La Momia Misteriosa

 

Edición nacional / España: La Momia Misteriosa, Colección Sillón Orejero. Enero 2016, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Jason.
Formato: 144 páginas en blanco y negro editadas en rústica.
Precio: 14 € .

 

Esta es mi enésima reseña de una obra de Jason. No va a ser fácil hablar un poco más de su obra, máxime cuando se caracteriza por ser prolífico y egocéntrico, en el mejor de los sentidos. Es decir, es evidente que el universo planteado por el noruego resulta particular tan solo de un vistazo. Sus animales antropomorfos en historietas de una media de seis viñetas por página, generalmente en blanco y negro y siempre rondando los géneros como un músico de jazz que se dedica a versionar temas míticos de cualquier otro estilo musical, resultan únicos y totalmente reconocibles a golpe de vistazo. Ya van páginas y páginas de criaturas que se desenvuelven en planos por lo general frontales, sencillos, a priori infantiles para el ojo no versado. Pero sencillo, es necesario recordar, no es sinónimo de poco elaborado. Ni mucho menos. Jason es así, lo queremos de esta manera, con sus ganas de experimentar, con su querencia por el noir, por su peculiar sentido del humor. Pero también con sus traspiés y sus fallos. Que no suelen ser muchos, y de todos modos poco llamativos en una obra tan amplia.
La momia misteriosa es un pasito más en la carrera de Jason. A base de una serie de relatos mudos, el noruego desarrolla tramas paródicas del mundo del terror, principalmente desgranando mitos cinematográficos. Este arranque no resulta del todo novedoso en su trayectoria sino que se sucede como un tranco natural, pues algo de esto había mostrado ya antes en títulos anteriores. Aquí, de nuevo, y para nuestro solaz, la falta de palabra permite al autor tirar por el sendero del gag, de la anécdota y del slapstick, terrenos conocidos que resultan deliciosos en tanto en cuanto exprimen los mitos a su mínimo común denominador, sacándoles los colores. Es el caso de la momia, o de los vampiros góticos, quienes, desencajados de sus atmósferas habituales, esto es el misterioso Egipto de los faraones de unos y la superchería medieval de otros, se comportan como pulpos en garajes al perder el sentido de su drama. Esto permite abrir la puerta a la comedia, con momentos desmitificadores donde asustar se vuelve un trabajo más, con su tedio y su sinsentido, mientras tratar de horadar los cuellos de las doncellas acaba aburriendo o la incursión en tu tumba te quita de seguir viendo tu programa favorito. En un primer momento parece como si Jason tratara de hacer ver que los mitos ya no dan miedo. Pero, rascando, lo que se debe admitir es justo lo contrario, que si los monstruos arquetípicos han perdurado es precisamente por su capacidad para adaptarse a los tiempos. De modo que la parodia desmitificadora no es más que un aplauso –otro- a unos iconos que nos van a sobrevivir a todos. Porque a todos nos preocupa la muerte, nos divierte reírnos de ella y nos sabemos en sus manos. Solo en vida tenemos la sartén por el mango y qué mejor burla que ridiculizar sus herramientas.

Entonces se permite Jason seguir sus homenajes nada velados, con citas a Hergé de por medio, que le abren la puerta a dibujar zombis, momias, vampiros, alienígenas, criaturas de Frankenstein, incluso hasta Elvis revivido, en un desfile que los llena de esa pátina personal basada en un humor absurdo, negro, que roza la tristeza, que no busca la carcajada, pero sí la sonrisa cómplice y que haría, imagino, las delicias del recientemente fallecido Tunet Vila, quien podría haber prestado a Jason a su Tumbita para deambular, quizá con un desenfado más naif, por unas páginas repletas de muertos vivientes que no hacen sino confirmar que los vivos, arrastrados en nuestras vidas sin lumbre, en nuestras rutinas insignificantes, estamos quizá más muertos que unos esqueletos que no saben si salir de su tumba o quedarse en ella, que el mundo de los que respiran no era para tanto. Pero estoy divagando. Si te gusta Jason, píllalo. De veras. No te defraudará. Y si eres un amante del horror en todas sus formas, sonreirás con un guiño de compañero ante mitos desubicados y arquetipos con los que has convivido la vida entera. Y que no cansan. ¿Cómo se puede cansar uno de un buen relato de terror?
Una gotita más en el vasito de agua que todo lector amante de Jason debería tener en su mesilla de noche. Y qué símil más rebuscado me ha salido. No todos podemos ser tan certeros en nuestras metáforas como el noruego. ¿Ves como la sencillez no es sinónimo de poco elaborado?