Natacha vol.1

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Edición original: Natacha, hôtesse de l’air (Dupuis, 1971), Natacha et le Maharadjah (Dupuis, 1972), Un bren de panique & La mémoire de métal (Dupuis, 1974).
Edición nacional/ España: Natacha vol.1 (Dolmen, 2014).
Guión: François Walthéry, Gos, Marc Wasterlain, Étienne Borgers.
Dibujo: François Walthéry.
Color: Estudio Leonardo Vittorio.
Formato: Tomo cartoné 160 págs.
Precio: 29’95€.

 

El inesperado (aunque merecidísimo) éxito de la apuesta de Ediciones Dolmen por Johan y Pirluit no solo ha permitido completar en cinco cómodos volúmenes integrales, para solaz presente y futuro de generaciones de lectores, la obra maestra de Peyo, saldando por fin una deuda histórica que parecía ya endémica, sino que ha tenido un efecto aún más inesperado, si cabe: la aparición del sello Fuera Borda, destinado a la recuperación de títulos insignes del mercado franco-belga que, como los citados, han sido maltratados sistemáticamente en nuestra vieja piel de toro. Abren la marcha Los hombrecitos, Natacha y Quena y el Sacramús, lo que ya son excelentes noticias, pero se avizoran suculentas sorpresas a poco que la línea conquiste el corazón (y el bolsillo) de los aficionados.

Natacha es creación de François Walthéry (1946), auxiliado en tareas literarias por una pléyade de amigos y colaboradores, entre quienes destacaremos a Gos (pseudónimo de Roland Goossens, artífice de Quena y el Sacramús), quien escribió las dos primeras entregas, Maurice Tillieux, Raoul Cauvin, Marc Wasterlain, Étienne Borgers o el mismo Peyo (Pierre Culliford). Contratado por el padre de los Pitufos para su estudio, el joven Walthéry despuntaría rápidamente por la plasticidad de su estilo que pondría al servicio, sobre todo, de Benito Sansón (Benoît Brisefer) hasta que la intrépida azafata empezara a requerir su atención y le exigiera dedicación a tiempo completo con la publicación de su primera aventura en la revista Spirou.

Natacha, azafata de vuelo

Spirou #1663 (febrero 1970) – Spirou #1690 (septiembre 1970). Álbum en 1971

Sinopsis: Suplantando a un equipo deportivo, un grupo organizado de ladrones secuestra el avión en que viaja Natacha para apropiarse de su cargamento de oro. Tras el aterrizaje forzoso en una isla, Natacha consigue escapara y busca la ayuda de las tribus salvajes para liberar a sus compañeros.

Desde el principio Walthéry muestra habilidad para coreografiar peleas
Desde el principio Walthéry muestra habilidad para coreografiar peleas

Natacha, azafata de vuelo supone la presentación de los personajes principales: la misma Natacha y su inseparable compañero, el auxiliar de vuelo Walter, más patoso que heroico. Su encuentro en la primera página será más tarde homenajeado en el tomo 5º (Doble vía), tomando también elementos de Un momento de pánico (pág.101). Estas primeras viñetas, con claroscuros a lo Franquin, dejan clara la adscripción de Walthéry a la “Escuela de Marcinelle”.

Walthéry contaba solo 24 años cuando concibió a Natacha, mientras trabajaba en el estudio de Peyo. Este primer álbum pasó por una larga gestación mientras el dibujante cumplía con los compromisos contraídos con su mentor en Benito Sansón (también conocido como Valentín Acero) y Los Pitufos, lo que explica que entre los diseños iniciales y la publicación de la plancha final de Natacha, azafata de vuelo (el 3 de septiembre de 1970) transcurrieran cinco años. Esto se nota, obviamente. El personaje va adquiriendo soltura y expresividad, aunque sus características básicas quedan definidas de inmediato: cabeza grande, pelo corto, formas femeninas, etc. Al mismo tiempo, no pueden dejar de observarse el grado de detalle y la habilidad cinética de algunas de estas viñetas primitivas (por ejemplo: la pelea de la pág.08).

El guion de Gos (pseudónimo de Roland Goossens) tiene detalles ingeniosos (por ejemplo: Natacha colgándose imitaciones de cabezas reducidas al cinto para impresionar a los jíbaros en vez de recurrir al tópico de la «Diosa Rubia»; la situación dará también para el gag final) y en muchas páginas se nota que Walthéry ha aprendido de sus maestros (quienes -como Franquin- le echaron una mano ocasionalmente), con secuencias de acción cómica (por ejemplo: Natacha disparando un arma en pág.39), muy del uso de la revista Spirou, ágiles, bien resueltas. No obstante, aún se nota verde moviendo a los personajes y gasta ristras de viñetas en situaciones que no lo merecen (por ejemplo: las explicaciones excesivas de la pág.09), por no dominar la elipsis y los ángulos de cámara más significativos. Esto es algo en lo que progresará muy rápidamente. Lo podremos comprobar en este mismo volumen comparando el choque del camión en la página 47 (perteneciente a Natacha, azafata de vuelo) con la maravilla de composición que despliega Walthéry para la huida de Natacha en el coche de Walter en la página 127 (del álbum La memoria de metal).

Desde el primer número la serie apostará por la caricatura, ya para ampliar el abanico de «tipos», ya con fines paródicos. Natacha misma fue modelada a partir de Celine, una amiga de la infancia que posó para el autor, si bien Walthéry cita también otras fuentes de inspiración, como actrices francesas de la época (Mireille Dara, Dany Saval o Dany Carrel) o incluso Bambi, el clásico de la Disney, de donde extrajo los «ojos de cierva«. Tal gusto referencial no solo atañe a los personajes: el avión en que viaja la azafata (un DC3) procede de los diseños de Hubinon para la serie Buck Danny (con guiones de Charlier), previa autorización del mencionado.

El argumento ofrece continuas situaciones de tensión débilmente hilvanadas, como la improbable ocurrencia de que Walter sea admirador del equipo deportivo que han de recoger -hasta el punto de llevar encima una fotografía para que se la autografíen los atletas- y, en cambio, no repare en que la alineación ha sido suplantada (pág.11-12). Tampoco es muy congruente que Natacha y demás tripulación se alíen con los nativos para huir de sus secuestradores y, una vez logrado el objetivo, les traicionen… cayendo otra vez en manos de los suplantadores. Gos encadena riesgos, humor y aventuras despreocupándose de la progresión dramática, confiando en exceso en la solvencia gráfica de Walthéry y en la indudable chispa de los protagonistas. El secuestro del avión podría estar inspirado en Tintin (Vuelo 714 para Sidney), aunque el resultado final queda lejos de la obra maestra de Hergé.

El álbum parece elaborado sobre la marcha, si nos fijamos en detalles como el destinar la última página para explicar los cabos sueltos (con un truculento gag final) o gazapos tales como dibujar a Natacha con dos manos izquierdas (en la viñeta séptima de la pág.45). Ejemplo claro de personajes que se sobreponen a la historia con su carisma pues el lector, aún consciente de la ligereza argumental, desea seguir adelante y no perderlos de vista.

Natacha y el marajá

Spirou #1747 (octubre 1971) – Spirou #1765 (febrero 1972). Álbum en 1972

Sinopsis: Mahmud Zarrad, dictador de Kajastán, solicita el concurso de un grupo de paracaidistas para localizar al marajá Chandra Abkar, desaparecido en las montañas tras su golpe de estado. Como no lo consigue, urde una treta para atraer a Natacha a sus dominios y obtener por la fuerza su ayuda.

La psicodelia pop de los sesenta se infiltra en los delirios de Natacha
La psicodelia pop de los sesenta se infiltra en los delirios de Natacha

Se consolida la mejoría en el dibujo que apreciamos en las últimas páginas del álbum anterior, con más espontaneidad en los personajes, sin perder el elevadísmo grado de detalle de la ilustración. Walthéry reconoce influencias del Jijé de Jerry Spring en su forma de tratar el desierto y de Guido Crepax (Valentina, Conde Dracula) en el creciente erotismo (dentro de una publicación infantil, quede claro) de Natacha. Sin embargo, el guion (también de Gos) cae en achaques parecidos a los observados ya: anécdotas que se suceden con lógicas, a veces, rocambolescas (la excusa para el aterrizaje en Kajastán, por ejemplo; la facilidad con que los prófugos occidentales encuentran ayuda en un país -teóricamente- hostil o las predicciones de un anciano sospechosamente parecido a Yves Delporte que, ¡faltaría más!, resultarán provechosas en el momento crítico) o soluciones que ponen a prueba la suspensión de incredulidad, como que una veloz avioneta les espere en medio de una calle, lista para la huida, o que se aduzca que el marajá depuesto se entregará al usurpador para evitar que ejecuten a dos europeos que no ha visto en la vida, por muy «inocentes» que sean.

Al igual que el álbum anterior, Natacha y el marajá sigue el esquema de huida por paraje exótico, razón de la profesión de nuestra protagonista, aunque con un mejor acabado formal y un ritmo más conseguido. Como detalle curioso, el falso árabe de este álbum es el idioma valón de la comarca de Walthéry, transcrito en signos arábigos.

Un momento de pánico

Spirou #1834 (mayo 1973) – Spirou #1840 (julio 1973). Álbum en 1974 (como parte de La memoria de metal)

Sinopsis: Un chantajista pide quinientos mil dólares a la compañía aérea a cambio de revelar donde ha escondido un dispositivo que haría explotar el avión en que viaja Natacha.

Walthéry divide la página cada vez en más viñetas
Walthéry divide la página cada vez en más viñetas

Una de las características de Natacha es que sus historietas varían de extensión, sin cumplir siempre con el número estándar para el formato álbum, aunque acaben eventualmente recogidas en uno. Un momento de pánico tiene solo 18 páginas. Sin embargo, esta mengua, unida al cambio de guionista (aquí: Wasterlain) y a la creciente pericia de Walthéry, sienta de maravilla a esta entrega, que supone un avance notable en todos los sentidos: el argumento -aunque sigue basado en un McGuffin- está mejor elaborado, la narración es más consistente y el suspense más electrizante, convencido el lector de los peligros que acechan. Walthéry se mueve como pez en el agua en los dos ambientes principales: el aeropuerto y el avión, por un lado, donde suceden las escenas más tensas; y la casa del chantajista, por otro, donde la acción se resuelve sin perder la vis cómica. Se introduce, además, al comandante Turbo, secundario recurrente a partir de ahora, y se exploran facetas del dúo protagonista, como el coleccionismo de discos de jazz de Walter o la propensión de Natacha a aprovecharse de su compañero.

Las escenas están mejor construidas, extrayendo los recursos de la imagen para condensar significados y evitar las redundancias de álbumes anteriores, con gags muy efectivos (por ejemplo: la página 96, en donde Natacha «se invita» a una copa a costa de Walter, con una viñeta final que apuntilla la burla en profundidad de campo). Ejemplos de esta economía narrativa hay por doquier, pero me seduce especialmente la opción vista en la pág.102 donde, gracias a una elipsis entre viñetas, es innecesario repetir la información proporcionada al lector -aunque no a los personajes- poco antes.

Walthéry, fiel a la disposición general en cuatro filas, experimenta con múltiples fracciones, con páginas que alcanzan las 15 viñetas (pág.97, pág.100). El humor, muy presente, con unos chistes más afortuados que otros, como es natural, pero siempre a buen nivel, potencia el ritmo, favoreciendo incluso el suspense de los momentos más dramáticos, distendiendo también cuando se precisa, acertado en la caracterización. Los autores confiesan su predilección en este período por los tebeos norteamericanos, particularmente la revista MAD. En otros álbumes de la serie, más adelante, se agradecerá la colaboración de Sergio Aragonés -el creador de Groo– en la documentación (nº 8 y nº 9, escritos por Etienne Borgers).

La memoria de metal

Spirou #1849 (septiembre 1973) – Spirou #1860 (diciembre 1973). Álbum en 1974

Sinopsis: Contrabandistas de diamantes persiguen a una azafata cómplice para que les entregue “el objeto”, una caja de metal donde había de realizarse la entrega. La mujer buscará la ayuda de Natacha para resolver su problema.

Espectacular tiroteo con la marca de las producciones de Hollywood de los '70
Espectacular tiroteo con la marca de las producciones de Hollywood de los ’70

Los valores de la historieta anterior se ven aquí corroborados con creces. Ayuda también un nuevo cambio de guionista (damos paso a Étienne Borgers), con un relato que sigue el patrón de persecución aventurera, pero con un vigor distinto, quizá porque el texto no estaba pensado para Natacha, sino que se trataba de una novela protagonizada por un hombre. Ello explica, por ejemplo, la escasa participación de Walter, a quien se percibe reescrito para proporcionarle un hueco en el álbum, aunque la historia no lo necesita. En La memoria de metal, Natacha se ve involucrada en una trama de contrabando y espionaje en la mejor tradición Bond (recordemos: Diamantes para la eternidad, el último título protagonizado por Sean Connery como 007 «oficial», data de 1971). El dibujante indica varias influencias cinematográficas, como Bullit (Peter Yates, 1968), French Connection (William Friedkin, 1971) o La huida (Sam Peckinpah, 1972).

La enfermedad y muerte del padre de Walthéry borran de estas páginas la mayoría de bromas y chascarrillos, ofreciendo una visión más dura y triste, «hiperviolenta«, según su autor, que -asegura- «Da testimonio del estado de ánimo en el que me hallaba en ese momento«. El relato, al contrario que los anteriores, no principia con Natacha o Walter, sino con una mujer desconocida en fuga, que llama al departamento de la azafata. Se trata de Marty, colega de profesión, a quien pronto sabremos envuelta en el tráfico de diamantes. En la tercera página se presentan los antagonistas, dos asesinos al estilo reposado de los años ’70 (nada de fieras moles de dientes apretados) que buscan «el objeto». Comienza así la carrera contra el reloj de Natacha por descubrir qué ocurre y desbaratar la red criminal recién descubierta.

Título evocador pero, a la postre, demasiado explícito, La memoria de metal es una trepidante carrera en 26 páginas con un cierre muy de los ’70 (que no desvelaré), en activo aún la paranoia anticomunista representada por el Telón de Acero. En realidad, la trama cumple con los peajes del policíaco-detectivesco tradicional, donde la madeja se va desentrañando en función de las piezas de información que aporta cada personaje conocido o lugar visitado, sin que se entienda en esta apreciación demérito alguno. El caso es que Walthéry le insufla dinamismo y las páginas funcionan casi como continuos cliffhangers, donde Natacha ha de sortear a sus perseguidores y obtener otra pieza del rompecabezas. La solución (giro tecnológico incluido) es muy del tono de las películas de espías aunque, por mi parte, confieso no haberme tropezado antes con este truco en concreto.

En la página 125 se presenta el inspector Morel, trasunto de un popular comisario de la ficción televisiva gala, inaugurando una moda que llevará a Walthéry a parodiar a otros excelsos investigadores de la pequeña pantalla (como el teniente Colombo en el nº 15, con guion de Peyo). Técnicamente, el dibujante ahonda en la multiplicación de viñetas por plancha, llegando a contabilizarse 18 en la página 118, una de las más emocionantes del tomo analizado.

Valoración

El volumen 1 de Natacha tiene una ventaja y un inconveniente. El inconveniente, sin duda, es que aquí no se hallan las mejores aventuras de la serie, aunque -ya digo- los dos últimos relatos están a un gran nivel. La ventaja reside en poder seguir la evolución de Natacha tal y como la comandó, paso a paso, su creador. Opino que los pros superan por amplio margen a los contras.

Por si fuera poco, la edición de Dolmen es ejemplar en todos los aspectos. Las 20 páginas de material extra no merecen menos que el calificativo de excelentes, con bocetos, declaraciones y curiosidades apasionantes que destripan el proceso creativo de Walthéry y sus colaboradores. Confiemos en que esta sea la tónica de los siguientes volúmenes y que la colección halle el favor de los lectores. Insuficientemente conocida en España, Natacha, con 22 álbumes publicados en su país de origen, es un pequeño clásico de la bande dessinée, un hito en la revista Spirou al presentar a una heroína sexy y viajera, sin dependencia de personajes masculinos, y, en definitiva, una gratísima lectura para los amantes del buen cómic de aventuras para todos los públicos.

  Edición original: Natacha, hôtesse de l'air (Dupuis, 1971), Natacha et le Maharadjah (Dupuis, 1972), Un bren de panique & La mémoire de métal (Dupuis, 1974). Edición nacional/ España: Natacha vol.1 (Dolmen, 2014). Guión: François Walthéry, Gos, Marc Wasterlain, Étienne Borgers. Dibujo: François Walthéry. Color: Estudio Leonardo Vittorio. Formato: Tomo…

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Guion - 6
Dibujo - 7
Interés - 9

7.3

Vosotros puntuáis: 6.14 ( 3 votos)
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Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 noviembre, 2014 10:47

Jo. No sé si pillármelo o no. Me mola el dibujo pero, ¿cuántos tomos serán?

¿Y publicarán la versión sexualmente más explícita que existe de, al menos, uno de los álbumes?

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 noviembre, 2014 10:49

«La ventaja reside en poder seguir la evolución de Natacha tal y como la comandó, paso a paso, su creador.»

Ah, tramposo. Aquí te parece estupendo pero con Hellblazer te da igual. XDD

Ocioso
Ocioso
Lector
24 noviembre, 2014 11:02

Tengo que reconocer que me decepcionó. El dibujo no me vuelve loco y los guiones me parecieron muy flojitos. Pero puede no ser algo definitivo. He estado merodeando álbumes posteriores y parece haber una mejora en el apartado gráfico. No es algo espectacular como en otras series, pero se nota.
La mejora puede llegar por los guiones. Poco a poco voy identificando a los distintos autores franchutebelgicosos y me va quedando claro que Gos, el autor de buena parte de este tomo, no me gusta ni un pelo. En cambio creo que para el próximo toca Tillieux, y ese sí sabe construir tramas complejas y muy bien hilvanadas.
Cuando lea el segundo tocho decidiré si me merece la pena seguir.

batlander
batlander
Lector
24 noviembre, 2014 11:59

Acabe de leermelo ayer y a mi me ha encantado. El dibujo llega en seguida a buen nivel por esos 5 años en que se termino el primer volumen y los argumentos, menos el primero, me han gustado mucho. A ver si hay suerte y terminan la serie.

molon labe
molon labe
Lector
24 noviembre, 2014 15:18

«En cambio creo que para el próximo toca Tillieux, y ese sí sabe construir tramas complejas y muy bien hilvanadas.»

Apuntate que Trilita va a sacar un integral con todos los albumes de «Cesar» de Tillieux. Compra obligada.

Por cierto Oci, ¿te pillaste el Aquiles? ya sabeis este viernes el segundo tomo, no jodamos que hay que llegar a los catorce…

Ocioso
Ocioso
Lector
24 noviembre, 2014 15:37

Cuando anunciaron que iban a ser catorce integrales de Aquilito pensé que se iban a dar el batacazo. O sea, lees uno, dos…tres como mucho y ya. Son chistes de una o dos páginas y lo normal es que después de media docena de álbumes estés hasta los guevos. Pues oye, acabado el primer tocho con sus tres álbumes me lo repienso. A lo mejor el aburrimiento tarda mas en llegar. Hombre, catorce integrales me parecen demasiados, pero la mitad seguro que caen.

Y claro que estoy pendiente de Cesar. Me vas a matar, pero tenía los Gil Pupila en la pila (valga la redundancia) y no he empezado a leerlo hasta hace un par de meses. Joder, que buenos son. Y tiene mucho mérito que me gusten porque no hay ni un solo personaje que me caiga simpático. Me lo estoy pasando teta por lo buenos que son los guiones. Por algo que no me esperaba: un ritmo endiablado. Me pillo unos estreses que no veas.

Ivan
Ivan
Lector
24 noviembre, 2014 16:57

Coincido con Ocioso en la gratísima sorpresa que ha sido Aquiles Talón. El primer tomo me ha parecido estupendo. Yo compro los 14 seguro, y el viernes estaré en la librería a por el segundo como un clavo. Muy recomendable.

De Natacha, a mi me ha gustado. El dibujo me encanta, los personajes me gustan, y el guión cumple. La edición maravillosa. Se me hacen muy largos los meses entre tomo y tomo de esta serie.
Y cuando toquen los JyP que no son de Peyo, que no tengo pensado comprar, pues más largos aún.

Me ha pasado que el guión de Gos no me ha convencido del todo y el Sacramus es suyo… Me da miedillo. El viernes saldremos de dudas.

Ocioso
Ocioso
Lector
24 noviembre, 2014 17:08

A mí el Sacramus no me apetece nada. Leí hace poco el primer álbum en el ordenador y me pareció demasiado infantil. No sé, un gatito extraterrestre con una pistolita de rayos… El guión me pareció bobo y el dibujo mas rígido que los morros de doña Cayetana. Incluso cuando estaba viva. Me da la sensación de lo del gatito solo se va a vender a nostálgicos, al contrario que las otras series que tienen suficiente enjundia y valores para conquistar a nuevos lectores.
En cualquier caso, quedamos a la espera de nuevas series. ¿No fue un éxito Johan y Pirluit? Entonces, ¿por qué no han aprovechado el rebufo para publicar las otras obras de Peyo, Benito Sansón y Poussy?

Radar
Radar
Lector
24 noviembre, 2014 17:51

Respecto a la famosa escena en la isla, supongo que Dolmen sigue el integral belga, que es el que yo tengo, y lo siento mucho pero no sale nada de nada. También yo lo esperaba como un extra, pero no. Consolaos pensando que vereis a la abuela de Natacha en ropa interior 😂

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
24 noviembre, 2014 19:42

Sí, joder, sí, por fin. ¡¡¡Ya tengo en mi poder Asterios Polyp!!! La de tiempo que llevaba esperando.
Ahora sólo falta que no me guste…

He tenido este tomo de Natacha en las manos. Al final, no me lo he llevado pero acabará cayendo. Pero hoy he preferido llevarme el segundo integral de Jules.

Y el Aquiles Talón tiene muy buena pinta, pero dudo que me haga con los catorce. El primero caerá fijo, eso sí.

Pikodoro
Pikodoro
Lector
24 noviembre, 2014 20:18

Hombreee, Benito Sansón tampoco es que sea la repanocha, la verdad. Muy en la línea de las de Gos, pero sin tanto efecto nostalgia. Que Spirou ardilla marcó mucho, my friend.

Ocioso
Ocioso
Lector
24 noviembre, 2014 20:33

Para mí Benito es la repanocha porque la revista que me marcó fue el Strong. Solo he leído un par de álbumes de la época de Peyo y ya le gustaría a Gos llegar a ese nivel. Por lo menos al Gos que he leído.
De todas formas aquí hay gente marcada por Strong y Spirou Ardilla, pero también por Fuera Borda, Tintín, e incluso por Cavall Fort. Las series que han sido publicadas en mas revistas cubren mas generaciones de lectores y son las mas demandadas.

molon labe
molon labe
Lector
24 noviembre, 2014 20:33

«Son chistes de una o dos páginas y lo normal es que después de media docena de álbumes estés hasta los guevos»

A partir del album 14 (el integral 5 mas o menos) son ya historias largas de 50 paginas, 17 en aventuras largas en total.

«Me vas a matar, pero tenía los Gil Pupila en la pila (valga la redundancia) y no he empezado a leerlo hasta hace un par de meses. Joder, que buenos son.»

Y tanto, una joya, «El paso del ahogado» deberia ser lectura obligatoria para cualquier persona (o ente) que le guste el comic. De todas maneras yo este año estoy contentisimo con todo lo que estan sacando de BD (ya tengo el integral de Juan Pistola) y lo que viene (en febrero Spirou), Michel Tanguy y unas cuantas sorpresas que nos van a dar. AÑO BD!!!

fer13
fer13
Lector
24 noviembre, 2014 22:09

Pues está saliendo tanto y yo tengo una laguna tan grande en BD que no sé por donde atacarlo.

Johan y Pirluit ya vienen de camino y gracias al consejo de Ociose cayó y disfruté de Alexis Strogonoff.

Pero ahora no sé que iniciar. Hay tanto y suele ser tan largo…

Ocioso
Ocioso
Lector
24 noviembre, 2014 23:27

Me alegro un montón de que te gustara Alexis Strogonoff. Pues ya sabes, ahora a por los dos integrales de Jules. Vas a tiro fijo y tienes la ventaja de que solo existe ese material.

Superman95
Superman95
Lector
25 noviembre, 2014 4:28

Hace 30 años, el periodico Colombiano «El Tiempo» tuvo uno de esos misteriosos ataques de lucidez y convirtieron su sección de tiras dominicales en una mezcla interesante que combinaba algunos clásicos del comic (Dick Tracy, Hagar el Horrible, Blondie, El Fantasma, Mandrake, Flash Gordon, Frank & Ernest, Bringing up father, Peanuts, Boogie el Aceitoso) con algunos exponentes del comic Europeo (Los Pitufos, Asterix, Lucky Luke, Valerian, Blueberry, Spirou, Gastón Lagaffe, Tin Tin) y la voluptuosa natacha, cuyo físico me recuerda algunas cintas de los años 60, con su voluptuoso físico y sus aventuras viajeras. ¿A que viene esto? Aunque este experimento duró solo un año (Incluia cuentos de autores como Borges y Bradbury), afianzó mia amor por la lectura y el comic Europeo quedó con un lugar especial en mi corazón, ante el a veces sobrevalorando manga.

Laurel Kent
Laurel Kent
Lector
6 julio, 2015 20:28

La versión porno no es oficial… salió editada en 1987 en la revista «L’Echo des Savanes HS 56» y en el álbum colectivo Parodies de MC Productions… en España se editó en 1988 en el números 20 de Totem el Comix… no creo que lo editen…

Laurel Kent
Laurel Kent
Lector
En respuesta a  Laurel Kent
6 julio, 2015 20:34