MundoManga: COSPLAY, EL ARTE DE DISFRAZARSE

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Edición original: Cosplay, el arte…. ESP
Fecha de edición: Sept. 2010
Autor: Igor Gobbi
Color: Color
Formato: 180 págs.
DOLMEN (6,5)

Hace unos años, Dolmen Editorial abrió una línea de libros teóricos sobre manga. Los Manga Books empezaron a ganarse un puesto, tanto en las tiendas como en el público, gracias a su propuesta clara, definida, abriendo un nicho de mercado aún sin explorar (al menos referente al manganime), siendo pioneros en esto de editar libros sobre algo tan minoritario como es el cómic japonés. La tendencia general de la colección ha sido centrarse en series conocidas, todas o casi todas shonen, grandes éxitos como Bleach o clásicos como Saint Seiya. Libros que explican pormenores de las series tratadas, curiosidades, repasando su historia y su propio mini universo. O no tan mini, porque hay varias series que han sido merecedoras de varios libros, hablamos de Dragon Ball (hasta 3 libros sobre la serie, incluyendo uno más general sobre el autor y sus otras series) o Naruto (con 2 libros). Las excepciones a la norma han ido apareciendo a lo largo del tiempo: desde un diccionario de Manga (reseñado aquí) hasta un especial sobre el Estudio Ghibli, esperando ambos libros sus sendas continuaciones. Hace unos meses el prolífico Igor Gobbi presentó el primer libro que rompía con la tendencia de hablar sobre una serie en concreto, un autor o un estudio, y se centraba más en una afición paralela, en una tradición importada de Japón. A medida que el manganime ha consolidado su éxito (crisis actual aparte) se han ido popularizando actividades paralelas relacionadas de alguna forma con las viñetas o los dibujos animados, o que al menos son importaciones de costumbres locales japonesas. Me refiero a las partidas de Go, conexiones con videojuegos y consolas niponas, afición a la comida e idioma japoneses, etc etc Son aspectos aparentemente alejados pero que han llegado de la mano del papel y de la imagen, y sirven para crear fandom entre la gente, que se reúne para experimentar sobre sus aficiones y hacer nuevas amistades. También han rellenado horas y actividades paralelas en varios Salones del Cómic o Manga, los organizadores de los cuales han sabido ver la importancia paralela de estos eventos para hacer un “pack” y ofrecerlo todo junto durante los días que transcurre el Salón de turno.

Así pues, Dolmen se ha lanzado a radiografiar, reflexionar y analizar un movimiento que ha llegado a tener tanto éxito como el Karaoke: el de disfrazarse de personajes conocidos de series de todo tipo. Sus motivaciones, el trabajo que exige un buen cosplay, tanto físico como psicológico, el éxito prolongado que ha tenido a lo largo de los años y varios ejemplos de cosplays de altura, todo lo encontraremos en estas páginas. Adentrémonos pues dentro de sus costuras para comprender mejor que hay detrás de esos “locos” que pululan por los Salones en busca de reconocimiento, risas y un apego a una afición que les ocupa muchas horas de trabajo para quemarlas, a veces, en una sola tarde.


Ven, ven, que te voy a explicar un par de cosillas…

El libro empieza con un prefacio, firmado por Maria de la Trinidad Sbert Haro, en la que relaciona brevemente el cosplay actual con las raíces de la literatura española, como Lope de Vega o Tirso de Molina, que ya usaron el disfraz como elemento humorístico en sus obras. Incluso cita a Sor Juana Ines de la Cruz, que se disfrazó de hombre para poder entrar en los ambientes masculinos que dominaban la información y el conocimiento en ese momento. Es una lástima que no se haya podido relacionar este hecho histórico con obras manga que versan sobre lo mismo, el intercambio de sexo, desde Ranma ½ hasta la pléyade de shojos que usan el equívoco sexual para levantar historias de amor no correspondido y situaciones cómicas para no ser descubierto. En cambio, en las pocas hojas que ocupa el prefacio se elige hablar de El Quijote, y como su protagonista decide vestirse de harapos y de material reciclado para emular las heroicidades logradas por sus héroes fantásticos, suponiendo según la autora el primer caso de cosplay, aunque con matices. Personalmente hubiese preferido que se hubiese profundizado un poco en otras temáticas culturales, como los disfraces en carnavales, Halloween, el sentido de ponerse una máscara sin saber quién tienes al lado (como ocurría en épocas victorianas en las fiestas de alto copete, donde la máscara permitía un libertinaje no permitido a cara descubierta, permitiendo relacionarse con gente que de otra forma nunca podría acceder a ellas, incluso hasta en el plano sentimental o sexual), o yendo al extremo contrario, las máscaras de los superhéroes (que pretenden justo lo contrario al disfraz, pasar desapercibido, ocultar su identidad). Y es que este prefacio deja algo descolocado cuando en pocas líneas ya se está hablando de algo totalmente alejado del asunto principal, cuando un prefacio debería ser una introducción general. La idea de relacionarlo con la literatura es buena, pero no como para llenar todo el prefacio y ser su único argumento, ya que te deja con al sensación de estar incompleto, o de no cumplir su cometido. Además, ¿quién es Maria de la Trinidad Sbert Haro? ¿Una conocida cosplayer, una doctorada en sociología, una experta en disfraces? No hay ninguna referencia a su profesión o relación con el mundillo, y solo Google nos aclara que fue alumna de ciertos cursos en Palma de Mallorca y luego fue lectora de intercambio en alguna facultad italiana, cosa que enlaza con la procedencia del autor del libro. Pero a partir de ahí no sabemos nada, y se tiene la sensación de que se ha escogido a alguien conocido del autor para cumplir con el recado, pero que podría haber sido otra persona cualquiera. En mi opinión, un prefacio debería ser encargado a alguien reconocido del mundillo, o un experto del tema a tratar aunque no sea lector de cómics. Relacionaría esta afición extendida por parte del fandom comiquero con otras sacadas de su conocimiento, aunando en sus implicaciones y yendo a la raíz del tiempo para descubrir orígenes parecidos. Pero tengo la impresión de que este prefacio nació roto, no aporta casi nada y no está escrito por nadie reconocible o, al menos, indicar la profesión, origen de la autora o el por qué se le encomendó este texto.

De hecho, algunas de las reclamaciones que un servidor le hace al prefacio se ven satisfechas en la introducción. Igor destaca la importancia del disfraz en la cultura occidental incluso antes de la llegada de los cómics, mangas, videojuegos y series de ciencia ficción, donde se basará para explicarnos los pormenores de esta afición. Cuando no se llamaba cosplay, igual que la época de Ulises 31 no conocíamos el término mangaka, los disfraces aparecían en fechas concretas: halloween, concursos de caretas y vestidos, fiestas de cumpleaños, etc Es innegable que el manga cosplay fue el gran impulsador, hace unos años, de que multitud de jóvenes se vistieran con ropas y atuendos que de otra forma serían cutres o de mal gusto. Esta tendencia se inició (o tuvo mayor trascendecia) en el Saló del Manga de Barcelona/L’Hospitalet, para luego pasar, en mayor o menor medida, a su hermano mayor, el Saló del Còmic. Igor contempla que su inclusión cada año en los Salones da variedad a la cita, no experimentando en ningún caso un declive de la afición, sino un mantenimiento o incluso un aumento de los participantes.


Una vez superados los dos textos introductorios, empieza el libro. El autor lo ha dividido en 4 grandes partes: las razones y motivaciones para hacer cosplay, tanto si se hace con tus propias manos como si lo disfrutas viendo; los orígenes del movimiento y su futuro inmediato; el cosplay en los videojuegos y el cine; y ejemplos reales de esta afición.

En la primera parte, posiblemente la más interesante y central del libro, el autor rápidamente divide el mundo del cosplay en dos: en el que lo hace para vestirlo después y el que lo mira y disfruta. El primer grupo responde a la base del disfraz: querer convertirse en otra persona, escapar de la gris realidad durante unos momentos y porque no, ser la envidia de los que te miran. No es solo hacer el vestido y ponérselo: es vivir como el personaje de fantasía mientras dure el espectáculo, es ser un poco artista o actor, considerar ese trozo de tela como tu segunda piel, abocando horas de amor y confección pensando en un acontecimiento que puede durar como máximo varias horas. Una de las claves del éxito prolongado de esta afición podría estar relacionado con las lecturas: el aficionado medio que hace muchos años pedía (o se le daba) historias clónicas de DB o Ranma fue madurando, requiriendo nuevas lecturas más maduras al pasar los años. Esas primeras olas de lectores contaron con unos cuantos aficionados que empezaron a disfrazarse por ese entonces, y los que no han abandonado la afición de leer cómics han seguido con su paralela afición del cosplay. Esto se demuestra viendo que parte de los cosplayers de cualquier salón o evento relacionado con la historieta no es precisamente joven o adolescente: un chaval de 15 años no se vestirá de Darth Vader o de Musculator, pero uno que lleva años en el mundillo sí. El otro extremo está protagonizado por los chavales que se disfrazan del éxito del momento, sea Naruto-badana, Bleach o Nana.



Precisamente esto, el éxito abrumador de una serie reconvertido en mil y una versiones de los mismos personajes en un mismo Saló, lo aborda el autor en el segundo grupo, el que disfruta del disfraz, el que sonríe delante de un Superman frondón o se maravilla delante de un robot Gundam adornado con los más pequeños detalles. Y el disfraz puede convertirse en un medidor de gustos del público, al menos para detectar el boom del momento. Y para los que disfrutan viendo disfraces pero no se atreven a crearse uno, el autor describe y nos descubre las muchas tiendas dedicadas a este mundo que existen por el mundo, básicamente EEUU y Japón. Esto nos indica que el auge del cosplay ha tenido repercusión suficiente como para crear un cosplay business alrededor suyo, ya sea en forma de tiendas o incluso revistas, algunas en castellano. Y si hablamos de enseñar nuestro producto, qué mejor que un concurso de disfraces: el más conocido es el World Cosplay Summit, que entró con fuerza en los dos Salones de BCN/L’Hospitalet y del cual han salido gente como Laura Fernández o Berenice Serrano que llegaron a ser segundas en el WCS de 2009 en Nagoya. Sin duda se ven estos concursos como la Champions League de los cosplayers, siendo un brutal éxito llegar ahí, un orgullo y una dignificación de la afición. En este momento del libro, junto con otros, se nota el origen italiano del autor ya que nos menciona un par o tres de personas que se han dedicado intensamente al cosplay, llegando a ser muy conocidos y obtener premios, llamados cosplaystars (siguiendo la moda de nombrar todo lo relacionado con el disfraz con el prefijo cosplay-), referentes para todos y adulados como estrellas de cine o de fútbol (autógrafos incluidos). Pero como en todo, el gran grueso de aficionados nunca llegarán a ese status: así el autor se centra después en el cosplayer anónimo, el que lo hace por vocación y juego, incluso nos descubre como llevar el cosplay a la vida diaria y laboral (en Japón, claro, preséntate tu en tu oficina en España vestido de Son Goku y verás la puerta de salida rápido). El pequeño barrio de Harajuku es el centro del cosplay japonés.

Ejemplos de cosplays amateurs, los que realmente pueblan los Salones y les dan vida.


Uno de los aspectos que hemos comentado, el hecho de que los viejos aficionados a series de la prehistoria del manga en España (Harlock, Mazinger, etc) hayan crecido junto con su afición, eso es, que no han abandonado el disfraz, es el eje central del segundo capítulo importante del libro. Esas series míticas “globalizaron” el anime aún cuando en esa época no teníamos el léxico que tenemos ahora sobre todo este submundo y relacionados (shonen, shojo, hentai, kaiju eiga, etc etc), y protagonizaron un éxito comercial de muchos productos licenciados que quedó un poco enmarcado en esa época, a finales de los 70 o principios de los 80. Y como que la nostalgia vende, ahora tenemos una nueva reemisión de esos clásicos junto con nuevas aventuras, como la nueva serie de Mazinger Z o Kotetsu Jeeg. Y eso ha ayudado a que el cosplay vintage coja fuerza de nuevo en Europa. Y si ese segundo capítulo está dedicado a las viejas series, el siguiente versa sobre todo lo nuevo: series anunciadas cada poco tiempo, diversificación del cosplay, variedad en la forma en la que llega el producto (cómics, cine, videojuegos,…), y una sensación de que los personajes cada vez son más complejos por dentro y por fuera, cosa que hace que el cosplay se adapte a estos nuevos tiempos.

Si la extensión de estos dos últimos capítulos ya era bastante más escueta que la del capítulo inicial, los dos siguientes capítulos son más bien testimoniales, un mínimo apunte, necesario, para dejar constancia de que el cosplay no está limitado al cómic, sino que los videojuegos o el cine también pueden ser buenas excusas para montarse a hacer tu propio disfraz y encandilar (o hacer reír) al público. En el primer caso, el autor remarca una característica propia del videojuego que no puede tener el papel: la interactividad y bidireccionalidad de la aventura en la consola u ordenador hace que vivamos la vida del héroe, ya sea Samus, Snake o Tom Nook, mientras que un cómic “solo” nos permite disfrutar de la vida del protagonista, sin poder intervenir o decidir sus acciones. Esto hace que la identificación con el personaje sea aún mayor, y mayores las ganas de traspasarlo fuera de la pantalla usando nuestro cuerpo como modelo y muchas ganas de confeccionar un disfraz que se parezca al pixelado personaje que tanto nos divierte. Y si el videojuego ha ido creciendo con los años como forma válida y reconocida de diversión y cultura, el cine lleva años en esa posición. No hace falta nombrar los miles de títulos y personajes que podrían ser objeto de cosplay, horas y horas de dejar volar la imaginación en medio de una sala oscura y con los 35 mm como protagonistas. De hecho, es el cosplay de cine el que ha ido viendo como los otros cosplays iban creciendo, ya que desde hace muchos años vemos legiones de fans disfrazados con la excusa de una nueva película de Star Trek, o se reúnen en una sala para imitar las frikadas pop de The Rocky Horror Picture Show. Y ya no digamos las numerosas películas basadas en cómics de superhéroes, live acton japoneses o historias Disney, que llevan años encandilando y vistiendo a las niñas de princesas.


Giorgia Vecchini en el papel de Wonder Woman


Para finalizar, el libro se acerca a la realidad de varios cosplayers. Nos encontramos con un texto de Paco Sánchez y Sergi Mas, en los que detallan año tras año los trajes que llevaron en los sucesivos Salones de Barcelona y L’Hospitalet. En una primera lectura no sabemos muy bien quienes son, pero relacionando el (escueto) texto con las fotografías te das cuenta de que son las personas que se encuentran debajo de los míticos Son Goku y Vegeta que nos han ido acompañando durante años, al menos en los Salones del Manga. Dos disfraces sencillos pero a la vez insuperables, con los que nos hemos reído (con ellos, no de ellos) cada vez que nos los hemos topado en alguna esquina o cruce de stands en La estación de Francia o La Farga. Nos detallan, año tras año, los disfraces que llevaron a sendos salones, alternando y mezclando el manga con los superhéroes, el anime con Rorscharch. Esta lista, a pesar de ser divertida de leer, personalmente la hubiese cambiado por unas reflexiones sobre como han visto ellos cambiar el mundo del cosplay desde sus inicios: calidad de los materiales usados, el año del boom, cuando se detectó que la gente empezaba a ir en pareja o en grupo disfrazados, si la organización de los Salones se puso en contacto con ellos alguna vez (yo estaba seguro de que eran parte de la organización, contratados o llamados cada año por el éxito que congregaban con sus propuestas), o alguna conclusión que hayan sacado de tantos años de disfraces y risas. Es una lástima tener a los precursores del cosplay en los dos grandes salones españoles y no profundizar un poquito más, dejando la lista detallada de cada año como un resumen de los años más importantes o curiosos. Y otra vez se repite lo mencionado antes: en ningún lugar del libro se menciona quienes son estas personas, teniendo que adivinarlo juntando texto e imágenes (sobretodo de la mítica de Son Goku y Vegeta), cuando no habría pasado nada por poner un pequeño subtítulo al capítulo dejando claro de quien se trata.

Los dos mitos de presencia imborrable en los salones catalanes…

El texto de estos dos cosplayers se complementa con una mini auto descripción de la cosplayer Shirak, que lleva toda la vida disfrazándose hasta el punto de que ha podido aplicar sus conocimientos universitarios a su afición, que la ha llevado a varios concursos internacionales. Tanto en este caso como en los siguientes, se nota un salto de calidad del cosplay comparado con las fotografías tomadas en Salones y demás, más amateurs (es totalmente normal, el autor da importancia a ambos extremos, sin uno no existe el otro). Y la última parte del libro la ocupan varias fotografías de diversos cosplayers famosos alrededor del mundo, desde Giorgia Vecchini (bastante comentada durante todo el libro), con su mezcla de personajes de superheroína a guerreras de Sailor Moon, hasta el japonés Kawon, especializado en héroes de épocas pasadas de su país, aunque su Rei Ayanami (que no Rey como lee el pie de foto, y no es el único error de este estilo) está muy conseguida. Aunque personalmente escojo como mejor cosplay el de Sesshomaru de Thais Yuki, de Brasil, reproducido a continuación:



Valoración: Publicar un libro sobre una afición tan minoritaria dentro de un mundillo ya de por sí minoritario (aunque el hecho de disfrazarse a nivel global no sea minoritario dentro de la sociedad, si lo es hecho de relacionarlo con los cómics o que renazca gracias a series japonesas), de antemano es meritorio y digno de agradecer. Un libro así siempre “dignifica” (¿el disfraz debía “dignificarse” en algún momento?), pone en primera línea una afición que puede pasar desapercibida, ignorada o menospreciada por la gente que no la conoce. Pero una vez leído tengo la sensación de que podría haber sido mejor, más profundo y mejor estructurado. Por un lado, se tiene el convencimiento de que realmente la única parte importante es el primer capítulo. Es donde hay más chicha y donde se encauzan los motivos del libro: dar a conocer la filosofía del cosplayer, sus motivaciones, sus relaciones con la ropa y utensilios creados por él desde cero, etc. Pero el resto de capítulos tiene mucho menor peso, además, con un texto bien estructurado los capítulos dedicados al cosplay vintage (o sea, a los primeros que empezaron con esto y que encima se vestían y siguen vistiéndose de héroes clásicos) y el de los nuevos héroes que van apareciendo se podrían haber integrado en el primer capítulo, haciéndolo más extenso. Los capítulos dedicados a los videojuegos y al cine (o sea, como ha influenciado el cosplay ya existente en estos campos al del cómic y viceversa, y como han convivido) también podrían haber sido unidos bajo un mismo techo, dejando como gran tercer bloque los expedientes cosplay.

Con esto vengo a decir de que se nota cierta descompensación en el libro, donde un capítulo adquiere toda la importancia mientras los otros son más ligeros, hasta el punto de ocupar un par de páginas útiles. Y aquí es donde viene otro aspecto peliagudo: un libro sobre cosplay debería ser visual. Y este lo es. Y la impresión inicial es buena, ves muchos tipos de disfraces, orígenes y calidades, pero ….. noto en falta más texto. El libro es demasiado visual. Hay páginas que no llenarían un documento de texto de media hoja, dejando el espacio restante para las más diversas fotografías. Esto da a entender de que el libro está dirigido a un público ajeno al cosplay, con un contenido suficiente pero superficial, sin querer profundizar en exceso, y creo que es una lástima no ir más allá una vez que tenemos un libro sobre el tema. Se podrían haber eliminado algunas fotografías para incluir más texto, ordenarlo mejor y darle más enjundia. Y eso me lleva a otra faceta relacionada con las palabras: no hay alta literatura aquí. Tampoco es que sea necesario, pero el texto es un poco endeble, además hay fallos en algunos nombres de personajes. Y lo peor: el mensaje está diseminado. Tengo la sensación de que tienes que ir cogiendo trocitos para confeccionar el mensaje del libro, al menos en sus capítulos principales. En el extremo contrario nos encontramos con repeticiones de conceptos, o inclusiones de parágrafos que quedarían mejor si fuesen agrupados o incluidos en el prefacio / introducción.

Sensaciones opuestas sobre este Cosplay, el arte de disfrazarse. Mientras que es muy positivo que aparezca un libro de referencia sobre el tema, que localice y pueda ser fuente de información para afianzar el conocimiento sobre esta afición, por otro lado hay ciertas decisiones que no comparto y cierta dejadez en la ejecución del libro: no especificar bien quién colabora en el libro, un prefacio que no lleva a nada, demasiado desequilibrio texto / imágenes, poca profundización, ausencia de una entrevista a fondo con algún experto, fotos sin descripción (o se pone pie a –casi- todo o precisamente el cosplay que no identificas será precisamente el que no tiene descripción),… Pese a todo, es una lectura amena, que se termina en un par de noches, ligera (aunque a veces hay alguna frase concreta que no se acaba de entender, o pequeños trozos más complejos de leer que no casan con el resto del texto), que básicamente da a conocer las motivaciones, ambiente y particularidades en las que una persona normal decide invertir su tiempo y dinero para convertirse en un cosplayer. Repasa su historia, empezando con los disfraces de viejos héroes de los “dibujos animados japoneses” hasta la actualidad, diversificando el campo de acción aunando cómic, cine, TV, etc, cualquier medio que pueda ser susceptible de ser adaptado en vestidos de papel y cartón. Además nos presenta ni que sea visualmente (hubiese estado bien conocer de primera mano las experiencias de algunos de ellos) algunos de los mejores cosplayers del mundo, recreando héroes de todo tipo, condición y sexo, incluso brillando con un vestido del sexo contrario. La teoría dice que todo esto suena muy bien, pero a la práctica se notan errores, decisiones poco acertadas, capítulos demasiado cortos, espacio desaprovechado del texto (no hace falta repasar año a año las visitas de Paco y Sergi, pudiendo dejar las más significativas), una lectura que tiende a la mezcla de conceptos y separación arbitraria de los mismos, y una opinión general al acabar el libro de que podría haber estado mejor de haber cuidado ciertos detalles. Pese a esto, cumple con su misión de dar a conocer los entresijos de la afición y de estar presente en tiendas y bibliotecas como material de referencia y consulta. Esperemos que Dolmen tenga una buena experiencia con este libro y se anime a editar más libros sobre estas “costumbres paralelas” que cohabitan con el manganime, ya sea conocer a los más variopintos cantantes de jpop como un repaso al doblaje del anime. Hay tantos campos…. O si somos más aventureros una auténtica historia del manga en nuestro país, que ocuparía seguro más de un tomo. Pero por ahora conformémonos con este repaso al cosplay, al disfraz para aparentar otra persona, a las ganas de pasarselo bien y la lealtad hacia una afición. Y es que el disfraz y todas sus connotaciones han estado presentes entre nosotros toda la vida.


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Isabel López
16 febrero, 2011 13:49

Lo peor del cosplay es currartelo, creer que vas estupendamente y que la primera persona que te cruces vaya peor que tu

kalangueb
kalangueb
16 febrero, 2011 19:19

sera que vaya mejor q tu ¿no?

PACO SANCHEZ Y SERGIO MAS
PACO SANCHEZ Y SERGIO MAS
16 febrero, 2011 20:49

Hola a todos, en primer lugar queremos agradecer a Jordi Querol sus elogios por estos 20 años (que cumplimos Sergio y yo en el proximo Salon) de disfraces. En todos ellos, siempre, hemos puesto mucha ilusion y muchas horas de curro en hacer algo que nos gustaba y que soñabamos de peques ¡¡¡Ser un superheroe por un dia!!! Y en segundo agradecer a toda la gente que ha visitado alguna vez algun salon y se ha fotografiado con nosotros porque nos hace ilusion compartir unos bites de memoria con ellos. En verdad nos sentimos muy queridos por todo el personal que acude a los Salones. Abrazos de vuestros amigos SON GOKU y VEGETA

salebaaay
salebaaay
16 febrero, 2011 22:16

tendre pesadillas mezcladas con sueños eroticos heteros por meses….no debi de entrar aqui

Rob!
16 febrero, 2011 22:54

La verdad es que el cosplay da una vidilla y un color muy de agradecer en los salones, bien hecho!!
Aunque un sudor frio recorre mi espalda cuando las chavalillas de 17 años, disfrazadas de algún personaje manga sexy se te acercan con el cartelito de «cambio abrazo por…», ¡¡¡que mis pensamientos rozan la ilegalidad en esos momentos, por Tutatis!!!

Touns
Touns
Lector
16 febrero, 2011 23:06

Goku y Vegeta del Salón son tan míticos como Manolo el del Bombo en un partido de la selección.
Yo he estado 3 veces y las 3 veces les he hecho fotos. Que grandes, joder!
Paco, Sergio, sois unos frikis supersalaos! Un abrazo desde Valencia.

Blade Runner
Blade Runner
Lector
17 febrero, 2011 0:19

Y encima tienen más pinta de tíos duros que los propios Goku y Vegeta de Toriyama… ^__^

El gran Khan
El gran Khan
17 febrero, 2011 10:48

Un poco estrábico el spiderman, no?

LoganConnor
Lector
17 febrero, 2011 20:50