Explorando Marvel NOW! Uncanny X-Force

 

Edición original: Enero 2013.
Guión: Sam Humphries.
Dibujo: Ron Garney.
Entintado: Danny Miki.
Color: Marte Gracia e Israel González.
Formato: comic-book 24 pags.
Precio: $3.99.

 

Los noventa han vuelto, ##########. Eso ya lo sabíamos desde hace tiempo, pero ahora además podemos constatar que se llaman X-Force. Cualquiera que haya permanecido alejado del medio durante los últimos 20 años me diría que esta afirmación resalta algo tan obvio que no hacía falta señalarlo. Pero es que tras los acercamientos de Ellis, Milligan, Yost y Remender, resulta cuando menos llamativo que hayan apelado tan descaradamente a la recuperación espíritu de la vilipendiada década.

En Cable & The X-Force de Dennis Hopeless y Salvador Larroca ya podía verse parte de este aspecto, recogiendo todos los elementos estéticos y formales de la serie original de Rob Liefeld para remozarlos y dar forma a un andrenalínico thriller de acción repleto de armas de gran calibre, protesis cibernéticas e ideas que se movían entre la última película de Rambo y las teorías de la nueva carne. Heredando el testigo de la exitosa etapa de Rick Remender al frente de Uncanny X-Force, la serie de Sam Humphries es un animal completamente diferente pero que también obece al legado de los albores de aquellos tiempos.

A pesar de mantener muchos de los elementos de su predecesor, el primer número del segundo volumen de la serie funciona como una máquina del tiempo a la que nos subimos al abrir la primera página, y que nos traslada a 1991 para darnos de bruces con los X-Men de Jim Lee. No es tanto una revisitación nostálgica de aquellos días depurada con un enfoque que potencie sus ragos más positivos y deje atrás el resto como hace Hopeless en su colección, sino que realmente parece que aquellos cómics se han reencarnado en el presente con una capa de maquillaje que apenas consigue disimularlo.

La elección de Ron Garney cobra sentido como si fuera algo que hubiera estado oculto todo el tiempo delante de nuestras narices, y aunque ya había demostrado ser algo más que un alumno aventajado del dibujante de All Star Batman & The Boy Wonder, sus orígenes rara vez han sido más palpables. Hay una página en concreto en la que Tormenta y Mariposa Mental -todo estupendas e ideales de la muerte ellas- se reunen con Puck en un bar y que entre el entorno, el diálogo y los dibujos, no habría desentonado en el ######## Caballeros de Madridpoor o aquel cómic en el que Gambito y Pícara tenían su primera cita.

Es algo que va más allá de las similitudes del trazo entre Lee y Garney, la proliferación de splash pages o encuadres propios de la época, sino que está fuertemente arraigado en la estética y los escenarios por los que se desarrolla el número. Así por ejemplo, los elegantes rediseños de los uniformes parecían responder a los canones de la etapa Morrison, y aunque también es cierto que no enseñan tanta cacha como en aquellos tiempos, siguen teniendo ese aroma a medio camino entre uniforme de combate y traje de noche.

Ceñidos como ######## guantes y con elementos que realzan sus formas femeninas como voluminosos escotes o una innecesaria cola que sustituye a la capa de Tormenta, los trajes de protagonistas y figurantes están repletos de detalles meramente decorativos que alternan elegancia clásica con la ostentación provocadora: Aros gigantescos en orejas y muñecas, cadenas que podrían servir para que no te roben la bici en los cuellos, musculosos brazos al aire, el propio mohawk de Tormenta… El que la mayor parte de la historia se desarrolle en un club de moda en Los Ángeles potencia todavía más ese aspecto, pudiendo ver a las protagonistas como parte natural de un entorno poblado por supermodelos y estrellas del rock.

Tampoco falta una moto voladora supermolona con el aspecto de un Chrysler trucado, pero todos estos detalles se quedarían en un marco meramente estético -que tampoco desentona demasiado de la trayectoria del dibujante, la verdad- si no fuer por la narración del guionista. Humphries distribuye sus lineas entre tres capas distintas combinando bocadillos de texto, cuadros descriptivos y una suerte de experimento que combina un poco de ambas a traves de un ######## mail.

Sin llegar a ser tan densos e insistentes como los de la época, los cuadros son una especie de facts que se mueven entre el extracto de la Wikipedia y lo intrascendente: Tan pronto te repasan la vida de Tormenta contando cosas que no vienen a cuento de nada con la trama como te sueltan frases del palo «Betsy Braddock es el tipo de mutante que nunca ha podido tener cosas bonitas». Cuesta tener claro si el guionista va en serio o se está quedando con nosotros porque da la sensación de que la práctica totalidad de los cuadros son completamente innecesarios. Pero el caso es que le aportan un aire de frivolidad trasnochada a la historia que se ve potenciada por unos diálogos con una superficialidad airada así como una actitud chulesca pasada de rosca. Betsy Braddock, la noble británico en cuerpo de asiática no deja de soltar ######## y ####### mientras hace bromas diciendo que Masacre probablemente estará atracando un camión de tacos o habla de sus seis meses de sexo con Fantomex.

La ninja tiene un color de ojos chulísimo y sabe conjuntar ropa, por lo que se considera una mujer hecha y derecha con libertad para a ir a donde le salga de la caja de piruletas, aunque ello signifique violar el espacio aéreo de los Vengadores, aterrizar de manera absurdamente temeraria en plena ciudad de Los Ángeles solo porque es «guay» o provocar una lucha de katanas en una discoteca masificada. La actitud es lo primero, y como ella proviene de una alta cuna está dispuesta a llevarlo al límite, moviéndose entre lo desafiante y la ridiculez descerebrada.

Con esto nos comemos el 80% del cómic dejándonos como postre el regreso de un personaje que nos hará mirar el almanaque para comprobar si realmente no seguimos en los noventa (porque solo faltaban por ahí Fitzroy y Rojo Omega) y un inesperado clifhanger que probablemente dará pie a infinidad de comentarios jocosos en referencia al onanismo. Muy en la línea del debut de la segunda cabecera de los X-Men, el que los Uncanny X-Force de Humphries sean un ejercició irónico-nostálgico de aquella época o una ########## repetición de la superficialidad y narcisismo que tenían sus cómics es algo que solo el tiempo podrá decir.

Pudiendo gustar tanto a los que crecieron con aquellas aventuras durante el reinado de Bon Harras o que busquen una prima sobria de la Liga de la Justicia actual, con su debut se corrobora que la subfranquicia de X-Force no solo va a ser una parcela independiente del universo mutante, sino también en un rincón de referencia para todos aquellos que busquen un tipo de historias como las que solo se hacían en los noventa. Contando los minutos hasta que aparezcan villanos en la sombra contemplando a los protagonistas a través de monitores o charlas en los cuartos de baño de la mansión con las protagonistas en lencería.