Narcopolis

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Edición original: Narcopolis #1-4 (Avatar Press, 2008).
Edición nacional/ España: Narcopolis (Glenat, 2010).
Guión: Jamie Delano.
Dibujo: Jeremy Rock.
Color: Greg Waller.
Formato: Tomo rústica 104 págs.
Precio: 15€.

 

En 1932 el escritor inglés Aldous Huxley publicó una de las distopías más influyentes de todos los tiempos: Un mundo feliz. Vaticinaba para la sociedad futura una dictadura de castas de bioingeniería alimentadas por drogas y placeres sensoriales. Un mundo feliz carece de la penetrante desesperación de las fábulas orwellianas (o sea: 1984 y Rebelión en la granja), pero se ha hecho justamente célebre por su intuición sobre los mecanismos de adocenamiento ciudadano. Huxley actualiza el «pan y circo» de los emperadores romanos a las coordenadas de los «paraísos artificiales» (según feliz denominación acuñada por el poeta francés Charles Baudelaire). Desde entonces el concepto, a fuer de repetirse, ha quedado razonablemente interiorizado. Aunque una cosa es conocerlo y otra rebelarse contra él. De eso va precisamente Narcópolis, proyecto auspiciado por Jamie Delano para Avatar Press con el concurso del dibujante Jeremy Rock y el colorista Greg Waller.

«Bienvenidos a la ciudad de Narcópolis, donde sus ciudadanos se dejan dominar por un estado totalitario a cambio de tiempo libre, placeres sexuales y, sobre todo, la embriagadora droga llamada «el jugo», que mana por toda la ciudad. Casi todos los narcopolitanos son felices con esto, pero aún existen individuos como Gray Neighbour, que antepone la libertad al placer.» [Extraído de la contraportada]

Delano es bien conocido por el aficionado medio por ser parte del desembarco británico en el mainstream USA. Nada menos que Alan Moore lo recomendó para poner en marcha la serie del mago urbano John Constantine (Hellblazer), que escribió durante 40 entregas y un puñado de especiales. También recayó sobre sus hombros la titánica tarea de comandar Animan Man tras el que fuera uno de los mejores trabajos del escocés Grant Morrison (y tras un breve ínterin de Peter Milligan). En España hemos catado, además, algo de su producción británica (2020 visiones) y -¡cómo no!- algún episodio de Batman. Del despropósito titulado Mundo sin fin, publicado por Ediciones Zinco en cinco cuadernos, evito pronunciarme para no manchar su buen nombre.

Como escritor, Delano tiene sus peligros: una tendencia a ponerse místico y pedante (no necesariamente en ese orden). Aquí le pasa también. Por suerte, predominan sus aciertos, su iconoclastia respecto a héroes y villanos, la imprevisibilidad de sus argumentos, que beben de aquí y de allá, la seducción de sus estructuras de errático ritmo interno, a menudo anticlimáticas pero de un encanto irreproducible. Delano, escritor de ideas antes que de formatos, se descuelga aquí con ramalazos que merecen mucho la pena, como la liberación del cuervo de su jaula al principio del 2º capítulo (que, jugando con el tópico, viene a ser una deslumbrante metáfora de lo que pretende el libro) o la Catedral del Deseo, construida en capiteles priápicos y arcos como vulvas con horrores lovecraftianos acechando en su interior.

Delano no siente la pasión de su compatriota Warren Ellis por la tecnología -que impregna Transmetropolitan, City of Silence o Tales of the Witchblade: la historia de Selena– y el mundo hiperavanzado de Narcópolis tiene más que ver con el pensamiento chamánico que con el cientifismo sin control, como evidencia enseguida la ingesta del hongo psicotrópico para penetrar la realidad. Con todo, el escritor se reserva enigmas, borrosos entre la tecnojerga, igual porque ni siquiera él mismo los tiene demasiado claros, o por miedo a desvirtuar el mensaje de la disidencia. Queda volver sobre la obra y preguntarse por esos matices entreverados, como los tatuajes de los protagonistas, que jamás llegan a concretar su relevancia.

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Aparte lo dicho, Narcópolis es un producto 100% Avatar Press, lo que se traduce en cierta alegría en la representación gráfica de la violencia y del sexo (descaradamente explícito en los televisores de la urbe) y en un dibujo característico -tipo Jacen Burrows (Crossed, Scars, Providence), por citar al exponente más conocido- que se caracteriza por su frialdad y su rigidez, potenciadas por la ausencia de sombras y la coloración infográfica repleta de degradados y «brillitos». Visualmente insustancial, con muchos planos medios y primeros planos de gramática televisiva, la página queda dividida en tres filas y una cómoda distribución de entre cuatro y siete viñetas, legible y rutinaria. Rock no destaca por nada en particular, es completamente anodino aunque -esto cabe reconocérsele- se diluye al servicio de la historia. Poco debe de extrañarnos, pues el tebeo se vende con el único reclamo del título y el nombre de Jamie Delano en la portada.

Hay un problema en Narcópolis que a nadie se le escapará. La historieta no anda escasa de grandes obras sobre esta temática concreta; quiero decir, distopías, se centren estas en un aberrante control institucional (V de Vendetta, S.O.S. Felicidad) o en alguna catástrofe con reminiscencias nucleares (Vic & Blood, Basura, El último recreo), por no mencionar la amplia tradición británica de porvenires macarras tipo los consagrados en Juez Dredd, Harry 20 o Johnny Nemo. O sea: el listón queda muy alto. Bajo este prisma, Narcópolis da lo que se espera de ella, incluidas sanas dosis de mala baba, pero tampoco supone un revulsivo en la materia.

  Edición original: Narcopolis #1-4 (Avatar Press, 2008). Edición nacional/ España: Narcopolis (Glenat, 2010). Guión: Jamie Delano. Dibujo: Jeremy Rock. Color: Greg Waller. Formato: Tomo rústica 104 págs. Precio: 15€.   En 1932 el escritor inglés Aldous Huxley publicó una de las distopías más influyentes de todos los tiempos: Un…
Guion - 8
Dibujo - 6
Interés - 7

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Brian Blaquesmith
Brian Blaquesmith
Lector
15 marzo, 2016 23:13

No puedo con la producción de Avatar Press, Tengo amigos fanzinerosos que, literalmente, dibujan mejor. El coloreado es atroz…