El fantasma de la Ópera

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Edición nacional / España: El fantasma de la Ópera, 2014, Impedimenta. Colección El Chico Amarillo nº 5.
Edición original: Le Fantôme de l´Opera 1 y 2, Gallimard.
Guión, dibujo y tinta: Christophe Gaultier.
Color: Marie Galopin.
Formato: 112 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 21,95 €.

 

Licencias gratuitas aparte, algo tiene el panteón de monstruos de finales del siglo XIX y principios del XX que siempre pide volver a él. Y de entre el abanico de criaturas de la noche, no cabe duda que Erik, el Fantasma de la Ópera, es uno de los que peor parados ha salido respecto a sus adaptaciones. Cuesta creer que la mejor de ellas siga siendo la versión de 1925 dirigida por Rupert Julian y protagonizada por el camaleón Lon Chaney, versión libre a nivel argumental, como todas, pero muy fiel a nivel atmosférico. Dirección de arte y vestuario estuvieron a la altura, sin duda, de la interpretación del Hombre de las Mil Caras, convirtiendo a la cinta, con honores, en un clásico inmortal del noveno arte. Pero ni la posterior versión de la Universal, ni la adaptación de la Hammer bajo la batuta del tremendo Terence Fisher, ni el edulcorado musical de Webber supieron estar a la altura del texto original de un Gaston Leroux, inspirado y deudor en estilo de sus propio relatos detectivescos, pero que supo dar un giro al horror, realizando, bajo la fachada de un mero producto de entretenimiento, un análisis de los temores del ciudadano de la época, cuya razón vacilaba aún entre la superchería de tiempos pretéritos y el temor por lo extranjero. Pues, básicamente, eso es Erik, el protagonista de esta obra, un forastero que influye, como Drácula, a la buena gente de la alta sociedad. Y como el conde transilvano, provoca el meneo de los bajos de las señoritas con las que se cruza, al tiempo que amenaza la estabilidad de los hombres, con sus malas artes y sus trucos de hechicero foráneo. Una amenaza arquetípica, por tanto, de la ascendente burguesía conservadora de finales del siglo XIX.

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Cada obra de horror, por tanto, siendo fruto de su propia época, resiste o no, por lo general, el paso del tiempo, en tanto en cuanto sabe adaptarse a los terrores del nuevo público al que va dirigido. A día de hoy, afortunadamente, se nos educa en valores de tolerancia al prójimo y de repulsa de la xenofobia, de modo que lo que viene de fuera no debería suponer una amenaza para cada uno. Aunque imbéciles siempre hay en cada generación. ¿Por qué no ha perdurado entonces el mito de Erik, el fantasma? Probablemente por lo citado, por esa apertura de miras hacia lo que viene de fuera, siendo lo único de fuera que nos puede dar miedo aquello desconocido, pero desconocido de veras, que venga más allá de las estrellas o provenga del fondo de nuestras mentes. El extranjero, a no ser que se vista de terrorista, no da miedo. ¡Por fin! Los fantasmas, siendo reales, de carne y hueso, tampoco, a no ser que se vistan de psicópatas. Y esto ya lo intentaron las adaptaciones de Argento o la de la Cannon con Robert Englund. Los intentos no cuajaron. A pesar de que ambas poseen aciertos visuales.

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Pero, analicemos el tebeo, ¿funciona esta versión? Desde luego, como adaptación a los tiempos que corren, no, pero tampoco es lo que persigue. El guión de Christophe Gaultier no deja de ser una mera traslación de los pasajes más interesantes de la novela, pero algo se echa en falta, algo de empuje, algo que sea más que un mero repaso de la trama original. Afortunadamente, el producto gana enteros gracias al dibujo del mismo Gaultier, lo que lleva a pensar que si no hubiera sido más afortunado editar una versión ilustrada de la novela. El trazo del autor francés recuerda rápido a paisanos contemporáneos como Sfar, Tanquerelle o Perriot, con esa profusión de figuras estilizadas y esa propensión a hacer temblar las formas en torno a las figuras. Una delicia visual, con semejantes comparaciones, por tanto, El Fantasma de la Opera de Gaultier supone un placer a los ojos, que no a la cabeza, pero no importa. La historia, que nos suena a todos demasiado, pero que a la mayoría es del todo desconocida –ya sea porque pocos se han leído la novela original o porque la mayoría están intoxicados por la versión musical-, no logra arrancarnos el interés de su punto de partida literario, pero sí consigue hacernos disfrutar con bellas estampas. Desde la recreación del edificio de la ópera y sus catacumbas, hasta la escenificación de las obras sobre el escenario, Gaultier nos contagia el disfrute de su lápiz, más pendiente de la forma que del fondo, creando un producto alejado de la tendencia actual a pasar por el matiz teenager los horrores de antaño, pero que no está lejano de la edulcoración visual de artistas más cercanos al pop, como Richard Sala o el mismo Tim Burton, ambos, cada uno en su campo, funcionando como filtros populares de arquetipos del terror, dedicados a simplificar los mitos para nuevas audiencias, con mayor o menor fortuna.

  Edición nacional / España: El fantasma de la Ópera, 2014, Impedimenta. Colección El Chico Amarillo nº 5. Edición original: Le Fantôme de l´Opera 1 y 2, Gallimard. Guión, dibujo y tinta: Christophe Gaultier. Color: Marie Galopin. Formato: 112 páginas a color editadas en cartoné. Precio: 21,95 €.   Licencias…

Review Overview

Guión - 5.5
Apartado Gráfico - 7
Interés - 6

6.2

Interesante adaptación del inmortal texto de Leroux, más por su lápiz que por su prosa.

Vosotros puntuáis: 5.6 ( 1 votos)
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