Lo primero que llama la atención de Shaolin Mutants –el reciente proyecto de mecenazgo de Pere Pérez– es que está hecho, por encima de todo, desde el cariño, el respeto y el conocimiento. Está hecho desde el cariño hacia el cine de artes marciales, el respeto al género de aventuras y el conocimiento de artes marciales del autor. Tiene guiños a distintas vertientes del cine oriental, desde la más desenfadada a la trágica, combinada en todo momento con la justa medida de ficción. No es una historia compleja o enrevesada: la ficción se emplea no para confundir con una andanada de nuevos conceptos a medio explicar sino para proporcionar un entorno interesante para el lector y desafiante para el protagonista. Se trata de un relato directo sobre el aprendizaje y la venganza en el que vemos crecer al héroe, el cual pasa de ser un personaje movido por impulsos muy simples a un digno representante de las artes que practica.
Al apartado marcial está tratado y presentado de un modo exquisito. El conocimiento de Pere Pérez de la materia es palpable en cada postura, cada frase, cada observación: sin embargo, estos detalles están integrados en la historia y la narración, de modo que no resultan superfluos o forzados. En vez de erigirse en protagonistas de la aventura, la enriquecen. En algunos casos puntuales prima la definición marcial sobre la caracterización, aunque del mismo modo que los secundarios del cine marcial están para aportar algo al protagonista, ya sea conocimiento, un objetivo, claridad… las historias de componente marcial tienen un fuerte elemento heroico por el cual los personajes secundarios son soporte y complemento del protagonista, en torno al cual gira de forma exclusiva la trama.
El apartado gráfico merece una mención especial, ya que Shaolin Mutants se puede contar entre uno de los trabajos más completos de Pérez: la anatomía es meticulosa, armónica y expresiva. Consigue que hasta las posturas más efectistas del Kung Fu resulten naturales y creíbles. Los combates son fluidos e intensos como una pelea real, con un desarrollo fácil de seguir no porque sean simples sino porque están bien conducidos, y la acción no pierde la intensidad en ninguna viñeta. La narración es notable, con puntuales recursos que la refuerzan sin distraer. Los fondos son detallados y variados. El aspecto de los mutantes es quizá demasiado sencillo, detalle que se ve compensado por la presencia de unos dinosaurios muy, pero que muy bien dibujados.
En definitiva, Shaolin Mutants tiene sus objetivos claros: ofrecer una historia de aventuras intensa y entretenida a la vez que sumerge al lector en el mundo de las artes marciales, en los aspectos combativo y espiritual/moral, de la mano de un entendido en la materia que consigue transmitir sus conocimientos de una forma amena, entretenida, llena de acción y con una buena trama atractiva en su sencillez. Los cómics escritos con pasión, bien dibujados, bien narrados y capaces de aportar una perspectiva tan minuciosa merece la atención de todo lector. Desde aquí mi recomendación y apoyo a esta obra, que deseo ver publicada para poder concluir el viaje en el que nos embarca su autor.
¿Leroy? qué grande, un claro homenaje al Leroy de «El Último Dragón»… ojalá esto tuviera mucho éxito y viéramos un crossover con los otros mutantes artistas marciales, las Tortugas Ninja.