Fatal Fury

1
2503
 


Edición original: Kodansha Ltd.- 1994
Edición España: Planeta DeAgostini Comics – 1995, 1996
Guión: Ken Ishikawa
Dibujo: Ken Ishikawa
Entintado: Ken Ishikawa
Portada: Ken Ishikawa
Precio: 275 pesetas (maxiserie de diez números en rústica de cuarenta páginas cada uno)

 

Hacer obras en casa presenta a quien, como es mi caso, lee tebeos desde hace ya muchos años, la oportunidad de reencontrarse con adquisiciones realizadas en tiempos cada vez más lejanos. La relectura trae consigo recuerdos de esa época pasada –convenientemente edulcorados por la capacidad que tenemos para olvidar y atemperar la intensidad de las vivencias- y permite pensar un poco sobre los cambios de criterio, de conocimiento y de gusto que se producen a lo largo de los años. En honor a la verdad, debo confesar que, en muchos casos, lo primero que me ha venido a la mente ha sido la frase «¿cómo podía comprar esto?» o la similar «¿cómo podía gustarme esto?» cuando revisaba ciertas publicaciones que, por afán de coleccionismo, había adquirido hasta el final. Sin embargo, también encontré las tentativas y oportunidades otorgadas a otro tipo de tebeos. Este manga dedicado a Fatal Fury realizado por Ken Ishikawa es un buen ejemplo de ello.

En el año 1995, el tebeo japonés estaba en pleno proceso de desembarco en España. El éxito apabullante del anime en las televisiones autonómicas y en las todavía recientes televisiones públicas de gestión privada –concretado en series como Dragon Ball, Los Caballeros del Zodíaco o Ranma ½- impulsó la llegada de sus versiones impresas. De forma paralela, las videoconsolas empezaban a meter cuña en un sector donde los ordenadores domésticos habían sido los amos incontestables. En la primavera de 1992, las aventuras de Goku llegaban oficialmente a los estantes patrios; en el otoño de ese mismo año, la versión doméstica de Street Fighter II: The World Warrior aparecía para la Súper Nintendo, desencadenando una fiebre que se extendería durante varios años en torno a los juegos de lucha uno contra uno. Los videojuegos se convirtieron en un gancho para captar nueva afición lectora, mediante la publicación de tebeos protagonizados por sus personajes emblemáticos. En 1994, Glénat se arriesgaba con una miniserie a color que adaptaba el torneo de combate de Street Fighter II. Un año después, Planeta DeAgostini traía por estos pagos un manga dedicado a otra mítica y memorable franquicia del género de la lucha: Fatal Fury.

La saga Fatal Fury es una de las franquicias más populares de cuantas surgieron de una compañía mítica en el campo de los videojuegos: SNK. Sagas como la citada, Art of Fighting, Samurai Shodown o The King of Fighters nutrieron y acompañaron una consola que se convirtió en el objeto de deseo de muchos jugadores de la década de los noventa, la Neo-Geo. Aquella máquina con mandos de recreativa ofrecía por fin unas versiones domésticas idénticas a las comerciales que habitaban en los hoy difuntos salones recreativos. En 1991, Takeshi Nishiyama, creador de Street Fighter, diseñaba para aquel formato el juego de lucha llamado a ser el primero de una larga, fructífera y ramificada serie: Fatal Fury: The King of Fighters. Para el año 1995, SNK estaba establecida como la compañía responsable de los títulos más reverenciados en el género. Sus franquicias principales dieron rápidamente el salto a otros formatos como el anime y, por supuesto, el manga.

A mediados de los noventa del siglo pasado, Internet era un concepto que estaba empezando a entrar en los hogares y la posibilidad de conseguir información –no digamos ya productos de importación- se antojaba posible pero harto costosa, sobre todo si la comparamos con las opciones que nos brinda la red de redes a día de hoy. Así, la información que se podía obtener sobre productos como este manga resultaba, cuando menos, escasa. Afortunadamente, el paso del tiempo y la numerosa publicación de tebeos nipones ha permitido colmar esos vacíos, de modo y manera que no sería desacertado indicar que Japón es, desde el punto de vista del tebeo, tan conocido por aquí como Estados Unidos. En 1995, los tebeos tenían también una función divulgativa e informadora, concretada en los añorados correos y en los artículos explicativos que, en el caso del manga dedicado a Fatal Fury, se reflejaba en contenidos complementarios que permitían al lector saber más acerca de todo cuanto circundaba al tebeo y a sus orígenes.

Lo primero que habría que destacar de la edición española de este manga es que es una adaptación propia de aquellos tiempos al mercado occidental. Así, los dos tomos originales fueron convertidos en diez números en rústica publicados en el formato de lectura de izquierda a derecha. No hay que olvidar que una de las formas de introducir el manga por estos lares pasó por adaptarlo a continentes bien conocidos como la grapa o el lomo, añadiendo una inversión de espejo de las imágenes. Eran, desde luego, otros tiempos.

Lo segundo sobre lo que hay que llamar la atención es el hecho de su responsable, Ken Ishikawa. Este caballero fue un auténtico todoterreno que empezó su carrera como discípulo de Gô Nagai, manteniendo con él un largo período de colaboración y amistad. Suya es la co-creación del robot Getter, uno de los populares mechas de la factoría creadora de Mazinger Z y, como recordaba un comentarista en la reseña correspondiente, su mano puede detectarse en la recreación del robot luchador Z-Mazinger. Su estilo, que empezó como el de tantos autores de su generación, siendo tributario del de Osamu Tezuka, acabó evolucionando hasta encontrar un toque propio, que se enriqueció mediante la práctica de diversas técnicas de ilustración. Aquí muestra un estilo abigarrado, con figuras de musculatura hipertrofiada, que contrasta poderosamente con el dinamismo que imprime al movimiento de las mismas durante la narración.

Por lo que a la historia respecta, hay que indicar que no se trata de la adaptación de ninguna de las tramas de los videojuegos existentes hasta entonces, sino de un nuevo relato en el que algunos de los luchadores más populares deben poner a prueba de sus habilidades marciales, tras los acontecimientos narrados en Fatal Fury II. Terry Bogard lleva la voz cantante cuando es convocado a participar en un nuevo torneo en una ciudad de China. Al mismo tiempo, su hermano Andy es secuestrado por los sicarios del promotor del evento, que parece tener entre sus peones a Geese Howard –el enemigo final del primer título de la saga- aunque su aspecto sea más parecido al de Wolfgang Krauser –el descomunal guerrero que casi cerraba Fatal Fury Special-. Junto a Terry encontramos a luchadores tan populares como Mai Shiranui, Joe Higashi y Big Bear. Los cuatro se embarcan en una sucesión de combates modelo Saint Seiya donde cada batalla les acerca más a su objetivo, el enfrentamiento definitivo con el mecenas del torneo. En esta historia, que no es precisamente un dechado de originalidad para la época, juegan un curioso papel los elementos de naturaleza sobrenatural y demoníaca, que en los videojuegos originales no estaba presente, pero que permite a cada uno de los miembros del grupo protagonista tener su momento de lucimiento. Después de todo, uno de los problemas que tienen las adaptaciones de cualquier naturaleza que se realizan a partir de videojuegos de lucha uno contra uno parten de la problemática premisa de dar a cada artista marcial –o al menos, a quienes gozan de mayor popularidad- un espacio justo y equilibrado respecto del resto.

El resultado final fue un manga que, a día de hoy, llama la atención a la afición a la franquicia de videojuegos y al legado de SNK, siempre y cuando tengan interés en productos derivados de cualquier tipo. También puede resultar de interés a quienes gusten de seguir la pista a todos los trabajos de Ishikawa, pero ni por historia ni por dibujo es un título especialmente memorable. Un cuarto de siglo después de su publicación en el país del sol naciente, el legado de SNK pervive o, más bien, sobrevive con el mismo nombre tras haberse fusionado con la compañía coreana Playmore. De sus múltiples sagas, son pocas las que aún se mantienen en activo, mientras otras viven de la nostalgia aplicada a los aparatos portátiles. Por su parte, Ken Ishikawa moriría con apenas cincuenta y ocho años, víctima de un infarto agudo de miocardio, dejando tras de sí una larga lista de trabajos en manga y anime y la ya mencionada y fructífera colaboración con su mentor.

Terry Bogard, por Ken Ishikawa

  Edición original: Kodansha Ltd.- 1994 Edición España: Planeta DeAgostini Comics – 1995, 1996 Guión: Ken Ishikawa Dibujo: Ken Ishikawa Entintado: Ken Ishikawa Portada: Ken Ishikawa Precio: 275 pesetas (maxiserie de diez números en rústica de cuarenta páginas cada uno)   Hacer obras en casa presenta a quien, como es…
Guión - 6.5
Dibujo - 7.5
Interés - 6.9

7

Vosotros puntuáis: 8.76 ( 4 votos)
Subscribe
Notifícame
1 Comment
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Legorrion
Legorrion
23 marzo, 2017 19:19

SNK ya no está asociada a Playmore. Un gigante chino lo compró y está tratando de recuperar su logo y estética original. Esto se puede apreciar en los trailers de DLC del Kof14.

Buen review, como pasa el tiempo…