Bestiarius 1

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Edición original:Tojushi Bestiarius VOL.1, Shogakukan 2011.
Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2015.
Guión:Masasumi Kakizaki.
Dibujo:Masasumi Kakizaki.
Formato:Tomo manga rústica con sobrecubierta 200 páginas.
Precio:8€.

 

En muchas ocasiones cuando nos ponemos delante de un manga, cómic, novela gráfica, tebeo o cómo prefiera llamarlo el lector, ponemos demasiado énfasis y atención en la trama, intentando encadenar unos hechos, creciendo junto a los personajes y asombrándonos con cada giro de guión. Y con ello olvidamos, o tenemos menos en cuenta, que entre las manos tenemos un producto artístico, una verdadera obra de arte elaborada por alguno de los más dotados dibujantes del planeta. Ese olvido es complicado que se produzca en alguna de las obras de Masasumi Kakizaki, un autor que pone su talento al servicio del espectáculo artístico que son sus obras. Y Bestiarius, el manga del que hablamos hoy, no es ninguna excepción.

Comencemos hablando del autor. Masasumi Kakizaki (Monbetsu, Hokkaidō, 1978) era hasta hace relativamente poco un autor no demasiado popular en nuestro país, si bien había cosechado un gran éxito en países como Francia, Alemania o Italia. Uno de los puntos fuertes para ello ha sido no solo el cuidado e hiperdetallado estilo de dibujo, sino más bien el aire occidental que destilan todas sus obras, sumado al toque exótico oriental que imprime a sus diseños. Es posiblemente uno de los autores con un estilo más reconocible de los últimos años, toda una marca personal.

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Kakizaki debuta en el mundillo manga en el año 2001 con una historia corta titulada Two Tops, para luego dar el salto a la serialización haciendo dupla con Kentaro Fumitsuki (pseudónimo de Kyōichi Nanatsuki, autor de Area D) con X-Gene (2002, publicada recientemente por Milky Way). En 2003 y con George Abe al mando del guión, publica Rainbow: Nisha Rokubō no Shichinin (Rainbow, los siete de la celda 6 bloque 2 en la edición española de Norma Editorial) la obra que le da a conocer como mangaka. La serie tendría un pequeño parón en el año 2008, antes de su finalización en 2010, momento que Kakizaki aprovecharía para crear Kansen Rettō (2009), un tomo único que supone su, por el momento, única adaptación al live action bajo el nombre de Pandemic. Este tomo único es el único, junto a su primeria historia corta, que aun no se ha editado en España, lo que da una dimensión del gran éxito del autor en nuestro país, que llegó incluso a visitar con motivo del Expomanga 2016 de Madrid.

Tras un breve descanso tras la finalización de Rainbow, Kakizaki dio a luz el que a la postre sería su primer manga editado por Milky Way: el tomo único de terror Hideout (2010). Tras este, un año más tarde, el mangaka se pondría manos a la obra con dos títulos simultáneos, el que hoy nos ocupa, Bestiarius (2011 y aun en serialización) y Green Blood, su gran western que finalizó en el año 2013, ambos de nuevo publicados por Milky Way Ediciones. Como vemos una carrera bastante prolífica para un autor de su generación y, sobre todo, bastante variada en cuanto a temáticas. Ya ahondaremos en ese aspecto a lo largo de las reseñas, pero es más que evidente la fascinación de Kakizaki por el cine y la literatura occidental, algo que plasma en toda su obra.

Entrando ya en materia de reseña, vamos a hablar de Bestiarius. Partimos de la base de que es un manga con una temática no demasiado extendida en el mundo del cómic japonés como es la Antigua Roma, pero que sin embargo ha tenido recientes y exitosas incursiones como el aclamado manga Thermae Romae de Mari Yamazaki (publicado por Norma Editorial y de cuyo primer volumen podéis leer una breve reseña aquí). No obstante, Kakizaki da una vuelta de tuerca al genéro incluyendo elementos fantasiosos que mezcla con gran acierto con el mundo romano, y específicamente, con el de los gladiadores.

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Un bestiario, históricamente hablando, es una figura que existía en la realidad de la Antigua Roma. Era un gladiador especializado en combates contra bestias y uno de los elementos más cotizados en los combates de las arenas. Por ello no solo los esclavos formaban parte de este grupo (teniendo en cuenta además que cuando lo hacían eran más carne de cañón que otra cosa) sino que también hijos de patricios, la clase noble de Roma, y ciudadanos libres ejercían esta profesión por la fama y el dinero que reportaba. En el caso real hablamos de los clásicos combates que hemos visto muchas veces en películas contra leones, tigres, elefantes… Una excentricidad de los dirigentes romanos, siempre dados a la megalomanía en cuestión de espectáculos. Sin embargo Kakizaki sabe coger esta temática e introducir una serie de bestias que dan el equilibrio entre mundo real y mundo manga. Así, en Bestiarius veremos un breve reflejo de la vida de los gladiadores romanos, salpimentado con combates con guivernos, mantícoras, minotauros, orcos… Todo un desfile del monstruo al servicio de la fantasía y el espectáculo visual.

Bestiarius tiene una estructura y un ritmo bastante particular, sobre todo en este primer volumen. Si bien parece estar compuesto por capítulos autoconclusivos o que como mucho tienen una continuidad que finaliza en ese mismo tomo, tiene algunos puntos que conectan unas historias con otras, tanto a nivel personajes como a nivel temático, pero demasiado inconexos y forzados. En este primer tomo encontramos dos grandes historias divididas en dos partes, ocupando 2 capítulos la primera y los 4 restantes la segunda. El guión nunca ha sido el punto fuerte de Kakizaki y eso se nota, ya que la historia está llena de clichés y narrativa sencilla, aunque efectiva a la hora de entretener y permitirle dar rienda suelta a su creatividad artística.

La primera historia que encontramos en el tomo comienza con una carga de la legión romana en el Valle de Hebden, Albion (la isla de Gran Bretaña) en el año 70 d. C. Con una épica puesta en escena vemos caer a algunos de los soldados romanos ante la defensa imparable de los guivernos, una suerte de dragones que ocupan la región. El líder de estos, Durandal, derriba a uno de los caudillos rivales y tiene una breve conversación con él antes de matarlo, en la que la bestia pregunta el porqué de los ataques a su pueblo, a lo que el rival solo alcanza a contestarle con su último aliento que si alguna vez se topa con su hijo Finn le diga que murió con orgullo. Años más tarde, en el 85 d. C. nos encontramos ya en pleno Imperio Romano, donde Finn se ha hecho mayor y es uno de los bestiarios más aclamados de la arena. Durante todos estos años ha estado esclavizado con el propio Durandal, que se ha encargado de cuidarle, entrenarle y educarle, hasta el punto de que el chico le considera una figura paternal.

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El éxito y la fama que cosecha Finn y el odio que profesa a las bestias se hacen insoportables para el emperador Domiciano, que en un ataque de envidia y malicia precipita un combate entre el chico y el guiverno. Ninguno de los dos lucharía en condiciones normales contra el otro, pero Domiciano usa sus cartas a su favor. Por un lado chantajea a Durandal, amenazando con matar a los dos si no acepta la lucha; por el otro revela a Finn que el guiverno fue el causante de la muerte de su padre. Esto desencadena la pelea brutal entre ambos, pero hay un vínculo que el emperador no tiene en cuenta y es la fuerza de la familia. Durandal y Finn aprovechan la batalla y el desconcierto para escapar de la arena y volar hasta Albion, donde se fortifican y viven como proscritos, rechazando día tras días los ataques romanos pero en libertad.

Tras esta primera historia nos retrotraemos unos años antes, al 58 d. C. Los romanos siguen expandiendo su imperio y las bestias suponen la última gran amenaza para sus fronteras. Por ello los caudillos del ejército se dedican a rastrear con sus tropas los lugares en los que viven para aniquilarlos. Uno de estos lugares es Creta, la isla griega que acoge el laberinto de los minotauros. Allí el centurión Sextus lleva a cabo un genocidio en toda regla, asesinando a todas las criaturas mitológicas que viven en la zona y dejando únicamente vivos y esclavizados a un pequeño minotauro llamado Taros y a su “hermano pequeño” Zeno, un humano al que la gente de Creta había ofrecido a modo de sacrificio a los monstruos, que sin embargo lo habían acogido como uno de los suyos.

Estas viñetas de introducción dan lugar a un salto temporal al año 73 d. C (casualmente pasan los mismos 15 años entre la introducción y el grueso de la historia en ambos arcos del tomo), donde vemos a Zeno convertido en un gladiador de éxito y Taros siendo el cocinero de la compañía. Ambos hermanos son uña y carne, pese a ser de diferentes especies, y Zeno lucha para conseguir el dinero necesario para liberar a los dos, ya que Taros, pese a su fiero aspecto, es demasiado inocente y de buen corazón como para enfrentarse a los horrores de la arena. La trama gira de nuevo al aparecer un miembro de las altas esferas romanas, en este caso Ariadna, la esposa del senador Claticus. La mujer se encapricha de Zeno y prepara un combate para que se libere y ponerle a su servicio, engañando al chico con la liberación de su hermano.

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El muchacho, una vez liberado, pasa a formar parte de la guardia personal de Ariadna, con la esperanza de que su hermano Taros se libere pronto. Pero a Taros le han jugado una treta similar a la de Durandal en la primera historia, y consiguen hacerle creer que es una carga para su hermano y que lo mejor es que se separe de él. Por ello acepta participar en una recreación de la batalla del inicio del capítulo, en la que el laberinto de Creta era arrasado, luchando mano a mano con el centurión Sextus, como hizo su padre. Ante la amenaza a la vida de su hermano, que pretende bajar a la arena a ayudarle, Taros saca fuerzas de flaqueza y derrota a Sextus, aunque solo para ver cómo un centenar de legionarios se une al combate. Herido y solo, superado en número, Taros parece aceptar su destino… hasta que Zeno repudia la ayuda y el estatus que le promete Ariadne, considerando más importante la familia. El capítulo termina con Durandal, que ya estaba preso en esa zona, ayudando a ambos hermanos a huir y volviendo al mismo tiempo que un Finn pequeño hace acto de presencia por primera vez, cerrando el tomo.

Como vemos, el grueso de la trama no deja de ser una agrupación de clichés de otras historias de fantasía épica, con una conexión forzada entre ambas con la aparición de Durandal y un breve cameo del emperador Domiciano, como máximo gobernante en la primera historia y como futuro emperador en la segunda. Una aparición algo extraña porque, si en la segunda historia es capaz de liberarse solo, sin aparente dificultad y dejar que huyan Zeno y Taros, no es muy entendible que luego vuelva al cautiverio por propia voluntad. La explicación que se da al hecho es que Finn, el niño al que juró proteger, llega a la arena en ese momento pero, ¿por qué no liberar al niño también en lugar de condenarle a una vida de combates a vida o muerte? Una conexión muy cogida por los pelos que confunde al lector más que ayudar a dar coherencia a la obra.

En realidad, el elemento conector evidente en este primer volumen, y que ya veremos a lo largo del resto de la serie, es la temática y los conceptos. Lo más evidente que vemos que aparece en ambas historias es la ambientación y los combates. Realmente ambas tramas tienen incluso un desarrollo similar, con un primer flashback que explica como los protagonistas acabaron esclavizados, un nudo en el que luchan por su libertad y un desenlace en el que logran su objetivo, con el mismo Deus ex Machina que supone la acción de Durandal. Pero si rascamos un poco, vemos que el hilo que guía toda la trama es la amistad, la familia y el honor en el caso de los protagonistas, y la envidia, el ansia de poder y el sadismo en los antagonistas. Vemos por tanto un canto a la importancia de tener gente a tu lado, a no prejuzgar por las apariencias y la importancia del trabajo duro y confiar en que el destino, al final, pone a cada cual en su sitio. Todo ello provoca sin embargo una gran superficialidad en toda la obra, pese a tratar conceptos que pudieran tener una carga más profunda. Los personajes son todos blancos y negros, no hay grises ni apenas evolución, son meros arquetipos, lo que provoca que la lectura se vuelva automática. No aburre, porque el espectáculo al que asistimos es abrumador y muy dinámico, pero no hay lugar para la sorpresa. En cuanto empezamos el capítulo ya sabemos cuál es el destino de todos los participantes. A esto tampoco ayuda la clara inspiración del autor en grandes obras del cine, como en este caso Gladiator, que si bien ayuda a la hora de ambientar, no nos quita la sensación de omnisciencia que el lector tiene en todo momento.

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La verdadera valía de Bestiarius la encontramos en el apartado artístico, como no podía ser de otro modo en Kakizaki. El mangaka utiliza su estilo único para deslumbrar al lector con una galería de claroscuros, difuminados, entintados y entramados que son puro espectáculo visual. Además, el estilo cinematográfico de la composición de escenas y el dinamismo del trazo y la línea son ideales para la temática, dotando a los combates de una identidad y una crudeza únicas. El diseño de los personajes es realmente genial, con unos rasgos orientales y unas proporciones típicas del manga (shônen en este caso) que contrastan con lo occidental del resto de la composición. Al disfrute de todo ello ayuda la fantástica edición de Milky Way, de una enorme calidad que se aprecia desde la cubierta y sobrecubierta, con las filigranas doradas, uso del color y materiales. En ese aspecto Kakizaki es un autor curioso, que gracias a su buen hacer a la hora de componer las viñetas y splash pages, provoca que a su dibujo le siente tan bien el color como el blanco y negro.

Bestiarius es una obra difícil de digerir debido sobre todo al aspecto del guión y su ritmo y estructura desorganizada. Vale mucho la pena acercarse a este manga solo por el placer de disfrutar del arte de Kakizaki, de lo mejor que podemos encontrar a día de hoy. Pero como suele ocurrirle a este mangaka, la historia hace bajar muchos enteros a un título que, con algo más de esmero a la hora de qué presentar y cómo presentárselo al lector, tendría un interés mucho mayor. Cuenta el autor al final que la idea del manga surgió de manera improvisada, que quería simplemente hacer algo dentro de la demografía shônen y la temática y la composición aparecieron de forma impulsiva, con un proceso de creación corto e intenso. Esto se nota mucho en la obra, quedando bastante coja a nivel argumental, algo que se irá subsanando un poco en el resto de tomos pero que será la gran mancha de un manga por otra parte intachable.

  Edición original:Tojushi Bestiarius VOL.1, Shogakukan 2011. Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2015. Guión:Masasumi Kakizaki. Dibujo:Masasumi Kakizaki. Formato:Tomo manga rústica con sobrecubierta 200 páginas. Precio:8€.   En muchas ocasiones cuando nos ponemos delante de un manga, cómic, novela gráfica, tebeo o cómo prefiera llamarlo el lector, ponemos demasiado énfasis…

Valoración Final

Guión - 6
Dibujo - 9
Interés - 7

7.3

Primer tomo de Bestiarius. Un par de historias cortas con un dibujo soberbio y muy entretenidas escenas de peleas, pero que flojea en la historia.

Vosotros puntuáis: 8.56 ( 9 votos)
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David
David
6 mayo, 2017 14:15

De este autor he leído «Hideout» y… coincido con la opinión del artículo: dibujo excelente pero guión flojo y con clichés, una pena pues este autor ofrece unas splash-pages brutales y un manejo de sombras muy bueno. Por eso yo no me atrevo a leer más obras de él. Temo encontrarme con otro guion flojo