Basura

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1954
 


Edición original: Trashed, 2015, Abraham Harris.
Edición nacional / España: Basura, Colección Sillón Orejero, octubre 2016, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo y tinta: Derf Backderf.
Formato: 240 páginas a bitono editadas en rústica.
Precio: 20 €.

 

Basura funciona como panfleto acusador y lo hace a través de un humor cáustico y doloroso. Basura es tremendamente didáctico, no cabe duda. Y solo por la labor informativa del autor, que no sólo se ha documentado hasta la saciedad sino que dedica páginas a explicar el proceso de recogida y almacenamiento de los desperdicios, el tebeo bien podría leerse en las aulas del país.
Lo que viene a constatar Backderf, nuevamente interesado en las cloacas, esta vez reales, de la sociedad, es que somos una civilización abocada a la extinción. O cuanto menos nos la merecemos. La sociedad de la obsolescencia programada, del usar y tirar, del consumo exacerbado, ha acabado teniendo la conciencia hecha del mismo plástico que lanza al mar en toneladas.
Para eso, Backderf se encarga de describir la labor profesional de un grupo de jóvenes basureros, cuyo primer contacto con el mundo laboral consistirá en hacer desaparecer los detritus de los demás. Todo el recorrido de su jornada es explicado a través de anécdotas, más o menos divertidas más, o menos escatológicas, sobre las costumbres del norteamericano medio respecto a sus basuras. Backderf no se corta y explica con profusión cómo se comporta el residuo con el calor abrasador del verano o el frío helador del invierno y por supuesto, narra como encargarse de estos desechos afectan a la moral y la salud de estos jóvenes. Nunca los juzga, desde luego, pues Backderf descubre en el epílogo que él mismo trabajó como basurero en su juventud y que mucho de lo aquí plasmado está sacado de sus propios recuerdos o de todo aquello que escuchó en boca de sus compañeros. Hay momentos para la carcajada, a través de situaciones de bochorno y tensión, pero sobretodo hay dos elementos que picotean como esenciales en la trama, la denuncia social hacia la clase dirigente y la constatación del fracaso moral de la sociedad de consumo. Para lo primero se enfoca en la diferencia de clases existente no solo en lo evidente, esto es, el modo de tirar la basura de quien tiene a quien no, sino en la manera en la que la élite, aquellos que mandan, aquellos que hacen dolorosa ostentación de su gusto por el nepotismo, dirigen a los que tienen por debajo, aquellos que para pagarse la universidad o por el mero hecho de sobrevivir, no les queda otra que aceptar trabajos que en esta sociedad de castas encubiertas, nadie querría para sí. Una sociedad que te juzga no por tu calidad profesional sino por tu puesto, te empujará a la cloaca social siempre que te ganes el dinero en los servicios más bajos, cuando olvidan, claro, que si estos no hacen su trabajo, tú no puedes hacer el tuyo. Backderf mete el dedo en la llaga sobre la incompetencia laboral de los cargos dirigentes, elegidos a dedo, vagos por naturaleza y disconformes siempre con su puesto, a pesar de no haber luchado jamás por llegar a él. Y claro, la manera que han aprendido para disipar su ansiedad es apretando a quienes tengan más abajo. Por supuesto, nuestros protagonistas, últimos en el escalafón, sufrirán toda la desidia de sus superiores. Pero se vengarán en cuanto puedan. O cuanto menos, lo intentarán.

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Lo del fracaso de la sociedad de consumo se hace evidente cuando se explica, muy claramente, por cierto, qué se hace con las basuras y el negocio que esto supone. En resumen, Backderf viene a decir que el proceso, por lo menos en los setenta cuando transcurre la acción del libro, era inútil y peligroso. Y casi peor, no parecía tener solución pues obedecía a parámetros económicos que dejaban grandes beneficios a multitud de empresas vinculadas con los ayuntamientos. De modo que de donde se saca dinero, no hay lugar a conciencias limpias. Y mientras, claro, generando un problema que tardará siglos en descomponerse y cuyo resultado supone una catástrofe ecológica letal. El siglo XX, que llegó cargado de innovaciones, un salto tecnológico sin igual, quizá contenga el código fuente para la extinción.

Todo el camino, desde que el individuo tira su bolsa hasta que esta llega hasta el vertedero es narrado por Backderf con detalle. Esto es didáctico, nunca un rollo, ya que, el autor es lo suficientemente listo como humanizar la narración a través de las múltiples anécdotas que viven sus protagonistas. Y también hay muchas risas, claro, a través de episodios como las venganzas de los basureros hacia los vecinos más maleducados o todas aquellos episodios por los que deambula el encargado del cementerio local, una suerte de redneck sibarita, de dudoso gusto y moral atolondrada, que protagoniza los momentos más hilarantes y que supone el contrapunto cómico a la tendencia pesimista de los demás.

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Hasta aquí todo bien, un argumento y unos personajes que toman las riendas de la narración con interés. Lástima que el dibujo no acompañe. Backderf despliega un estilo de trazo fancinero, de caricatura barata que si bien no viene mal con el tono de lo narrado, deja que desear en muchas ocasiones, otorgando un aspecto barato al conjunto. Esto, para algunos lectores podrá suponer, no obstante, una seña de identidad, pero a servidor, algunas viñetas le resultan algo dolorosas. Eso no quita para que el tebeo pueda ser disfrutado. Pero un dibujo más certero no hubiera venido mal.

  Edición original: Trashed, 2015, Abraham Harris. Edición nacional / España: Basura, Colección Sillón Orejero, octubre 2016, Astiberri Ediciones. Guión, dibujo y tinta: Derf Backderf. Formato: 240 páginas a bitono editadas en rústica. Precio: 20 €.   Basura funciona como panfleto acusador y lo hace a través de un humor…
Guión - 7
Dibujo - 5
Interés - 7

6.3

Muy didáctico

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