Quantum & Woody tomo 2: Servicios de seguridad

 

Edición original: Quantum & Woody #’s 5 a 8 USA.
Edición nacional/ España: Aleta.
Guión: James Asmus.
Dibujo: Ming Doyle.
Color: Jordie Bellaire.
Formato: Libro rústica, 112 páginas.
Precio: 12€.

 

Llevábamos ya tiempo con ganas de volver a hablar de Quantum y Woody. Y que fuese por celebrar que apareciese otro tomo de su edición en castellano. Afortunadamente, antes de que este 2015 termine, Aleta Ediciones nos ha brindado esa oportunidad, y aquí estamos ante otra genial saga de una de las más geniales colecciones de la escudería Valiant. Y yo añadiría que de todo el panorama independiente. Ya en su día Raúl López y yo fuimos incapaces de ocultar el entusiasmo que la cabecera de esta pareja de superhéroes (por llamarles de alguna manera) nos causaba, y ahora —aunque con matices— ese clamor no hace sino crecer por mi parte.

El gerente de la empresa contratista de seguridad y fabricante de armamento en la que Eric Henderson trabaja ha descubierto la identidad superheroica de éste. Y le encarga que como Quantum emprenda una misión que a él le suena a gloria, a vivir una aventura a lo James Bond: infiltrarse en el atrincherado cuartel de una peligrosa milicia antigubernamental supervivencialista, de estas que proliferan en los Estados Unidos, formadas por Red Necks seguidores a pie juntillas del pensamiento de la Asociación Nacional del Rifle y que consideran a Barack Obama poco menos que un Bolchevique. Pero no todo será perfecto. Para empezar porque claro, su inefable hermano adoptivo Woody tiene que acompañarle por narices, por el tema del vínculo cuántico que comparte y que por otro lado les proporciona sus superpoderes. Y además tenemos las andanzas de la ingenua y sensual clon 69. Y a la cabra. No olvidemos a la cabra.

James Asmus estereotipa al máximo a los personajes secundarios para hacer una despiadada y mordaz sátira de algunos de los aspectos más pintorescos y de actualidad de la cultura estadounidense: el control sobre las armas de fuego, el racismo, el poder de las empresas privadas y su relación con el mundo de la política, la religión, el fanatismo de todos los pelajes, la homosexualidad en el ejército, el paletismo de este tipo de grupos a lo Ku Klux Klan, la gente de Texas, el vigilantismo, las proclamas nacionalistas, las teorías de la conspiración, las contradicciones del posicionamiento demócrata-republicano, la cultura popular…nada está a salvo en este repaso a golpes, aunque lejos de ser un panfleto, afortunadamente no olvida nunca su condición de tebeo de aventuras y humor. Y vaya si sobresale en ambos aspectos. Los diálogos son realmente ingeniosos, rápidos y descacharrantes. Los giros y la acción no cesan. La épica, aunque grotesca, está presente en el último capítulo. Y de postre, la personalidad de los protagonistas sigue siendo perfilada con trazos totalmente acertados.

No se me ocurren más halagos para el guion de Asmus, que parece rozar la perfección y que nada tiene que envidiar a la labor del mítico creador de los personajes, Christopher…digo James…ah, bueno, el artista conocido como Priest. Es el trabajo de Asmus el que convierte a esta serie en una de las mejores de todo el panorama, medalla que sé que es muy osado poner, pero que no tengo reparos en lanzarme a ello en este caso.

Sin embargo, por mucho coraje que me de ponerle pegas a esta obra y que los lectores se piensen si acercarse a ella o no, sería una recomendación sesgada por mi parte ignorar un aspecto francamente pobre de la misma. Y es que aunque el apartado gráfico consigue salvarse in extremis gracias a la siempre magnífica labor poniendo el color de Jordie Bellaire, el dibujo es realmente mediocre. El trazo de Ming Doyle parece querer acercarse al de un Paul Pope mal asimilado y se queda en ocasiones muy próximo a tener que ser clasificado como amateur, con errores garrafales de anatomía y perspectiva y viñetas mal resueltas. Hay obras y artistas en que tales defectos pueden quedar compensados gracias a otros valores, a un sabor propio, a una gran personalidad en el dibujo; pero me temo que no es éste el caso. Me entristece acabar así esta reseña, pero no puede obviarse el bajo nivel de los lápices si se habla con siquiera un mínimo de franqueza. Podemos ver una muestra del contenido aquí, aunque me temo que el nivel incluso baja en el tramo final del volumen.

Una verdadera pena, porque me cuesta encontrar palabras para expresar hasta qué punto a pesar de ello merece la pena acercarse a este volumen y comprobar que el escritor es capaz de compensarnos con creces por ese aspecto tan gris. A pesar de ello y de saber que habrá quienes muy lógica y respetablemente descarten la obra por esta causa, enfáticamente vuelvo a recomendar a quienes estén dispuestos a asumir ese riesgo que lo hagan. Que lean Quantum y Woody y que disfruten de su lectura: con pocas otras series se lo puede pasar uno tan bien.