Pink, de Kyoko Okazaki

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Edición original: Magazine House 1989.
Edición nacional/ España: Ponent Mon 2018.
Guión: Kyoko Okazaki.
Dibujo: Kyoko Okazaki.
Traducción: Víctor Illera Kanaya.
Formato: Rústica (170 x 240), 256 páginas.
Precio: 20€.

 

La editorial Ponent Mon, a base de esfuerzo, ha conseguido labrarse una reputación en torno a obras de gran calidad y seriedad, especialmente en torno a autores de sobrada valía, como Jiro Taniguchi o Takashi Murakami y acercándonos obras que hace un tiempo era difícil ver por nuestras estanterías, como puede ser Plinivs, Emanon, En este rincón del mundo, Blue… Una excelente combo de obras con un valor literario muy alto, con unos estándares de sobriedad por encima del manga más “popular” y, sobre todo, con unas ediciones de exquisita factura. La obra que protagoniza esta reseña sigue manteniendo todos esos valores, pero en su concepción va un poco más allá, y deja atrás esa aparente seriedad de los títulos que edita Ponent Mon para poner una nota de color, abrazar un relato adulto y trágico sobre la vida, la felicidad, el amor y el dinero, pero desde la más absoluta irreverencia y el fingido positivismo. Hoy es el turno de hablar de Pink, de Kyoko Okazaki, una de las obras más relevantes dentro de la demografía del josei. Un manga para chicas adultas, pero que puede y debe leer cualquier persona, que viene a derribar barreras y a acercarnos la peculiar manera de ver la vida de su autora, confirmando la cada vez mejor salud del género en nuestro país.

Pink es una de las obras más exitosas de Kyoko Okazaki, una de las autoras de manga femenino más relevantes de los tiempos modernos. Nacida en Setagaya en 1963, Okazaki comenzó su producción a comienzos de los años 80 con un estilo urbanita y descarado, fruto de haberse criado en Shimokitazawa, el distrito de entretenimiento y comercial de su ciudad natal. Con tan solo 20 años, en 1983, Okazaki debuta profesionalmente como mangaka en Cartoon Burikko, una revista de manga erótico para chicos en la que publicará su primera obra, Virgin. En 1985, tras su graduación se desvincula de la revista y comienza su carrera como tal con títulos como Second Virgin, Boyfriend is better o Take it Easy, que no fueron más que pequeños aperitivos e incursiones en el género josei, del que fue una de las pioneras, para la llegada en 1989 de su gran éxito, Pink.

Pink_portadilla

A partir de ese momento, Okazaki da rienda suelta a su estilo, que se esfuerza en representar con fidelidad e irreverencia, criticando pero sin darle aparente importancia, una sociedad cínica, decadente y sin valores que proyecta todas sus inseguridades en las mujeres. Obras como Happy House, River’s Edge o Helter Skelter (ganadora del Excellence Prize del Japan Media Arts Festival y del Premio Cultural Osamu Tezuka) muestran constantemente personajes femeninos jóvenes con un sistema de valores y unos comportamientos muy polarizados, que solo buscan la libertad y la felicidad de todas las maneras posibles, con una sinceridad y una valentía pasmosa que choca frontalmente con los valores, reputación y estatus social que la mujer tiene en países como Japón, y en el mundo en general. Sus personajes son mujeres independientes y con carácter, fuertes pero reales, con algunos de sus rasgos algo exagerados para ahondar en ese aspecto crítico que los trabajos de Okazaki siempre contienen aunque lo intenten ocultar bajo esa apariencia de levedad e irreverencia.

Okazaki es una autora muy valiente y también muy talentosa, y es capaz de utilizar temas bastante controversiales como la prostitución, las drogas, la violación, los asesinatos, el fracaso o la depresión sin que sean un cebo para el morbo y la atracción de lectores, sino como elementos vivos dentro de sus obras y de su espíritu tremendamente crítico con una sociedad podrida e hipócrita que no quiere aceptar cómo es en realidad. Es una mangaka muy recomendable por ello, como ya dije antes, pionera en un género muy centrado en la mujer en una sociedad en ocasiones tan misógina como la japonesa, y además creadora y precursora en la utilización de ciertos tipos de personajes o ambientes, como puede ser el de las gyaru, una tribu urbana, o casi más bien una forma de vida de las adolescentes y jóvenes japonesas que ponen la belleza, la moda, el dinero y la fama por encima de todo.

Dejando de lado a su creadora, y centrándonos en Pink, vemos que es un manga que contiene todas las características de ese estilo tan personal y reconocible de Okazaki. Pink es publicada por la editorial Magazine House en 1989, y pese a que esa época marca el comienzo de la expansión del género femenino adulto dentro del mundo del manga, con autoras como Ai Yazawa a la cabeza, la obra de Okazaki llega para romper con todos los convencionalismos y barreras de ese arranque de los noventa. En Pink conocemos la historia de Yumiko, una veinteañera que trabaja en una oficina para tratar de labrarse su propio futuro independiente de su padre y su odiada madrastra. Sin embargo, Yumiko es una joven adelantada a su tiempo, y piensa que en la vida tienes que tener todo lo que quieras, y que para conseguirlo tienes que estar dispuesta a hacer cualquier cosa. Así que para costearse sus caprichos, especialmente la manutención de su mascota, que es nada más y nada menos que un cocodrilo, a Yumiko no se le caen los anillos por ejercer la prostitución, un trabajo que además le produce cierta satisfacción y que le sirve para mantener el nivel de vida que desea tener. Con esta premisa de base iremos leyendo acerca de la muchacha y como se va relacionando con la vida, la sociedad y el amor, en un relato con apariencia caricaturesca y cargado de positivismo, pero que encierra una narración crítica, trágica y acertadamente real.

Pink_comer

Okazaki destaca sobre todo por su manera de encarar el relato, intentando hacer una narración real y veraz, que ponga de manifiesto todas las cosas que ella cree que están mal en la sociedad y que golpee una vez tras otra el cinismo de la sociedad. La autora lo consigue gracias a un estilo atrevido, descarado, que hace migas cualquier tabú o corrección política. Es un relato que consigue al mismo tiempo escandalizarnos en cierto modo, pero a la vez empatizar con lo que leemos, ya que Okazaki no dice más que verdades y no se anda con rodeos. Como digo, todo ello está aparentemente oculto gracias a ese estilo desenfadado, en ocasiones incluso cómico que permite que la obra sea muy ligera de leer para los temas que trata, y que aun así deja poso en el lector para pensar acerca de lo que ha leído y que de cierta manera invita a la reconstrucción de ciertos prejuicios o maneras de ver el mundo o la actuación de las personas cuando tienen que enfrentarse a él.

La autora nos presenta en Pink la vida tal y como es, dándonos a conocer sus blancos, sus negros y sus grises, pero envolviendo todo con una nota de color rosa que consigue que nos llegue mucho mejor. Y es que Pink es una obra ciertamente trágica dónde las haya, que trata temas peliagudos y ejerce una dura y ambiciosa crítica que persigue conseguir un cambio de mentalidad. La obra nos narra cómo se va desmoronando poco a poco la vida de Yumiko, de una manera tan gradual y amable que casi no nos damos cuenta hasta que terminamos y cerramos el tomo. En este sentido la obra predica con el ejemplo del tipo de chica que Okazaki suele utilizar en sus trabajos, mujeres que por fuera son todo belleza y sonrisas, pero que por dentro llevan su viacrucis particular como todo hijo de vecino.

El elemento central que articula Pink es sin duda la mujer, una figura femenina que tiene a Yumiko como pilar central, pero que utiliza también dos puntos de apoyo en la forma de su hermana pequeña y su madrastra. Okazaki utiliza de manera magistral estas tres etapas de la edad de la mujer (infancia, juventud y edad adulta) para hacer un retrato muy completo del género femenino. Es muy satisfactorio el paralelismo que Okazaki hace entre las mujeres de sus obras y mujeres de la talla de Zelda Fitzgerald. Yumiko no deja de ser una representación de Zelda y las flapper, esas mujeres que durante los felices años 20 comenzaron a romper con los convencionalismos y los corsés que, literal y figuradamente, ataban al género femenino y comenzaron a usar ropa, cortes de pelo y a realizar actividades que parecían reservadas al hombre. Mujeres políticamente incorrectas que necesitaban ser así para poder avanzar y encontrar un sentido a su vida, felicidad y un hueco en una sociedad que solo las quería atadas en corto e impostando su forma de ser. En este sentido Pink es un canto magnífico a la liberación femenina, muy acorde a lo que cada vez azota con más fuerza a nuestra sociedad, no a través de abstractos sino a través de mostrar realmente las necesidades y anhelos de una mujer de carne y hueso.

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Y eso lo consigue Okazaki con esa falta de tabús de la que hablaba anteriormente y también gracias a desidealizar la figura femenina y ciertos comportamientos y aspectos de la vida. Okazaki no pinta a la mujer como seres de luz, que necesitan libertad por ser mejores que los demás. Ni siquiera pide esa libertad por sentirse oprimida de manera especial. Okazaki reclama esa libertad para el género femenino humanizándolo, igualándolo al masculino con un mensaje que deja claro que las mujeres pueden tener los mismos sueños, habilidades, vicios, aciertos y fallos que un hombre. Deja muy claro que la mujer es un ser humano sometido a una sociedad hipócrita que prefiere esconder sus fallos tras una máscara en lugar de afrontarlos y ser como se es en realidad. Una concepción bastante valiente y realmente igualitaria de la “guerra de sexos”.

Por otro lado, Okazaki también utiliza un proceso similar en los temas controvertidos que trata. El caso más evidente es el amor y el sexo, temáticas que humaniza y normaliza en grado sumo. En el caso del sexo lo convierte en otro de los pilares principales de Pink, consiguiendo que la obra tenga un estilo narrativo sumamente erótico pero sin caer en fantasía y morbo, sino tratando la sexualidad como lo que es, una parte más de la vida de cualquier persona. De este modo convierte escenas que en cualquier otra obra hubiésemos considerado “escandalosas” o subidas de tono, en disfrutables y que aportan al mensaje de la misma. En este sentido Okazaki da una “patada en la boca” a la mojigatería y nos muestra que a todo el mundo le iría mejor si aceptase y mostrase lo que le hace disfrutar en la intimidad de la misma manera que lo que la sociedad si considera normal que mostremos.

El otro tema del que Okazaki rompe por completo su estatus habitual es el amor. Para la autora el amor no es la cosa ñoña y almibarada que se suele pintar en muchas obras, más bien al contrario, ve el amor y el romanticismo como una lucha constante contra los miedos, las inseguridades y el vértigo de no saber qué se nos viene encima. Pink nos muestra el amor como una improvisación constante, casi como un canto al carpe diem, a ese vivir el momento y disfrutar lo que tenemos, porque cuando nos preocupamos por el futuro es cuando todo se nos viene abajo. Y esto es algo que entronca con la búsqueda de la felicidad que siguen todos y cada uno de los personajes de Pink, una felicidad que se consigue con esfuerzo y lucha constante, con un choque contra cien muros antes de encontrar un resquicio para superarlos y con la necesidad de hacer todo lo que está en nuestra mano para alcanzarla.

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Pink encierra también algún que otro mensaje metafórico y crítico, y es una obra que no deja de tener su simbolismo. Pese a utilizar esa forma de ser de sus personajes para expresar sus anhelos de libertad e individualidad, Okazaki también critica a la sociedad consumista y capitalista a través de los mismos. En el caso de Pink, la prostitución y el motivo de ejercerla que tiene Yumiko esconde una reflexión sobre el sistema económico occidental y contemporáneo, donde en realidad todo trabajo es un tipo de “prostitución” que realizamos para conseguir un dinero que usamos para adquirir cosas que necesitamos y queremos… o al menos que creemos querer y necesitar. Pero al mismo tiempo ese trabajo también puede realizarse por amor, por vocación, como también ocurre con Yumiko. Dos caras de una misma moneda que de nuevo apuntan a la misma dirección, que es esa búsqueda de la felicidad y la autorrealización personal.

El otro aspecto simbólico que encontramos en Pink, quizá el más importante, es la mascota de Yumiko, el cocodrilo. Un elemento fantasioso y chocante, que descoloca en una obra de corte tan realista y costumbrista, pero que es fundamental en la obra, ya que gracias a él conocemos a los personajes y estos nos muestran sus miedos, inseguridades, egoísmos. Sirve para mostrar todas esas cosas que los personajes se esfuerzan en ocultar para que no sean un lastre en su persecución de la felicidad y también para desidealizarlos en cierto modo, especialmente con Yumiko y su actitud para con él en cierto momento clave de la obra.

Hablando de la parte artística, al igual que a nivel argumental, Okazaki y Pink son bastante únicos y personales. El estilo persigue mostrar ese aspecto caricaturesco e irreverente, con un trazo y una composición de páginas que se asemejan al que usaríamos en una tira cómica, con una línea muy orgánica y limpia y un diseño de personajes muy simple y casi infantil. El contraste entre la parte artística y el mensaje es bastante grande, pero creo que ayuda mucho a entender ese dualismo entre la alegría hacia el exterior y el drama hacia el interior. Y de nuevo pasa como con la parte narrativa, pese a la simpleza aparente del dibujo de Okazaki, la realidad es que contiene multitud de detalles y una gran precisión y sentimiento en cada línea, haciendo mención especial a los primeros planos y a la sutil y sencilla manera que tiene para expresar sensualidad y erotismo sin renunciar a la belleza y el buen gusto.

Pink_Yumiko

Por último, mencionar el gran trabajo en la edición de Ponent Mon, con un tomo de una calidad imponente. El color y el impacto visual que se consigue con la portada es todo un acierto, con una imagen minimalista y simbólica de gran belleza y la calidad de los materiales está por encima de muchas de las publicaciones actuales. La presentación del tomo es muy elegante, con una encuadernación muy cuidada, y con la curiosidad de tener un sentido de lectura occidental. En el interior, como suele ser habitual en Ponent, un gran trabajo de maquetación y un papel de buen gramaje, sin errores de impresión ni nada por el estilo. Impecable en ese sentido, como impecable es la traducción de Víctor Illera Kanaya, que consigue una localización excelente para mantener el tono irreverente de la autora sin caer en histrionismos o exceso de comicidad. En definitiva una edición muy acorde a esta gran obra y un placer tenerla en las manos y en la estantería.

Pink es por tanto, una obra muy recomendable, rompedora y valiente, que aporta una nota de color y personalidad al mundo del josei. Sigue siendo igual de crítica que el resto de las obras del género, y muestra la realidad tal y como es, pero su manera de hacerlo es única e irrepetible. Una obra sobre la felicidad, el amor y el sexo que tiene como eje principal a la mujer independiente y humana, con una visión necesaria y acertada sobre el género femenino. Un manga que rompe con convencionalismos y con lo políticamente correcto en una crítica al cinismo e hipocresía de la sociedad con un envoltorio irreverente y accesible para todos. Sin duda, una obra maestra del género.

  Edición original: Magazine House 1989. Edición nacional/ España: Ponent Mon 2018. Guión: Kyoko Okazaki. Dibujo: Kyoko Okazaki. Traducción: Víctor Illera Kanaya. Formato: Rústica (170 x 240), 256 páginas. Precio: 20€.   La editorial Ponent Mon, a base de esfuerzo, ha conseguido labrarse una reputación en torno a obras de…

Valoración Final

Guión - 9
Dibujo - 8
Interés - 9.5

8.8

Pink es un josei rompedor, único e irrepetible. Una crítica al cinismo y materialismo de la sociedad moderna con evocaciones a la liberación femenina, al amor y a la búsqueda de la felicidad, con mucha precisión y descaro.

Vosotros puntuáis: 7.8 ( 12 votos)
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