Stuck Rubber Baby. Mundos diferentes

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Edición original: Stuck Rubber Baby, 1995, Paradox Press.
Edición nacional / España: Stuck Rubber Baby. Mundos Diferentes, Colección Sillón Orejero, septiembre 2016, Astiberri Ediciones.
Guión y dibujo: Howard Cruse.
Formato: 232 páginas en blanco y negro editadas en cartoné.
Precio: 20 €.

 

Stuck Rubber Baby es una de esos tebeos reverenciados por la crítica seria, esa que escribe en revistas semanales, que leen a Houellebecq y que dicen ser de izquierdas aunque propugnen consignas de la derecha; es de esos títulos con aureola importante, del tipo Maus, que abordan temas de calado social, alejados de la aventura pijamera o el entretenimiento desenfadado. Esto puede provocar cierto rechazo en algunos lectores, escamados ya por tanta reseña estirada y tanto meñique levantado para hablar de novelas gráficas necesarias -algún día me explayaré sobre lo que pienso del término novela gráfica y como este se la ha metido doblada a los lectores esporádicos-. En fin, que tanta loa sesuda muchas veces sirve para lo contrario que se busca, es decir, espanta a posibles compradores, que deberían disfrutar del producto sin la carga intelectual que se le presupone. Porque sí, Stuck Rubber Baby es un tebeo reivindicativo, un cómic importante, pero no solo por lo que denuncia, que no es moco de pavo, sino porque lo sabe hacer no desde una perspectiva clínica, como gran cantidad de tebeos-crónica que han llenado las estanterías, sino que lo logra con un importante componente emocional. Stuck Rubber Baby triunfa gracias a la eficaz creación de unos personajes que rezuman verosimilitud, cuyas vidas marcan al lector a través de sus procesos íntimos de madurez, a los que asistimos de manera del todo privada. Sí, el tebeo funciona como alegato contra el racismo y la homofobia, cumple su labor didáctica de denuncia, pero lo que lo hace grande es que no expone los hechos desde una perspectiva alienígena, sino que nos hace cómplices de ellos, como si fuéramos uno más de los visitantes de esos bares de ambiente que aparecen en la obra. Denuncia, por tanto, enmarcada en los años sesenta norteamericanos, en el sur, concretamente, donde la segregación seguía aun faltando a los derechos fundamentales de los negros. En este universo asistimos a los procesos de madurez de su protagonista, quién va descubriendo su homosexualidad al tiempo que la vida hace eso que suele hacer a medida que crecemos, esto es, complicarse. Entre revueltas y manifestaciones antisegregacionistas, en medio de la contracultura yanqui, Toland Polk lucha contra los prejuicios, propios y ajenos, al descubrir su tendencia sexual, en un mundo donde ser homosexual puede llevarte a ser asesinado a manos de los últimos coletazos del Klan.

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Hay por tanto lugar para el drama, pero no hay sensiblería, sino el crudo efecto del odio irracional y la ignorancia más absoluta. El rechazo y la reflexión que este provoca aparece de manera natural, dejando un poso difícil de disolver en el recuerdo del lector. Howard Cruse asegura que no es Stuck Rubber Baby un tebeo autobiográfico, sino que se ha servido en parte de su experiencia y de cientos de relatos de gente cercana para crear este fresco sobre el odio racial en los EE.UU. Sea o no parte de la vida del autor, la sensación que provoca la lectura es la de una auténtica inmersión a un mundo que de tan verosímil da lugar a esa alquimia extraña que supone creer conocer a unos personajes que viven en el papel, pero que bien podrían ser gente de tu entorno cercano. Y esta, como digo, es la principal virtud del tebeo: su cercanía, su capacidad para desarrollar el apego hacia sus personajes. Al humanizarlos de esta manera, sus tragedias son nuestras tragedias, sus preocupaciones, nuestras preocupaciones, en un juego de empatía perfecto para que la denuncia haga efecto.

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Desde una perspectiva visual, Cruse recuerda en el trazo a un Crumb abigarrado, con figuras un tanto estáticas, pero aún así expresivas, y un uso de la tinta que también recuerda al maestro. Sea como sea, Cruse se muestra como un dibujante laborioso, con páginas preñadas, donde apenas hay espacios vacíos y absolutamente todo existe para que la narración avance. Es como un biógrafo emperrado en contarlo todo, ya sea con la imagen o la palabra en sus más de doscientas páginas.
En resumen, por lo que aborda y por la calidad con que lo hace Stuck Rubber Baby es un tebeo necesario.

  Edición original: Stuck Rubber Baby, 1995, Paradox Press. Edición nacional / España: Stuck Rubber Baby. Mundos Diferentes, Colección Sillón Orejero, septiembre 2016, Astiberri Ediciones. Guión y dibujo: Howard Cruse. Formato: 232 páginas en blanco y negro editadas en cartoné. Precio: 20 €.   Stuck Rubber Baby es una de…
Guión - 7.5
Dibujo - 7
Interés - 7.5

7.3

Tebeo imprescindible

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sparkyal
sparkyal
Lector
6 octubre, 2016 21:43

Lo compré cuando lo publicaron hace años y me encantó, toca ya releerlo.
Su Wendel, con un tono muy humorístico, también me gustó bastante.