Capitán América y Bucky

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Edición original: Marvel Comics – diciembre 2011 – mayo 2012
Edición España: Panini Comics – noviembre 2012
Guión: Ed Brubaker, James Asmus, Marc Andreyko
Dibujo: Chris Samnee, Francesco Francavilla
Entintado: Chris Samnee, Francesco Francavilla
Color: Bettie Bretweiser
Portada: Ed Mc Guiness
Precio: 15 euros (tomo de la línea 100% Marvel de 192 páginas)

 

La larga etapa de Ed Brubaker al frente del Capitán América toca a su fin, en el marco de una multiplicación de su presencia en el mercado que solamente puede explicarse por sus recientes devaneos cinematográficos. Durante ocho años, casi nueve, don Ed ha revitalizado una serie que no contaba con un guionista con la estabilidad necesaria para hacer planes a largo plazo desde los días de Mark Gruenwald y que contó en ese intervalo de tiempo con relanzamientos que, por diversos motivos, o bien acabaron en fracaso (como el de Marvel Knights) o bien se malograron por causas ajenas a la voluntad de sus artífices (como los de Mark Waid). Brubaker ha jugado con las piezas principales del universo del abanderado para dar una versión acorde con su visión, más próxima a las películas de espías de alto nivel que al colorido mundo de los empijamados. Quizá cuando haya que ver todo su trabajo con perspectiva una de sus aportaciones más especiales y polémicas haya sido la recuperación de James Buchanan “Bucky” Barnes.

Bucky era en origen para el Capi lo que Robin era en un principio para Batman. Un joven compañero al que tutelar, enseñar y rescatar cuando se metía en líos, de ahí que no fueran pocos los que se referían a ambos compañeretes como “el inútil de”. Brubaker empezó contándonos que la imagen fresca y alegre del enano saltarín que acompañaba al majestuoso cabeza alada no era más que propaganda bélica y que en realidad el muchacho se encargaba de hacer ese trabajo sucio que en tiempos de guerra era necesario ejecutar. Su salvación –contradictoria con todo el uso que se había hecho del personaje en cuarenta años- se establece bajo premisas similares a las del Capi, con la diferencia de que a Bucky no lo encontraron los Vengadores sino los soviéticos, los cuales le convirtieron en el Soldado de Invierno, su ejecutor más eficaz. El primer arco argumental del Capitán América de don Ed -¡qué lejano queda ya!- planteaba la recuperación del personaje, al cual el guionista reservaba un destino tan alto como pesado.

Las nuevas aventuras de Bucky –tanto bajo su encarnación de Soldado de Invierno como vistiendo los colores del Capitán América- son sobradamente conocidas, bastando decir que han servido para poner al personaje en una posición bien cómoda dentro de la franquicia de las barras y estrellas. Jugadas parecidas las ha habido con el regreso de Sharon Carter (por obra y gracia de Waid y Garney) o de Norman Osborn (por obra y gracia de “vamos a ver cómo arreglamos el desaguisado del clon” sociedad comanditaria). Esta colección, que continúa la numeración del volumen más longevo de las aventuras del Capi (no entremos a valorar cómo se contabiliza esto, por favor) y vuelve a transitar por senderos conocidos en los que Brubaker, acompañado por Asmus y Andreyko a los guiones, cuenta su versión de los clásicos.

El tomo recopila los números en los que se nos vuelve a contar el origen del personaje y las causas de que, siendo tan jovenzuelo, ya vistiera uniforme. Se mantiene la idea de que era hijo de militar al que los camaradas de su padre decidían tutelar, pero se añade un elemento con el que don Bru ya había trabajado desde inicio: Bucky contaba con un talento natural para el combate cuerpo a cuerpo y demás artes murcianas, de modo que en un escenario pre-bélico el ejército estadounidense decidió aprovechar esa virtud. Podemos tomar esto como una revisión que sustituye el origen contado por Fabian Nicieza y Kevin Maguire hace veinte años en Centinela de la libertad, una serie limitada que bien podría reeditarse y que mostraba una historia bastante distinta pero igualmente válida. Volvemos a asistir al encuentro entre los que después serán inseparables camaradas, así como a la reunión con los Invasores y a las relaciones con Toro –un chico de su edad- y con los pesos pesados como la Antorcha Humana o el arrogante Namor. Brubaker pasa olímpicamente del modelo de alegre “pim, pam, sock, tomá guacho” con que se solía reflejar el teatro europeo de operaciones y abofetea a James con la dureza inherente a un conflicto bélico: el trauma que supone arrebatar la primera vida, la visión de los campos de exterminio. Barnes no será más el alegre y dicharachero Bucky.

Lápiz y tinta para la serie. Fuente: Marvel Comics
Lápiz y tinta para la serie. Fuente: Marvel Comics

Luego tenemos otro episodio en el que volvemos a ver su conversión en el Soldado de Invierno, el origen de su relación con una Viuda Negra que todavía lleva el modelito estilo “Boris y Natasha” de sus primeros días y el progresivo deterioro de su programación mental. En una rápida revisión de su recuperación por obra y gracia de un cubo cósmico nos encontramos con el James actual, dispuesto a encontrar su lugar en el mundo y a rehacer su vida. Para ello se lleva a cabo un ejercicio que los lectores del Capi reconocerán a la primera: hacer que el personaje fuera de su tiempo se encuentre con viejos familiares y conocidos, provocando la consabida escena emotiva.

Los días del Soldado de Invierno. Fuente: Marvel Comics
Los días del Soldado de Invierno. Fuente: Marvel Comics

Ya en el presente tenemos otro de esos detalles que bien pueden congraciar a los autores con la afición veterana y es la recuperación de personajes y argumentos que provienen, bien de la edad dorada, bien de los oscuros días que siguieron al fin de ésta y duraron hasta los inicios de la edad de plata. Como ya hicieran Roy Thomas, Steve Englehart, Mark Gruenwald o J. M. DeMatteis, se cuenta una historia en la que entran en danza los antiguos Invasores –concretamente la Antorcha Humana- y alguno de los sustitutos del dúo abanderado original. En esta ocasión se saca del baúl de los recuerdos al segundo Bucky y a un personaje que ha sido la némesis habitual en este tipo de reencuentros como es Adam II, el segundo androide creado por Phineas Horton. Las raíces de la historia se asientan profundamente en la historia de Marvel, aunque hay que reconocer que algunos de los giros se ven venir desde bien lejos. Un poco de nostalgia y de reconocimiento de que “usted también contribuyó a ganar la guerra, soldado” y a otra cosa mariposa, aunque el rollo de los robots intentando dominar el mundo y sustituir a la especie de humana tendrá continuidad próximamente.

En lo que al dibujo se refiere hay que reconocer que tanto Samnee como Francavilla desarrollan un trabajo más que adecuado, aunque personalmente me decanto más por la labor del primero que por la de segundo. Cuestión de gustos, terminada la cual solo queda recomendar este cómic a quienes disfruten con el trabajo de Bru con Bucky y quieren apurar las últimas entregas del mismo.

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Eme A
Lector
31 diciembre, 2012 14:17

 Mi opinión en plan telegrama: la primera parte, la del pasado de Bucky, mola bastante (sí, se carga el origen de Bucky establecido por Kirby y Simon, pero era tan idiota que no importa en absoluto). Igualmente disfrutable es el episodio con la Viuda. La última parte, la ambientada en el presente con el segundo Bucky anciano, es totalmente prescindible

Gerardo
Gerardo
Lector
31 diciembre, 2012 15:27

 A mí me gustaba el origen de Bucky y su vinculación paternal con Rick Jones que insinuaba Peter David, pero parece que no le dejaron seguir adelante con el tema…

Ocioso
Ocioso
Lector
31 diciembre, 2012 15:43

Si no me equivoco después de lo publicado en este tomo solo quedan tres números con Bucky antes de empezar con Hawkeye. ¿El próximo tomo va a ser un Two in one?

Ocioso
Ocioso
Lector
31 diciembre, 2012 15:57

Posible error o malentendido. Según la web de Panini el tomo contiene toda la etapa, pero la entradilla en la página de inicio de ZN habla de los seis primeros números.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
31 diciembre, 2012 17:01

A mí me ha gustado; si bien es cierto que el segundo arco baja bastante en relación al primero. Y todo lo que Brubaker ha hecho con el personaje de Bucky Barnes se merece un aplauso. Bueno, toda su etapa en Capitán América lo merece. 

TON-EL
TON-EL
Lector
31 diciembre, 2012 17:18

Coincido en que el segundo arco baja el nivel pero a nivel gráfico se mantiene. Creo que supone un buen broche de oro a la etapa de Brubaker al frente de Capi, casí diría que estás historias hubieran merecido aparecer en la colección regular mas que las que estamos leyendo.

Eme A
Lector
31 diciembre, 2012 18:00

La serie se llamó Captain America a secas hasta el nº619 (lo sacó Panini en grapa). En ese punto empieza otra serie Captain America desde el nº1 (actual grapa Panini) y la serie antigua se convierte en la colección de «team-ups» del Capi: se llamó Captain America & Bucky del 620 al 628 (lo recopila todo Panini todo en este tomo, lo confirmo), Captain America & Hawkeye del 629 al 632 (todavía inédito en España) y luego & Iron Man, & Namor, & Black Widow…

Atapuerca
Atapuerca
Lector
31 diciembre, 2012 18:17

Así qué Bucky tiene un don natural para las «artes murcianas«. Si es que desde los cartagineses los de esa región son máquinas de matar.