Frank: Un paseo por el imaginario de Jim Woodring

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Edición original: historias publicadas en diferentes cabeceras, entre 1990 y 2007.
Edición España: Fulgencio Pimentel (diciembre de 2010; distribución: enero de 2011).
Autor: Jim Woodring.
Formato: tomo recopilatorio de 176 págs. (48 color + 128 b/n); encuadernado cartoné en holandesa con tela.
Precio: 30,00 €.

 

Bienvenidos a Unifáctor, tierra del estupendo fantasma y hogar de la vaca del miedo de dos bocas, donde lo peor que puede ocurrir nunca ocurre… ya ha ocurrido. Si os adentráis en este extraño paraje, en el que no rige ni patrón ni ley, sino tan solo las incesantes corrientes opuestas de naturaleza y abstracción, es más que probable que os topéis con Frank. Un extraño individuo que no es gato, ratón, castor, ni cualquier otra clase de criatura, sino un antropomorfo genérico inocente –que no noble– poseedor de muchos cuerpos idénticos e inasequible buscador de un buen susto, ya que sabe que la sacudida nunca falla. Tal vez ese encuentro se produzca con motivo de uno de sus habituales paseos, que aprovecha para interactuar con las Jivas, almas condicionadas circunstancialmente confinadas en la liberadora prisión de la simetría radial, cuyas pieles multicolor están disponibles para que tanto él como sus amigos se den una vuelta o practiquen la puntería. También es posible que cuando conozcáis a Frank esté acompañado de su inseparable Pupshaw, huraña cisternita poseedora de la estatura celestial que, sin embargo, se emplea con nuestro protagonista como un chucho lebrero. O tal vez tengáis la oportunidad de presenciar una nueva reunión con Whim –o el Antojo–, criatura política de siniestra y sempiterna sonrisa que en su origen no fue sino una mala idea que encontró su forma peripatética y cobró vida como tal. O puede que tengáis ocasión de ser testigos del enésimo ensañamiento de Frank con Manhog, Marrano Hombre forzado a correr toda clase de excitantes y horribles aventuras. Pero ante semejante cúmulo de hipótesis, incertidumbres y variables, si algo es seguro es que vuestra primera visita a Unifáctor no os dejará indiferentes… y tampoco parece demasiado aventurado presagiar que tras una toma de contacto iniciática, muchos de vosotros estaréis deseando transitar de nuevo esta tierra en constante mutación, hogar de inclasificables criaturas que amenazan con dejar una imborrable huella en vuestra memoria.

Suena extraño, ¿verdad? Lo es, y mucho. Partiendo de la base de que no conviene buscar demasiado sentido al párrafo que precede a estas líneas –tomado en su mayor parte del dramatis personae incluido en este primer volumen–, cabe subrayar que la que hoy nos ocupa es una obra que no solo se muestra esquiva a la pretensión de retratarla a través de categorizaciones o sinopsis al uso, sino que además buena parte de su valor y encanto radica en las interpretaciones que cada cual extraiga de la inolvidable experiencia de lectura que proporciona, ya que difícilmente la palabra escrita puede acercarse a describir las sensaciones que provoca este tebeo.

Siguiendo las efusivas y convincentes recomendaciones enunciadas por unos y otros, y ante comparaciones sorprendentemente certeras –“David Lynch on LSD meets Silly Symphonies”– que inevitablemente alimentan la curiosidad, Frank ha demostrado ser el perfecto remedio para saciar el interés que en quien escribe estas líneas provoca la figura de Jim Woodring (Los Ángeles, EE.UU.; 1952); un historietista cuya fascinante personalidad tan solo se podía intuir a través de diferentes entrevistas publicadas en medios digitales, así como por las rarezas que de forma aperiódica comparte con los visitantes de su propia bitácora: curtido en mil batallas, de vuelta de todo y poseedor de una pintoresca apariencia, igual se anima a idear una plumilla gigante, fabricarla de forma artesanal y darle buen uso, que a diseñar juguetes o crear cuadros que parecen una extensión del imaginario plasmado en sus cómics. Unos cómics a los que desgraciadamente no puede prestar toda la atención deseada, ya que pese a ser acreedor de una reputación reservada a los más ilustres autores, sus historietas no alcanzan la rentabilidad imprescindible para posibilitar una dedicación a tiempo completo; razón por la cual en alguna que otra ocasión ha colaborado con Dark Horse en la realización de proyectos que él mismo reconoce como «fruto del nepotismo» y puramente alimenticios: “por aquel entonces me sentía como si estuviera buscando un oasis en el desierto. Necesitaba el dinero desesperadamente, y ese era un modo fácil de conseguirlo; pero intenté escribir unos buenos guiones, en lugar de limitarme a escupirlos”. Obras que en modo alguno pueden ser consideradas representativas del estilo y las inquietudes de Woodring, pese a que hasta hace bien poco constituían la única muestra de su trabajo publicado en España, como la historia corta contenida en el tomo Star Wars: Relatos #1 (portada y página interior; Planeta DeAgostini Cómics).

Jim Woodring en su mesa de trababjo, flanqueado por dos páginas de Frank
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

Afortunadamente, la editorial Fulgencio Pimentel ha enmendado esta situación, publicando la creación más insigne del historietista angelino. ¿Y qué podemos encontrarnos en las páginas de Frank? En apariencia, una sucesión de historias cortas protagonizadas por un antropomorfo de especie indeterminada, continuador de la tradición de los funny animals que durante décadas ha alimentado páginas y páginas de tiras de prensa y tebeos, así como un incalculable minutaje de producciones de animación. Sin embargo, una descripción tan básica implicaría quedarse en la superficie de un cómic que invita a dejarse seducir por el complejo trasfondo que oculta, tan desconcertante y perturbador, como rico e interesante. Cada pequeña pieza de las que integran este recopilatorio se centra en el deambular de Frank por Unifáctor, bien sea mediando un paseo sin rumbo aparente, interrumpido por el descubrimiento de objetos, seres o lugares que escapan a toda lógica, o la visita a un viejo conocido, que tal vez le obsequie con regalos que esconden dudosas intenciones. En cualquiera de los casos, estos encuentros o hallazgos terminan desencadenando escenas que van desde lo cómico hasta lo patético, pasando por lo cruel y lo surrealista… Y es en este punto en el que las ideas preconcebidas de los lectores –alimentadas por la apariencia inocente y despreocupada del protagonista, cuyo diseño bebe de las más clásicas fuentes de la animación y la historieta– se desmoronan ante el comportamiento de unos personajes que sorprenden con arranques de violencia y crueldad impropios de tan “adorables” criaturas. Unos auténticos bastardos tan capaces de ensañarse con el prójimo por la mera voluntad de gastar una broma de dudoso gusto, como de ejemplificar un enternecedor concepto de la fidelidad y la amistad. Siempre desde el candor y la naturalidad más inquietante, plasmada a través de un trazo preciso, perfecto y tremendamente expresivo, que destaca en un contexto “mudo” –apenas hay texto, en las páginas de Frank– demostrativo de las habilidades narrativas de su autor; un trazo que, tal y como se apunta en las reseñas enlazadas, recuerda por momentos al de Robert Crumb, pero también al del George Herriman de Krazy & Ignatz, reconocida influencia de Woodring: “Siempre estoy pensando en ello (…) Las comparaciones son inevitables, pero Krazy Kat es mucho más grande«.

A la hora de comentar Frank, resulta imprescindible hacer referencia a uno de sus elementos más característicos, que no es otro que el tono surrealista y psicodélico, –incluso psicotrópico o alucinógeno, por momentos– que sale a relucir en cuanto el protagonista interactúa con su entorno. En ese momento, sucede lo imposible y lo inesperado, fruto de la confluencia de “las incesantes corrientes opuestas de naturaleza y abstracción” que derivan en la mutabilidad absoluta de objetos, animales… y el propio tejido de la realidad –por llamarlo de algún modo–, que se retuerce, cambia y evoluciona de forma sorprendente original y orgánica. Un disfrute para los sentidos, demostración inequívoca de la fecunda imaginación de Woodring, quien admite un interés desmedido por “la extrañeza de la vida, las realidades que subyacen a ésta y la sensación que siempre he tenido de que lo que vemos es tan solo una pequeña porción de lo que realmente hay”. Pero pese a lo que se puede deducir de sus palabras y de la extraña atmósfera que impregna su obra, parece existir cierta voluntad de aprehender la realidad –su realidad, la experiencia vital de Woodring– en las páginas de Frank: “definitivamente, no está basada en la fantasía. Retrata algunas cosas que existen y son relevantes en nuestras vidas (…) En términos de los sucesos que experimenta Frank, no diría que hemos compartido muchas cosas, pero las historias pretenden transmitir cosas que he experimentado durante mi vida, no de un modo que pueda ser considerado autobiográfico, sino más bien filosófico”.

En cuanto a la presentación de este tebeo, toca quitarse el sombrero y felicitar a la editorial afincada en Logroño, que ha sabido crear un objeto tremendamente atractivo, a la altura de su contenido. Una edición que parece postularse como un pequeño hito en la bibliografía de Jim Woodring y en la particular historia de su criatura más conocida, ya que a través de cinco volúmenes pretende recopilar todas las apariciones del personaje. Para muestra, un botón: en este primer volumen –finalmente publicado en enero de 2011, pese a estar anunciado para el último mes del pasado año– se incluyen historias publicadas en cabeceras como Buzz, Tantalizing Stories, Hyena, Heavy Metal, o Jim, además de otras curiosidades difícilmente encontrables, dando forma a un conjunto bastante más ambicioso y completista que el The Frank Book de Fantagraphics. Puestos en contacto con responsables de Fulgencio Pimentel comentan que la periodicidad prevista es de unos tres volúmenes por año –de un precio inferior a la primera entrega–, y que todavía se está discutiendo el orden de publicación con el propio Woodring. En cuanto a la más reciente Weathercraft y al inminente Congress of the animalsEl congreso de los animales–, se publicarían como tomos 4 y 5 respectivamente, mantenendo el mismo formato de los anteriores volúmenes. Respecto a las portadas, podéis ver un anticipo en las imágenes que anteceden a estas líneas, publicadas originalmente en Entrecómics.

En definitiva, una obra apabullante, fruto del esfuerzo autodidacta y el talento de un chaval retraído e incomprendido, que gracias a la lectura del libro As I See, de Boris Artzybasheff, y a una retrospectiva centrada en el Surrealismo exhibida en el Museo de Arte de Los Ángeles, encontró el modo de canalizar sus inquietudes. Transcurridas más de tres décadas desde la autoedición de su mini cómic Jim, y 12 años desde la creación de Frank (1989), por fin tenemos la oportunidad de sumergirnos en el imaginario de este autor, tocando madera y presentando las plegarias oportunas a las deidades que rigen el Unifáctor para que esta estupenda edición funcione lo suficientemente bien como para que se complete la publicación de una antología imprescindible. Sin lugar a dudas, la espera ha merecido la pena.

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Álvaro Pons
Álvaro Pons
12 febrero, 2011 9:04

La verdad es que yo creo que aunque Crumb pueda ser una influencia, el referente ineludible de Woodring es Justin Green…
Una obra maestra!

el tio berni
Lector
12 febrero, 2011 13:19

Ojo, que yo no digo que Crumb haya sido una influencia en Woodring. Digo que encuentro un paralelismo muy claro entre ambos autores por muchas razones: el dibujo como terapia, el subconsciente puesto sobre el papel, la atracción por el grabado del siglo XIX, la predominancia de la obsesión, los personajes recurrentes caricaturizados, etc. O sea, convergencia.
Por supuesto que es más fácil hablar de influencia de Justin Green (aunque es más cierto en el caso de Jim que en el de Frank), si es que hasta son amigos.

Octavio B. (señor punch)
Octavio B. (señor punch)
12 febrero, 2011 15:25

Ando leýendolo, así que no leo la crítica, pero sí quiero comentar que, contínuamente, Frank me trae a la cabeza a El Bosco (por spuesto, con tooodos los matices, claro). Estoy impactado por este libro (que como es cuasi mudo, acabaré, supopngo, hoy, mañana, o a la que tenga el hueco para retomarlo)