Este del Oeste. Libro 3.

Crítica del tercer tomo publicado por Norma Editorial de Este del Oeste, la serie apocalíptica y posmoderna comandada por Jonathan Hickman, dibujada por Nick Dragotta y con colores de Frank Martin.

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Edición original: East Of West, Vol. 3: There is no us. TP.
Edición nacional/ España: Norma Editorial (2015).
Guión: Jonathan Hickman.
Dibujo: Nick Dragotta.
Entintado: Frank Martin.
Color: Frank Martin.
Formato: Tomo rústica de 144 páginas.
Precio: 17 euros.

 

Es interesante como el arte puede ser un fiel reflejo de la realidad. O incluso ese espejo, más o menos distorsionado de nuestra existencia, puede incluso llegar a predecir algunos de los hechos que se darán en el futuro. La política que se nos plantea en Este del Oeste, cada vez me recuerda más al mundo real, en el que grotescos monstruos sin alma nos gobiernan mientras hacen negocios con esa gente que llama enemigos y que agreden de forma constante los derechos fundamentales de las personas que los votan de forma constante y sadomasoquista, en una estructura social que parece pedir a gritos una eutanasia.

Si obviamos todos los detalles fantasiosos y artificiosos, que no son pocos (y sirve, sin lugar a dudas, para enriquecer el mundo y hacerlo más rico y estimulante) y nos quedamos con la capa principal, nos quedamos con un mordaz mensaje en contra de las conspiraciones de las élites políticas cuyas intenciones son explícitas en este caso.

Todos sirven para los jinetes del apocalipsis, con lo que se subraya están ahí para acabar con el mundo, los políticos son destructores, no creadores, exterminadores, no salvadores. Y están en conflicto constante entre unos y otros, lo cual conduce de forma irremediable a una ansiada guerra que supone uno de los puntos fuertes de este tercer tomo, el detonante de esta.

Hickman durante los primeros dos números de los cinco que se incluyen en el tercer tomo de Este del Oeste hace una profundización de las piezas que comenzó a poner sobre el tablero en los números anteriores. Por primera vez, estudia con algo más de detalle las relaciones entre los distintos “reinos” de este mundo, dando algo más de protagonismo a aquellas que se habían quedado algo olvidados en el camino recorrido. Una de las jugadas más discutibles es la presentación sacada de la nada de un nuevo jugador en esta trama, aunque es justo decir que es absolutamente coherente y pertinente teniendo en cuenta la atmósfera y el tono que se nos ha presentado. Es muy necesaria esa etnia clásica del género que estaba desaparecida hasta este momento, aunque hubiese chirriado menos su incursión si lo hubiese sembrado con anterioridad (algo sorprendente, viniendo del guionista experto precisamente en cocinar a fuego lento y buscar esa clase de estructuras en las que, a pesar de que estemos algo perdidos en un inicio, se van dando anticipaciones de las que los cumplimientos de van dando en el clímax, que es donde finalmente todo cobra sentido).

Tenemos probablemente la que sea el cónclave más tenso e intenso de la serie. Creo que es un buen planteamiento de cómo comienza cualquier guerra. Ha habido una escalada de tensión previa, pero si atendemos a como está planteada la escena dilatada del conclave, vemos perfectamente que funcionaría perfectamente si aislásemos esa pieza. Y es que si forzamos a reunirse a personajes con motivaciones e implicaciones potentísimas que chocan entre ellas en una misma sala, es evidente que es una bomba a punto de estallar, y que tan solo se necesita un pequeño evento que encienda la mecha. Y con todo ello, llegamos a un miniclimax en el que Hickman, bajo mi punto de vista, tal vez sea demasiado efectista y busque demasiado el impacto. No digo que no sea perfectamente correcto e inteligente la opción por la que ha optado, pero desde luego que no es nada sutil. Probablemente, hubiese sido más interesante optar por otras circunstancias menos abradabrantes para que dé comienzo las historias. Sin embargo, el recurso que utiliza (y que reinterpreta y tergiversa) es todo un clásico paradigmático de la literatura del whodunnit? Aunque nosotros lo sabemos desde antes de que suceda, a Hickman no le importa eso, él opta por otra clase de narrativas.

Donde sí noto algo más de irregularidad es en los siguientes números, en los que, tras la impactante conclusión del precedente tomo, Muerte tiene que hacer frente al brazo ejecutor que truncó sus planes. Si bien, también son unos números a los que se les dota de un enfoque particularmente convencional (tal vez demasiado) si nos atenemos en los términos sobre los que suele navegar esta serie.

Sin lugar a dudas, de todos los giros que narra, respecto a esta segunda trama que recoge este tomo, seguramente sea en el que sucede en el último número donde mayor interés dramático y potencialidad se produce (porque todo lo que tiene que ver con Muerte, poco le ha hecho avanzar como personaje ni tampoco su trama). Sin embargo, en el último número (como si de una temporada de Juego de Tronos se tratase) hay una sorpresa de gran impacto y que, sin lugar a dudas, también va a marcar el devenir de ese personaje. Y es que su hijo, finalmente ha “despertado”, y al fin comienza ser verdaderamente un personaje y no un recurso de la trama.

La labor de Dragotta a los lápices sigue siendo maravillosa. Es capaz de plasmar con dosis de soltura toda la clase de escena, sabe manejar con acierto la narrativa, sin que haya nada que chirríe entre páginas, en las que todo transcurre de forma natural. Y respecto a la composición de página es muy dinámica, pero siempre adecuada a lo que se pretende narrar. El dibujante es uno de esos dibujantes que hace que parezca fácil y que demuestra una humildad enorme al no buscar siempre estar por encima de la historia, si no que se limita a narrarla dando todo lo que puede. Y además, en algunas ocasiones, en este número aporta algunos elementos que no había empleado hasta el momento como un magnifico uso del fuera de campo y algunas distorsiones en determinadas brillantes que aportan intensidad dramática y dinamismo cuando la historia lo requiere.

Por otro lado, la labor de Martin sigue siendo más que loable clavando lo colores, que sin lugar a dudas contribuyen a que el resultado final resulte altamente estético. En estos números, creo que Martin se atreve a dar unos pasos más allá y a experimentar, hasta cierto punto, dando una preponderancia del color rojo, para subrayar los tumultuosos y violentos hechos que nos narra, además de, en ocasiones, traicionar la naturalidad y entintar según el momento emocional y psicológico que atraviesan los personajes, en determinadas circunstancias.

La edición de Norma Editorial, aparte de los cinco números y sus separaciones y páginas introductorias (arquetípicas en la obras de Hickman), incluye unas breves biografías de sus autores.

Concluyendo, tenemos este tercer números tenemos una serie de números en el que el guionista pone el freno para estudiar cosas que no le había dado tiempo hasta ahora. Sin embargo, los hechos se siguen sucediendo, y la historia, aunque no tenga demasiada peripecia, sí que dan unos giros y avances muy significativos de lo que está por venir. La guerra ha comenzado. Y puede que sea la última.

  Edición original: East Of West, Vol. 3: There is no us. TP. Edición nacional/ España: Norma Editorial (2015). Guión: Jonathan Hickman. Dibujo: Nick Dragotta. Entintado: Frank Martin. Color: Frank Martin. Formato: Tomo rústica de 144 páginas. Precio: 17 euros.   Es interesante como el arte puede ser un fiel…
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8.5

8

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