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RESEÑAS

Pessoa & CIA, Laura Pérez Vernetti; Luces de Gálibo Ediciones; 48 págs., color, 20 €.

A través de Luces de Gálibo, editorial patria de incipiente andadura, llegaba en diciembre de 2011 un nuevo trabajo de la siempre inquieta Laura Pérez Vernetti, artista polifácetica conocida sobre todo por su condición de veterana de nuestro cómic alternativo y por haber puesto en imágenes algunos textos de los principales guionistas de habla hispana; siendo el ejemplo más reciente de ello el Sarà Servito ya comentado en su día en ZN. En esta ocasión, sin embargo, Laura no se abandona en manos de guionista ninguno que le escriba una historia, sino que toma prestada la voz y los versos de un poeta que fue uno y muchos para construir su ¡más difícil todavía! Fernando Pessoa, el literato portugués de variadas personalidades, personaje preso de melancolías y desarraigos, se torna motivo mediante el cual Laura Pérez Vernetti investiga las sinergias existentes entre poesía literaria y visual, tanto en una primera parte en blanco y negro en la que sintetiza con habilidad la biografía del poeta como en los colores que en la segunda mitad otorgan brillo a los poemas del desasosiego.

Y gesta tan osada se salda con resultados dispares… posiblemente, como no podía ser de otra forma.

El retrato que Laura hace de Pessoa constituye una magnífica recreación de la vida del lusitano, en un alarde de contención y expresividad de la autora. La escogida cantidad de información que llena las cartelas «en off» y esa sencilla pero potente composición en dos capas con la que nos son presentados los allegados que mayormente condicionarán la vida de este bardo peninsular deviene un ejemplo paradigmático del embite comunicativo de la historieta, logrando capturar en unas pocas páginas la entraña de un escritor que, de tan singular, se volvió plural.

Por el contrario, cuando Laura acomete propiamente la concreción gráfica de los versos de Pessoa, sus hallazgos son menos homogéneos. Los textos del poeta son, en gran medida, soberbios… y en este sentido cabe señalar el tino con el que la autora ha seleccionado los poemas a representar. Pero siendo la poesía, tal vez junto con la música, una de las artes que mejor refleja lo inaprensible, por fuerza aprisionarla en imágenes comporta ciertos peajes. Pocos, realmente, porque por lo general las apuestas gráficas que Laura ofrece en cada ocasión suelen reforzar la carga semántica de cada verso, tanto cuando retrata el desespero profundo, la vacuidad bobalicona o la afable comicidad cotidiana. Pero caros, esos peajes, especialmente cuando en ocasiones la imagen centrifuga la emoción que el texto sugiere, pero también cuando no alcanza a condensar la potencia dramática de la intuición poética. Es entonces cuando los cabezones de Laura y sus colores cuasiplanos aparentan fuera de lugar y, durante unos instantes, se rompe el hechizo que tanto Pessoa como ella habían alcanzado a crear, ofreciéndonos el tipo de arte que debe paladearse en pequeños sorbos, sin afán ni gula, evitando atragantamientos, para volver una y otra vez sobre sus pasos… y así degustar la vida.

[Entrevista a Laura Pérez Vernetti en ZN + Reseña de Sarà Servito y entrevista a Laura Pérez Vernetti y Felipe H. Cava en ZN + Entrevista a Laura Pérez Vernetti por Pessoa & CIA en RTVE].

Texto escrito por Felipe Hernández Cava para la presentación de la obra en la librería La Central del Reina Sofía

Hace muy poco, en un artículo para el diario “El País”, Laura recordaba sus afinidades con Kafka y con Pessoa, nada nuevo para mí, teniendo en cuenta que hace más de veinte años que mantenemos correspondencia con regularidad, hablando unas veces de nosotros y nuestros estados de ánimo, otras de este medio al que inexplicablemente le seguimos dedicando muchos afanes, y otras, también, de nuestra facilidad para embarcarnos juntos en trabajos que la mayoría de las veces no han sido reconocidos por nadie o ni siquiera retribuidos por los editores.

Pero lo que no le he dicho hasta hoy es la asociación que, en mi memoria, tengo establecida entre Fernando Pessoa y ella, y que va más allá de una posible y forzada ocurrencia para esta presentación.

Yo descubrí el trabajo de Laura, como muchos de los aquí presentes, en las páginas de El Víbora, una revista que seguía con especial interés seducido por los guiones, un defecto profesional, que escribían Pons, Onliyú y Martí, fundamentalmente. Y lo que más me atraía de aquella obra en marcha en la que ella estaba empeñada era el alarde de las variadas personalidades que, según la temática elegida, o según el guionista con el que trabajaba, nos regalaba a los lectores como si estuviera comprometida con “un estado de no-ser”, que era exactamente lo mismo a lo que apelaba aquel Pessoa, del que acababa entonces de recuperarse su inédita obra magna, “El libro del desasosiego”, un trabajo que desde 1982 hasta hoy percutíría en mi cabeza y cuyos pasajes a veces grababa para mi mujer en cassettes, mordisqueando sus textos para tratar de entender cómo y por qué se fragua un espíritu sin sosiego (la de veces que me habré asomado a esa ventana de la oficina de la calle de los Doradores, en realidad el Campo de las Cebollas, para identificar cada uno de los ruidos que amortiguaba el cristal de la ventana, o para meramente ensimismarme en un tedio gratificante).

Pessoa buscaba despersonalizarse para llegar a ser persona, no individuo, a través de aquel ejercicio de los muchos heterónimos que utilizó (algunos, incluso, sin muchos frutos, como Vicente Guedes o el Barón de Teide, por ejemplo). Tan pronto era Alberto Caeiro, como Ricardo Reis, Álvaro de Campos o Bernardo Soares, que es bajo el que menos se encubría, y a los que Laura ha puesto rostro en este libro, y todos conformaban el conjunto de lo que él llamó un “drama en gente”, un drama que tenía en común, quizá tan solo, un infinito dolor individual y una de las abulias más fecundas y fértiles que la literatura nos ha dado.

Laura, y ahí está su extensa producción, respondía también, desde sus primeras obras, a aquel peligro del vacío que se instaló en muchos de los artistas modernos, y lo hacía a su manera, de una forma diferente a la de Pessoa, diferente sí, pero con ciertas semejanzas. Ella podía haberse servido también de seudónimos o de heterónimos, porque ante cada trabajo ha sabido ser una creadora diferente sin renunciar a su identidad (yo la he visto soñar cada guión mío hasta averiguar la mejor manera de hacerlo suyo y quebrar esa frontera entre el trabajo de uno y otro, dibujante y guionista, que es de las más complicadas de franquear).

Y en eso me recordaba también, sin necesidad de conferir una identidad a cada una de sus personalidades, a otro de los mecanismos que explicaba Pessoa, cuando decía que él para crear se destruía, se exteriorizaba dentro de él hasta el punto de que en su interior no existía sino exteriormente. “Soy”, sentenciaba, “el escenario por el que pasan varios actores representando diferentes piezas”.

Comportándose así, como un generoso escenario, como el mejor escenario posible, Laura ha enaltecido el trabajo de muchos escritores y de los guionistas que hemos tenido la fortuna de colaborar con ella, un escenario del que siempre han quedado fuera las verdades absolutas y también el ruido con el que todos accedíamos a ese espacio y en el que ella, generosa regidora, disponía todo para que sobresaliera ante otros ojos únicamente lo sustantivo.

Yo no sé quién fue de verdad Pessoa. Como mucho, a través de Bernardo Soares, que celebro que sea la voz más presente en este libro de “Pessoa&Cía”, puedo imaginármelo, él lo dijo, como alguien con menos raciocinio y afectividad que ese personaje de “El libro del desasosiego” que vive en la Baixa, solo y aparentemente gris, menos cuando se curva sobre el escritorio que hay en su cuarto.

Y tampoco sé quién es de verdad Laura. Creo que Andrés Salvarezza es el único que lo sabe. Porque su extroversión, apoyada en una voz que es toda afirmación, es una forma de hermetismo como la que emplearon algunos de los mejores románticos. Lo que alguna vez, lo confieso, me ha llevado a pensar que podían tener razón aquellos lingüistas que defendían la posibilidad de que existiera un lenguaje que sólo pudiera entender bien un individuo, una suerte de idiolecto que tiende a la captura de lo secreto.

Sólo que en este caso el lenguaje secreto de Laura acoge también, generosamente, los secretos de sus colaboradores (a Pessoa, por ejemplo, le ha regalado en este libro una buena porción de la eternidad que él, como le pasó a Unamuno, anhelaba).

Así que diré, para terminar, que agradezco muy especialmente su empeño y el del editor en este título que hoy presentamos en un momento como el presente, en el que hablamos mucho de novela gráfica mientras los guiones de la historieta se desliteraturizan a pasos agigantados, por lo que bien puedo decir de ella lo que, con orgullo y jactancia, dijo Pessoa de sí mismo en su juventud: “¿Qué puede hacer un hombre de genio sino convertirse, él solo, en una literatura?”.

Los dientes de la eternidad I: Un hombre frente al abismo, Jorge García y Gustavo Rico; Ediciones de Ponent; 104 págs., color, 21 €.

Mucho ha tardado en concretarse esta obra de Jorge García y Gustavo Rico, puesto que su guionista ya nos hablaba de ella en junio de 2007, pero lo cierto es que el resultado es tan bueno que cualquiera les perdonará tanta demora. Como el propio Jorge García explicaba por aquel entonces, Los dientes de la eternidad «cuenta la historia de un anciano que, a las puertas de la muerte, viaja al Ásgard en busca de las manzanas que rejuvenecen a los dioses». Dicha premisa que, aunque sin duda posibilista, en manos menos dotadas podría haberse despeñado por un desfiladero de tópicos, se convierte bajo sus riendas en montura de altos vuelos artísticos que inquieta y subyuga a partes iguales.

Y es que Jorge García construye un relato de tiempos medidos, que respira, ronronea y se mueve como si estuviese vivo, agitándose en nuestras manos. Como una serpiente que se enroscase a nuestro alrededor, apretando y aflojando su presa lo justo y suficiente para mantenernos vivos… pero apenas con aliento. La bella y musical fisionomía lírica de su prosa; el modélico trenzado de interludios diversos y la consiguiente aprensión que crean en el lector; el articulado de motivos tan netamente humanos como la libertad, el miedo y la traición, la fatalidad, el destino y la venganza… Todo ello nos hipnotiza y nos empuja a leer sin tregua, pero también sin prisa, explorando cada ángulo de unas vicisitudes ricas en matices, viendo como la inminencia del fin del mundo nos engulle al igual que a los protagonistas de la historia, incapaces ellos y nosotros de volver sobre nuestros pasos, capacitados únicamente para seguir adelante, para continuar leyendo aunque toda esperanza de finales felices parezca ilusoria. La épica del Ragnarok y el triste pesar de un renuente traidor condenado así lo demandan, porque Jorge García sabe presentarnos ambas realidades de forma magistral.

Pero no es menos importante la tarea realizada por Gustavo Rico. Huyendo voluntariamente de cualquier rastro de naturalismo, apostando valientemente por un estilo de vocación cubista, este ilustrador barcelonés ofrece un variado surtido de inquietantes imágenes que multiplican la amenazante apocalíptica de los textos, cuando no la generan desde el más puro y aterrador silencio. Haciendo uso del collage, de unos trazos cortantes y agresivamente rotundos, de composiciones irreales y oníricas y de un juego de texturas intensamente hermosas, Gustavo Rico consigue transportarnos a mundos que sin duda no son el nuestro. Como creo que no se ha hecho nunca en historieta, o acaso como sólo fue capaz de hacerlo Alberto Breccia, Gustavo Rico desconcierta en lo amalgamado de las referencias icónicas que utiliza, hasta conjurar un espacio simbólico propio que, de tan alienígena, deviene casi suprarreal y, por eso mismo, idóneo para adentrarnos en los espacios proto-históricos de las epopeyas míticas.

Después de todo lo dicho queda claro que, si algún pero puede encontrársele a esta interesante propuesta, es únicamente que la necesidad de averiguar cómo prosigue después de esta primera entrega es tan grande que nos será imposible esperar otros cinco años a descubrirlo.

[Entrevista a Jorge García en ZN Parte 1 + Parte 2 + Parte 3 + Reseña de Las aventuras extraordinarias del Joven Verne: La puerta entre los mundos de Pedro Rodríguez y Jorge García + Reseña de Hacerse nadie de Jorge García y Fidel Martínez + Reseña de Historias para no dormir de Pedro Rodríguez y Jorge García].

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Toni Boix
“Me llamo Toni Boix y soy un DC-Adicto”. A pesar de que mi niñez esté inundada de Sal Buscema y mi adolescencia de Spirit, Metropol, Cimoc y Zona 84. Porque Zinco me devuelve al redil. Zinco y Wolfman y Perez y Moore y Totleben y Gibbons y Miller y Bolland y García López. Después, el ansía. La escasez. La falta absoluta de alegrías. Mueren las revistas de cómics y Zinco vegeta. Mi ilusión se marcha a hacer las Américas. Suerte del Previews… y de los cómics que se malvenden. Le pido a Raúl López que me deje escribir una reseña en Zona Negativa promocionando Fallen Angel… y el resto es esta historia.
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Javié
Javié
Lector
5 abril, 2012 12:57

Primero felicidades como siempre por el articulo, pero hay una cosa que nunca he conseguido entender,vamos a ello:
 
 
Pessoa y cia, 48 paginas a color, 20 euros.
 
 
 
Los dientes de la eternidad, 104 paginas a color, 21 euros.
 
 
 
Y yo leo estas cosas y me pregunto, ¿Se estan riendo de mi?, ¿Donde esta el baremo de los precios?, ¿En serio piensan que alguien va a pagar 20 eurazos por 48 paginas?

José Torres
José Torres
5 abril, 2012 15:54

No es la primera vez que leo comentarios como el anterior, y así nos va. A mi forma de ver, no se debería comprar un libro o un tebeo pensando si quedará bonito en la estanteria de casa o si pegará con el color de la tele que tenemos al lado, o si es mas o menos gordo. Y sobre todo, debemos olvidarnos de la relación cantidad de páginas \precio y centras nuestras compras en la relación calidad\precio. Para comprar al peso, yo me voy a una frutería. Con los libros hay que seguír otros baremos. Creo yo.

Javié
Javié
Lector
5 abril, 2012 16:03

Pues yo creo que no, y te explico porqué desde dos puntos de vista, como cliente y como dibujante.

Como lector habitual de Tebeos me parece muy raro que según que editoriales, el precio sea uno u otro por el mismo numero de paginas, me hace pensar que igual el precio que estoy pagando no es su precio real de mercado.

Y esto es principalmente porque como dibujante, a mi me pagan por lamina terminada, aprobada y entregada, lo cual tu teoría del arte subjetivo y los kilos de limones no me sirven, de igual manera a los artistas que han desarrollado las obras aquí reseñadas se les ha pagado de igual manera, ¿Entonces porqué cobrar un precio tan hinchado?

Eso si, viendo las obras y los precios te doy totalmente la razón en tus afirmaciones, así nos va…..

El Asombroso Espaiderman
El Asombroso Espaiderman
Lector
5 abril, 2012 16:11

 José Torres, a ti te gustaría que te cobren 20 euros por 48 páginas, independientemente de su calidad? Porque al resto de la gente no.

José Torres
José Torres
5 abril, 2012 17:14

Yo no entro en si los precios estan o no hinchados, Javié. Eso os lo dejo a los profesionales que sois los que vivis el dia a dia de esto. Lo que he querido dejar claro es que yo, personalmente, no compro los comics porque sean mas o menos gordos. A mi parecer, hay tebeos de 100 o 200 páginas que son pura basura. Otro no. Y tebeos de 48 páginas que son sobresalientes en cuanto a su ejecución. Otros no. Yo prefiero gastarme mi dinero en un tebeo de, por ejemplo, Alfonso Font o David Rubin, que me parecen autores sobresalientes y que sabes que no te van a decepcionar, a gastarme la misma cantidad en, ejemplo para no herir sensibilidades autoctonas, un manga al que se le nota que su autor se ha dibujado 20 páginas entre la ducha y el desayuno solo porque tenga el triple de páginas. Es la calidad lo que debería marcar un precio, no la cantidad. Y ya, mojandome un poco, si hinchan los precios, debería repercutir, sobre todo, en los autores. En eso siempre estaré de acuerdo.

Ocioso
Ocioso
Lector
5 abril, 2012 17:40

Si los precios se pusiesen de acuerdo con la calidad del producto nos regalarían montones de tebeos y pasaríamos al cine gratis. Eso sí, a ver quien sería el guapo que se podría permitir comprar Watchmen o entrar a ver La guerra de las galaxias.
Al contrario que en el mercado del arte este es un medio industrial en el que no existe la especulación, o al menos, se mantiene dentro de límites tolerables.
Cuesta lo mismo editar un tebeo bueno y uno malo, y en la mayoría de las ocasiones los autores no cobran en función a su calidad sino a las expectativas de venta. No creo que Laura sea mas carera que la mayoría de los autores de su nivel.
Esto huele mas a tirada mínima que dispara el precio por ejemplar. Podría ser incluso una autoedición.

fanpi
fanpi
5 abril, 2012 17:51

Yo personalemnte no me dejo guiar por los precios, siempre busco lo que me pueda atraer como lector… y despues ya veo el precio y juzgo si me lo puedo permitir o no, aunque tambien es cierto que llama mucho la atencion la diferencia de precios/paginas de algunos
 

samanosuke
5 abril, 2012 21:12

El problema José Torres, es que la «calidad» no es la misma para ti que para mi, vamos que a ti te puede parecer esta obra genial y creer que son los 20 euros mejor invertidos de tu vida, pero si a mí me parece el cómic después de pagado una mierda me siento estafado. Y como la única manera de saber qué tal estará es comprándolo… Pues a ese precio yo no me arriesgo. Y como digo no depende de cantidad/precio, porque si no me compraría el tochal de la JLA de Morrison de la que también hablan maravillas, pero no hago un desembolso de 60€ para no saber qué encontrarme.

El Asombroso Espaiderman
El Asombroso Espaiderman
Lector
5 abril, 2012 21:14

 José Torres, la calidad y el precio nunca van de la mano. El precio dependede la tirada. A menor tirada más precio, y a mayor menos. Pasa esto con muchas obras españolas, un precio del copón para 2 o 3 grapas.

El Putilla Maravilla
El Putilla Maravilla
7 abril, 2012 21:51

Cacarra pretenciosa y cara. No me convence.

Ferran Fernández
9 abril, 2012 14:41

Permitidme que haga un breve comentario en este asunto del precio de los libros, como (pequeño) editor del libro PESSOA & CIA: con las calidades de papel e impresión que nos exigimos, y con los compromisos económicos con nuestro/as autore/as (con pagos por adelantado incluidos), lo más probable es que no lleguemos a cubrir gastos, incluso obteniendo un cierto éxito de ventas (mil ejemplares, por ejemplo). Así están las cosas.
Ferran Fernández (LUCES DE GÁLIBO)

Javié
Javié
Lector
9 abril, 2012 22:57

Bueno, eso mas que una explicación, parece una justificación, el que la editorial, grande o pequeña, tenga pocos recursos para intentar ser competitiva, no puede ser en ningun caso una excusa valida para cobrar un precio desproporcionado.
 
De todas formas, igual cuando le eche un ojo, mi punto de vista cambia e incluso me parece barato, cosa que a apriori no es en absoluto.

Javié
Javié
Lector
10 abril, 2012 0:35

Refrescado y re-leido, con articulo de opinión incluido, que te voy a decir a ti querido Toni, que no sepas ya, de momento no me lo han vendido, sería muy facil para mi y muy falso, dicho sea de paso, dejar el tipico «Este cae fijo», pero aunque sea dificl de comprender para algunos, eso me parecería una falta de respeto a tu trabajo y dedicación, ya que no puedo retribuirte tus esfuerzos de manera economica, que menos que ser sincero en cualquier comentario que deje, lo que si me ha generado es una curiosidad, que a pesar de no tratar una tematica que me interese demasiado, me obligará a echarle un vistazo y sacar mas conclusiones.
 
 
Un saludo.

Javié
Javié
Lector
10 abril, 2012 14:38

Como me conoces, xd, esa si la tengo apuntada desde el otro día, un abrazo amigo.