El primer vuelo de Bendis

    Superman entra en una nueva etapa con la llegada del autor de Cleveland. Los acontecimientos de The Man of Steel, la miniserie que han dejado trastocado su mundo de un modo inesperado. ¿Qué le espera ahora?

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    Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación trata información de actualidad en Estados Unidos, por lo que puede desvelar detalles argumentales que todavía no han sido abordados en la edición española.

    El primer trabajo completo de Brian Michael Bendis en DC Comics ya ha llegado a su fin con la conclusión de The Man of Steel #6, último número de la miniserie que ha servido de transición entre la etapa de Tomasi & Gleason y Jurgens y el nuevo status de Superman bajo la suprema dirección que el gran fichaje editorial ejerce desde ya en los títulos del personaje.

    Esta primera toma de contacto de Bendis con Superman ha sido muy satisfactoria y ha dejado muchos dientes largos salivantes. Con su particular estilo de narración, cocinando a fuego lento, ha movido todas las piezas que le ha interesado para situar al Hombre de Acero en el punto de partida que le interesa. No ha revolucionado tanto el pasado ni el presente, como muchos temían. Tampoco ha roto con ningún cannon aunque sí que ha empezado a crear una historia alrededor de la destrucción de Krypton, un misterio a raíz de la creación de un personaje nuevo, Rogol Zaar, que ha supuesto más cuestiones que descubrimientos. A este villano, que ya presentó en las últimas páginas del Action Comics #1000, le ha dotado de un pasado muy interesante, aunque habrá quién no lo trague. Pero su vinculación con los Guardianes del Universo y otros seres cósmicos desconocidos puede dar mucho juego en los próximos arcos argumentales.

    Rogol Zaar, el impresionante nuevo villano que seguirá dando mucho que hablar.

    También se ha atrevido a trastocar el entorno familiar de los Kent, la piedra angular de toda la era Rebirth. En una misteriosa jugada con Jor El, a quien ha presentado con la actitud de Mr. Oz, sin nombrar esa etapa, pero dándole una perfecta continuidad a la situación del padre de Kal, un detalle que personalmente agradezco, pues ya pensaba que todo ese misterio, que tan brillantemente fue elaborado durante un par de años, iba a perderse en el olvido editorial con el cambio de autores. No sabemos si llegará a explicarse el origen de la energía azul que le transportó a la Tierra (esa hipótetica participación del Dr. Manhattan sobre la que tanto se ha especulado), pero de momento ahí lo tenemos, cumpliendo con su cometido tras un cara a cara con su hijo y su nuera, en una conversación que Bendis ha dosificado durante cinco números para desarrollarla en su plenitud en el sexto.

    A este respecto, es más que digna de alabanza la decisión de haber contado con solo dos páginas en cada entrega lo que estaba ocurriendo con la familia Kent. En DC Nation #0 ya supimos que algo había pasado con Lois y Jon, pues se daba a entender que no estaban en la vida de Clark. Semanalmente ha introducido, a mitad o finales, dos páginas que cortaban la narración de cada número para contarnos la escena en la que la mujer y el hijo de Superman abandonaban la Tierra para marcharse con Jor El a explorar la galaxia, con el objetivo de que Jon madure y crezca con mejores valores de los que puede tener en la Tierra, con una gran influencia kryptoniana. Todo según la opinión del abuelo y el entusiasmo desmedido del niño. Esas dos páginas, que han alimentado el interés con cada número, han sido dibujadas siempre por Jason Fabok, independientemente de quien firmara el apartado artístico de cada entrega, quien además ha dibujado íntegramente el #6, pues estaba centrado en esa escena. Y en cada número esas eran las páginas mejor dibujadas.

    El inigualable arte de Fabok en The Man of Steel vol. 2.

    He de hacer un alto en el camino para hablar del dibujo de esta miniserie. Ha contado con un baile innecesario de artistas. Ivan Reis, Doc Shaner, Steve Rude, Ryan Sook, Kevin Maguire, Adam Hughes y Jason Fabok han pasado por las seis entregas para dejar su arte. No ha sido desagradable en absoluto, porque todos, con sus estilos, han mantenido un aspecto visual formidable. Algunas semanas, como las de Reis en el #1 y Fabok en el último han estado a un nivel enorme. Pero ha habido números, como el #2 con Doc Shaner y Steve Rude y el #5 de Adam Hughes que la fórmula no ha salido favorecida y desmerecían bastante el nivel del guión. Con la dupla de Shaner y Rude pasó que no se combinaban para dar coherencia a todo el cuaderno. En el caso del número de Hughes, que llega a ofrecer algunas páginas de altura, enmarca lo peor de la serie con páginas llenas de viñetas megasimples, que dan la impresión de no estar terminadas. No entiendo, no me gusta y nunca compartiré la decisión editorial de hacer bailar a los dibujantes durante una colección, menos aún siendo una miniserie de 6 números. Entiendo el deseo de DC de acompañar a Bendis con los mejores artistas de la casa, pero no creo que fuese necesario usar a siete lápices para seis números. Si a esto le añadimos que Jim Lee dibujó el sneak peak de Action Comics #1000 y José Luis García López la historia corta de DC Nation #0, nos ponemos ya con nueve artistas para contar una misma historia en apenas tres meses. A partir de Superman #1 solo trabaja Ivan Reis y desde Action Comics #1001 Patrick Gleason (solo como dibujante) y ambos son un seguro de calidad.

    Una página inacabada de Hughes.

    En cuanto al otro foco de interés que se ha creado en este The Man of Steel vol. 2, a parte del paradero de la familia Kent y el ataque de Rogol Zaar, tenemos el asunto de los misteriosos incendios que acechan distintos puntos de Metrópolis. En el sexto número se ofrece un giro en la última viñeta bastante bueno. Toda la subtrama, que incluso ha llevado a Batman a la ciudad de Superman para investigar, ha ido creciendo a la sombra semana a semana, quedando siempre en segundo plano, pues no parecía algo por lo que preocuparse. Ahora parece que puede ganar protagonismo, al tener resuelta la amenaza de Rogol Zaar y la marcha de Lois y Jon. Y también parece que es lo suficientemente impactante para centrar nuestra atención. Lo iremos descubriendo. Además, no debemos olvidar que Supergirl se ha marchado de la Tierra en busca de respuestas referentes al origen de Rogol Zaar, por lo que su vuelta, que puede tardar, a buen seguro traerá mucha tela que cortar.

    Todo lo que ha ocurrido en este primer arco argumental de Bendis con Superman ha sido importante. Sin embargo, la sensación que deja tras leerlo es que no han pasado tantas cosas, pero no es así, ha pasado mucho. Y ahí es donde reside la peculiaridad del trabajo de Bendis. The Man of Steel lo han compuesto seis números lentos, con sus momentos de acción bien compensados con páginas de diálogos que te iban llenando de interés y entretenimiento, para terminar con más preguntas que respuestas. Eso es bueno, porque denota que ha sido interesante. Como todos los conocedores del trabajo de Bendis sabían, el guionista de Cleveland ha llegado al mundo de Superman con una historia que contar. O varias. El tiempo dirá si todas las cosas que tiene que contar son buenas, malas, regulares, olvidables, de uso y consumo o como quieran clasificarlas. Pero tiene cosas que contar. Tiene un plan, al parecer a largo plazo, y no tiene prisa por contarlo. Hay opiniones en la red que dicen que todo lo que ha contado en seis números podría haberse contado en uno solo. Pero estoy seguro de que muy pocos podrían haber jugado con el espacio para contar tantos matices como ha hecho Bendis.

    Ha jugado con los diálogos como solo él sabe hacer. Ya lo vimos en la conversación que dos mujeres tenían en el número milenario acerca del retorno del calzón. Ahora, en una sencilla página del último número nos ha contado porqué Superman ha vuelto a llevar el traje clásico con el célebre calzón rojo. Un tema que no es baladí, porque ya sabemos que levanta más debate del que puede imaginarse. Resulta que Clark le da su traje a Lois para que lo use en su travesía espacial. Cree que le ayudará, porque el símbolo de la Casa de El significa algo en muchos puntos de la galaxia. Le cuenta que tocando un botón de la hebilla el mismo tejido se ajusta a la talla del que lo usa. Ella le pregunta que qué va a usar él y le contesta que ya encontrará algo. Ese algo es su traje clásico. Es un detalle tonto, puede que a muchos les haya parecido moñas, pero dice mucho en poco espacio y llena la historia de un tono pausado bastante enriquecedor.

    También ese número conclusivo, en la primera página, tenemos una fabulosa splash page con Jon escuchando la discusión de sus padres con su abuelo, con una línea de globos de diálogo solapados cortando la parte superior. Se remata con una pregunta del chaval que hace girar toda la historia y el motivo por el que decide marcharse del planeta. «¿Entonces por qué crezco para matar a millones de personas?», se pregunta, tras oír a sus progenitores hablar de lo bueno y adorable que es y de lo innecesario de irse a viajar con Jor El. Esta reflexión del chico se enlaza con el crossover Superhijos del mañana, desarrollado en Supersons, Teen Titans y Superman. Esta historia narra la llegada de un Tim Drake del futuro, usando el manto de Batman, con la idea de detener a Jon antes de que se convierta en una bomba humana que arrasará Metrópolis. Se trata de una historia de cinco capítulos que parecía que iba a quedar atrás, pero que Bendis ha recuperado para demostrar que dejó una cicatriz en el interior de Jonathan Kent. Ese niño tan afable, inocente, bonachón, con ganas de vivir aventuras junto a su padre y deseoso de unirse a los Teen Titans, quienes rechazaron su adhesión al equipo después de aquella aventura. Ahora sabemos que su futuro es algo que le atormenta. Teme convertirse en alguien malvado o peligroso para la humanidad y no poder hacer nada por evitarlo. Con este detalle y con el de Mr. Oz vemos que Bendis no ha venido a romper con lo establecido, sino a sumar.

    Otro ejemplo del uso de los diálogos de Bendis lo tenemos en el cuarto número, dibujado por el siempre genial Kevin Maguire. Parte del mérito es suyo, al saber aprovechar el espacio con un gran dibujo. Pero los diálogos de fondo son del guionista, que muestra el sentir de la gente ante la devastación relámpago que ha provocado el primer encuentro de Superman y Rogol Zaar en la gran ciudad. En una doble página muestra un puñado de conversaciones que te cuentan lo que está pasando y sitúan en la acción una conversación entre Superman y Green Lantern sobre la criatura, a Maggie Sawyer poniendo orden entre el gentío, Jimmy Olsen intentando llegar a la escena de los hechos, Supergirl aterrizando preocupada por la resolución de la pelea, gente aclamando a sus héroes y una anciana preocupada por su gato. Ese mismo número se cierra con una rápida conversación entre el villano y el héroe que deja con los pelos de punta. Un momento de pausa antes de la continuación de la tormenta, pues sucede en la Fortaleza de la Soledad, que por cierto ha sido destruida por el monstruo y con ella la botella que contenía la ciudad de Kandor, un auténtico drama que ha afectado mucho anímicamente a Superman. Unas palabras intercambiadas con dureza justo antes de volver a la batalla.

    Si nos ponemos a analizar los acontecimientos de estos seis números, Bendis ha cambiado muchas cosas del presente de Superman, pero para posicionar su historia. Lois y Jon están de viaje interestelar con Jor El, que quiere reconducir la educación de su nieto y no pueden comunicarse con la Tierra porque el dispositivo de Clark ha sido destruído durante la gran pelea. Supergirl se ha marchado también por el espacio para investigar acerca de Rogol Zaar. Superman no tiene familia en la Tierra y su Fortaleza del ártico está en ruinas. Ha perdido la ciudad embotellada de Kandor, ese bastión kryptoniano conservado en miniatura que nunca ha sabido cómo recuperar a su tamaño normal. Hay un nuevo monstruo encerrado en la Zona Fantasma que dice haber conocido a Jor El y parece que tiene mucho que ver con la destrucción de Krypton. Hay una nueva jefa de bomberos en Metrópolis investigando los incendios provocados misteriosamente en la ciudad y en el Daily Planet también ha llegado una nueva cara, una mujer que parece que tiene unas oscuras intenciones. No es una gran revolución, pero sí un retoque de las fichas con las que quiere jugar.

    Y, por si fuera poco todo lo anterior, después del reciente Superman #1, un número intenso en el que Bendis hace que Superman se enfrente a un montón de amenazas, algunas venidas del espacio exterior; reflexione sobre su decisión de permanecer en la Tierra para seguir protegiéndola y no ir con su familia, poniendo en duda el trabajo en el que ha creído firmemente durante toda su vida, aquello que le ha hecho ser Superman y, de postre, nos revela que

    Aviso de Spoiler

    tenemos a la Tierra encerrazada, por alguna misteriosa razón, en la Zona Fantasma, un motivo seguramente relacionado con el uso de Supergirl del aparato que envió a esa misma dimensión a Rogol Zaar.

    . Ahora mismo, la situación de Superman no puede estar más interesante.

    Hay una gran pregunta sobre la que merece la pena pararse a pensar: ¿hacía falta contar esta historia en una miniserie? Mi opinión es que no. Me ha gustado mucho The Man of Steel vol. 2, pero no era necesario volver a usar el famoso título en un segundo volumen para preparar la llega de Bendis a DC y a las colecciones de Superman. Está muy bien desde el punto de vista marketiniano, obviamente, ha tenido su espacio para aterrizar y poner sobre la mesa el inicio de la historia que quiere contar. Pero podría haberse hecho en la misma colección de Superman. De hecho, ni siquiera hubiera vuelto al número #1, hubiera continuado a partir del #46 que fue donde lo dejaron Tomasi & Gleason y hubiera llamado al arco The Man of Steel, puestos a tocar el título. Si más adelante, sí o sí, DC va a recopilar estos seis números en un solo tomo, ¿para qué presentarlos en una miniserie que ha jugado con la nostalgia al ser titulada como ha sido? Además, los acontecimientos de Superman #1, que continúan directamente, no dan la sensación de estar leyendo una nueva saga, sino una clara continuación, que perfectamente podría haberse titulado The Man of Steel #7. Es más, hubiera visto más lógico continuar con The Man of Steel y su nueva numeración, dejando la cabecera Superman y Action Comics con otras historias, también escritas por Bendis obviamente. ¿Por qué no podrían existir tres series simultáneas de Superman?

    No lo he considerado necesario porque The Man of Steel vol. 2 es una perfecta continuación de Superman Rebirth. El tono no ha estado tan alejado. El estilo sí, innegablemente, pero la historia ha sido una digna sucesora de lo contado durante estos dos años. Ahora que ha desaparido el marco azul común de «Rebirth» en todas las portadas de las series de DC, hubiera visto con buenos ojos la continuación de la numeración con el nuevo autor. Con el parón de Action Comics tras la llegada al millar y la perioricidad semanal de estos seis números, que entiendo ha sido para situar cuanto antes la acción que tiene preparada el autor, pero sin una miniserie y un regreso al #1. Aunque esa decisión puede que haya sido para satisfacer al propio autor, además de al fan coleccionista de #1’s célebres, quién sabe.

    En definitiva, Brian Michael Bendis ha empezado un gran trabajo. Sin desmerecer lo realizado por los últimos guionistas que han pasado por las colecciones de Superman, ahora mismo se ha elevado el interés y la calidad de las aventuras del primer superhéroe de la historia. Que siga así.

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