Píldoras Nacionales 37: Entrevista a Raule y Roger

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RESEÑAS

3537Jazz Maynard 4: Sin esperanza, Raule y Roger; Diábolo Ediciones; 48 págs., color, 15’95 €

Los primeros parabienes acerca de Jazz Maynard, cuando su número uno todavía no había sido publicado en España, llegaron hasta mí de la mano del autor de cómics con el que creo estar más unido. De todas formas, había algo en aquella recomendación que me escamó (y es por eso que no voy a dar nombres), puesto que mi amigo vino a decirme que, aunque yo no supiese francés, podía comprarme la edición francesa del tebeo -creo que más barata- y a pesar de mi desconocimiento del idioma vecino seguiría bien la historia. Yo, siempre buen amante de las tramas solidas por más que reconozca la absoluta importancia de la ilustración en la historieta, no lo tuve muy claro… y fue ya después de haber ojeado la edición de Diábolo y haberme maravillado con los dibujos de Roger Ibáñez, que pude leer de prestado el primer número de esta exitosa cabecera de creación española. Por aquel entonces la versión hispánica ya llevaba una temporada en los estantes y alguno de mis compañeros en ZN de gustos más fiables me había transmitido su insatisfacción hacia aquella nueva creación de Raule y Roger. Ciertamente, a pesar del magnífico dibujo y la carismática caracterización de personajes y principales entornos, la narración no me llegó. Quedé con regusto agridulce por lo que era, en mi opinión, un mestizaje de tendencias muy diversas no del todo bien ensamblado. Me sobraban los ninjas, me sobraban los polis tontos… y no tuve interés por leerme los siguientes números de la serie.

Sin embargo, pasó el tiempo, Raule y Roger fueron acumulando alabanzas y yo me atreví a acercarme a otras obras de su manufactura que despertaban mi curiosidad, tales como La conjetura de Poincaré (Raule y Martín Saurí) y Vidas a contraluz (Raule y Roger). ¡Y me gustaron! ¡Me gustaron a pesar de que también en ellos existía mestizaje! Mi talante inquisitivo me impulsó a preguntarme por los motivos de aquella disparidad de efectos ante propuestas hermanas… y la única respuesta que pude llegar a darme fue que en Jazz Maynard Roger Ibáñez ya era demasiado buen dibujante. Me explico: un dibujante funcional y esquemático como Frank Miller, de iconicidad marcada, puede saltar de Murdock a La Mano sin solución de continuidad; pero un ilustrador tan potente como Roger, que captura los mil matices que le son susceptibles de contener a todo aquello que marca el guión, logra meter al lector tan adentro en cada realidad explorada que luego no resulta natural cambiar de registro narrativo con rapidez y dentro del mismo hilo argumental. Es tan buen recreador de ambientes que, como consecuencia de eso, los saltos en el guión de un género a otro se viven con brusquedad.

Después de todo lo dicho, ustedes comprenderán que la publicación del cuarto número de la serie, primero de un nuevo arco argumental, me situó ante una difícil encrucijada. ¿Aquella nueva entrega despertaría en mí las mismas dudas que su ya lejano primer número o valía la pena probar suerte dada la valía que sus autores me habían demostrado en otros proyectos? La cosa no estaba fácil. Incluso hubo una voz autorizada que me dijo que, si no me habían gustado los números anteriores, éste tampoco me iba a gustar. Por suerte, se equivocó, porque en Sin esperanza he encontrado todo lo que me encanta de este duo de creadores y nada de lo que me disgusta. Ciertamente y aunque el tono negro domina todo el álbum, los autores no dejan de tantear otros registros narrativos. Pero lo hacen en modo flashback, cerrando una escena y abriendo otra, y no de un instante al siguiente como sucedía en aquel primer Jazz Maynard. Así consiguen realmente que el mestizaje devenga riqueza y no extrañeza, dotando de fresca originalidad a su criatura sin convertirlo en un imposible.

De todas formas, no es ahí donde se amagan los triunfos de este dueto fantástico. No, como en los primeros Jazz, lo mejor se halla en la caracterización de personajes y ambientes, cada vez más destilados y potentes debido a la gran habilidad de Roger no sólo como ilustrador sino también como narrador. Y, como en La Conjetura de Poincaré y Vidas a contraluz, el otro gran valor de este cómic está en que Raule vuelve a brindarnos un anecdotario a través del cual perfilar a los protagonistas principales cargado de simbolismo y que no tiene desperdicio. En este Jazz Maynard Raule es más Raule que nunca y aporta un guión con ese poso de buen whisky y la intensidad emocional del mejor blues que les son propios a esas historias negras negras con aires de verdadero clásico. Glamour, pasión, drama, lucha encarnizada, honor y traición… ingredientes infalibles para descubrir una mano ganadora.

Así que, si no les gustaron los anteriores Jazz, este es su cómic. Y si les gustaron… también, claro 😀

ZN ENTREVISTA A… RAULE Y ROGER

Toni Boix: Creéis que, el día que os conocisteis, ¿os tocó la lotería?

Roger y Raule: Sin duda. Hemos forjado una gran amistad, la mejor de las loterías. También desde el punto de vista creativo. Crear historias juntos y mantener la misma ilusión de los inicios es una suerte tremenda. ¡Y que dure!

Toni Boix: Después de varios trabajos auto conclusivos, ¿qué razones os movieron a apostar por un personaje de largo recorrido?

R & R: Teníamos claro que si seguíamos haciendo historias costumbristas, más personales y realistas, el público sería mucho menor. Lo que triunfan en el mercado franco belga son las series largas, los personajes, y con ese objetivo creamos a Jazz Maynard. Pensamos claramente en el aspecto comercial y parece que acertamos en el planteamiento. Aunque somos muy conscientes de que nos podría haber salido el tiro por la culata y pasar desapercibidos.

Toni Boix: Y Jazz, tal cual es, ¿costó de parir o se os impuso con naturalidad?

Raule: Crear un personaje es un proceso divertido. En nuestro caso, primero pensamos qué ambiente y elementos queríamos meter en la historia (la música jazz, los robos elaborados, acción, aventuras, etc).

Roger: Luego yo propuse un apellido para el personaje: Maynard (en homenaje a James Keenan Maynard, cantante del grupo Tool) y Raúl decidió llamarlo Jazz porque sonaba bien. Es decir, vamos lanzando ideas uno y otro hasta que Raúl ya tiene material para escribir el guión técnico del álbum.

Toni Boix: ¿Por qué esa Barcelona ligeramente futurista como trasfondo para estas aventuras y, concretamente, por qué el Raval?

Raule: Nuestra idea inicial era que las aventuras de Maynard transcurrieran en un futuro muy cercano, pero álbum tras álbum eso se perdió, quizás porque resultaba irrelevante para la historia. Ahora consideramos que todo sucede en la actualidad.

Roger: Lo que no ha cambiado es nuestra idea de un Raval preolímpico, el Raval novelesco y canalla. Raúl quería un barrio portuario como Marsella para la historia, pero yo, por el tema de la documentación, elegí el Raval barcelonés; lo cual ha resultado un elemento crucial del éxito de la serie entre el público franco belga.

Toni Boix: Mientras que en el anterior arco argumental jugabais con distintos géneros a la vez, en esta nueva etapa –al menos en su primer número- parecéis circunscribiros a la serie negra. ¿A qué se ha debido el cambio?

R & R: Pues lo cierto es que no nos hemos dado cuenta hasta verlo publicado. Con ello queremos decir que no seguimos un plan milimétrico de lo que debe ser la serie. Se nos ocurre una buena historia para el personaje y sus amigos y la contamos lo mejor posible. Y si ahora no hay “ninjas” en las azoteas es porque no viene a cuento. Queríamos hacer una historia más íntima, más centrada en los personajes que en las tramas y quizás por eso nos ha salido más realista y negra. De todas formas, os recordamos que en este tomo hay un flashback a la Sumeria de hace 3000 años. No creemos que eso sea muy normal dentro del clásico género negro.

Si en los próximos álbumes, por ejemplo, Maynard tiene que hablar con los muertos, pues lo haremos sin problemas. Creemos a pies juntillas que si nosotros nos divertimos, el lector se divertirá.

Toni Boix: ¿Hay vida después de Jazz o esa es una pregunta todavía estáis muy lejos de plantearos como autores con probada inquietud creativa?

R & R: Ambos queremos trabajar con otros guionistas y dibujantes, aprender de ellos y probar cosas nuevas. Tenemos algún proyecto más o menos empezado, pero ahora la prioridad es Maynard.

Pensamos en Jazz como la serie bajo la cual encontrar cobijo siempre. Nuestro sueño es espaciar cada vez más la salida entre un álbum y el siguiente para disponer de tiempo y trabajar con otros autores o editoriales. Pero la idea es no abandonar nunca la serie mientras los lectores sigan pidiendo más aventuras del trompetista canalla.

Toni Boix: ¿Os referís entre arco argumental y arco argumental o literalmente entre álbum y álbum?

Raule: Perdona por la confusión. Obviamente nos referimos a dejar tiempo entre un arco argumental y el siguiente. Menuda faena sino para el lector, jajaja.

Toni Boix: Y, en relación con esta última pregunta, ¿diríais que el universo de Jazz os permite dar lo mejor de vosotros mismos como escritor y dibujante o más bien es el trampolín adecuado para vehicular solo vuestros intereses más comerciales?

R & R: Es indudable el tono comercial de Jazz Maynard, pero ello no lo hace más fácil de escribir o dibujar. Nosotros siempre damos lo mejor en cada obra. Que a los lectores les guste o no ya es secundario, pero uno tiene que poner todo su talento y oficio al servicio de la historia. De todos modos, somos ambiciosos y nuestra intención es hacer algo más que un entretenido tebeo de género. Con el tiempo y la confianza de los lectores lo conseguiremos.

Toni Boix: Gracias por habernos dedicado este espacio y desearos que sigáis cosechando éxitos.

R & R: Gracias por vuestro apoyo, amigos y hasta la próxima.

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José Torralba
20 mayo, 2010 12:37

¡Qué maravilla de reseña/entrevista, madre mía!

Yo fui de quienes esperaron el primer Jazz Maynard con ganas, de quienes se compraron los tres y de quienes se quedaron decepcionados por todo lo que el tebeo prometía, por todo lo que los álbumes apuntaban y, sin embargo, por la deriva ulterior de la propuesta a lo largo de sus entregas. Ahora, con el poso de la lectura bien asentado y a la luz de la frialdad que me aporta el tiempo, creo poder decir lo que me disgustó: la ambición argumental de la obra, de la cual ese mestizaje que comentas –más bien deslavazado– no es sino consecuencia.

Y es que, si por factura gráfica, tratamiento del color e intenciones primigenias Jazz Maynard apuntaba alto como una modélica revisitación, cool y europea (continental), de las claves del noir contemporáneo y posmoderno (ése que, como en la excelente Brick, reinterpreta el pasado) rápidamente derivaba en atracos más propios de una propuesta high-tech que otra cosa, en ambiciosas tramas internacionales, en complejas triangulaciones y trasfondos y en giros que, personalmente, desde la humildad del lector, no creo que la historia pidiese. Edificar una trama de proporciones megalómanas, en el género negro y con la brevedad consustancial al álbum europeo, es sinónimo de desnaturalización; de corrupción, más que de mestizaje.

Y así, un proyecto al que le pedía una puesta en escena que reflejara la bohemia barcelonesa, europea y cosmopolita, y que bajara la pelota con una trama estilosa pero cercana y urbana, intrincada aunque modesta (criminales de perfil bajo), acabó transmutándose en un precipitado cómic de ninjas y de lucha de corporaciones y sindicatos criminales. Por poner un ejemplo jazzístico, yo esperaba la trompeta de Wynton Marsalis y me acabé encontrando con el acid jazz de Jamiroquai. Empero, tras lo dicho, y viendo el cambio que comentas, creo que le daré otra oportunidad a la colección. Sólo el trabajo de Roger ya se merece el gasto.

¡Un saludo!

José Torralba
20 mayo, 2010 13:39

Eso ni que decir tiene… además, que el cómic no acabara siendo lo que yo pedía no quiere decir que tuviera necesariamente que serlo. Estoy seguro de que muchos lectores participaron de la propuesta.

Por otra parte, la compra de este primer número está más que asegurada.

Y, sí, ya me «supuse» quién era ese compañero… ¡Un abrazo, Toni!

John Space
John Space
20 mayo, 2010 14:56

?Qué banda sonora le deberíamos poner a esta serie?

marc
marc
Lector
20 mayo, 2010 15:39

Jazz?¿
perdón por la respuesta chorra, pero la pregunta se la merece XD
(empieza por Miles Davis y sigue buscando………..esa es la respuesta mas o menos seria).

demanio
demanio
Lector
20 mayo, 2010 17:26

hola, a mí sí me ha encandilado JAZZ MAYNARD, tanto por dibujo como por guión.
aunque reconozco que respecto a obras europeas, me sigue gustando mucho más series como
KEN GAMES O BLACKSAD.
pero aún así Jazz tiene su cosa,
¿habéis visto el trailer a imagen real hecho por unos estudiantes de cine francéses? es cuanto menos curioso.
saludos.

curioso
curioso
Lector
20 mayo, 2010 17:27

por cierto, gracias por la entrevista!

JAVIE
JAVIE
Lector
20 mayo, 2010 17:31

Genial entrevista TONI,me ha sorprendido la sinceridad de los autores al reconocer que la idea era hacer una historia con miras comerciales (en el sentido de la continuidad de unos personajes)

Me quedo con el trabajo de Roger ibañez como artista completo es impresionante.

demanio
demanio
Lector
20 mayo, 2010 17:35

ah, y respecto a este ultimo album:
es el que menos acción tiene, y a pesar de eso es uno de los que más me ha gustado.
acción exagerada me refiero, peleas y saltos imposibles,
aqui la acción es más concisa, directa y sin malabarismos, por eso me gusta más.
y los personajes se crecen.
la conversación Jazz con su abuelo
momento Teo
el nuevo malo.
el futuro supuesto robo…
ain….

Parábola Durden
Parábola Durden
21 mayo, 2010 0:18

Bufff, podría haber firmado la primera parte de este artículo (por las sensaciones, digo). Exactamente por lo que se argumenta es por lo que no me convenció Jazz Maynard. Yo me compré los tres, y al pasar la última página supe que no había valido la pena. Un personaje no puede ser tan real, tan callejero, dramático y cercano si es un ladrón especialista, una especie de geo comando, el mejor con la trompeta, un mata ninjas, un tío que no parece tener límites de ningún tipo. ¿Me explico? No puedo sentirme preocupado o implicado con él o con lo que le pasa si tengo la sensación de que en la siguiente viñeta podrá matar a treinta con un solo cargador o improvisar un paracaídas con una servilleta. No me preocupa ni me intriga. Si esta serie solo fuera noir, estrictamente el Raval, con esos tonos, ese dibujo, y ese jazz… Sería increíble. Es lo que me esperaba cuando compré el primer número y lo que seguí esperando, iluso de mí, en los dos siguientes.

Ahora sólo estoy un pelín más convencido de comprarme este volumen nuevo. Sólo un poco. Insuficiente. No le daré una cuarta oportunidad. Releeré algún tomo de scalped.