Opinión DC: Cara y Cruz sobre la Continuidad en los Comics de Superhéroes.

    Un combate a dos bandas sobre un tema lleno de controversia con dos valientes que no temen exponer su opinión sobre la Continuidad en los comics de superhéroes.

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    Opinar y exponer ideas siempre es enriquecedor.

    Con este segundo artículo dedicado a la Continuidad en los comics de superhéroes entrando de lleno en el debate sano y sincero con el que poder exponer no solo la opinión de dos de nuestros redactores, sino también el debate entre vosotros, los lectores, verdadero motor de esta web. Esperamos poder aprender todos de todos y que al final todos hayamos podido expresarnos con sinceridad y respeto hablando de algo que nos apasiona.

    JUAN IGLESIA / EN CONTRA

    Por decirlo provocativamente, ni la continuidad de DC tiene ya remedio ni la de Marvel tiene ya sentido.

    La continuidad fue una innovación excepcional. Marvel asentó su predominio sobre este concepto. No en vano era un reclamo excelente para fidelizar al lector. Las posibilidades narrativas que abría eran enormes: desarrollo de personajes, grandes sagas, interconectividad. La ficción superheroica podía articularse como un gran relato que aunara mitología y crónica de época.

    Sin embargo, la continuidad también albergaba una promesa, aunque fuera tácita: la de llegar al final de la historia. Las cosas que cambian, que evolucionan, tienen que pasar por ese trauma que supone llegar a término y transformarse en otra cosa. El gran relato marvelita pareció encaminarse a ese destino en algún momento. Alguna declaración de Jim Shooter apuntó en esa dirección. No obstante, el peso de las franquicias, el apego al statu quo ha triunfado siempre sobre la pretensión de dotar de un final a la historia.

    Para DC, no obstante, la continuidad no fue un problema durante varias décadas. Cuando asumió que tenía que integrarla de alguna manera desarrolló algo totalmente distinto a la continuidad marvelita. Pero su afán por conseguir algo parecido a lo que Marvel tenía le hizo infravalorar buena parte del potencial diferenciador que su Multiverso le ofrecía.

    Tras la Crisis, DC podría haber puesto en orden su continuidad asumiendo algún que otro agujero negro e integrando algún tipo de variabilidad (léase multiversal), pero sabiendo que era un esfuerzo con fecha de caducidad, como lo es el de Marvel. A estas alturas, cualquier empeño en ordenar la continuidad deceíta parece tan inútil como innecesario.

    No obstante sus esfuerzos, el escaso apego deceíta por la continuidad se ha seguido notando. Obras imprescindibles de DC se han situado reiteradamente fuera de toda continuidad, ofreciendo versiones tan sólidas de sus personajes que los elementos allí planteados acababan colonizando la continuidad oficial. El juego entre toque de autor, estilo, modas y autorreferencias tiene más posibilidades en estas obras.

    De todas formas, la continuidad deceíta (sea multiversal o marvelizada) tampoco podía eludir la cuestión de su destino final. Dadas las diferencias entre uno y otro relato, el final de DC tenía que ser lógicamente distinto del de Marvel. Y en esto, DC estaba más dotada que Marvel para una ficción superheroica “post-continuista”. Irónicamente porque sus personajes principales habían experimentado algún tipo de final sino oficial si “arquetípico”. Antes de su sobre-explotación, El Regreso del Caballero Oscuro significó el auténtico y verdadero final de Batman, hasta el punto que durante muchos años distintos elementos del Batman periódico, serializado, le acercaban al Batman ya mítico de The Dark Knight Returns. En un prólogo a esta obra, Moore lo explicó con palmaria sencillez: si dotas de un final a un héroe lo conviertes en leyenda. Él mismo lo hizo con Superman en ¿Qué ocurrió al Hombre del Mañana? y Morrison lo versionó brillantemente en All-Star Superman. En sus grandes obras superheroicas, Moore jugó con la continuidad como nadie: estirándola, concentrándola, poniéndola en paralelo del tiempo real. Su comprensión del concepto incluía la idea de un final necesariamente mitificador como culminación del relato. Es conocida su propuesta para dotar de un final épico a todo el Universo DC que, a su vez, no impidiera seguir adelante con las series. Su proyecto de Twilight of the Super-Heroes podría haber significado la consumación de una auténtica cosmogonía de DC. Y con unos personajes como los de DC, ese final sólo podía ser un Ragnarök.

    Ese hubiera sido el final propicio para el Universo DC. Así como la novela-río marvelita desembocaría en el mar, lo que seguramente podría haberse concretado con el retiro de buena parte de sus personajes, el rosetón deceíta dedicaría los mandalas limítrofes a explicar el fin del mundo, dando una definitiva y ontológica legitimidad al “estatismo” del Universo DC.

    Esto no se ha dado y es posible que no se dé nunca. En cambio hemos tenido sucedáneos, mundo alternativos donde hemos podido explorar los hipotéticos finales de algunos personajes. Algunos muy buenos. Pero ninguno ha conseguido dar ese tipo de cierre que necesita la narración.

    Las múltiples versiones de los autores también han contribuido a disminuir la importancia de la continuidad. Éstas se integraron armónicamente en las series Marvel, que hasta hace un par de décadas cada una constituía un conjunto cohesionado. No era el caso de DC, donde sus series estaban nítidamente fracturadas por versiones de época y visiones de autor desde tiempos remotos.

    Esta sucesión de versiones, fluida y dentro de la continuidad en el caso de Marvel, fragmentada y contradictoria en el caso de DC contribuyó al mantenimiento de las publicaciones pero a costa de la verosimilitud del relato. No hay continuidad posible que vincule el Batman de Bill Finger y Dick Sprang con el de Alan Grant y Norm Breyfogle que no sea un juego morrisioniano de metaficción, autorreferencia u homenaje, es decir, una visión de autor. Sin haber sufrido un reinicio total ¿se puede decir que el Spider-Man de Ditko es el mismo personaje que el de Dan Slott?

    La evidencia de que la continuidad ha colapsado está en que cada aficionado hemos acabado componiendo nuestra propia continuidad emocional, aunando etapas y momentos favoritos. Para muchos Jason Todd o Norman Osborn siguen bien muertos. Incluso podemos barruntar un final para cada personaje que acaba coronando nuestra propia visión del mismo.

    Otro elemento es el de la multiplicación de los medios de explotación. El tránsito de personaje a franquicia ha multiplicado las versiones de los mismos de tal manera que es inevitable que surjan contradicciones o, sencillamente, múltiples visiones. Carece de sentido tratar de poner un dique entre los cómics, tenidos por fuente inexpugnable de autenticidad, y el resto de medios y soportes en los que aparecen los personajes. Las versiones de uno y otro medio dialogan y se mezclan en un ejercicio de intertextualidad mutuamente beneficioso. Ha pasado desde el principio y ha dado pie a intercambios sorprendentes. Jimmy Olsen es un personaje salido del serial radiofónico de Superman. La visión de Byrne de Superman está expresamente influida por la película de Richard Donner. Es más: las versiones fílmicas han tenido, en algunos casos, la suerte de cerrar ciclos, de completar el viaje del héroe, aportando una visión completa del personaje y su universo. No sin polémica, este es el privilegio del que disfrutó Nolan con su trilogía de The Dark Knight. Es decir, otros soportes han sido capaces de ofrecer lo que los cómics aun no han sido capaces de dar: el destino final del personaje. Sin embargo, parece evidente que en ese complejo multi-soportes de explotación comercial de los personajes, los cómics quedan relegados a un papel marginal.

    Donner y Reeve.

    Sin querer caer en una crítica tópica que apunte a la comercialidad y la estructura de la industria como el problema, es evidente que esto también juega un papel. Los personajes pertenecen a las empresas, no a sus creadores. En muchos casos hablamos de obras de encargo, “inspiraciones” o plagios encubiertos. El género está bastante marcado desde su origen por políticas draconianas de abaratar costes y exprimir hasta la última gota de talento de los autores sin que éstos vean reconocida su obra. Así que no debería resultar extraño que, antes de consideraciones creativas, las editoriales miren por el mantenimiento del negocio. La crítica sería, no obstante, que parece que se les ha olvidado hacer compatible lo comercial y lo creativo, como anteriormente hacían (léase la Marvel Age o Crisis en Tierras Infinitas), su miopía ante la evidente decadencia de las ventas (que podría justificar perfectamente dotar de un final digno a sus universos) o la creciente subordinación de los universos comiqueros a los peliculeros o televisivos, con lo que volvemos a la crítica anterior: si los cómics acaban limitándose a servir de plataforma para las películas y otros medios de explotación, que contarán las historias tenidas por “verdaderas” para millones de personas, ¿por qué no darles un final digno?

    Es curioso como en el cine también se han reflejado las características de ambos universos. El Universo Cinematográfico Marvel ofrece una interconectividad enormemente atractiva y sólidamente basada en los cómics, lo que supone una gran dificultad para que un autor pueda imponer su sello, aportar su visión, ya que tiene que filtrarla por una compleja continuidad que le condiciona constantemente. Por su parte, las dificultades para consolidar el Universo Expandido DC hablan por sí solas: ha sido más fácil presentar visiones de autor de los principales personajes de la casa (el Superman de Donner, el Batman de Burton o de Nolan) que mostrar un universo compartido. Y cuando se ha decidido apostar por un universo compartido cinematográfico, ha sido en base a una visión personal (y polémica) del mismo.

    No se puede culpar sólo a la industria del estancamiento del género. Lo cierto es que el grueso del fandom ha contribuido a esto. El fandom se ha movido y se mueve, como se sabe, por dos tendencias excluyentes y complementarias al tiempo. La exigencia de cambios, de evolución, de presencia del elemento sorpresa y la necesidad de reconocer a los personajes, de reconfortarse en la certeza de que las cosas van a seguir como siempre.

    La intimidad que los aficionados comparten los personajes, resultado de décadas de publicaciones periódicas, ha jugado en los dos sentidos: a medida que los lectores crecen, quieren llevarse a los personajes con ellos, que les sigan acompañando en su trayecto vital, lo que en el caso de los superhéroes supondría una dificultad casi insalvable. Por mucho que evolucionen o cambien, estos personajes jamás atraviesan la barrera de la cuarentena: viven perennemente entre los veintitantos y los treinta y tantos. Sin embargo, cuando un personaje cambia en exceso, se alzan las voces que claman por una vuelta a su estado natural alegando que ya no es el mismo. El umbral de cambio que el aficionado medio es capaz de tolerar es difícil de precisar. Pero en todo caso, se ha vuelto una cuestión irrelevante: todo aficionado sabe que ningún cambio es permanente, que ninguna muerte es para siempre. Es decir: que al final, la versión arquetípica volverá, y las cosas seguirán siendo como hasta ahora. Desde mi punto de vista, esto refuerza la necesidad de un final digno a las continuidades oficiales.

    Este eterno retorno culebronesco se ha terminado asentando como el único modelo de continuidad viable en el cómic de superhéroes. Una constante repetición de situaciones, temas y dilemas versionados en función de las modas del momento y del toque personal del autor de turno. Así podemos ver una versión zombi, o noir o western de los personajes, podemos ver aventuras de estilo Silver Age, o grim and gritty. Es un bucle que va del “todo cambia” (All-New, All-Different; El Universo No Volverá a Ser el Mismo) al “todo vuelve a ser como siempre” (Rebirth, u otras obras de estilo back to basics). Esta noria afecta incluso a etapas enteras, que “regresan” o “inspiran” nuevas etapas, de manera que tramas de hace varias décadas vuelven a ser contadas con los recursos gráficos y narrativos actuales (X-Men de Morrison y Claremont o Vengadores de Busiek y Thomas-Englehart). Hasta los propios personajes han desarrollado sus propios ciclos de repetición, de “cambio definitivo” y de “retorno a la grandeza” en función de sus propios tópicos y visiones arquetípicas asentadas (pensemos en todos los autores que han versionado el Daredevil de Miller, o cómo Waid ha querido recuperar su tono desenfadado original).

    No es cuestión de condenar esto. Sin este proceder a lo mejor nunca habríamos tenido un Spider-Man de Stern porque ya Lee y Conway lo contaron todo y entonces es posible que el que escribe nunca hubiera leído Spider-Man. Los autores que recogen el testigo, pese al corsé que puede llegar a ser la continuidad, tienen la ocasión de aportar al relato y la caracterización. ¿Magneto es sólo creación de Lee y Kirby? ¿Claremont se limitó a continuar ese trabajo? Lo mismo podría decirse de otros.

    Sin duda estos relevos creativos han garantizado que los personajes llegaran a cada generación desde una visión específica. Desgraciadamente también han significado que los personajes se han ido estancando, relativizando el sentido de la continuidad en la narración. Los autores, una vez aterrizados en una serie, son conscientes de que su paso por la misma será limitado y que si al concluir han variado demasiado el estado de las cosas vendrán otros y desharán sus cambios o peor aún: se seguirá como si no hubieran ocurrido. Volviendo al ejemplo anterior, ¿Claremont pudo contar la historia de Magneto (o Cíclope) como al él le hubiera gustado?

    ¿Se puede hacer otra cosa? Pienso que sí. Buenas referencias siempre serán los grandes personajes de la literatura y la ficción popular, la mitología clásica o los grandes ciclos medievales. La mayoría han conocido distintas versiones de sus relatos, pero éstos eran completos, ofrecían una visión global.

    Otro ejemplo sería el manga, donde el predominio del autor es clave. Éste desarrolla la historia a su gusto y la concluye según su parecer. Ofertas suculentas pueden hacerle cambiar de opinión (ya lo hemos visto con Akira Toriyama y su Dragon Ball) pero por lo general tiene la oportunidad de ofrecer una visión completa de su historia.

    En definitiva, el cómic de superhéroes tiene varias vías de desarrollo. Puede continuar sumido en su bucle, echando mano de autorreferencias y homenajes, con una continuidad progresivamente deformada, experimentando con la idea de “final” sin llegar a realizarlo.

    Puede optar por esa vieja serialización sin continuidad, atemporal, que fue propia de sus inicios y que también vemos en otros grandes personajes como Astérix o Tintín.

    Puede pasar a una continuidad deliberadamente fragmentada, donde se sabe algo del principio, algo del final y algunos retazos de en medio, dejando la labor de ordenación cronológica en las manos del lector interesado, como hizo Robert E. Howard con Conan.

    Puede entregar el mando de sus personajes a los autores para que éstos, con total libertad, puedan reinventar y reescribir sus historias ofreciendo versiones completas y nuevas.

    Puede asumir el reto de poner un final de altura a sus grandes historias sin renunciar a seguir explotando a los personajes de las formas más variadas. Hoy mismo ya conviven versiones infantiles de los personajes con su propia continuidad o sin ella, al margen de las líneas temporales “oficiales”.

    Todas estas posibilidades pueden coexistir y complementarse. Pero lo que para mí está claro es que la continuidad, tal y como la hemos entendido y ha funcionado hasta ahora, tiene poco más que contar. Y es que tan importante como contar una buena historia es saber cuándo terminarla.

    GUSTAVO HIGUERO / A FAVOR

    Herramienta constructiva. No es una cortapisa, demasiado ego artístico, demasiado inmovilismo a ciertos aspectos, errores intencionados, errores no intencionados, reinicios, eventos, no es un canon, flexibilidad.

    A los seres humanos nos gusta la coherencia, la linealidad, la interconexión, la sensación de un todo ordenado y con sentido lógico, cuando la naturaleza tiende a todo lo contrario al buscar siempre el caos, la entropía máxima. Fruto de esa manifestación mental humana nace una herramienta fascinante en el mundo de los comics que es la continuidad, la interrelación entre colecciones y como un acontecimiento puede afectar a otro personaje de otra colección de forma que perdure en el tiempo.

    Y es que la continuidad es eso, una herramienta, un utensilio que nace para poner orden, para hacer que la experiencia de lectura sea más gratificante, para interrelacionar todas las colecciones de una editorial y motivar a los lectores a comprar más series de forma que el modelo de negocio de esa editorial sea sostenible en el tiempo. Una herramienta que es gestionada por personas, muchas de ellas con el cargo de editor, otras por los autores encargados del cómic, de forma que la usan para construir nuevas líneas de trabajo para el futuro basándose en lo ya construido en el pasado. Una torre que se va elevando ladrillo a ladrillo, piedra a piedra, con las ideas de infinidad de esforzados autores que aportaron nuevos puntos de vista, nuevos conceptos y nuevas aventuras con las que hacer evolucionar al héroe o heroína en cuestión y a todo su elenco de secundarios, así como su particular universo ficticio.

    La continuidad puede verse de dos formas. La primera es como una torre que se va elevando hacia el cielo infinito y que gana altura con el tiempo. La segunda es verla como un muro que pone trabas a la creatividad y que acota las posibilidades de los personajes dentro de su universo de ficción y que por tanto resta calidad a las historias que los artistas pueden realizar con esos personajes.

    Las dos visiones son totalmente válidas y defendibles, pues ejemplos de ambos casos hay suficientes como para sostener de forma firme cada una de estas dos interpretaciones. La primera es obvio que asciende de forma ilimitada, con malformaciones provocadas por las injerencias editoriales, los errores humanos provocados por la falta de documentación, los eventos que buscan elevar las ventas, malas decisiones editoriales, sobreexplotación de franquicias… siempre vamos a tener que lidiar con esos problemas, aficionados, autores, editores y editorial deben ser capaces de entender este juego en el que entraron de forma consciente y del que ahora parecen estar renegando.

    Esa negación de lo evidente es lo que provoca ahora muchas de las inconsistencias que parecen elevar las voces en contra de la continuidad, argumentando que es ese muro que mutila la creatividad y por tanto resta calidad a las obras que puedan realizarse con esos personajes. Sin continuidad alguna se facilita mucho la existencia tanto al lector como a los autores, pasando a un modelo de negocio muy diferente en el que DC y Marvel pasarían a poder editar cientos de comics sin relación alguna en al que ya no tendríamos control alguno sobre las cientos de versiones de sus personajes fetiche. Superman, Wonder Woman, Lobezno o Spiderman pasarían a ser editados de forma independiente, a modo de álbumes, de miniseries, donde los autores dejarían salir esa creatividad que parece mutilarles la continuidad, creando un ecosistema que de primeras puede parecer muy interesante. Pero es que eso ya existe en forma de Otros Mundos, Vertigo, Ultimates, etc, donde el aficionado puede llegar de la nada y sin esfuerzo alguno, subirse a un medio que pugna por mantenernos atentos en el epicentro de un tsunami multimedia de entretenimiento como nunca antes se había dado en la historia. Debemos exigir más complejidad y para ello está la continuidad, con todas sus imperfecciones, como la línea a seguir en medio del caos, un faro que nos fuerce a los aficionados a aprender más y mejor de nuestra pasión y a los autores les diga que pueden hacer historia si usan conceptos que otros desarrollaron antes.

    La industria del cómic americano sin continuidad no se podría seguir manteniendo como está actualmente. La coexistencia de líneas editoriales internas en las que la continuidad no sea necesaria es una idea magnífica para poder crear una línea de acceso sencilla al nuevo lector que sufre del mal del siglo XXI, pero la continuidad debe seguir existiendo y deben aparecer autores que vean en ella un punto de apoyo y no una zancadilla sobre la que poder elevar de nuevo esa torre aportando su propio ladrillo.

    La continuidad es exigente. La continuidad es complicada. La continuidad es la herramienta que nos permite perseguir ese orden infinito inabarcable. Los aficionados nos sentimos traicionados cuando vemos como se comete un error de continuidad, cuando un personaje es reformulado y se borran años de crecimiento de un plumazo, porque como aficionados llevamos muy dentro ese proceso de crecimiento interno del personaje al haber crecido también nosotros con el personaje. Al final se trata de darnos cuenta de que no traicionan al personaje, sino que traicionan a nuestra propia vida, pero debemos ser consecuentes y asimilar la titánica empresa que es la continuidad. Debemos verla con cierta flexibilidad y disfrutarla siempre que se posible, asumiendo que cambiará, se reformulará y se adaptará según sea necesario para intentar compensar esas malformaciones que aparecen en la susodicha torre que asciende hacia el cielo. Desecharla sería lo fácil, pero seguir luchando por mantenerla es lo que diferencia la industria americana del cómic de superhéroes.

    Danny La Calle vuelve gracias a Gerad Way.

    No debemos perder la fe, ni la esperanza, porque el camino es largo, está lleno de obstáculos y se persigue un objetivo que no es realista, por lo que solo nos queda poder fijar nuestra atención en los esfuerzos que se hacen para seguir manteniendo en pie esa torre con la que todos, de alguna forma, estamos conectados. La continuidad no se puede evitar, no se puede extirpar, no es un cáncer o un miembro gangrenado que deba ser arrancando de pleno por su peligrosidad vírica. La continuidad está innegablemente unida a los autores de forma que siempre hay influencias de otros trabajos en sus nuevas obras, bien directas, bien indirectas, que llenan la historia de referencias que son el poso primitivo, la sopa génica, de una futura continuidad.

    No se trata de poner remedio a lo ya errado, sino de seguir hacia delante, sin descanso, sin perder la fe en que seguir el camino permite la unificación de un género que necesita de la continuidad tanto para subsistir como para continuar diferenciándose del resto de géneros. La diversidad cultural es lo que enriquece cualquier manifestación artística y que en Francia se trabaje en formato álbum, con historias cerradas, herméticas a otras obras es saludable para el propio arte y para el lector, que puede experimentar y disfrutar de esa continuidad errática en los superhéroes además de esas islas aisladas que son los álbumes europeos.

    Un autor debe ser capaz de llegar a una colección, documentarse, analizar al personaje, interiorizarlo y sobre todo lo ya construido añadir la siguiente capa que permitirá que siga evolucionando. Siempre hay un hueco, una grieta en la que poder afianzar una buena historia, rellenando el vacío con tramas cargadas de acción y aventuras, donde el personaje experimente un nuevo romance, una decepción, una pérdida, un fracaso, de forma que se perfile más y se acerque a la tan anhelada tridimensionalidad. Hay ejemplos de ello en series ya comatosas, rozando la cancelación, como La Cosa del Pantano que fue rescatada por Alan Moore de la muerte gracias a su capacidad para cambiarlo todo, literalmente, incluso la propia esencia del protagonista o protagonista, pero al hacerlo le insufló nueva vida y un nuevo potencial que perdura hasta nuestros días. Grant Morrison hizo lo mismo con La Patrulla Condenada o Mark Waid con Flash en los años noventa, al llegar a sus series y comenzar a crear una nueva forma de ver y entender al personaje o personajes, añadiendo nuevos conceptos que permitieron humanizarlos más. Todos ellos son autores que supieron posicionarse con enérgicas historias, dejaron huella, pero respetaron esa continuidad a la hora de enhebrar sus tramas.

    Mark Waid, constructor de continuidad.

    No es justo acusar a la continuidad de ser la causante de la baja calidad de las historias. No es justo acusar a la continuidad de no ser ya necesaria. La continuidad es el hilo que cohesiona el traje de licra que portan los héroes y las heroínas, con remiendos por doquier, pespuntes y rasgones que pueden dar la sensación de estar frente a algo caduco, añejo, podrido, sin sentido… pero si no fuera por ese hilo al final no tendríamos ni un esbozo de ese uniforme, con una manga tirada en el suelo, una pernera y una bota alejadas entre ellas de tal forma que, aunque todo pueda parecer nuevo, estaría muy lejos de dar la sensación de ser un todo.

    Los héroes y heroínas necesitan tanto de la continuidad como la continuidad de los héroes y de las heroínas, porque al final lo que debemos comprender es que este género del noveno arte debe ser disfrutado con todas sus taras, desperfectos, errores y defectos, tal y como entendemos nuestra propia vida. Y es que la continuidad es un espejo en el que poder mirarnos de forma clara y directa, por ser un reflejo de nuestras vidas erráticas y plagadas de malas decisiones. Abracemos la diversidad y disfrutemos de obras sin continuidad, concisas, profundas, llenas de vida y fuerza y dejémonos también llevar por obras donde no todo es perfecto y donde sus autores intentan corregir esos errores de la mejor forma posible.

    Y es que la vida es eso, errar y corregir, aprender y seguir adelante pese a todo. Como la vida misma. Como la continuidad misma.

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    Pau
    Pau
    15 diciembre, 2016 11:44

    Interesantisimo articulo, en el que veo mucha razon tanto de un contendiente como de otro. En mi opinion continuidad SI. Ademas es que es lo que gusta. El universo de las pelis de marvel. Gusta tanto porque tiene continuidad. A mi en particular solo me parecen buenas dos o tres pero dejandote llevar por el conjunto, todo es mas disfrutable.Parece que el gran exito de este universo ,no da muestras de lo necesario de la continuidad para la propia marvel en los comics. Que si , se esfuerza por mantenerla pero como dice Juan la embolica de mala manera. Dc por su parte le da menos miedo los reebots y los «finales» de los personajes , pero eso, da la sensacion de que se hace para poder recontar lo contado porque se han quedado sin ideas. Grandes parrafos en todo el articulo pero si me tuviese que quedar con uno seria con el de Gustavo comentando que los lectores se esfuercen por saber mas del universo, los personajes y sucesos que han pasado. Realmente pienso que eso es lo que nos engancho a todos. De entrada pudo ser esos disfraces coloridos y esos poderes alucinantes pero lo que nos hace leerlos todavia es eso. Gracias por la currada que tiene esto y felicitaciones por el resultado.

    hammanu
    hammanu
    Lector
    15 diciembre, 2016 11:48

    Juan y Gustavo os felicito por vuestras opiniones y os digo ¡que ambos teneis razón! Es obvio que no puedes poner cortapisas a la creatividad si se mezcla con la omnipresente continuidad. Pero a la vez sin ella muchas tramas y personajes no tendrían ese estatus de legendarios; personajes como Magneto o Kingpin creados por Lee fueron «mejorados» por Claremont y Miller por poner algún ejemplo, o por ejemplo la etapa del Capi de Brubaker es un buen uso de la continuidad y como con ciertos pequeños cambios mejorar y actualizar al personaje. Y asi podríamos seguir y seguir ya que la continuidad puede ser una herramienta o una traba, y mas si te toca arreglar alguna chapuza de una etapa anterior. Si mal no me acuerdo antes de que Ennis guionizara el Castigador, el personaje era un muerto viviente y se descubrió que porque su angel guardian se fue de pelanduscas su familia murió, y asi buscaba venganza contra criaturas sobrenaturales.
    Con estos ejemplos se ve lo bueno y malo de decisiones editoriales cuestionables, excusas para saturar a un personaje con multitud de series que por la moda o coleccionismo venden mucho; imposible asi el poder controlar toda su continuidad porque esta no encaja. O bien la ultima moda de lo políticamente correcto y que al parecer el mundo del comic como un Atlas sujetando al mundo parece ser que tenemos el deber de esgrimir cuando este medio apenas saca calderilla comparado con los videojuegos y otras formas de esparcimiento.
    Sin irme por las ramas es que si un grupo de autores quieren hacer una historia sin preocuparse de la continuidad por darle un final o contar lo que quieran, pues lo veo bien; ya que muchos bestsellers de DC son OtrosMundos y son historias que cualquiera puede disfrutar. Pero es obvio que para una buena continuidad se tiene que evitar la saturación y el trabajo editorial ha de ser firme y eso es solo posible en un entorno pequeño y controlado. Lo cual a dia de hoy es irrealizable ya que muchos maman de la teta y el comic solo sirve de plataforma para otros medios mas lucrativos. Mirad pues lo de WW nunca van a tomar por muy de moda que este a los personajes de comic, ya que siempre se vera como algo para críos para la mayoría de la gente

    Marcos Martín
    15 diciembre, 2016 12:49

    Artículo muy interesante y a cuyas opiniones quiero sumar la mia. Para empezar cito al camarada Gustavo:

    Y es que la vida es eso, errar y corregir, aprender y seguir adelante pese a todo. Como la vida misma. Como la continuidad misma.

    Yo como lector de cómics de SH me he adaptado a la continuidad de las editoriales y puedo decir que lo he disfrutado y lo disfruto mucho. He crecido con ellos, pero ellos no conmigo. Y no es que me suponga un problema mayor porque al final lo que importa son las historias. Sin embargo, si lo que las editoriales y muchos fans queremos es que estos cómic mantengan cierta coherencia/continuidad, en mi opinión los personajes con vidas eternas no contribuyen a ello. Por eso pongo la cita de Gustavo, porque la muerte es esencial para esa continuidad y el ciclo del héroe.
    Siempre vemos y disfrutamos el origen y el desarrollo de nuestros héroes favoritos, pero casi nunca la muerte (ya sea física o metafórica). Y si aparece, es accidental y temporal, pocas veces definitiva.
    Nos hemos habituado a que lo mejor que le pudo ocurrir al universo DC con el problema de los dos Flash es que se crearan dos universos paralelos, que como recurso narrativo está genial pero por defecto activa el ciclo de personajes con vidas eternas, y es que no sólo DC recuperó a un Flash de otro mundo, sino de otra época. Otra opción podía haber sido que Barry Allen fuera el sustituto o heredero de Jay Garrick, pero supongo que eso no sonaba tan cool.
    El problema pienso que surgió en ese impasse de la década de los 50, tiempo en el que los SHs no eran populares y cuando más tarde fueron recuperados por Marvel y DC, los adaptaron a su manera. DC hizo bien en ponerles nuevas identidades (aunque no a todos), creo que fue un reinicio coherente: nuevos tiempos, nuevos héroes. Marvel fue lo contrario y mantuvo no sólo el antifaz sino también la persona que estaba detrás. Y también tiene su lógica. Primero comercialmente, y segundo por los lectores, que recordaban a sus héroes de hacía más de una década. Así que de repente los SHs se ponían al día en todo menos en su edad.
    Por eso comparto la opinión de Juan cuando dice que el Spider-Man de Ditko no es el mismo que el de Slott. No deberían ser la misma persona si queremos entrar en el juego de la continuidad.
    Si el precepto del héroe es cumplir su aventura, surgir como una nueva persona y finalizar ese ciclo ¿Qué hacen Steve Rogers o Bruce Wayne enfundándose mallas desde los 40 y encima tengamos que creernos que todo lo que se ha escrito desde entonces es coherente? Por eso Nolan y Bale dijeron que no tocarían más al Batman de las películas: el héroe cumple su misión, encuentra la felicidad y deja un legado que es Robin. Fin. Eso es lo que debería pasar en el cómic si queremos mantener la continuidad, dejar de lado ese complejo de Peter Pan y que los SHs leguen el testigo a la siguiente generación.
    Y pido disculpas por el ladrillo.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    15 diciembre, 2016 14:52

    A mí me parece un debate sin salida, porque los dos lados tienen parte de razón. Por un lado es cierto que continuar las historias hasta el infinito en parte carece de sentido. ¿Qué pasará dentro de 30 años cuando sea aún más inverosímil que los héroes han pasado por todos esos eventos históricos? (lucha por los derechos civiles, guerra del Vietnam, guerra fría, caída de las torres gemelas…). El Capitán América, por ejemplo, ya no habría podido despertar en la segunda mitad del siglo XX, ni a finales, ni siquiera a principios del XXI.

    Pero por otro lado, no hay muchas alternativas viables si queremos seguir disfrutando de las aventuras de estos personajes. Una solución sería finalizar sus historias realmente y pasar a otra cosa. Hacer que los héroes se vayan retirando o muriendo y sean sustituidos por otros, pero no sé qué tal llevaríamos la desaparición de todos esos personajes que nos han acompañado tanto tiempo. Creo que no solo los fans más reacios al cambio se opondrían, también muchos de aquellos que piden evolución y abandonar el estancamiento echarían de menos poder leer historias de estos personajes. Y además no sé hasta que punto sería comercialmente viable.

    Otra solución sería poder hacer como el cómic europeo, o como en los Simpson y hacer historias cerradas y autoconclusivas (incluso aunque no tuvieran que ser álbumes unitarios, sino que fueran arcos argumentales o incluso etapas completas de un equipo creativo) que no tuvieran conexión unas con otras. Pero en cierta manera sería un poco un sindiós: sacan un álbum de Spiderman en el que se hace presidente de Estados Unidos hasta que le asesinan como a Kennedy y a los meses sacan otro álbum de Spiderman en el que es universitario y se va de picnic con Gwen y acaban en el microverso donde se enfrentan al Dr. Octopus que andaba buscando setas por allí. Por una parte podría ser interesante, pero por otra creo que muchos echarían de menos cierto hilo conductor y además tampoco desaparecería totalmente esa sensación de estar en un bucle. Acabaría siendo un poco como los libros de Teo: La JLA se va al espacio, La JLA se va al centro de la Tierra, La JLA y la isla de la calavera, La JLA y los invasores de la 5ª dimensión, La JLA se va de marcha…

    En definitiva, es un problema que tiene difícil solución y que se irá agravando con el tiempo, pero en cualquier caso tiro más hacia el lado de respetar la continuidad. Me gusta la idea de que los personajes hayan vivido todas esas historias y que eso haya forjado su personalidad actual, aunque mentalmente haya que cambiar el contexto histórico para adaptarlo. Además no todo está estancado hay personajes que han tenido una evolución orgánica y palpable. Cíclope, por ejemplo, es un gran exponente de eso. O Pájaro Cantor, que ha pasado de villana, a heroína insegura, a heroína capaz y a Vengadora.

    Eso sí, por de pronto prohibiría las resurrecciones por decreto-ley.

    TigreHobbes
    TigreHobbes
    Lector
    En respuesta a  ultron_ilimitado
    15 diciembre, 2016 16:01

    Otra solución es rebootear la linea editorial cada 10, 20 años. Total, si la vas a rebootear igual em aras del dinero por qué no probar a hacerlo de forma creativa? Una continuidad con un final le da otro sentido a todo, como ya se ha apuntado más arriba. Llevas una continuidad X sin arrastrar 70 años de tebeos, le das un final de bombo y platillo (a lo Moore a lo Morrison o a lo que quieras) y a por un All Different All New52 y 10 o 20 años más.

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  TigreHobbes
    15 diciembre, 2016 16:22

    Yo creo que más que rebootear cada x años, podrían ir sustituyendo personajes de manera natural.

    En DC tienen muy bien establecido el concepto del Legado y por esa vía los cambios podrían ser asumidos por los lectores con mayor normalidad.

    Así no dejarías de ofrecer cosas nuevas, al tiempo que mantienes elementos previos de la continuidad, que pueden servir para cimentar las historias sobre un pasado común (continuidad) que ayuden de manera narrativa a avanzar.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    15 diciembre, 2016 19:21

    Bueno, pero fíjate que lo del legado también empieza a ser algo laxo. Hal Jordan terminó volviendo y desplazando a Kyle Rayner, igual que Barry Allen ha terminado sustituyendo a Wally West. Dick fue Batman durante un tiempo, pero Bruce siempre vuelve al final. Y ahora hasta nos han dicho que el Superman sin los calzoncillos por fuera no era el auténtico Superman y el de toda la vida, con calzoncillos por fuera, ha vuelto.

    Ese es el tema, es difícil dejar atrás personajes tan icónicos. Y por una parte yo mismo no querría que desaparecieran, aunque por la otra es cierto que impiden el avance. Una cuestión complicada.

    Alejandro Ugartondo
    Autor
    15 diciembre, 2016 15:55

    Interesantísimo debate, maravillosamente planteado con vuestros puntos de vista.

    Yo también soy de los que creen que el camino sería algo intermedio entre ambas posturas. Por un lado la continuidad aporta una riqueza y un background que mejora la experiencia de leer historias ambientadas en estos universos de ficción pero por otro se demuestra que la continuidad es un artificio difícil de mantener y que en algunos casos perjudica al desarrollo de historias nuevas o a la propia coherencia de los personajes. Por eso creo que la continuidad se puede mantener pero con el acuerdo tácito entre lectores, autores y editoriales de que algunos elementos se irán actualizando y modernizando con el paso del tiempo. La idea es mantener la esencia del personaje para que sea fácilmente reconocible pero sacrificando cada cierto tiempo eventos del pasado. Sería algo así como mantener una sucesión de continuidades que permita a los lectores de toda la vida seguir disfrutando de unos personajes y a la vez ofrecer escenarios que permitan la adhesión de nuevos lectores. ¿Cuanto deberían durar estas continuidades? No lo sé, pero algo alrededor de 10 años sería una buena cifra para contentar a unos y otros. Lo que no veo claro es lo de intentar mantener artificialmente continuidades insostenibles como la de Marvel o intentar justificar continuidades a golpe de Crisis como DC ya que ambos casos aportan una complejidad absurda que puede echar para atrás a más de un lector tanto nuevo como veterano

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    15 diciembre, 2016 16:11

    Yo también voto a favor de la continuidad.

    Sin embargo, la continuidad no debería ser tratada como una barrera como bien dice Gustavo Higuero.

    Un buen ejemplo de esto es el mefistazo: no existe mayor bofetada a la continuidad (y por tanto a los autores precedentes y en última instancia a los lectores) que decir que los últimos 20 años de la serie (5 en tiempo Marvel) no habían «sucedido exactamente así».

    Puestos a recuperar a un Peter Parker soltero y saltando de flor en flor (porque ya sabemos que ése es el destino de Parker según Quesada) bien podrían haber sacado un nuevo volumen de «Las historias jamás contadas de Spiderman» y así ofrecer dos visiones del mismo personaje, sin que se excluyeran mutuamente.

    Es el gran problema de la serialización por capítulos de un personaje: mantener la coherencia (la continuidad) porque cada autor tiene su propia visión, y creo que esos fallos de continuidad, dados por el trabajo de cada cual también forma parte del juego, y que en buscar soluciones a esos «fallos» está también gran parte de la gracia.

    Sin todos esos fallos de continuidad no habría nacido «Crisis en tierras infinitas» y menuda historia nos hubiéramos perdido, ¿no?

    Sin embargo creo que en los cómics se ha convertido en un gran problema, sobre todo porque en EEUU no hay (o al menos no que yo me haya enterado, que puedo estar equivocado en este punto) iniciativas como en España: recuperar de manera cronológica aventuras pasadas, para que así los lectores puedan estar informados del contexto en lo que los personajes se han movido, y que en última instancia se reformulen continuamente los mismos conceptos, lo que lleva a agotar fórmulas.

    Para mí siempre ha sido lo peor de los cómics: esa incapacidad para asumir los cambios. Las protestas (injustificadas para mí) por sustituir a Steve Rogers por Sam Wilson son un buen ejemplo.

    A pesar de estar haciendo una gran etapa le llueven críticas por su «Hail Hidra», cuando lo único que está haciendo es jugar con el concepto mismo del Capitán América, y sin embargo, Nick Spencer coge un elemento de la continuidad, de la etapa de Mark Waid, ni más ni menos, para cimentar su trabajo (junto con el trabajo de otro Mark ilustre, Gruenwald), así que sí, estoy muy de acuerdo con que muchos lectores, simplemente sólo quieren más de lo mismo.

    Y creo que ahora en DC con Superman han visto un buen filón, en ese Superman casado y con hijo: evolución, cambio… continuidad. No se puede ofrecer otros 80 – 90 años de Superman soltero con Lois teniendo que decidir entre Clark Kent o Superman sin caer en el absurdo por repetición.

    Las series de televisión nacen, crecen y terminan, y los personajes de cómic también deberían ser igual.

    Peter Parker sustituido por su hija, Clark Kent por su hijo. Es el camino natural.

    Y si no son hijos biológicos, bien podemos sustituir a Batman por Robin.

    Imaginen a Bruce Wayne desaparecido tras el final de Crisis Infinitas y Clark Kent sin sus poderes, siendo sustituidos por Tim Drake y Connor Kent… a mi me habría gustado leer eso.

    El cambio es bueno, porque la vida en sí misma es cambio, y a mi me gustaría que los personajes cambiaran, acorde a su propia biografía, porque la vida también tiene continuidad.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    15 diciembre, 2016 19:15

    «Peter Parker sustituido por su hija, Clark Kent por su hijo. Es el camino natural.
    Y si no son hijos biológicos, bien podemos sustituir a Batman por Robin. »

    ¿Pero no los echarías de menos? ¿No querrías seguir leyendo más aventuras en las que Peter Parker fuera Spiderman y Batman Bruce Wayne?

    Yo es que los veo personajes tan icónicos que no podría resignarme a perderlos.

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  ultron_ilimitado
    15 diciembre, 2016 20:18

    Pues… lo cierto es que no, no acabaría echándolos de menos.

    Hay un ejemplo buenísimo para esto que planteo: la colección de Spidergirl.

    Ahí se ve claramente que el concepto de legado puede funcionar al cien por cien.

    Tenías a May aprendiendo a ser una superheroína, y a Peter Parker, sin una pierna, lo que le imposibilitaba para actuar como Spiderman, pero actuando como «maestro» y padre.

    Y la serie era una delicia. No eran cómics para la Historia, pero sí eran cómics hechos con la continuidad presente, tomando elementos de la saga del Clon (que es donde el personaje «nació»), como el propio traje de Spidergirl, Kaine, etc que resultaban muy agradables de leer, si habías leído los cómics de Spiderman que tomaban como referencia.

    Estoy muy de acuerdo en lo que se ha expuesto en el análisis: sin el elemento de la muerte de por medio, no se alcanza el verdadero mito.

    Por un lado podríamos seguir leyendo otros cien años de Peter Parker o Bruce Wayne, si los guionistas y editores trabajaran en un sentido verdaderamente coordinado, pero ya se hace evidente que se han explorado todas y cada una de las facetas de los personajes, y por cada cambio que se realiza, los lectores exigen la vuelta a los orígenes.

    La grandeza de Juego de Tronos reside en que un día terminará.

    Al final, Frodo Bolsón sube al barco y se baja el telón.

    Ni Peter Parker ni Bruce Wayne tienen esa opción, tendrán siempre treinta y tantos, hasta que los cómics como industria desaparezcan, y para mí, pensar que los cómics no pueden, o no quieren, cambiar igual que en la vida, no hace sino reflejar la propia incapacidad de los seres humanos (comprensible, siempre dan miedo) para asumir los cambios que en la vida real se producen.

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    15 diciembre, 2016 20:32

    Y estoy contigo ultron_ilimitado en lo de prohibir las resurrecciones por decreto ley, a no ser que esté muy muy justificado por la historia a contar.

    Creo que lo de las resurrecciones es también sintomático de no querer cambios.

    Yo llegué en su momento a creer (muy ingenuamente) que después del X-Men número 4, Magneto jamás iba a volver, porque se pegaron unos tres años sin que le mencionaran tan siquiera en ninguna serie.

    De se por mi, le habría dejado muerto. La última historia que hizo Claremont con Magneto fue para mí su historia definitiva, la historia que le convertía en LEYENDA.

    Se podrían haber buscado enemigos nuevos, amenazas de otro tipo, pero ya se sabe… los cómics son así.

    Marcos Martín
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    15 diciembre, 2016 20:50

    Comparto completamente tu opinión. Se intenta hacer a veces tan humanos a los personajes con un trasfondo supuestamente coherente que nos olvidamos de que también deberían jubilarse, cansarse, colgar la capa o entrar en depresión por estar siempre luchando contra una amenaza que nunca acaba.

    Carbunclo
    Carbunclo
    Lector
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    15 diciembre, 2016 21:28

    Dreadstar… Eres sabio, tío. Yo no lo habría dicho mejor. Mis veintes. 🙂

    De hecho, y salvando las obvias diferencias, esta evolución de los personajes (envejeciendo, emparejándose, teniendo hijos, etc, etc…) es uno de los aspectos que más me gustó en su momento de Dragon Ball. Jamás eché de menos que Goku y sus amigos permanecieran siempre en su edad/ situación inicial o parecida y agradecí que fueran creciendo, formando sus familias e incluso retirándose de la acción algunos como el Maestro Mutenroshi o Chaozu.
    Por supuesto, tiene sus propios «defectos», incluyendo el factor de las resurrecciones (ejem), de no envejecer prácticamente nada algunos de sus personajes una vez adultos, el acabar dependiendo demasiado del omnipresente Goku (aunque en un momento dado Toriyama parecía decidido de verdad a dar el relevo) y el repetir como el ajo el esquema de enemigos más poderosos, pero creo que entendéis a qué me refiero.

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  Carbunclo
    15 diciembre, 2016 22:12

    Carbunclo, mis 30 y mis 40 para ti por tu ejemplo de Dragon Ball. 🙂

    Es un buen ejemplo sobre la construcción narrativa generacional… aún cuando a mi también me reventó muchísimo que trajera de vuelta a Goku, pero sí, entiendo perfectamente a lo que te refieres.

    Si Toriyama en vez de ceder a la presión popular/factores económicos, hubiera seguido por la senda de la evolución pura y dura de los personajes, envejeciéndoles cuando tocaba, nos habría dejado uno de lo más grandes mangas de la Historia, que para mí lo sigue siendo, pero no alcanzó la cota de grandeza máxima a la que parecía que el manga aspiraba en un primer momento.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    En respuesta a  Dreadstar_TFE
    16 diciembre, 2016 12:27

    Pues yo sí que los echaría de menos. Vamos, básicamente leo cómics por estos personajes, no por otra cosa.

    Si desaparecen supongo que yo desaparecería con ellos. De hecho es lo que está ocurriendo. Los están dejando tan irreconocibles que que cada vez voy dejando más colecciones.

    hammanu
    hammanu
    Lector
    15 diciembre, 2016 16:14

    Lo que comenta ultron_ilimitado de lo de las resurrecciones ya lo había pensado yo hace tiempo. Con lo que le gustan a los americanos el demandar pues que se unieran cuando anuncian la muerte de tal o cual para denunciar a las dos grandes porque ya que compras esos números pierden su «potencial» de coleccionista al resucitar al personaje, anulando esta y menospreciando la continuidad. Asi con una buena denuncia o quejas en foro ya por lo menos no nos tomarían el pelo como a estúpidos. Una cosa es que en el mismo arco parezca que a muerto y vuelve, u el arco siguiente y otro tras permanecer años bien muerto estos vuelvan sin ni siquiera molestarse en explicar como. O sea somos los propios lectores que damos coba a esto y asi nos va.

    Álvaro
    Álvaro
    Lector
    15 diciembre, 2016 16:33

    Es que no sé por qué hay que elegir.

    Mi situación ideal (posiblemente utópica) sería una continuidad oficial en la cual SE PUDIERA IR ADELANTE Y ATRÁS EN EL TIEMPO (en vez de siempre adelante), donde los personajes envejecieran. Por ejemplo, durante tres meses todas las cabeceras estarán ambientadas en la primera llegada de Galactus. Y durante los otros tres meses siguientes, ambientadas en el año 2100. Nada de Elsewheres ni What Ifs: serían el pasado y el futuro oficiales. De esta forma podríamos tener siempre personajes jóvenes (centrándonos en esos años), y al mismo tiempo verlos envejecer A TODOS (lo cual sería glorioso). El problema que plantería esto es, por supuesto, un lío de continuidad enorme; pero nada que no se pudiera controlar con un trabajo editorial fuerte.

    Y, aparte, todos los Elsewheres y What Ifs que hagan falta.

    Álvaro
    Álvaro
    Lector
    En respuesta a  Álvaro
    15 diciembre, 2016 16:35

    Quería decir «Elseworlds».

    Elpatriarca
    Elpatriarca
    Lector
    15 diciembre, 2016 18:56

    Este debate me da la sensación que deja algunos cabos sueltos o aspectos no del todo bien abordados.

    Creo que mayoritariamente estaremos de acuerdo con que las principales figuras superheróicas son arquetipos lo bastante significativos en la cultura popular como para que su inmortalidad no se cuestione. Su significación es fácilmente demostrable por la enorme significación económica que ha adquirido el cosmos superheróico a través del cine, para lo cual se ha recurrido a sus principales exponentes como andamiaje sobre el que construir el universo cinematográfico tanto de Marvel como de DC. Si esas figuras ya hubieran agotado su ciclo vital, eso no sería posible. Asimismo, cuando un personaje como Superman ya ha alcanzado tantas décadas de existencia y es todavía capaz de movilizar el imaginario de las jóvenes generaciones, se hace evidente que no tiene sentido plantear su mortalidad más allá de como mero recurso narrativo temporal y como reclamo para vender algun tebeo más durante un tiempo. Y lo que vale para Superman, vale también para el resto de a trinidad, para Spiderman y para el resto de los personajes claves de Marvel.

    Ahora bien, el paso del tiempo genera dos grandes problemas: un desanclaje creciente con el paso del tiempo en la realidad de unos superheroes que siempre pretenden ser contemporáneos del lector y una acumulación creciente de historias que tienden a agotar a lo personaje, lo cual propicia que se tengan que dejar en barbecho durante algún tiempo o que algunos guionistas prefieran desarrollar versiones alternativas que se incrustan en las continuidades temporalmente para tirar del carro durante un tiempo. Justo eso es lo que está pasando ahora en Marvel a gran escala, en un momento en que nunca habían habido tantos personajes claves dados de baja en sus versiones originales que hayan sido realmente importantes a lo largo del tiempo: Thor, Iron Man, Lobezno, Cíclope, Profesor X, etc. Ello en este contexto se aprovecha para reconectar con el público situando relevos juveniles (Awesome Hulk, Champions, All New X-Men…) y multiculturales en un sentido muy amplio (a puestas por versiones femeninas, afroamericanas, etc.) que den nueva vida a largo plazo a la industria pero esa es otra historia.

    Volviendo al tema, la cuestión es que cada cierto tiempo los universos deben resincronizarse con la realidad temporal en que vivimos. Ello puede pasar sutilmente pero también puede hacerse a lo grande, que es la mejor manera de hacerlo. Ejemplos de ellos son las Crisi en T.I. en los años 80 y los Nuevos 52 en 2011: dos tentativas lógicas de poner orden temporal. Lo que pasa es que cuesta llevarlas hasta sus ultimas consecuencias y asumir que cuando ello sucede hay que empezar del todo de 0 y empezar bien, sin versiones fallidas como el Superman de los Nuevos 52, para que durante 30 años más los lectores puedan envejecer con el personaje en una continuidad sólida. Lo suyo seria que esos ciclos fueran compartimentos estancos infranquebales. Marvel por su parte, al tener una historia más corta, no tiene tan claro que eso le haga falta pero realmente necesita llevar a cabo operaciones parecidas, a riesgo de que su continuidad se vuelva insostenible. Y yo creo que las soluciones van más por ahi que por otro sitio.

    Marcos Martín
    15 diciembre, 2016 20:59

    Una teoría que barajo últimamente es que el universo Marvel cinematográfico puede ayudar a tomar una decisión sobre la continuidad. En el cine se ha creado un universo parecido al de los cómics con la única salvedad de que los héroes sí envejecen. Si Marvel quiere seguir explotando a sus personajes más icónicos, ya sea Iron Man o el Capitán América, no podrá contar siempre con el elenco habitual de actores salvo reboot o asuman su rol de veteranos. ¿Será Avengers Infinity War la última película en la que veamos a Downey Jr. y Chris Evans como Tony y Steve?

    Dreadstar_TFE
    Dreadstar_TFE
    Lector
    En respuesta a  Marcos Martín
    15 diciembre, 2016 22:22

    En lo tocante al universo cinematográfico creo que hay un problema enorme, sobre todo con Robert Downey Jr.

    El público se ha identificado tanto con él que cuando el actor abandone al personaje, buscarle un sustituto va a ser un auténtico quebradero de cabeza.

    Y de hecho, su intención era abandonar el personaje tras Iron Man 3, pero ya se sabe, el dinero y posicionarlo como eje vertebrador en el universo cinematográfico, dándole mayor relevancia de cara a la audiencia le hizo repensar su decisión.

    Quizás tras Infinity War pongan a reposar a los personajes de los actores que abandonen la franquicia, para centrarse en otros personajes y buscar relevos actorales a la altura de las circunstancias.

    El ejemplo de James Bond es muy acertado: por muchos actores que le interpreten, y por muy bien que lo hagan (dejando a un lado que alguna película sea mejor que otra) siempre son comparados con Sean Connery.

    Pero aún nos quedan unos cuantos años antes de que podamos ver qué van a hacer finalmente.

    hammanu
    hammanu
    Lector
    15 diciembre, 2016 21:54

    Yo creo que al introducir nuevos personajes de la rica cantera que es Marvel serán estos los que sustituyan a los clásicos. Al ser un universo compartido no lo veo como la saga de Bond que se adaptaba a los medios. O bien pasan muchos años y hacen como esa futura película de Han Solo o bien reinvidican (de momento) que Ford es Indiana Jones; es algo muy icónico como para arriesgarse a poner otro actor. Yo voto por lo primer dicho nuevos personajes que vayan introduciendo (como el joven Spiderman) y asi pueden tirar de tramas y villanos nuevos. Al fin y acabo los Vengadores reciclaban formaciones ¿no?

    Juan Iglesia Gutiérrez
    16 diciembre, 2016 10:38

    Leyendo los comentarios, se nota que es un debate que nos encanta como aficionados = D

    Se ha hablado de los Simpsons y de 007 y es curioso porque tenía una parrafada sobre ellos, pero la suprimí para no alargar más la cosa. Planteaba lo que se ha escrito aquí: que Los Simpsons, al ser dibujos, están consiguiendo eludir la gran lacra de la mayoría de las sit-com familiares. Los actores envejecen a la vista de todos y las tramas caen en lugares comunes: bodas, bautizos y comuniones. Los cómics también están dibujados por lo que podrían seguir ese esquema. Pero la diferencia aquí es que los superhéroes han seguido expresamente una continuidad que obliga a cambios. Al final, los Simpsons se parecen más a una strip cómica, una serie atemporal.

    En cuanto al MCU, yo creo que al final habrá un relevo de actores y se seguirá como si nada (a lo 007) pero también de identidades, fijándose un poco en lo que ahora pasa en los cómics. Quizá sea una prueba y si no sale, vayan a un reboot general de todo el MCU. Pero de momento lo dudo, al menos mientras las pelis den pasta. Me gustaría que hicieran ese relevo. Sería un buen final. Creo que encaja con la premisa sobre la que construyen el MCU: los «superhéroes» no son más que súper-soldados hi-tech que se encargan de media docena de súper-misiones y luego se retiran al haber rebasado los límites de resistencia mental y física.

    La verdad es que el modelo que más me gusta es el de Sherlock Holmes. El personaje muere en una de su primeras aventuras. Doyle lo hace regresar de mala gana a petición del público y hace otros relatos. Es muy posible que Holmes llegara a ser lo que es por esa continuación, ajena a la intención inicial del autor. PEro al menos éste pudo componer un canon completo. Después, ya han venido las versiones: Basil Rathbone, Billy WIlder, Robert Downey, el Joven Sherlock, la serie animada, las series actuales, incluso salía en Detective Comics. Estas versiones aportan, modifican, alteran y está muy bien. Pero el canon establecido por Doyle ahí queda. Para mí es un buen modelo.

    Me sorprende que nadie hable de «Twilight of the Super-Heroes». Cuando leí la propuesta por internet me quedé flipao. Esa historia, con las Casas de Superhéroes y demás lo habría petado.

    ultron_ilimitado
    ultron_ilimitado
    Lector
    En respuesta a  Juan Iglesia Gutiérrez
    16 diciembre, 2016 12:23

    Nunca la he leído, ¿en qué consiste?

    Sergio Aguirre
    En respuesta a  ultron_ilimitado
    16 diciembre, 2016 12:56

    Twilight fue un propuesta para un macroevento que Alan Moore le hizo a DC durante los ochenta. La idea era hacer un crossover al que los autores de cada serie se pudiesen adherir a voluntad, sin que sus lineas argumentales tuviesen que ser alteradas porque algo gordo estaba pasando en ese momento en el universo de la editorial. Para ello, la acción transcurría en un futuro en el que los superheroes, ya maduros, se habían agrupado en casas nobiliarias que controlaban el mundo, con sus conflictos políticos y personales entre ellas. Los guionistas que quisieran podrían sumarse a la iniciativa mostrando el futuro de los personajes que respectivamente escribían.

    Con John Constantine como hilo conductor, asistiríamos a un punto de inflexión de ese mundo, del que, mediante viaje en el tiempo, el Constantine de nuestra era (bueno, de los ochenta) recibía advertencia. Moore contemplaba ideas para merchandising y tal para así satisfacer comercialmente a las altas esferas de DC. Sin embargo, fue descartado (aunque desconozco las razones), aunque muchos de aquellos conceptos fueron siendo reciclados a lo largo de los años en proyectos como Armageddon 2001 o Kingdom Come.

    Es curioso, porque esta forma de entender un macroevento trasladando su acción a un futuro hipotético o mundos paralelos (y no obligando así a autores a introducir tramas y a lectores a comprarse mil tie-ins para enterarse de qué está sucediendo), ha sido utilizada varias veces recientemente por Valiant.

    Marcos Martín
    En respuesta a  Sergio Aguirre
    16 diciembre, 2016 13:18

    Estoy leyendo lo que Moore le presentó a DC y era una idea brutal. Y creo sospechar la razón por el que proyecto no fue aceptado y es que el final del mundo se debía a los Superhéroes y Constantine básicamente lo que quería era acabar con ellos. Una versión más hardcore de Kingdome Come y que los jerifantes de DC leerían horrorizados.

    En su texto, Moore comenta algunas cosas curiosas: En efecto, [a los SHs] les es difícil aceptar cualquiera de los cambios en la vida que el paso del tiempo trae por estas mismas razones, haciéndoles al final menos que humanos a la vez que pequeños para ser verdaderos mitos. Las razones para que todo esto apareciera en la intro a Dark Knight eran que sentí que Frank había conseguido satisfacer ese requerimiento en términos de Superman y Batman, dándonos una imagen que, aunque quizá no la de sus muertes reales, mostraba cómo eran en sus finales,en sus últimos años.

    Y poco después dice: mientras hacía alguno de los episodios de «Bajo la Capucha» para el complemento de texto de Watchmen y especialmente al ver las maquetas de fotos de Dave [Gibbons] de los Minutemen en sus primeros, inocentes días, me sentí como si hubiera rozado ese sentimiento de «mírales tan felices. No sabían cómo acabaría saliendo» que a veces se tiene al mirar fotografías viejas.

    Esa sensación de inicio, desarrollo y final del héroe la quiso trasladar Moore con sus episodios de los Minutemen. Y ahora es cuando comprendo mucho mejor a este señor y sus cabreos cuando tocan a los personajes de Watchmen. Contaron su historia en su momento y se acabó. Pues bien, ahora DC se empeña en meterlos en continuidad. Lo que fue una obra maestra del cómic de SHs con personajes icónicos, entran al redil habitual.

    Marcos Martín
    16 diciembre, 2016 12:27

    Vaya, vaya, desconocía el proyecto Twilight of the Superheroes, parece que el barbas Moore ya le daba vueltas en la cabeza al problema de la continuidad y la falta de final de los superhéroes. Idea ambiciosa que se quedó en nada.

    AlexPB
    AlexPB
    Lector
    17 diciembre, 2016 23:27

    popular del lector como para darle el manto a otro definitivamente. De esto tenemos la culpa los lectores que queremos que los personajes avancen pero que siempre sean los mismos. Los mundos para lelos funcionan pero se contaminan unos a otros. Si fueran «puros» los pejotas no sufririran tanto.

    Se trata de un problema de difícil solución y que me temo no verá solución en bastante tiempo. Quizás con nuestros nietos. O no, depende del universo para lelo en que la continuidad los deposite.

    Grandes opiniones y grandes reportajes. Un saludo.

    mac
    mac
    Lector
    22 diciembre, 2016 9:28

    Yo estoy a favor de la continuidad. Y estoy seguro de que los NO LECTORES DE COMICS también lo están. Es imposible, absolutamente imposible, explicarle a una persona normal qué es y cómo debe leerse All Star Superman. Afloran las preguntas inmediatamente: ¿que Superman no había muerto de otra forma? ¿No se había casado con Lois? ¿O esto es anterior a eso? ¿Y cómo vuelve del Sol? Ni siquiera con los remakes y reboots haciéndose cada vez más populares en el mundo del Cine y la TV, la gente «normal» (es decir, los no geeks lectores de comics como nosotros) logran entender cómo puede leerse algo que no encaje dentro de una «historia lineal»; algo que tiene miles de historias y ninguna se relacione con la otra.

    Así que, simplemente diré: lo único que quiero explicarle a una persona cuando le presto un comic es si ese comic va antes o después de otro/s (o en su defecto, si es de una tierra paralela, como Red Son -siguiendo la línea de comics Superman-). No sobre reboots, o sobre retcons, etc..

    Sólo imagínense por un momento otro medio, como digamos, una novela. Una saga de novelas. A Song of Ice and Fire, por ejemplo. ¿Prefieren que haya continuidad en ella, o prefieren que los personajes vuelvan novela tras novela sin recuerdo de nada de lo que pasó en la anterior a hacer cosas completamente diferentes a las que venían haciendo (o, lo que es peor, a hacer lo mismo nuevamente)?

    ¿Verdad que la pregunta es absolutamente absurda fuera de los comics de súper héroes?

    Eso es porque la pregunta es absurda de por sí y sólo en un destrozado medio como el comic adquiere algo de validez. Y dicho medio está destrozado, justamente, porque le destrozaron la continuidad. Menuda paradoja.

    Saludos!

    PD: si Morrison hubiese planteado All Star Superman en la continuidad de ese momento (incluso matando a Superman, lo cual habría llevado al siguiente guionista a revivirlo a las 2 semanas de terminada la serie), habría logrado hacer algo igual de genial a lo que hizo (y habría sido la mejor historia de Superman de todos los tiempos, en lugar de la mejor historia de Superman fuera de continuidad de todos los tiempos). La no continuidad es la declaración egoísta de un guionista, diciéndole a los demás «no me gusta lo que hacen con este personaje» o, cuando menos, un perezoso «no quiero leer mucho, así que hago lo que se me canta».

    PD2: Collin Colsher, autor de «The Real Batman Chronology Project» tiene una visión bastante clara de por qué la Continuidad no sólo es importante, sino que lo es todo, ¡léanla!