Desde las calles de Cleveland llega: el Esplendor Americano de Harvey Pekar

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“Life is about women, gigs, an bein creative”

Esta simple y a la vez profunda frase (que se traduce más o menos como “la vida se trata de mujeres, trabajos y ser creativo”) no sólo es una cita relevante de sus primeros cómics sino que también representa en gran medida el trabajo y el modo de pensar y vivir de Harvey Pekar. No es anecdótico, entonces, señalar que es el epitafio en su tumba que desde luego no fue elegido casualmente ni a la ligera.

Por esa manera de ser, de pensar, de vivir y de contarlo todo a través de sus historias autobiográficas en formato de cómic, Harvey Pekar se convirtió en uno de los autores con los que más me encariñé desde la lectura (así como desde la película tan bien lograda). ¿Por qué o cómo encariñarse con este escritor? Porque en su American Splendor se nos presenta como es él, con virtudes, defectos, lo que disfruta y lo que desprecia, contándonos su experiencia en momentos importantes de su vida y también chistes, situaciones graciosas que vive o presencia… y eso es conocer a una persona, aunque no sea cara a cara, día a día. No es raro conocer y querer a gente con la que uno no se ve a diario; hoy es más común por la existencia de Internet pero en el pasado sucedía a través del correo físico, o por teléfono o cualquier otra mediatización. A mí me pasó con Harvey Pekar a través de sus cómics (y seguramente a miles más les sucedió igual).

(Crédito: http://blog.cleveland.com)
(Crédito: http://blog.cleveland.com)

Por esto, y por el momento en que se dio en medio de un año ya con varios golpes para mi vida personal, su fallecimiento me afectó emocionalmente como la de ningún otro autor. Se sintió como la pérdida de un pariente lejano, con el que no está tan en contacto pero igual es muy querido.

En su momento, el obituario que le pudimos dedicar fue breve y para nada a la altura de la persona que fue y de su rol en la historia de los cómics. Rendirle un homenaje adecuado era una deuda pendiente, personal y de Zona Negativa, que será hoy saldada en este espacio que enmarcamos en el aniversario número 15 de la web y en el trabajo regular que sostenemos en la sección Mundo Independiente. Porque si hay autores para destacar en la producción independiente, Pekar debe estar entre ellos sin lugar a dudas.

Posemos entonces nuestra atención sobre Harvey Pekar, su vida y su obra, las cuales se confunden a cada paso una con la otra.

De la persona

“Life goes on. Every day is a new deal. Keep working and maybe sump’n’ll turn up”.

Harvey Pekar nació y murió en Cleveland, una ciudad medianamente grande pero pequeña y no muy importante en comparación a las principales, como ser New York, Chicago o Los Angeles. Hijo de inmigrantes judíos oriundos de Bialystok, Polonia, se crió en un ambiente de conflicto social por ser uno de los pocos niños blancos del barrio poblado principalmente por negros, y preocupado por convertirse en un adulto que trabaja doce horas diarias para poder comer y alimentar una familia, como debía hacer su padre.

Para ello intentó con varios trabajos de baja categoría, con alistarse en la Marina y con obtener un título universitario, fracasando en todo por uno u otro motivo. Finalmente consiguió su estabilidad laboral, relativamente bien paga y con un ritmo tranquilo, como archivero en un hospital de veteranos; en esencia, un trabajo gubernamental. Mantendría este trabajo hasta su jubilación pasada la edad permitida para hacerlo (que era 55), aferrándose a la seguridadn económica que le proporcionaba.

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Como afición y pasatiempo principal, durante y después de su horario laboral, por varias décadas se dedicaría a coleccionar discos de música (especialmente de jazz) de manera compulsiva, sintiendo la obligación de comprarse todo lo que saliera a la venta. Esto lo conduciría a dedicarse a escribir reseñas y comentarios sobre distintos músicos consiguiendo que sean publicadas en revistas de alcance nacional, pero sin obtener un rédito económico como para vivir de ello.

Con el tiempo extendería esta actividad de redactor de artículos freelance a otras temáticas, como ser reseñas de libros, comentarios de actualidad, investigación periodística, pero siempre con la misma suerte en términos económicos.

En esta misma tónica comenzaría a escribir sus guiones de cómics, y ante la dificultad de conseguir publicarlos en revistas existentes sumado a la influencia de su amigo Robert Crumb crearía la suya propia. Sin pensar en la cantidad de años que trabajaría en ella ni en el legado que dejaría, editó American Splendor #1 en 1976, autopublicada y autodistribuida. Pero entraremos en estos detalles más abajo.

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Tampoco con los cómics ganaba dinero, sino que hasta le costaba recuperar lo invertido, llegando a perder miles de dólares. Pero claro, y si bien hacía lo posible por difundir su revista y hacerla exitosa, igualmente ya tenía un trabajo con el cual vivir, no tenía grandes gastos ni pretensiones económicas y materiales, y además era algo avaro.

Entrando en cuestiones de personalidad, además de lo ya mencionado de obsesivo (lo cual se extendía más allá del coleccionismo) y no muy dispuesto a dejar su dinero, era pesimista y bastante gruñón y tenía un cierto mal genio que lo llevaba a discusiones fuertes tanto por cuestiones triviales, como sociales, culturales y políticas.

En muchas de sus historias, así como en sus reiteradas presencias en el show televisivo Late Night with Dave Letterman, Pekar sostenía una postura política y social muy clara, oponiéndose al racismo, a la guerra, a la corrupción, activamente, aunque por su manera de presentar las cosas como son y suceden más de una vez lo tacharon de racista o misógino. En las citadas apariciones en la televisión nacional de Estados Unidos, denunciaría actividades ilícitas de General Electric, empresa que poseía el canal NBC por donde estaba siendo emitido el programa. Esto le costaría no ser invitado por muchos años, pero lograría decir lo que quería decir. Gracias a las maravillas de la tecnología, hoy en día todavía podemos apreciar ese momento (y los demás) como fueron entonces:

Al ser visto en un show de TV importante obtendría cierta fama pero nada extraordinario, lo cual nunca quiso, renegando siempre de llegar a convertirse en una celebridad. Más cerca de ello estaría cuando se produjera el filme con Paul Giamatti interpretándolo. Este mayor reconocimiento no sólo le significaría más fans para sus cómics (y más llamadas telefónicas a su casa) y cobrar regalías por primera vez, sino también más trabajos como guionista. Algunos de ellos serían continuando la serie American Splendor, ampliándolo a guiones más extensos (The Quitter), o realizando otros trabajos autobiográficos del estilo (Cleveland), y otros sin tanta relación (The Beats), ateniéndose siempre a su realismo característico. “Voy a intentar sacar la mayor ventaja posible de las oportunidades que tenga para escribir varios tipos de historias”, declaró en una de las últimas entrevistas que dio, al mismo tiempo que reconocía que debía escribir muchas novelas gráficas para poder conseguir el ingreso necesario (sumado a su pensión de jubilación) para mantener a su familia.

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En su vida cotidiana, no obstante, poco cambiaría. Siempre respondía que comía la misma comida, vestía la misma ropa y vivía en la misma casa, con su esposa Joyce Brabner (la tercera, luego de dos divorcios) y su hija adoptiva Danielle. Pero al menos así pudo dejar su empleo gubernamental y dedicarse a lo que le interesaba, aún teniendo que trabajar como escritor hasta el final de su vida.

Seguiría adelante viviendo, escribiendo, y peleando contra los males que lo aquejaban (el cáncer y la depresión principalmente), hasta su muerte el día 12 de julio de 2010 en su Cleveland de siempre.

Como su vida es su obra, conocemos su historia, su personalidad, los hitos importantes de su vida y los momentos más anecdóticos principalmente a través de sus cómics. Resultan también una fuente interesante varias entrevistas realizadas en diferentes momentos, algunas de las cuales fueron recopiladas en libros y otras tantas se consiguen buscando en la web (o visitando los enlaces al final de este texto). En una de estas entrevistas, con Gary Groth para The Comics Journal, él mismo afirmó que no todo lo que se ve en los comics es 100% real e idéntico a cómo sucedió en realidad y por momentos se caricaturiza a sí mismo en sus rasgos más notorios.

Aún con ciertas licencias, no deja de ser su vida, su persona y su entorno lo que conocemos a través de sus cómics.

De los cómics

“Comics are words an’ pictures; you c’n do anything with words and pictures!”.

Harvey Pekar no era un fanático de los cómics. Las lecturas de este medio que seguía de niño (principalmente Disney y superhéroes) le aburrieron antes de entrar en la adolescencia, y los abandonaría completamente. Hasta que llegaron los 60s y con ellos conoció a Robert Crumb, sus dibujos y su persona. El encuentro no sería dado inicialmente por los cómics sino por el jazz, el intercambio de discos y de opiniones. En algún momento de sus reuniones Crumb le mostraría a Pekar su trabajo, y los de otros autores del cómic underground que en esos años estaba viviendo su momento glorioso.

La etapa clásica

Así llegaría a la frase que abre este apartado: se puede hacer cualquier cosa con palabras e imágenes. Y no sería esa la única conclusión; también pensaría en lo poco que estaba haciéndose con los cómics de lo mucho que podía hacerse, señalando el campo para el crecimiento y la experimentación que veía en este formato. Eso despertaría el interés de Pekar y el deseo de usar este medio para escribir algo más que reseñas de discos de jazz.

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Con la fuerte influencia de Crumb, y de las muchas lecturas en prosa que siempre tuvo, escribió varios guiones con la idea de hacer algo que nunca se hubiera hecho. A su amigo dibujante le gustaron lo suficiente como para concretarlos y conseguir que se incluyeran en algunas revistas, pero no era fácil continuar publicando lo cual lo motivó a editarse a sí mismo. Así nació American Splendor en el año 1976, sin ser consicent que estaba creando una revista que pasaría a la historia. Esta consistiría en contar lo que él vivía, veía o le contaban, ateniéndose al realismo.

La elección de este tipo de historias, reales y autobiográficas, se debía a varias razones. Una de las más destacadas por el propio Pekar es su intención de evitar la lectura meramente escapista yendo hacia el opuesto directo: empujar a la gente a sus vidas en lugar a de ayudar a escapar de ellas. En este sentido declaró (en la misma entrevista con Groth ya citada) que las llamadas personas promedio a menudo presentan mucho heroísmo al conseguir superar un día común, y esto no estaba representando en los héroes de los cómics. Además, solía decir que la verdad es más divertida que la ficción, y que la vida cotidiana puede ser muy compleja. Y de hecho así lo demuestra su American Splendor. “Miro las historias, y cada revista, y la serie de revistas, como algo que sigue sucediendo, como la vida sigue sucediendo”.

Aquella revista que hizo por hacerla y le puso un #1 en la portada sin mayores expectativas, se convertiría en una revista autopublicada a lo largo de quince años, con un ejemplar por año de 60 páginas en blanco y negro. La periodicidad anual también tenía su explicación, principalmente basada en dos motivos: es el tiempo que le llevaba conseguir que los dibujantes terminaran cada uno su parte, y también es lo que demoraba en ahorrar el dinero para poder imprimir un nuevo número.

En efecto, durante esos quince años Harvey Pekar escribía, editaba, enviaba a imprimir, recogía de la imprenta, almacenaba (en su casa, en el sótano de su edificio y en casas de amigos) y distribuía sus revistas. Todo un ejemplo de productor de cómics independiente, con el cual muchos autores que están comenzando en esta tarea se podrán sentir muy identificados. Y no sólo eso, sino que perdía dinero con cada número nuevo y consiguiendo con mucho tiempo y esfuerzo agotar la tirada de diez mil ejemplares.

En esta etapa, que podríamos denominar la etapa clásica de American Splendor, se identifican los temas principales que recorren toda su obra. Desde luego, lo que sobresale y ya comentamos es la vida misma del autor, narrando momentos importantes de su vida como sus matrimonios (con divorcio entremedio, obviamente), las visitas al programa de Letterman, su viaje a una convención por primera vez, etcétera.

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Además de esto, mediante anécdotas en su trabajo o haciendo compras o cuestiones cotidianas del estilo, Pekar es también un testigo de la época retratando conversaciones sobre temas relevantes para su ciudad como para los Estados Unidos. De este modo comentará escándalos políticos, reflejará los problemas sociales por el racismo que sufre Cleveland, discutirá en base a cuestiones ideológicas con personas que piensan diferente a él y mucho más.

Esto también funciona a un nivel más universal cuando trata temas generales que pueden ser comunes a cualquiera, pero especialmente a hombres de clase media, trabajadores de la sociedad occidental (algo, por otra parte, hoy más común globalización mediante). Problemas en las relaciones laborales, entre clases sociales y sentimentales son situaciones con las que fácilmente puede identificarse un lector, involucrándose en lo que narra Pekar, ya sea opinando como él o diferente. Este tipo de historias presentan las reflexiones del autor sobre la realidad de su vida cotidiana, con las que el lector se ve movilizado a sus propias reflexiones sobre lo que está sucediéndole en ese momento… logrando así su cometido perfectamente.

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(En éstas últimas entra una vez más lo personal, ya que se establece un diálogo virtual y mediatizado por el cómic entre él y yo, compartiendo a nivel general algunas problemáticas, sumando su opinión y su postura a la propia y a la de mis amigos, convirtiéndose él en uno más con quien conversar).

Desde ya, cabe notar, que no todo es seriedad y drama en los cómics de American Splendor, teniendo lugar también para historias divertidas e incluso viñetas más propias del humor gráfico que de la narrativa secuencial.

Respecto a cuestiones de estilo, hay varios aspectos a destacar propios de esta época pero extensibles a todo su trabajo. Una de ellas es la manera de escribir los diálogos reproduciendo los modismos y dialectos, en lo que destaca rápidamente las maneras de hablar de los negros y de los judíos, satirizada pero sin faltar a la verdad.

Un aspecto muy variable es la composición de la página y la forma de cada historia, lo cual desde luego se modifica según quién sea el dibujante a cargo (lo cual también abordaremos mejor más abajo). Por ejemplo, algunas historias son casi textos en prosa acompañados por ilustraciones mientras que con las que dibuja Crumb nunca sucede, que incluso cuando se utiliza mucho texto está mejor integrado con los dibujos, logrando siempre hacer un cómic propiamente dicho y bien ejecutado narrativamente.

Una característica más que suele repetirse en esta etapa totalmente independiente es el recurso de introducir personajes autobiográficos ficcionalizados, que aunque tengan otros nombres siguen representándolo en sus características; uno de ellos es Jack the Bellboy, obsesionado con los discos de jazz y con ganar más dinero para comprar más discos.

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A medida que avanzan los números se hace evidente que American Splendor estaba obteniendo cierto reconocimiento, obteniendo espacio las autorreferencias a la misma revista y a las repercusiones que esta obtenía. Las más famosas de estas historias serían las relativas a sus apariciones en el show de David Letterman, por supuesto. Este mismo reconocimiento le valdría también la edición de antologías recopilando selecciones de las historias publicadas en las revistas, la primera de las cuales recibiría el premio American Book Award.

La década de 1990 llegaría con varios altercados para la vida de Harvey Pekar que afectarían a la publicación de su revista: una mudanza y su primera experiencia con el cáncer. Además de tener los obvios efectos negativos para su economía y su salud, esto también afectaría a la regularidad anual de American Splendor, así como dejaría de editarla y distribuirla él mismo. El #16 estaría a cargo de Tundra Publishing y con el #17 se iniciaría su etapa en Dark Horse Comics.

El año del cáncer

Pero antes de ello, conseguiría sacar provecho y rescatar algo positivo de su duro mal momento. Junto a su esposa Joyce escribiría la no-novela gráfica (como la definió él mismo) titulada Our Cancer Year, que además de ser su primera historia larga es un trabajo notable que fue merecidamente premiado con un Harvey a mejor novela gráfica del año 1994.

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En este libro ambos cuentan su experiencia a lo largo de ese año tan complicado, que no sólo tuvo la mudanza y los graves efectos de la enfermedad para él, sino también el contexto de la Guerra del Golfo el cual les afectó directamente a través de un grupo de apoyo conformado por jóvenes activistas con el cual trabajaba Joyce, quienes sufrieron el conflicto bélico desde dentro. La vida misma, un problema encima de otro, en una espiral de la que parece no poder salirse.

Our Cancer Year es una historia drámatica, con algunos tintes de humor negro pero profundamente emotiva, conmovedora. El cómic cuenta con dibujos de Frank Stack, quien presenta un estilo de líneas gruesas y áreas sombreadas en tinta, que resulta apropiado para el tono de la historia; comparativamente, un dibujo más realista quizás lo habría hecho demasiado dramático quitándole efectividad al guión, y uno del estilo de Crumb lo habría llevado hacia el campo del humor negro.

Dark Horse

Desde el año 1993, luego de haber superado el año difícil narrado en la novela gráfica, American Splendor fue editada por Dark Horse Comics. No obstante, los años en este sello no fueron de lo mejor para Harvey Pekar. Aunque se liberó de varias tareas, con la editorial se mejoró la distribución, los números empezaron a emparejarse y dejó de perder dinero mientras se dedicaba prácticamente sólo a escribir, el autor confesó tiempo después que no se sintió bien tratado por este sello.

Las ventas no eran tan buenas como para que valiera la pena el trabajo de editar un cómic de 60 páginas como acostumbraba, por lo que le redujeron la cantidad progresivamente hasta tan poco como 28. En este espacio no llegaba a incluir todo lo que él desearía, ni podía incursionar en guiones largos como estaba comenzando a hacer (más aún con el éxito reciente de la novela gráfica).

Asimismo, la publicación continuó siendo irregular y no recuperó nunca su llegada de una vez al año. En esta irregularidad se realizaron algunos números a modo de miniserie, tal vez probando si de esa manera mejoraba comercialmente.

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En cuanto al contenido tampoco se encuentra en estos cómics su mejor trabajo, aunque hay varios puntos a destacar. Por un lado, comienza a desarrollarse la tendencia de escribir las historias de otras personas desde su perspectiva, combinando un poco lo autobiográfico con la vida de gente que le llamaría la atención por uno u otro motivo, manteniendo el realismo de siempre. Destacan especialmente la historia de un joven autista que lo contacta por correo desde Inglaterra, y los tres últimos números de esta etapa dedicados a la vida de Robert McNeill, veterano de Vietnam que trabajaba en el mismo hospital que él.

Por otra parte, y de manera similar, incluye varias reseñas y comentarios sobre la vida de músicos de jazz, recopilando material publicado en revistas además de nuevos trabajos en este estilo.

Esto no quita que continúe también con la realización de su especie diario serializado, y en estos números seguimos su preocupación por no poder jubilarse y mantener su ingreso, para lo cual intenta conseguir más trabajos como escritor a la vez que comienzan las conversaciones para producir la película de American Splendor. A su vez, hacia el final, se incorpora a la familia la hija adoptiva de Harvey y Joyce, contándose la historia de cómo llegó a ellos. Asimismo, entre todo esto, siguen incluyéndose historias breves y anecdóticas de las que tanto aportaron a la calidad de la revista históricamente.

Sin estar a la altura de lo clásico y sin contar con la libertad total que tenía entonces, igualmente sostiene la magia que tenía desde siempre, añadido al interés de ver el perfil que tomaría la carrera de Pekar como escritor en sus últimos años como guionista.

Vertigo

Dean Haspiel, un poco por casualidad, fue un nombre determinante en estos años de la carrera de Harvey Pekar. Él tuvo que ver con la llegada al cine de American Splendor, trabajando por entonces en la productora que la desarrolló (Good Machine), y también él fue el que logró la publicación de nuevos trabajos suyos en Vertigo.

La novela gráfica The Quitter es el primero de ellos y se llevó a cabo como una consecuencia de la película en un par de sentidos. Por un lado, Pekar le pidió a Haspiel que le dijera cómo retribuirle el favor por haberle conseguido la realización en cine, a lo cual respondió que quería dibujar un guión largo suyo. Y por otro, mediante un contacto el dibujante consiguió que DC publicara a Pekar por el éxito que obtuvo en el cine y en las posteriores retransmisiones.

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En este libro el autor aborda principalmente su infancia y adolescencia, contando varios momentos que ya habían sido tratados en los 25 años de American Splendor junto con otros tantos que nunca había mencionado. La historia está narrada desde su presente de entonces, en el año 2005, y se aprovecha de ello para añadir reflexiones o comentarios actuales en medio de los sucesos pasados que van presentándose.

The Quitter vendió lo suficientemente bien como para motivar nuevos trabajos para Vertigo, los cuales se concretaron en dos miniseries de cuatro números tituladas American Splendor que se recopilaron en sendos volúmenes (denominados Another Day y Another Dollar). Más alla de su edición en formato de miniseries, los ocho cómics que las componen en total en verdad continúan el estilo de la revista American Splendor de siempre con algunas modificaciones: la vida de Harvey Pekar ya no es la misma, sin trabajo y con una hija entrando en la adolescencia, y el rango de artistas que trabajan en ellas se apartan del trazo realista que procuraba mantener como autoeditor.

Y escribir hasta más allá de la muerte

En los años que siguieron Pekar dedicó más tiempo a la escritura, lo cual derivó en publicaciones que no eran autobiográficas sino que continuaban la tendencia presentada en la época de Dark Horse, contando las vidas de otros valiéndose del aprendizaje de tres décadas de escribir guiones realistas.

Estos trabajos son: Macedonia, narrando los viajes de la estudiante Heather Roberson a ese país para investigar la situación bélica de la región; Ego & Hubris: The Michael Malice Story, contando la vida de un joven que le llamó la atención a Pekar por considerarlo la persona común para el nuevo siglo; Students for a Democratic Society: A Graphic History, sobre el movimiento activista pacificista de Estados Unidos en la década de 1960; la adaptación gráfica de Working de Studs Terkel; y The Beats, dedicado a la generación de escritores llamada así, tratando a través de ellos también su época y la cultura de entonces.

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Los mencionados se publicaron cuando Harvey Pekar vivía, mientras que otros tantos títulos vieron la luz póstumamente: Huntington, West Virginia «On the Fly», del mismo estilo de las citadas biografías de otras personas que él conocía, desde su punto de vista, incluyendo varias historias en un libro; Yiddishkeit: Jewish Vernacular and the New Land, sobre la lengua judía denominada Yiddish; y Not the Israel My Parents Promised Me, tratando el devenir del Estado de Israel comparado con la historia del pueblo judío y con cierto tono autobiográfico.

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Por último, otro libro editado post mortem pero que merece un párrafo aparte es Cleveland. En esta novela gráfica Pekar cuenta la historia de su ciudad, seguida y entremezclado con su propia historia, conformando un volumen que se siente un poco como el trabajo definitivo del autor.

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Aunque probablemente no sea este el último en publicarse, ya que hay varios proyectos inconclusos que a la fecha tienen un destino incierto. Por un lado está la antología de webcomics que se publicaran en The Pekar Project que resultaron los últimos trabajos autobiográficos en la vena clásica de American Splendor (y que podrían leerse online si el sitio funcionara correctamente). Por un conflicto entre los miembros de ese proyecto y la viuda de Pekar, probablemente nunca se edite o demore mucho tiempo. Justamente Joyce Brabner, por su parte, estaba colaborando en dos trabajos que no se sabe si se terminarán o cuando: The Big Book Of Marriage y Harvey and Joyce Plumb the Depths of Depression. Estos dos títulos sugieren cierto interés, ya que probablemente aborden en forma de cómic sus últimos días completando así el círculo de American Splendor.

De los artistas

«I’d like to see my stories illustrated by various people who might each see something different in them»

A lo largo de sus más de 30 años escribiendo cómics, Harvey Pekar contó con una buena cantidad de dibujantes diferentes con los cuales colaborar.

Con estilos en cuanto al trazo, la composición y la narrativa diferentes, Pekar siempre buscaba que sus artistas mantuvieran cierto realismo que se relacionara con el tipo de guión que tenían que dibujar. Desde un modo de dibujar más cartoony como el de Robert Crumb, que en sus propias maneras conserva el citado realismo, hasta trabajos con referencias fotográficas precisas como el de Gerry Shamray, American Splendor ha sido plasmada en las páginas de muchas maneras distintas lo cual es otro factor que enriquece a esta publicación.

Lejos de estar dibujado siempre igual, Pekar se nos aparece con un aspecto y entorno distinto según lo que se nos cuente: lo más cómico y divertido lo tiene Crumb, lo reflexivo Shamray o Sue Cavey, otros más habituales y costumbristas los dibujan Greg Budgett y Gary Dumm con un trazo intermedio entre ambos estilos, por citar algunos casos.

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En esta variación de artistas se aprecia la capacidad o falta de ella para trabajar con algunas piezas de textos extensas que solía escribir Pekar. Como ya se mencionó, Crumb nunca tuvo problemas con esto y todo lo realizado entre ambos es de muy bueno para arriba, de mejor calidad hasta en el rotulado (no en vano se recopilaron sus trabajos juntos en un tomo). Otros sufren más con estas cuestiones y sus dibujos no logran componer una historieta, sino más bien son ilustraciones que acompañan, lo cual en algunos casos puede funcionar pero no en todos.

Con el paso de los números y con la libertad que proporcionaba el guionista a los dibujantes para que se desenvuelvan, empiezan a verse recursos algo más experimentales en lo que respecta a enfoques, composiciones de páginas, entintado y demás, añadiendo aún más interés a la faz gráfica.

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Cuando pasa a Dark Horse Comics aparece la colaboración regular de Joe Sacco, quien ya hubiera estuviera publicando (sin éxito en aquel momento) su Palestina. Pekar y Sacco trabajaron principalmente en las tiras sobre jazz, las cuales publicaron también en la revista The Village Voice.

En Vertigo, desde el mismo Haspiel ya se nota una postura más relajada de parte de Pekar al respecto (o quizás no tenía poder sobre ello) y los dibujantes se alejan de la constante pretensión de realismo, con trazos más sueltos y estilizados nunca vistos antes en otros trabajos de American Splendor.

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Un último dibujante que merece una mención es Joseph Remnant, con quien trabajó en la novela gráfica Cleveland, realizando un trabajo de muy buena calidad que bebe de las varias influencias visuales que circularon por los guiones de Pekar.

Como datos curiosos en cuanto a los dibujantes es de mencionar las colaboraciones breves que aportaron Alan Moore y Chester Brown, que no por ser poco material deja de llamar la atención.

De la película

“Man looks wherever he can for hope”

La hemos mencionado en más de una ocasión ya a lo largo del texto, pero merece un poco más de atención por la importancia que tuvo en la vida y obra de Harvey Pekar y también por su calidad cinematográfica.

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Al saberse tratando con un cómic autobiográfico y las posibilidades que esto brinda, los realizadores del filme Shari Springer Berman y Robert Pulcini (directores y guionistas) juegan con el registro de documental combinado con el ficcionalizado, respetando el estilo realista de Pekar a lo largo de los años en su revista aún tomándose algunas licencias narrativas.

De esta manera, cuentan su vida adaptando al formato audiovisual lo que escribiera durante 30 años, presentando en ella todos los aspectos típicos de American Splendor: la vida cotidiana de trabajo, el jazz, la cultura norteamericana, la ciudad de Cleveland, sus relaciones con amigos, trabajos y esposas, su personalidad… Todo esto interpretado magistralmente por Paul Giamatti en el rol de Harvey y con apariciones del verdadero Harvey, y otras personas/personajes reales, así como dibujos del cómic, como no podía ser de otra manera.

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Y también era inevitable que esto no pasara por las viñetas, y así se realizó en un álbum especial titulado Our Movie Year presentando varios aspectos de la realización de la película, así como de las consecuencias y otras cuestiones relativas, incluyendo el regreso de Crumb a un cómic de Pekar después de años, con la vibra de siempre de American Splendor.

El filme recibió numerosos premios, entre los que destacan los del Festival Sundance y del Festival de Cannes, con excelente recepción de la crítica. Esto motivó a que fuera exhibido en cines de diversos países desde el año de su estreño en 2003 hasta entrado el 2005, para seguir su camino luego en la televisión por cable (el propio Pekar comenta en varias entrevistas que formaba parte de la programación habitual de HBO).

La difusión de la película contribuyó enormemente al reconocimiento de Pekar y de su trabajo en American Splendor, a nivel nacional e internacional. Antes de su paso por el cine, si no era por conocer la obra de Crumb en cierta profundidad era difícil estar al tanto de su existencia. Hoy en día, acceder a su obra es mucho más sencillo.

De cómo conseguirlo

«It makes you feel good to know that there’s other people afflicted like you»

Y precisamente eso vamos a comentar a continuación, porque todo esto sería en vano si no se facilitaran datos de cómo leer el trabajo de Harvey Pekar. A pesar de que no escribió una enorme cantidad de cómics y de que la fama que le proporcionó el cine facilitó la cuestión, no es simple hacerse con la totalidad de las obras de Pekar. De hecho, nunca ha habido una reedición integral de American Splendor.

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Por fortuna, existe algo muy parecido a una recopilación total. Recientemente Ediciones La Cúpula publicó una antología comprensiva de las revistas, desde su #1 hasta lo publicado por Dark Horse Comics más contenido de Our Movie Year. Este sello hace algunos años atrás también publicó el tomo dedicado a Pekar y Crumb en el volumen 12 de las Obras Completas de este último.

Lo que fuera editado por Vertigo también puede conseguirse en español, pero corrió por cuenta de Planeta DeAgostini sello que editó El Derrotista y el primer volumen titulado Otro Día Más.

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En cuanto a los trabajos posteriores, la misma La Cúpula cuenta con la edición de Macedonia, 451 Editores se hizo cargo de The Beats y Gallo Nero de Cleveland. Esta última también cuenta con un libro que edita la entrevista de Gary Groth con Pekar, bajo el título Tolstói era un charlatán.

Legado

“The more good stuff that’s produced, the more intelligent readers you’re going to have out”.

Harvey Pekar no era una persona perfecta ni tampoco pretendía serlo. Pero sus años de trabajo nos dejan mucho de lo cual aprender.

El legado de Harvey Pekar es grande. Considerado el iniciador del cómic autobiográfico cotidiano, se propuso hacer cómics de una manera diferente a como se hacía en su época y lo consiguió. En el camino no sólo creó una revista que pasó a la historia sino que también influenció a otros autores para seguir un camino similar. Por citar un caso, siempre impulsaba y promocionaba a Joe Sacco quien finalmente está obteniendo el reconocimiento merecido.

Además, mediante sus cómics dejó un testimonio que se puede utilizar para conocer la cultura de los Estados Unidos y de Cleveland en particular en muchos aspectos; sociales, políticos, económicos… En este sentido, también ofrece desde sus páginas un compendio del pensamiento de un hombre de clase trabajadora con sus problemas e inquietudes por hacer algo más que trabajar para sobrevivir hasta la muerte.

Plasmando sus pensamientos y observaciones en medio de sus historias de la vida cotidiana, consiguió (con el tiempo, la difusión, las tecnologías) el reconocimiento que buscara siempre: que se hable de él y de su trabajo.

Y por si no bastara, volviendo a los cómics propiamente, con American Splendor también nos deja enseñanzas sobre la producción de comics autogestiva e independiente, que (siempre y cuando lo merezca) necesita de todo el apoyo de la difusión que sea posible. Para que crezcan los autores nuevos y lleguen a nuevos lectores, precisan del boca a boca, de los espacios como esta web y de los medios que se ocupen de ello. Y todo ello con la moraleja de que más tarde o más temprano el tiempo y el esfuerzo se reditúa.

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Raúl López
Admin
5 octubre, 2014 9:54

Vaya maravilla de master class q nos has regalado de una figura a la q esta la fecha no me había acercado y que gracias a tu texto a buen seguro q lo haré en breve. Una maravilla.

Sputnik
Sputnik
Lector
5 octubre, 2014 17:30

¡Muy buen artículo, Mariano! A mí con Pekar me pasa esa cosa de que lo respeto más de lo que me gusta. Cuando es bueno, es Brutalmente Bueno, y otras veces me deja bastante frío. Sin embargo su forma tan honesta y libre de prejuicios de aproximarse al medio, y las contribuciones impagables que hizo al mismo como resultado de esa honestidad, son lo que para mí lo convierten en un Puto Gigante.
Y una vez intenté hacerle un homenaje. Galician Splendor. Es como intentar calcar la letra de Dios.

Tronak el Karbaro
Tronak el Karbaro
Lector
5 octubre, 2014 19:40

No sé, seguro que son cojonudos, pero dado que son autobiográficos y supongo que costumbristas, ¿no perderemos un montón de referencias al leerlos?

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
6 octubre, 2014 11:12

Enorme artículo, Mariano.
Y, al menos en mi caso, necesario, ya que no conozco la obra de este autor.

No puedes verlo, pero llevo dándome de cabezazos contra la pared desde que acabé de leer el artículo por no haberme hecho con los tomos de la antología publicados por La Cúpula. Con la de veces que los he tenido en las manos.

Afalxp
Lector
7 octubre, 2014 14:47

Gran articulo, y esta obra se lo merece, en lo personal solo conozco los primeros15 números y son increíbles, sin duda una de las razones del por qué el cómics alternativo prendió tanto en los 80s.
Ahora, que la deuda esta pagada en esta web para con tan monumental obra, aprovecho para reclamar/sugerir (si se me permite) que se haga algo parecido con «Concrete», » Cerebrus» y por sobre todo con «love and rockets» tres obras que amo y que aun no tiene la suficiente atención por estos lados.
Que no se tome a mal y comentario, gran trabajo. Muchas felicidades.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
7 octubre, 2014 15:05

Con Concrete ya se hizo no hace tanto:

https://www.zonanegativa.com/concrete-no-01-07/

Pero me uno a lo de Cerebus y Love & Rockets.