Baltimore 4: La capilla de los huesos

 

Edición original: Baltimore: Infernal Train #’s 1-3 y Baltimore: Chapel of bones #’s 1 y 2 USA (Dark Horse).
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guión: Mike Mignola, Christopher Golden.
Dibujo: Ben Stenbeck.
Color: Dave Stewart.
Formato: Libro rústica, 144 páginas.
Precio: 16,50 €.

 

Reconozco que hasta hace apenas un mes y medio no me había puesto con Baltimore. Me pasa a menudo: hay series que están ahí, que asumes que su calidad será media tirando a alta y que dejas pasar por estar al tanto de otras cosas. Y un día, te pones a leerla y disfrutas de un tebeo como no hacía tiempo. Me ha pasado exactamente lo mismo casi simultáneamente con Atomic Robo y, claro, uno se siente un tanto idiota al descubrir a estas alturas sus bondades, que ya son hoy por hoy common knowledge para muchos lectores.

El caso es que más vale tarde que nunca, y aquí estamos, dispuestos a reseñar el cuarto tomo de una de las nuevas series favoritas de uno, aparecido hace ya algunos meses. En él están incluidas dos miniseries USA, El tren infernal y Capilla de los huesos, y podremos asistir a cómo la premisa original de la serie culmina. Recapitulemos: Lord Henry Baltimore es una aristócrata que una noche durante la primera guerra mundial sufre junto a su derrotado y moribundo pelotón el ataque de una bandada de murciélagos gigantes dispuestos a saciarse con la sangre de los vencidos. Baltimore decide vender caro su último hálito de vida y hiere en la cara al líder de estas criaturas, dejándole tuerto. Éste, conmocionado por el ataque de su presa, recupera sus recuerdos: él es Haigus, uno de los vampiros más poderosos, miembro de una especie que durante demasiado tiempo ha permanecido hibernada, en estado bestial, olvidando sus glorias pasadas. La ignominia que Baltimore ha infligido sobre su rostro le ha devuelto la capacidad de pensamiento y el ansia de venganza. Restituirá la oscura gloria de los suyos sobre el mundo de los humanos, y Henry Baltimore será aquel que sufra de forma más refinada.

Y vaya que si da pasos para conseguir sus objetivos: la plaga vampírica que asola Europa a partir de ese momento es de tales proporciones que la Primera Guerra Mundial termina abruptamente, sin vencedores ni vencidos. No solo son los chupasangres los que aterrorizan por la noche a unos habitantes del viejo mundo que intentan infructuosamente vivir sus existencias con normalidad, sino que con su vuelta, el estado del terror resultante ha hecho despertar también a todo tipo de otras horribles criaturas que llevaban largo tiempo dormidas.

En ese escenario, Lord Baltimore recorre Europa cazando vampiros. Él es el mejor en ese oficio, pero no realiza sus tarea por altruismo, ansia de ayudar a sus congéneres o responsabilidad ante el horror que ha involuntariamente desatado en el mundo. No, lo único que le mueve es el ansia de venganza hacia Haiugus, que le ha arrebatado todo. Como un moderno capitán Acab con su pierna de madera y su arpón va siguiendo la pista del vampiro destruyendo a quienes se interponen en su camino.

Pero antes de que esta cacería culmine en Londres en la miniserie Capilla de los huesos, dado que el tomo contiene otra titulada el Tren infernal, haremos una parada en el Budapest de octubre de 1917. Allí Baltimore también tendrá otro encuentro al que llevábamos tiempo queriendo asisitir. Durante estos dos años de cacería, ha hecho otro enemigo, el padre Duvic, miembro de la inmisericorde Inquisición, resurgida con fuerza ante la abrumadora presencia de malignos seres sobrenaturales. El juego con Duvic está muy bien llevado, pues su fanatismo supera incluso al de Baltimore, perfilando al protagonista y precisando sus límites, dejándole así con cierta humanidad por comparación. Por otro lado, el uso del inquisidor da otros frutos aquí, al superponer el alcance de lo que es capaz de hacer por su fe con lo que el villano del arco argumental llega a hacer por la suya. Religiones opuestas, mismo grado de fanatismo e inhumanidad. Y de paso sabremos más sobre los vampiros, su cosmogonía y qué les mueve. Y de postre, el irónico destino de Duvic abre nuevas vías argumentales. Todo esto adornado con impecables escenas de acción en escenarios que a mí por lo menos se me antojan de atmósferas fascinantes y terroríficas, como la que se produce bajo la lluvia en el tren infernal en marcha que da título a la miniserie.

La Capilla de los huesos como tal, da comienzo en una taberna londinense en la que nos encontramos con una reunión de personas a las que Lord Baltimore ha dado cita para ser testigos del épico enfrentamiento final con su archienemigo Haigus.

Baltimore fue creado en una novela ilustrada (El soldadito de plomo y el vampiro, publicada también por Norma en nuestro país) frimada por Mike Mignola y Christopher Golden. Un tiempo después (como están a punto de hacer con Joe Golem) decidieron que el personaje diese el salto al cómic, publicando la serie con sus andanzas a través de Dark Horse, pero sin hacerla parte del llamado Mignolaverso en el que se enclavan Hellboy, AIDP, Bogavante Johnson o El Cazador de brujas. Comenzaron esta andadura en viñetas con la excelente miniserie Los barcos de la plaga, dejando el apartado gráfico en las muy competentes manos de Ben Stenbeck -que a pesar de recogerlas atmósferas típicas de Mignola sigue dejando ver su limpio y atractivo estilo- y del colorista de primera línea Dave Stewart. Y desde entonces, en los cuatro volúmenes editados en castellano hasta la fecha, no han bajado el nivel.

Destaca la valentía del equipo creativo al dar lo que se promete y no alargar más la búsqueda que da sentido a la serie mareando al personal y cayendo en decadencia. Y a cambio, se nos ofrece un cambio de status quo, una nueva y sorprendente propuesta de línea argumental central para la serie a partir de ahora recogiendo los flecos de lo contado hasta ahora. Y francamente señores, ha captado mi interés y renovado la pasión por este para mí descubrimiento reciente. Con ganas de leer aún más.