Green Blood 4 y 5 (Final)

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Edición original: グリーン・ブラッド, Kodansha 2013.
Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2016.
Guión: Masasumi Kakizaki.
Dibujo: Masasumi Kakizaki.
Traducción: Marc Bernabé.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (13×18), 208 y 232 páginas.
Precio: 8,50€.

 

En Green Blood, Masasumi Kakizaki cumple uno de sus grandes sueños. Enamorado como muchos otros realizadores asiáticos (ya sea en el medio cómic, en el cine o incluso en los videojuegos) de la épica y los valores del western, Kakizaki firma durante 5 tomos una gran historia de venganza y redención que en la reseña de hoy toca a su fin. Un guión que, como es costumbre en el mangaka, bebe de muchos referentes occidentales y fílmicos, así como de innumerables clichés, pero que sin embargo demuestra mucho más consistencia argumental y rítimica que cualquiera de sus otras obras. El viaje de los hermanos Burns ha sido corto pero muy intenso, y lleno de todo aquello que hace del western uno de los géneros de aventuras por antonomasia.

El tomo anterior finalizaba con los hermanos Burns, Brad y Luke, en plena persecución del malvado Edward King, el hombre que no ha traído más que desgracias a su vida, y que además es su padre. En su camino, aprovechado por el hermano mayor para aleccionar al menor en el uso de las armas y la preparación para la larga caza, una parada aparentemente técnica en un pequeño pueblo de St. Louis se había convertido en algo más al recalar ambos en el Rancho Macy, una pequeña tierra en la que Jenny y su madre Anne vivían. Sin embargo, la oposición de la familia Macy a abandonar sus tierras ante el imparable avance del ferrocarril hizo que Charles Howard, uno de los peces gordos tras la construcción de ese avance estadounidense hacia el oeste, contratase a Hawk “el rayo”, un matón a sueldo que asesinó a la matriarca del rancho. Devastados por el dolor, los hermanos Burns se quedaron a apoyar a Jenny en esos duros momentos y a defender el rancho de la llegada de los buitres del progreso.

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Frío como el acero, Luke Burns ha recibido una dosis de realidad y madurez del más duro de los modos, y decide enfrentarse el solo a Hawk, con intención de vengar la muerte de Anne, a la que consideraba casi una madre. Ante el asombro del forajido, Luke demuestra tener una habilidad natural para el disparo y le vence y ejecuta, no sin antes sonsacarle una oportuna información sobre la Crimson Gang, la banda de King que se dirige al oeste, a Montana, cegados por la fiebre del oro. Los hermanos deciden entonces abandonar la comodidad de St. Louis y se ponen en camino, rumbo a una de las zonas más conflictivas del medio oeste americano durante el siglo XIX. Por el camino se hace evidente que necesitan realizar trabajos puntuales para poder subsistir, por lo que se enrolan como cowboys para proteger una serie de cabezas de ganado transportadas por un rico terrateniente. En ese trabajo conocen a Ned White, un chico afroamericano con muy buena mano para la doma, pero que sufre la dura realidad de la segregación racial.

Luke y Ned se hacen muy amigos, pero una noche una banda de cuatreros aliados con el muchacho negro roba el ganado con intención de venderlo y huir del terrateniente, que envía a los Burns y a otro puñado de hombres a perseguirlos. Luke no cree en la maldad de Ned y decide intentar convencerle de su error presentándose ante él desarmado… a lo que Ned responde con un disparo. Mientras tanto Brad se ve obligado a enfrentarse a uno de los miembros del Crimson Gang que había enviado su padre para darles caza y hacerse con el dinero del ganado. Tras una serie de épicos enfrentamientos los Burns, más mal que bien, consiguen salir del atolladero y continúan su caza.

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Sin embargo ambos se ven inmersos en una escaramuza de una tribu india, que ha intentado atacar las guarniciones del ejército estadounidense que tratan de asegurar la llamada Ruta Bozeman, uno de los principales puntos calientes de las guerras por el oro en Montana. Los Burns se detienen en el camino para ayudar a un joven indio, Caballo Negro, que ha sido el único superviviente ante el ataque de una ametralladora Gatling proporcionada al ejército por Edward King. Pese a las reticencias en un primer momento de los indios a confiar en los blancos, finalmente se convencen de la ira y venganza que llevan a los hermanos tras su padre y les permiten ayudar en un ataque conjunto de los sioux y los cheyenes en una escaramuza que más tarde se conocería como la Batalla Hayfield. En la contienda Luke asiste horrorizado a la capacidad de sacrificio de los nativos americanos con tal de proteger su tierra y su modo de vida, mientras que Brad resulta duramente herido por el francotirador del Crimson Gang tras haber sobrevivido a un durísimo combate contra el bombardero de la banda.

Luke pone pies en polvorosa y vuelve con su hermano al rancho de Jenny Macy, donde le atienden y consiguen recuperarle tras unas semanas en coma. Un poco después los tres reciben noticias de que Edward King, en una maniobra para conseguir asaltar un banco de Kansas City, ha sido apresado. Ante la convalecencia de Brad, Luke decide ir de nuevo a enfrentarse solo a su padre, en un combate épico que pondrá punto y final de una vez por todas a esta historia de triste venganza que ha dejado un reguero de cadáveres a las espaldas de todos sus protagonistas.

Como he dicho al principio, y un poco a través de todas las reseñas de la obra, Green Blood me parece el guión más sólido de todos los que he podido leer de Kakizaki. A ello ayuda el hecho de que el western sea uno de los géneros que mejor acepta el uso del cliché, porque realmente cuando oímos hablar de una obra de este tipo, esperamos recibir lo clásico y típico: tiroteos, indios y vaqueros, venganzas, duelos al sol, personajes duros y carismáticos, aventura… Y Green Blood en eso no falla, porque tiene todos y cada uno (o casi) de los elementos que uno espera encontrar en un western épico. Además, Kakizaki es capaz también de añadir algunos elementos temáticos que encajan y que quizá esperemos menos, como el tratamiento del problema racial en Estados Unidos y sus orígenes reales más allá de la supremacía blanca, o la admiración que siente por la forma de ser de los indios, por ese espíritu nativo presente en estos personajes. Este tema ya lo trataba, con gran precisión y mucho más acierto y pausa el maestro Taniguchi en Sky Hawk, una obra en la que se establecía el claro paralelismo entre la figura del guerrero japonés y el guerrero indio, ambos vinculados fuertemente a la tierra, a la familia, al honor y al sacrificio.

Pero esto no se consigue simplemente lanzando el tema al aire y esperando que el lector recoja el guante, y Kakizaki hace un enorme trabajo también a la hora de crear unos personajes creíbles, que son más que héroes de acción, y, sobre todo, por la creación de un excelente contexto. Los personajes, como digo, puede que parezcan simples en apariencia, de una sola capa. Tenemos evidentemente a los buenos y a los malos, y realmente no hay una muy elevada gama de grises en su comportamiento, al menos inicialmente. Pero con el paso de los capítulos los protagonistas se van cargando de matices, puede que pequeños, pero acertados, que dan una dimensión trágica a su aventura, que los humanizan dentro de lo inhumano de su tarea. Todos los personajes, pero con evidente fijación en los Burns, tienen un trasfondo, unas motivaciones y un destino, todas ellas características volubles que van variando y desarrollándose a lo largo de la obra, hasta el punto que tenemos un Brad y un Luke bastante distintos al principio y al final de la obra, y sin embargo mantienen su esencia natural.

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Todo esto es más evidente en Luke, un personaje que tiene una deliciosa evolución, y también valiente, pues lo normal sería haberle hecho pasar de esa inocencia y bondad a la frialdad y la ira, y sin embargo fluctúa, trata de mantenerse estable en un mundo que le empuja a un extremo u otro del precipicio. Y por ello sufre, una característica fundamental de todo buen western que quiera ser crudo y real. La venganza y los duelos, la vida del vaquero en general, no es un paseo de rosas. Bailar con la muerte no es algo que se escoja por gusto, sino por obligación, siempre que quieras seguir siendo humano. Y por eso, como dice una famosa canción de Poison, el vaquero siempre está cantando su triste canción, en soledad. Luke Burns, como su hermano anteriormente, representa esa triste canción del vaquero solitario, y aporta al manga toda la humanidad que necesita para poder ser una epopeya triste y a la vez heróica. Y por ello, en materia de personajes, Kakizaki da en Green Blood también lo mejor de sí. Sigue teniendo problemas a la hora de enmascarar la brusquedad de los cambios y el desarrollo, si, pero la fuerza de lo que crea es mucho más evidente.

Y como decía, todo ello se consigue también gracias al contexto que el autor es capaz de crear. Como todo buen western, Kakizaki nos da en Green Blood, desde su comienzo, un código, un espacio y un tiempo que vamos a penetrar, a transitar y a salir de él tras cambiarlo, y una presentación de una época y unos espacios naturales que sirven de referencias continúas para situar al lector y crear el entramado temático. Kakizaki hace una gran representación de una de las épocas doradas del Far West, la de mediados del siglo XIX, y es posible que en estos dos últimos tomos alcance su máxima expresión. En primer lugar, como dije, hace una vinculación exquisita de la época con la temática racial, haciendo la clara e incómoda alusión a los motivos que causaron la Guerra de Secesión Norteamericana, que tiene como bandera en el imaginario colectivo la liberación del esclavo y que sin embargo ayudó a perpetuar una segregación que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Kakizaki alude aquí a uno de los motivos que llevó a esa guerra civil, la necesidad del progreso industrial de abrirse paso hacia el sur más rural, y el uso del esclavo como chivo expiatorio para luego no querer desprenderse de un nutrido grupo de mano de obra barata como eran los afroamericanos en ese momento. Una hipócrita actitud que dio lugar a tensas y desagradables situaciones como las que vemos con el grupo de Ned White en Green Blood.

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En segundo lugar, el acto final de la obra se sitúa en uno de los grandes escenarios de conflictos de Estados Unidos por antonomasia, y es la lucha entre blancos e indios por el control de las tierras que formaban parte de la Ruta Bozeman, ruta histórica del Oeste de los Estados Unidos, que conectaba la ruta de Oregón con el territorio de la fiebre del oro de Montana y donde se dieron un importante número de escaramuzas durante la llamada Guerra de Nube Roja y que culminaría en el famoso Tratado de Fort Laramie. Tratado que, por cierto, es uno de los puntos de partida del conflicto de la anteriormente citada obra de Jiro Taniguchi, Sky Hawk, que tiene la lucha de los nativos por mantener el control de las Black Hills, como el acuerdo de Fort Laramie les garantizaba, como pilar central de la historia. Un gran trabajo de documentación histórica de Kakizaki a la hora de jugar las cartas en su guión (una de las pocas cosas que he echado en falta en la obra, si me permitís el chascarrillo, una buena timba de póker), que además se ve completado con la utilización de armas reales e históricamente acertadas, con una Gatling, Volcanic’s, Colt’s, Smith & Wesson’s y Remingtons disparando docenas y docenas de balas durante toda la trama.

Más allá de todo lo dicho, la verdad es que el ritmo y la narrativa de Kakizaki también están mucho más conseguidos en Green Blood que en otras de sus obras. Es una historia mucho menos repetitiva y predecible, está mejor contada (aun con errores y una utilización de los tiempos y los flashbacks que deja algo que desear) y no da la sensación de avanzar a trompicones. Es una narrativa fluida y amable con el lector, frenética en los momentos de acción, suave cuando necesita que la adrenalina se reduzca (aunque este segundo aspecto se nota algo forzado y artificial, pero menos que en otros relatos del autor). Los personajes son tan buenos que lo cierto es que me he quedado con ganas de que hubiese algún que otro tomo más para que todo fuese con más pausa o saber más sobre los hermanos Burns o alguno de los interesantes forajidos que se cruzan en su camino, todos ellos muy bien diseñados en cuanto a lo gráfico y a su psique. Pero la verdad es que la historia es bastante redonda, tiene un final muy satisfactorio y narrado con mucha inteligencia por parte de Kakizaki, que cierra muy bien todos los flecos y deja un gran sabor de boca al lector.

Un sabor de boca que se consigue también gracias al apoyo del arte de Kakizaki, que en estos dos últimos tomos es verdaderamente deslumbrante, con escenas de acción espectaculares y muy crudas y sucias, reales, momentos más enfocados a la belleza y una expresividad en los personajes sin la cual sería más difícil llegar a esa conexión con los mismos. Las transiciones son buenísimas, no solo en los momentos de acción, sino también a la hora de definir a los personajes, pasando de, por ejemplo, un Luke frío, iluminado con contrastes, disparando a quemarropa, a una viñeta en la que vemos como el plano se acerca y deja ver las lágrimas que recorren las mejillas del muchacho, cambiando por completo el significado de su acción. La técnica sigue siendo igual de acertada que siempre en este mangaka, con mucha referencia en la composición y en los planos al cine. En general un trabajo de 10, que tiene aun más valor cuando sabes que es puramente artesanal porque Kakizaki no cree en la tecnología a la hora de dibujar, lo que le ha costado una tenosinovitis que le causa algún que otro problema para aguantar un ritmo de trabajo elevado, por lo que hay que agradecer en este caso también la labor de sus ayudantes, Rumi Ikoma, Takuya Mori y Chihiro Yamamoto a la hora de permitir que podamos disfrutar de la obra sin que la calidad se resienta.

Green Blood es un muy buen manga de acción y un verdadero homenaje al western, donde Kakizaki aporta toda su calidad y toda la pasión por un género que, bien llevado como es el caso, puede dar lugar a historias memorables. Con una muy acertada documentación histórica, unos grandes personajes y un montón de situaciones variadas y épicas, Green Blood conforma una genial y trágica epopeya, heróica y humana a la vez, y que supone el, para mí, mejor trabajo argumental de Masasumi Kakizaki hasta la fecha, apoyado por el siempre excelente apartado gráfico, que lo convierte en una obra de arte. Un manga que merece la pena leer.

  Edición original: グリーン・ブラッド, Kodansha 2013. Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2016. Guión: Masasumi Kakizaki. Dibujo: Masasumi Kakizaki. Traducción: Marc Bernabé. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (13×18), 208 y 232 páginas. Precio: 8,50€.   En Green Blood, Masasumi Kakizaki cumple uno de sus grandes sueños. Enamorado como muchos…

Valoración Final

Guión - 8
Dibujo - 9.5
Interés - 8

8.5

Green Blood supone el mejor trabajo hasta la fecha de Kakizaki en materia argumental. Un excelente western, que aun con algún error y un gran uso de los tópicos, tiene ese "algo" que lo convierte en especial. Una obra muy bien trabajada y documentada, con un apartado artístico apabullante y que consigue crear una triste y épica balada al vaquero y su viaje de venganza.

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Edu Sesé
Autor
22 diciembre, 2017 0:15

Te hice caso con Desaparecido y fue un acierto enorme, así que voy a seguir con tus recomendaciones :D, que como recién entrado en el manga cuesta guiarse entre tantísimas series tan inabarcables (y encima siendo un western me atrae un huevo). La verdad es que gráficamente parece una pasada.

¡Saludos!