Resident Evil: Heavenly Island

Analizamos la última adaptación manga de la popular franquicia de videojuegos

0
2872
 

Edición original: Biohazard -Heavenly Island-. Akita Publishing, 2015.
Edición nacional/ España: Resident Evil: Heavenly Island. Planeta Cómic, 2017.
Guión: Capcom.
Dibujo: Naoki Serizawa.
Formato: Tomo en rústica con sobrecubierta. 168 páginas B/N.
Traducción: Ayako Koike (Daruma Serveis Lingüístics S.L.).
Precio: 9,95 €

 

Vivimos una época de constante emigración de ideas entre formatos; en la que diferentes obras van dando saltos de un medio a otro en un intento por abarcar el mayor tipo de público posible.

La hoy popular relación del cómic con otros medios es algo que ya tenemos asumido desde hace muchos años, principalmente desde que el cine y la televisión comenzaran a transformar ideas provenientes de las viñetas a su modo de ser. La industria de los videojuegos es otro sector que no ha querido dejar pasar la oportunidad de llevarse su trozo de pastel, ya sea exportando o importando franquicias.

En lo que al manga respecta, a día de hoy podemos disfrutar de varias series inspiradas en famosas franquicias del ocio electrónico. Historietas que transportan a nuestros personajes favoritos de la consola al papel: Super Mario Aventuras, Pokémon o The Legend of Zelda son algunos de los ejemplos de moda. Resident Evil, la famosa franquicia de videojuegos terror, también tiene su propia serie manga homónima.

El primer contacto que tuvimos con su adaptación a la viñeta fue en 2012, cuando la desaparecida EDT trajo el primer número de la saga Marhawa Desire, que dejaría incompleta tras su cierre. No fue hasta septiembre de 2015 cuando la editorial Planeta Cómic recuperó la licencia y finalizó dicha saga, publicándola en su totalidad con cinco números. El interés de la editorial española en la franquicia sigue presente pues, dos años después, nos trae la recién estrenada Heavenly Island.

Esta nueva saga, que funciona de forma autónoma como cualquier otra entrega de la franquicia, nos transporta hasta un escenario paradisíaco, el de la Isla Sonido de Tortuga, en donde está teniendo lugar el rodaje de un programa de televisión en el que famosas modelos en bikini compiten en diferentes pruebas de supervivencia. A esta isla sudamericana llega también Claire Redfield, integrante de Terra Save, quien entre bambalinas se dedicará a rastrear la posible existencia de armas biológicas con el fin de evitar una nueva epidemia.

El planteamiento, aunque atractivo por lo refrescante de su fondo, no deja de ser un ejercicio manido de cómo crear una historia de zombies con tintes catastrofistas: un entorno paradisíaco pronto se convierte en un escenario de pesadillas cuando las personas comienzan a desaparecer y los locales de la isla, así como miembros del equipo que han reaparecido tras días de ausencia, no parecen ser humanos… Todo ello puede recordar a otra exitosa franquicia de videojuegos, Dead Island, aunque Heavenly Island no tarda en presentar sus propias características, que pronto la etiquetan como perteneciente al universo Resident Evil.

El guión de este manga corre a cargo de Capcom, la compañía japonesa creadora de Biohazard (el nombre original de la franquicia en su país de origen), lo que engloba a más quince personas (según la página de agradecimientos) que han podido meter mano en cualquier aspecto de la obra, desde la trama hasta su diseño. Esto hace que la narrativa que encontramos entre sus páginas se vuelva algo impersonal, falta de esencia, y sobre todo de intención artística.

El lector podrá advertir una voluntad insistente, a veces incluso repetitiva por parte de los creadores, que se esfuerza por poner la etiqueta Resident Evil a la trama. Personajes, conceptos, eventos pasados… los elementos referenciales a la saga madre son constantes y aunque quedan perfectamente explicados para los novicios, puede resultar algo repetitivo para los veteranos. Encontrarse ante una referencia inesperada, un guiño fugaz hacia el consumidor habitual, es algo agradable; pero en este caso supone toda una explicación que puede durar hasta dos páginas, resultando engorroso y anticlimático para aquel que ya conozca el trasfondo.

Se hace también mucho uso de los globos o viñetas de pensamientos, en los que se explica constantemente ya no solo la terminología propia de la franquicia sino las sensaciones propias de los personajes e incluso lo que tiene que percibir el lector. Poder leer los pensamientos de un personaje es bueno y necesario si se le quiere dar una profundidad psicológica de nivel, pero que incluso se tenga que explicar el por qué de ese tipo de sentimientos con frases redundantes… es algo que debería quedar en manos de la propia percepción lectora.

Por lo demás, la trama avanza como un slasher de zombies típico en el que miembros del equipo de rodaje van desapareciendo y el protagonista, un ayudante de producción que cumple con el papel del típico calzonazos, se ve envuelto en una serie de circunstancias que le llevan a pensar que algo raro pasa en la isla (aunque, como siempre, no lo tendrá claro hasta que el peligro sea inminente).

La trama paralela a la del rodaje de Idol Survival, el programa de TV en cuestión, es la de la llegada del equipo de Terra Save a la isla, profesionales que huelen el peligro nada más poner un pie en la playa. Entre ellos se encuentra Claire Redfield. Aunque en este primer tomo apenas vemos en acción a la protagonista de Resident Evil 2 y Code Veronica, entendemos que gran parte del devenir futuro recaerá sobre sus hombros, convirtiéndose en la auténtica estrella (cosa que personalmente espero porque Tominaga, el protagonista de este primer tomo, no deja de ser un trasunto cliché de Hideo Suzuki, personaje principal de I am a Hero).

El dibujo a cargo de Naoki Serizawa es dinámico y los diseños de personajes cumplen con los estándares de la moda manga actual, de estilo realista. Las primeras páginas a color son bonitas, e incluso transmiten cierta atmósfera única, pero el arte desplegado en el resto de páginas se vuelve plano y algo impersonal. A excepción de los fondos, que necesitaban ser ricos a la fuerza por el tipo de escenario, lo cierto es que el arte cumple con un notable y poco más.

Debemos destacar, no obstante, que para reforzar las expresiones y la sensación de terror se hace un uso muy adecuado del sudor. Esto transmite a la perfección la sensación de calor húmedo, pegajoso, que se debe sentir en una isla de estas características (además de ser perseguido por un tipo gigante, de aspecto monstruoso, que te quiere ensartar con su arpón, claro).

Este primer volumen se cierra con un cliffhanger demasiado descarado, artificioso y directo, que corta toda la acción y el dramatismo de lo que podría haber sido una buena escena. Pero Capcom quiere vender tomos, por supuesto. Y esto nos deja con una sensación agridulce, principalmente porque la trama se corta justo cuando arranca la acción, cuando el lector llega a estar realmente metido en la historia.

Nos encontramos ante un primer tomo introductorio que, queriendo descargar toda su fuerza en la acción, no llega a enganchar. Los primeros dos tercios del volumen se disfrutan a fuego lento, presentándonos tanto a los personajes como al entorno, aunque resulta algo redundante. También se generan ciertas tramas y subtramas, pero al final parece que no nos han contado mucho. Es cierto que esto no es lo que podemos esperar de un tomo introductorio, pero sí que nos enganche, y ni el cliffhanger final llega a funcionar como debería. Sobre todo si tenemos en cuenta la burda relación que se crea entre el protagonista y una de las idols momentos antes a éste.

En cuanto a personajes, podríamos decir que este primer volumen peca de presentar un plantel excesivamente grande de actores secundarios que no aportan nada a la trama, por lo menos en este número, y que ocupan poco menos que dos o tres viñetas. El protagonista cumple, como ya hemos dicho, con el típico cliché de pazguato convertido en héroe y Claire Redfield no llega a despuntar. Se nos presenta también a la que probablemente será la coprotagonista de la historia junto a Claire, Inéz Diaco, que tiene algo más de presencia.

Como curiosidad, uno de los pescadores locales que da información a la agente protagonista de Terra Save guarda un parecido asombroso con Morgan Freeman. Aunque personalmente no entiendo la necesidad de meter una serie de primeros planos de sus rasgos para hacernos ver que, efectivamente, se parece al actor estadounidense y tampoco llego a comprender hasta qué punto se puede tomar Capcom esa licencia. Es como cuando en una película de bajo presupuesto aparece una estrella de Hollywood encarnando un personaje intrascendental que aparece menos de treinta segundos, aportando una información más o menos relevante, con el fin de dar cierto prestigio a la cinta.

Desde un punto de vista más crítico, y a modo personal, esta serie manga me plantea un debate. No sé si Capcom ha creado esta adaptación para captar nuevos consumidores a su franquicia de videojuegos o si se trata de una obra destinada a enriquecer el universo por el que se mueven los que ya son aficionados. Seguramente sea una mezcla de ambas, pero no deja de ser un intento meramente comercial por estrujar a fondo las posibilidades económicas de la franquicia.

Esto resulta en un producto de mero entretenimiento, bastante justo para los estándares de calidad a los que nos ha tenido acostumbrados Resident Evil en sus mejores momentos y que incluso puede llegar a carecer de la esencia propia de la franquicia madre. Si no fuera por el logo de la portada o por la aparición de ciertos conceptos y personajes relacionados con la marca, este podría ser un manga de zombies del montón. Aquellos que no conozcan Resident Evil y quieran adentrarse en su mundo, bien podrían hacerlo directamente por los videojuegos.

En cuanto a la edición, lo único que podemos destacar es su papel de buena calidad, tres páginas a color y el diseño de la portada, que tiene serigrafiado tanto el título como las manchas de sangre con una especie de barniz selectivo que queda muy agradable, tanto a la vista como al tacto. Por lo demás, se trata de un tomo sorpredentemente fino, de apenas 170 páginas, que nos pone muy difícil el justificar su precio de casi diez euros.

Por último, me gustaría hablar de la localización lingüística de este manga. Si algo malo tiene esta franquicia es que no se libra de las malas localizaciones (recordemos todos la España rural mexicanizada de Resident Evil 4), pero personalmente encuentro que ciertos nombres podrían haber gozado de otra traducción. Seguramente esto escape al poder de la traductora y sea cosa de la compañía, que ya lo usa en la edición original, pero que la isla principal en la que transcurre la acción se llame literalmente «Isla Sonido de Tortuga» y una de sus partes «Bloque Conejo» queda increíblemente irreal para una historia de zombies. También queda en duda el origen del nombre de una de las coprotagonistas, Inéz (¿Inés?) Diaco (¿Díaz?). Muy mal esto, Capcom.

En definitiva, estamos ante un primer tomo introductorio que nos presenta una serie de conceptos y personajes que, pese a ser los adecuados, no llegan a despegar. Parece que tocará esperar a las siguientes entregas para poder conocer más a fondo lo que esta historia nos puede ofrecer. Aunque solo los aficionados a la saga serán los que se aventuren a ello.

  Edición original: Biohazard -Heavenly Island-. Akita Publishing, 2015. Edición nacional/ España: Resident Evil: Heavenly Island. Planeta Cómic, 2017. Guión: Capcom. Dibujo: Naoki Serizawa. Formato: Tomo en rústica con sobrecubierta. 168 páginas B/N. Traducción: Ayako Koike (Daruma Serveis Lingüístics S.L.). Precio: 9,95 €   Vivimos una época de constante emigración…
Guión - 6
Arte - 6.5
Interés - 6

6.2

Entretenimiento correcto. Principalmente dirigido a los aficionados a la franquicia que busquen exprimirla más allá de los videojuegos.

Vosotros puntuáis: 6.66 ( 4 votos)
Subscribe
Notifícame
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments