Por Sus Obras Le Conoceréis

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Edición original: By This Shall You Know Him, Mayo 2012, Koyama Press.
Edición nacional / España: Por Sus Obras Le Conoceréis, Colección La Mansión En Llamas, septiembre 2015, DeHavilland Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Jesse Jacobs.
Formato: Álbum de 80 páginas a color editadas en rústica.
Precio: 18 €.

 

Que hay quien diga que el tebeo se ha estancado, que no progresa, que no sufre evolución alguna es que no está mirando hacia el lugar adecuado. Estos comentarios, y las siguientes reflexiones quizá no deberían ser parte de una reseña al uso, pero teniendo en cuenta que no estoy hablando sobre un tebeo del montón, podré darme el placer de ser poco ortodoxo. Me asustan esas hordas, esa marabunta de lectores –benditos sean por otra parte-, que consumen tebeos como quien va al McDonalds. Es decir, e imagino que esto sucede en la mayor parte de artes, el público consumidor no quiere cambios, no tiene curiosidad, no quiere comer sino siempre el mismo filete, el mismo bocadillo de carne picada. Y está bien, no pasa nada, reconocer que te gusta algo y disfrutar con ello está muy bien. Yo mismo he disfrutado con el Episodio VII de Star Wars aún sabiendo que es un remake, que es más de lo mismo. Pero, ¿no sientes que te falta algo? ¿Desde cuando no te arriesgas en pillar algo que quizá no llegues a entender? No pasa nada si no lo haces del todo. La vida es corta, ¿de veras quieres pasártela comiendo lo mismo una y otra vez, como un perro al que le sirven el mismo
pienso en su cuenco de plástico? Y no, no te ofendas. No es mi intención, desde luego.

Todo esto es un preámbulo para subrayar el tremendo momento que vive el tebeo en la actualidad. Un momento de cambio evidente. El tebeo más underground, el que lo fue, vive ahora de grandes tiradas. Me refiero a Clowes, Burns, Ware… Por no hablar ya de Crumb y sus allegados. Estos, los lumbreras del cambio, dejaron de serlo hace años. No es porque su obra sea menos importante ahora, ni tan siquiera porque siga mutando –o no-, sino por mera edad. Estamos en 2016, Bowie acaba de morir, los genios de antaño como Moebius ya se pudren, para nuestra desgracia, dentro de sus tumbas. Era hora de un cambio, de un viraje de timón, de un nuevo proceso evolutivo. Y en los últimos años, ladrando y mordiendo como deben hacer los jóvenes, ha llegado. Por fin. Ahí están los Michael DeForge, Jesse Jacobs, Simon Hanselmann u Olivier Schrauwen, desarrollando nuevos paradigmas tanto narrativos como visuales, que se basan en huir del costumbrismo desarrollado por autores como Seth o Tomine, para explayarse en un estilo experimental, de historias extrañas, poco contenidas, donde importa más el cómo que el qué, aunque el qué también importe, desde luego.

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De este modo, esta nueva generación se caracteriza por una tendencia más plástica que literaria, así que, por fin, esa denominación tramposa y avergonzada de sí misma que fue la novela gráfica, comienza a perder sentido con la obra de estos recién llegados. Como debe ser. Soy ferviente defensor del término tebeo o cómic. El noveno arte no debió compararse con la alta literatura para encontrar su propio sentido o para darle un empaque de calidad, pues es un arte en sí mismo que no necesita del amparo de supuestos hermanos mayores o más listos.
Estos nuevos autores beben más de la animación que de la literatura. Las estructuras de sus historias son más cercanas a los gags de cinco minutos de Tex Avery, a la anarquía visual de Bob Esponja, que a la supuesta profundidad intelectual de los tochos de Craig Thompson o adláteres. Y si bien uno no hace malo al anterior, sí resultan procesos necesarios como lo fue la llegada del punk tras el glam rock: esto es, respuestas airadas de la siguiente generación a la anterior. Y eso supone cambio, supone un meneo vital para evitar la muerte por estancamiento.

Es en este contexto donde aparece esta obra y donde debe ser juzgada. Gracias al buen hacer de la joven DeHavilland Ediciones, que se está caracterizando por un catálogo mutante, difícil, transgresor, pero de demostrada calidad, nos llega –nos llegó, que esta es novedad de septiembre de 2015-, este Por Sus Obras Le Conoceréis, segunda obra de Jesse Jacobs. Con un trazo cerrado, curvo, orgánico; con unos diseños tendentes aún lo anterior a la simetría; con unos patrones que se reiteran; con una tendencia tanto a centrifugar como a centripetar… El estilo de Jacobs, si bien es totalmente reconocible dentro de las actuales tendencias del nuevo tebeo, fascina por su exquisita concreción. Sus viñetas son hipnóticas, son naif, son crueles, están tan bien pensadas como arbitrarias parecen las consecuencias de los actos de sus personajes. Pero sobre todo, dan la sensación, desde ya, desde una obra tan temprana, de universo personal, particular, autocontenido. Seguro que existen autores que le van a la zaga o de los que ha copiado formas y fondos. Seguro que no es tan original como parece. Que se nota la influencia del manga, de Clowes, de Burns, del mundo de la animación y de montañas de referencias que desconozco. Pero procuro pensar como un lector imberbe que llega por primera vez a este tipo de material, que se quiere dejar fascinar, vaya. Y Jacobs lo ha conseguido conmigo.

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También influye lo arriesgado de la propuesta del autor, pues no es nada más y nada menos que la verdadera historia –o su historia, aunque sea- del Génesis. Pero no esperes aquí la mirada cristiana del asunto. Aquí no hay un solo dios aterrador y vengativo que generó el mundo en siete días. Sí unos Adán y Eva y unos Caín y Abel, pero luego volvemos sobre eso. Aquí, los dioses recuerdan al jeta del Von Däniken, a Kirby y a los conspiranóicos de la panespermia y la creación del hombre a manos de razas extraterrestres. Por Sus Obras Le Conoceréis narra el proceso de creación de la Tierra en manos de unos seres, unos alumnos de un ser superior llamado El Tutor, cuyos trabajos para “aprobar” consisten en la confección de mundos y criaturas que los pueblen. Esto genera envidias entre los alumnos, gigantes dioses con nombres míticos, que compiten para crear las criaturas más complejas. Y de ahí salen primero los Ani-Males y los Hu-Manos, luego. Así que de ahí venimos, viene a decir Jacobs, somos el resultado de las pugnas por sacar nota de una raza que esta por encima de nosotros. Esto, que en manos de otro podría resultar solemne o new age, se convierte en un juego que es al mismo tiempo sórdido e ingenuo. Y de tal palo, tal astilla, viene queriendo decir su autor. Esa carnalidad, esa crueldad que nos caracteriza, convive con una dulzura y cierta empatía. De ahí el uso de unos trasuntos de Adán y Eva, de Caín y Abel. El eterno retorno al mito de la pareja primigenia y el dúo de hermanos que encarnan la dualidad más extrema del ser humano. Zafios contra elegantes, toscos contra elaborados. El juego constante de los polos opuestos para explicar el todo. De eso va este tebeo, que entra por los ojos como un caramelo y que deja un regusto extraño, como el de un plato de alta cocina más pendiente de epatar en forma que en sabor. Que resulte exquisito o no depende de lo elaborado del gusto de quien lo coma. Así que, si no queréis morir del cáncer de comer siempre la misma hamburguesa, probad por favor, un poquito de caviar.

  Edición original: By This Shall You Know Him, Mayo 2012, Koyama Press. Edición nacional / España: Por Sus Obras Le Conoceréis, Colección La Mansión En Llamas, septiembre 2015, DeHavilland Ediciones. Guión, dibujo, tinta y color: Jesse Jacobs. Formato: Álbum de 80 páginas a color editadas en rústica. Precio: 18…
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7

7

Curiosísima segunda obra de Jacobs, confirmando las cualidades y calidades del nuevo tebeo del siglo XXI.

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