La Ville (II): Piel color miel

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Piel color miel
Autor: Jung
Rossell Còmics– 296 págs. – 22’95 €

Información proporcionada por la editorial



La biografía agridulce de un niño adoptado

JUNG, famoso dibujante de cómics, relata en esta conmovedora autobiografía qué supuso para él quedar huérfano a los 5 años en Corea y ser posteriormente adoptado por una familia belga. Recuerdos a veces tristes, a veces hilarantes de una infancia y adolescencia problemáticas que nos enseñan mucho de este artista… y de todos los niños adoptados en general.

Reseña


Piel color miel es un producto curioso, mestizo en el más puro sentido de la palabra por cuanto aúna elementos de tres tendencias distintas en lo que a tipologías de historieta se refiere.

Su autor es un coreano criado en Bélgica, tras ser adoptado siendo niño, que pasó buena parte de su adolescencia fascinado por la cultura nipona. La presente obra, autobiográfica, explica estas y otras cosas, constituyendo un raro cruce entre los grafismos habituales en Oriente y Occidente y las formas narrativas propias del cómic independiente, sea éste norteamericano o europeo. Aparte de esta circunstancia, no carente de cierto exotismo, el valor intrínseco de la propuesta autoral de Jung es dispar.

Su narrativa visual es, posiblemente, de lo mejor de este trabajo, puesto que sus personajes tienen una gran expresividad (la mayoría de las veces simpática, aunque con algunos conseguidos momentos de melancólico lirismo) y Jung encuentra a menudo ricas ilustraciones simbólicas que hacen bueno aquello de la imagen y las mil palabras. El aspecto gráfico adolece, no obstante, de una cierta parquedad en cuanto al retrato de escenarios, consecuente en determinados momentos con el espíritu de lo que se cuenta, pero otras veces a todas luces insuficiente para conjurar ciertas remembranzas emocionales en el lector.

De hecho, este es el principal problema de fondo de esta novela gráfica: su falta de contundencia a la hora de rematar dramáticamente los momentos más duros de la trama. Es éste un detalle querido por el autor para evitar caer en patetismos que le parecen inapropiados, y es por ello que le confiere un tono ligeramente desenfadado a todo el relato. Y, verdaderamente, ese optimismo pertinaz se nos aparece como un valor en la mayoría de ocasiones, al positivizar de forma jovial muchas de sus experiencias infantiles menos amables. Pero esa deseada (por el autor) desdramatización se vuelve en contra de la empatía lectora en otros momentos, sobre todo en su narración de la adolescencia o de la relación con su madre adoptiva, cuando Jung admite abiertamente las dificultades que estas realidades entrañaban, pero rehuye ahondar en ellas desde su dimensión más afectiva. Son estas las principales taras de una obra – por otro lado – interesante por su condición de testimonio didáctico de lo que supone saberse adoptado, inmerso en una sociedad que nos identifica como ajenos, y por los detalles que se dan de la historia de Corea y de las causas que motivaron que hubiera un masivo éxodo de niños de este país hacia Europa y Estados Unidos. Menos conseguido es todo lo que atañe a la experiencia interior del autor, como ya hemos insinuado, pero también en este apartado hay los suficientes aciertos – a veces muy importantes – como para que este libro merezca una recomendación y una lectura, globalmente grata por la sinceridad que desprende del testimonio del autor.

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Qwerty
Qwerty
4 marzo, 2009 13:36

Gracias por la reseña, pinta muy interesante.

curioso
curioso
Lector
4 marzo, 2009 17:24

eso, q reseñéis también obras menos conocidas o populares. asi puede q descubramos de vez en cuando obras q nos interesen.

Toni Boix
4 marzo, 2009 20:30

Gracias a ambos por vuestro interés.