se pierde a lo largo del resto de entregas de la colección en favor de una acción más enconada, omnipresente y considerablemente bien ejecutada, pero que sepulta esa mirada conscientemente lacerante necesaria para abordar adecuadamente al protagonista y su contextualidad tanto temporal como social. Por otro lado aunque el guionista Steven Grant una vez más hace una labor notable a la hora de ser fiel a la palabra, estilo y narración de Frank Miller con una mirada oscura sobre un futuro que devuelve un reflejo de nuestro presente en esta ocasión el verdadero responsable de que todo fluya adecuadamente en estos ocho números es el dibujante turco Korkut Öztekin que por lo que podemos ver en los extras de la magnífica edición española de Aleta tuvo un peso más que considerable en la gestación de la colección por los apuntes que se adjuntan de su puño y letra con respecto a los bocetos de su trabajo. El ilustrador de Hellraiser: The Dark Watch con un trazo descarnado que recuerda a un Goran parlov cruzado con el Sal Buscema de la segunda mitad de los años 90 utiliza un diseño de personajes seco y feista con un uso clasicista de la secuenciación de viñetas que tiene poco de artístico o virtuoso, pero cuya fuerza e impacto va tomando solidez a lo largo de los números realizando una de las versiones más ténebres y siniestras Robocop jamás vistas en el mundo del cómic.

Aunque si hay algo que llama profundamente la atención en una obra como Robocop: Último Asalto es la notable carga teológica que toma el relato en el encarrilamiento hacia su recta final con todo lo relacionado con el personaje de Marie, que no tiene ese nombre por pura casualidad. Este rol secundario que en Robocop 3 se desdobló en dos (la niña pirata informático Nikko y la doctora Marie Lazarus a la que daba vida la canadiense Jill Hennessy) es una hacker que torna en una especie de inteligencia artificial que puede habitar en internet y que con ello nos remite directamente a esa gran obra que responde al nombre de Ghost in the Shell, tanto el manga de Masamune Shirow como los animes de Mamoru Oshi, y que es la que da una entidad de arcangel a Robocop ya que según ella hay algo de deidad en el cyborg que porta el cerebro de Alex Murphy en su armadora de titanio y kevlar. Aunque en cierta manera esta lectura religiosa en ocasiones chirríe con lo que previamente nos había expuesto Miller en el relato que era mucho más terrenal no podemos afirmar que esta elección sea completamente ajena al microcosmos ficcional de Robocop ya que como hemos afirmado con anterioridad en la primera película de 1987 había muchas referencias a la Pasión/muerte/resurrección de Jesucristo, personaje histórico al que Paul Verhoeven (miembro de una organización que enaltece el lado humano del supuesto hijo de Dios) obsesiona desde su juventud por su peso como icono a nivel mundial.

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Evidentemente esta dureza cortante en la narración y sobre todo el dibujo choca frontalmente con el tono de obra dirigida para todos los públicos que finalmente resultó ser la inefable Robocop 3. En aquel film acertaron a la hora de que se conservaron ideas de Frank Miller como un Robocop aliado con los sin techo, la absorción de la OCP por la corporación nipona en la que el guionista jugueteaba con toda su idolatrada iconografía japonesa relacionada con el honor samurai y las artes marciales amalgamadas con las altas tecnologías que tuvieron su germen en aquella memorable obra de 1983 para DC titulada Ronin y que tomaría protagonismo en otras obras de su propiedad como su etapa en Daredevil o Lobezno: Honor, escrita por Chris Claremont e ilustrada por él mismo, con todo lo relacionado con la organización criminal de ninjas La Mano. Pero todo se desmoronaba cuando la ya mencionada insoportable niña hacker dejaba en ridículo a un personaje tan salvaje como el ED 209 (que en este cómic sí tiene sus momentos de bestial gloria), el protagonista presumía de unos injustificables nuevos gadgets (como el cañón en el brazo izquierdo o el jet pack) o las secuencias de acción eran expuestas en pantalla con una violencia falsaria y condescendiente que poco tenía que ver con la explícita (casi pornografica en la primera secula) de las dos anteriores entregas y que aquí no tenía cabida por culpa de la calificación moral PG 13 que recibió el largometraje como último intento despesperado por parte de Orion Pictures para captar a un mayor número de espectadores que para su desgracia nunca asistió a la salas. Por estos y otros motivos el film fue un fracaso total que dilapido no sólo el prestigio de la productora que creó la saga sino también su economía que al caer en picado dio pie a la venta de los derechos del personaje y el cierre final de sus puertas. Por descontado tras esta experiencia Frank Miller huyó durante años de todo lo que oliera a Hollywood y con motivo.

Robocop: Último Asalto es una pieza interesante, no es la mejor versión que ha ofrecido Frank Miller del personaje al que dieron vida Ed Neumeier, Michael Miner y Paul Verhoeven pero su entereza como obra dinámica, directa y descorazonadora es encomiable en muchos aspectos. A parte de lo bien perfilado que está Alex Murphy en los ocho números, la presencia de roles relacionados con el universo de Robocop (esa inesperada aparición de Kane en el epílogo de la obra escrito esta vez por Ed Brisson y que da un competente cierre a la colección) y su fluidez narrativa también nos confirma que Frank Miller se entendía (aunque no comprendía al 100%) de maravilla como un personaje como el que nos ocupa en esta entrada que habiendo sido ideado por tres personas de izquierdas había ofrecido historias nada desdeñables por parte de un autor que siempre se ha encontrado en el lado opuesto a ellos en el plano ideológico. Como hemos comentado previamente tras el estreno del remake de Jose Padilha, BOOM! Studios sacó a la venta otras dos colecciones protagonizadas por este renovado y actualizado (sólo formalmente, en esencia no se puede modernizar un personaje que como concepto se adelantó a su tiempo y hoy sigue vigente) Robocop del que puede que hablemos algún día dentro de esta nueva sección, u otra, que hemos inaugurado con lapresencia de uno de los iconos pop más recordados de los añorados años 80.

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ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
6 febrero, 2015 10:06

Excelente artículo. Gran trabajo como siempre.

Lobezno23
Lobezno23
Lector
6 febrero, 2015 14:43

Bueno, bueno… Que digan que esa cosa de Robocop 2013 fue una peli digna es para suicidarse, parece Batman el pobre…

New_Rodro
New_Rodro
Lector
7 febrero, 2015 0:16

Cojonudo articulo… aunque creo que es demasiado benevolente con el cómic de «Ultimo asalto». El guión es mucho mas plano que el de su serie precedente y el dibujo de Oztekin me parece horrible sin paliativos. Nivel fanzinero cutre.

Sobre el Robocop de Padilha, me pareció una oportunidad desperdiciada. Empieza muy bien, llevando al personaje por otros derroteros (el complejo industrial-militar y sus abusos, centrarse en la transformacion de protagonista y el efecto sobre su familia) pero todo eso queda rápidamente olvidado en favor de una trama de acción insípida y unos villanos sin presencia. La de Verhoeven e incluso Robocop 2 le dan mil vueltas. Por no mencionar lo soseras del actor protagonista.

Por cierto, tiro de (mala) memoria, pero en la primera serie de cómic editada por Marvel ¿No había una historia ambientada en el norte de África donde Robocop se enfrentaba al ejercito español? 🙂

Jose Maria Vicente
Autor
9 febrero, 2015 22:16

Muy chulo el repaso. Me mola Robocop y creo que el visionado de ciertas partes de la primera película podría ser perfectamente obligatorio en toda carrera de empresariales. Ah, y me gusta el tono caricaturesco llevado al máximo de Miller. Sí, no casa con el producto original, pero me mola lo exageradisimo que es. Que hubiera funcionado mucho mejor fuera de la franquicia no lo voy a negar, eso sí.

Recuerdo haber leído a Miller decir que las reescrituras del guion de Robocop 2 se hicieron entre escena y escena, y él mismo se encargó de varios segmentos. Lo más triste es que admite huir de Hollywood porque acabó convencido de que un guionista no podía dejar su propia impronta en una película de acción comercial.

Y tampoco me sorprende que Miller entendiera considerablemente bien a un personaje de ideología opuesta. A fin de cuentas, el odio a corporaciones que coartan las libertades y oprimen a los ciudadanos es algo común en los dos extremos ideológicos de Yanquilandi (otra cosa es la tergiversación y comida de cocos que hacen a diario el Tea Party y el Partido Republicano, pero eso es otra historia). Me parece curioso también que el encargado de adaptar los guiones cinematográficos sea Steven Grant, conocido como uno de los autores más izquierdistas de los USA.

Por último, un pequeño apunte: Boom publica desde hace meses una serie regular basada en el universo original a cargo de Joshua Williamson y Carlos Magno. Muy recomendable y con la mala baba que uno espera.

Jose Maria Vicente
Autor
9 febrero, 2015 22:18

«creo que el visionado de ciertas partes de la primera película podría ser perfectamente obligatorio en toda carrera de empresariales»

Por supuesto, me estoy refiriendo a clases sobre cómo no hay que ser. No es que quiera ser el futuro presidente de OmniCorp, ¿eh? 🙂