Destino

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Edición original: Das Schicksal: eine Geschichte in Bildern (Delphin-Verlag, 1926).
Edición nacional/ España: Destino (Sans Soleil Ediciones, 2015).
Guión y Dibujo: Otto Nückel.
Color: B/N.
Formato: Tomo rústica 232 págs.
Precio: 15€.

 

Otto Nückel nació en Colonia (Alemania) en 1888, el mismo año de los crímenes de Jack el destripador en el barrio londinense de Whitechapel; unos pocos años después de la constitución de Alemania como nación moderna (en 1871 firmó el canciller Bismarck el tratado de unificación). Nückel, que iba para médico (estudió en la escuela de medicina de Friburgo de Brisgovia), acabaría decantándose, para suerte del cómic, por el dibujo, la pintura y el grabado. Despuntó como ilustrador de obras de Thomas Mann y E.T.A. Hoffmann y como dibujante de revistas satíricas antes de acometer su proyecto más ambicioso, que -a la postre- le reservaría su hueco en el panteón del medio: Destino (de título original Das Schicksal: eine Geschichte in Bildern), publicado en 1926 en Munich por Delphin-Verlag. Se trata de una «novela en imágenes», o lo que es lo mismo, una historieta muda que busca adaptar las potencias de la literatura a las viñetas, como ya viéramos en el caso de Él fue malo con ella, de Milt Gross.

La pretensión de narrar sucesos mediante imágenes organizadas se pierde en la noche de los tiempos, según recuerdan insistentemente historiadores y expertos del medio, pero fue el belga Frans Masereel, con 25 images de la Passion d’un Homme (1918) y Mon libre d’heures (1919), quien acuñó el formato de «novela en imágenes» para recoger en grabados xilográficos sus dramas con fuerte carga social. En esta tradición se enclava Nückel con Destino, la historia en 17 capítulos de una mujer baqueteada por la crueldad humana y la indiferencia divina. La Alemania de entreguerras, convulsa y asfixiada por las exigencias de los países vencedores, presta el marco grotesco y desolador necesario para la feroz alegoría.

Destino hunde sus raíces en la novela decimonónica de lances dickensianos donde el trenzado de calamidades apenas da respiro al lector. Los grabados de Nückel, elaborados en plomo (y no en madera, como era lo habitual), reproducen una sociedad agobiante, constantemente oscura, cuyos moradores -tantas veces sin rostro o con gestos duros y contrahechos- se mueven en ángulos rocosos, antinaturales. Se gesta el libro en la cuna del expresionismo cinematográfico y su angustia y locura impregnan unas ilustraciones de trazos gruesos y retorcidas perspectivas. Nückel conjura las imágenes que más fácilmente despiertan ecos atávicos, como el jorobado protervo o el infante inocente arrojado a las aguas, y disimula, en cambio, aquellas que denotarían modernidad o progreso científico: nótese el escaso peso de las fábricas o los inventos basados en el vapor o en la electricidad. En su iconografía, Destino es hermana de El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920) o El Golem (Carl Boese y Paul Wegener, 1920) antes que de Metropolis (Fritz Lang, 1927) o Berlín, sinfonía de una ciudad (Walter Ruttmann, 1927), ambas estrenadas al año siguiente de la publicación de Destino. Tampoco es ocioso observar, en contraste, que las escenas más diáfanas parecen inspiradas por los pintores franceses del impresionismo (Renoir, Monet) y sus cuadros de «normalidad burguesa» (por ejemplo en páginas 20 y 21). Este hálito arcaizante, unido al anonimato de gentes y lugares (no se identifican nombres ni de personas ni de ciudades o pueblos), refuerza el pesimismo extremo de los episodios.

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La lectura de Destino precisa de esfuerzo voluntario para penetrar las barreras del tiempo y extraer las riquezas de su narrativa, compuesta de ingredientes sencillos a los que nuestra falta de costumbre (habituados a una exposición más lineal y concreta) vuelve simbólica y enigmática, sobre todo por la mencionada ausencia de rasgos faciales identificativos: muchas veces las caras son óvalos blancos pero incluso cuando están tocados de adornos peculiares (el bigote del padre, por ejemplo) no bastan para configurar una identidad unívoca. Las ilustraciones de Nückel nos obligan a recalibrar nuestra forma de leer y a valorar la viñeta como unidad significativa. Cada cuadro, con sus dimensiones propias, nace para ser contemplado con detenimiento, como las ilustraciones de un retablo, y no con la prisa de la narración cinemática, según la costumbre impuesta en la actualidad. La gramática de la obra queda así articulada por la superposición de planos de significación más o menos compleja y autónoma y no por la simulación de movimiento desmenuzado en fotogramas.

Por estas piruetas del arte, los pioneros de la «novela en imágenes» fueron reivindicados por quienes, como Will Eisner o Art Spielgelman, ansiaban la madurez expresiva del cómic tanto en forma como en fondo. De resultas de ello, Destino puede verse como un precedente de la etiqueta de «novela gráfica», cerrando el círculo de sus intenciones originales. Su truculencia y pesimismo (con asesinatos, violaciones, prostitución, etc.) influyeron en el celebrado Contrato con Dios de Eisner; su grafismo sucio y tremendista en el laureado Maus de Spielgelman. Credenciales de sobra -me parece a mí- para vencer las reticencias de los desconfiados ante las virtudes de la única incursión de Nückel en «la novela sin palabras».

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  Edición original: Das Schicksal: eine Geschichte in Bildern (Delphin-Verlag, 1926). Edición nacional/ España: Destino (Sans Soleil Ediciones, 2015). Guión y Dibujo: Otto Nückel. Color: B/N. Formato: Tomo rústica 232 págs. Precio: 15€.   Otto Nückel nació en Colonia (Alemania) en 1888, el mismo año de los crímenes de Jack…
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 10

8.7

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