El Arte de Volar nominada en Francia

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Los Premios Franceses del 2011 y la ACBD anunciaron hace pocos días los finalistas de los Premios de la Crítica y, para alegria de muchos y en justa consideración a su valor, un cómic de factura española se halla entre ellos: El arte de volar de Antonio Altarriba y Kim, quienes con esta obra ya ganaron el Premio Nacional del Cómic en 2010. Desde aquí les mandamos a ambos nuestras más sinceras felicitaciones y aprovechamos para repescar la reseña que le dedicamos a la obra en su día.

Premios Franceses del 2011

– L’Art de voler, de Kim y Antonio Altarriba (Denoël Graphic)
– Atar Gull ou le destin d’un esclave modèle, de Brüno y Fabien Nury (Dargaud)
– Les Autres gens, colectivo dirigido por Thomas Cadène (Dupuis)
– Blast T.2 : L’Apocalypse selon Saint Jacky, de Manu Larcenet (Dargaud)
-Habibi de Craig Thompson (Casterman)
– Les Ignorants : récit d’une initiation croisée, de Étienne Davodeau (Futuropolis)
-Lomax : collecteurs de folk songs, de Frantz Duchazeau (Dargaud)
-Julia & Roem, de Enki Bilal (Casterman)
-Polina, de Bastien Vivès (Casterman-KSTR)
– Portugal , de Cyril Pedrosa (Dupuis)
– Pour en finir avec le cinéma, de Blutch (Dargaud)
– Stalingrad Khronika T.1, de Franck Bourgeron y Sylvain Ricard (Dupuis)
– 3’’ , de Marc-Antoine Mathieu (Delcourt)
– Trop n’est pas assez, de Ulli Lust (çà et là)
– Un enchantement , de Christian Durieux (Futuropolis/Musée du Louvre)

Reseña

El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim; Edicions de Ponent; 208 págs, bitono, 22,00 €.

Vivir necesita de un para qué. Esa es, a mi entender, la aseveración más prominente de esta obra singular. Una aseveración diría que caduca para la masa social que nos rodea, plácidamente inmersa en la hoguera consumista, devorando a manos llenas la realidad – simplemente – porque sí. Porque ya no hay horizontes y sólo queda aquello de lo que puedo apoderarme. Aquello que puedo poseer, utilizar y desechar.

De todas formas, Altarriba parece decirnos que no hay nada nuevo en eso y que, desgracidamente, convivir con el sinsentido zafio del homo acaparador es la condena que la vida tiene reservada para los soñadores y los idealistas. Una verdadera cadena perpetua: saberse constantemente fuera de lugar, debatiéndose entre la nausea que provoca el transigir y el sufrimiento que acarrea mantenerse fiel a uno mismo.

Mucho se ha hablado ya en Píldoras Nacionales de El arte de volar, y debo decir que con toda la razón del mundo. Su ambición original y los logros conseguidos oscilan entre lo sobresaliente y lo notable, convirtiéndola con todos los derechos en una de las obras de referencia de la Historieta española. Y, de hecho, su fuerza no se halla tanto en el periodo histórico que nos retrata, como en la forma de hacerlo.

La prosa de Altarriba, cuando se hace presente, es de las más bellas que hemos tenido en nuestro Cómic: poética y densa sin volverse farragosa en ningún momento. Lo mismo sucede con su enfoque para con lo narrado, siempre sincero y trascendente en una obra que no puede dejar de serlo por cuanto explora el rastro existencial del padre del autor. Posiblemente todo ello contribuya, junto con la acertada y rica elección de contenido anecdotario, a que la lectura de El arte de volar – a pesar de tratarse de una obra extensa – resulte fluida y apasionante.

La aportación gráfica de Kim, como en toda buena historieta, es parte constitutiva de los logros narrativos de este cómic. Cercano a Boucq por su fusión de lo poético y lo esperpéntico, en ocasiones a Moebius por su facilidad para reflejar la irrupción de la irrealidad en lo cotidiano, también a Joe Sacco por su aproximación feista al retrato documental de ciertas situaciones, Kim se revela como el gran artista que es en una obra que sería bien distinta de haber caido en las manos de un ilustrador menos personal. Parte del tono literario de El arte de volar se debe al grafismo de Kim, ajeno a modas y absolutamente único. Y es que Kim nunca cuenta las cosas como estamos acostumbrados a verlas hoy en día, pero sus imágenes tienen perfecto sentido y están en absoluta coherencia con el guión de Altarriba. A pesar de lo particular de su estilo, uno se queda con la sensación de que todo aquello no aceptaría otro dibujante, porque muchas de las claves gráfico-narrativas de El arte de volar resultarían disonantes en una concepción ilustrativa que fuese esta.

Por todo lo dicho, desde la relevancia de su temática a las consecuciones formales de sus autores, El arte de volar es una recomendación segura.

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Gerardo Macías
Gerardo Macías
Lector
17 noviembre, 2011 14:58

Gran noticia, qué lástima que nadie la comente…

eEnder
eEnder
Lector
19 noviembre, 2011 20:51

nunca me había emocionado tanto con un comic. Estuve a punto de llorar.