El eternauta

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Edición original: El eternauta (Ediciones Record, 1993).
Edición nacional/ España: El eternauta (Norma Editorial, 2007).
Guión: H.G. Oesterheld.
Dibujo: Francisco Solano López.
Color: B/N.
Formato: Tomo.
Precio: 22€.

 

Un dolor íntimo aprieta el corazón cuando un creador cercano por sus obras se nos va de repente. A menudo no sabemos nada de su vida, siquiera pequeñas pinceladas de su biografía. Tal vez hayamos tenido el fugaz placer de saludarlo en alguna ocasión o verlo en alguna pantalla de vídeo. Pero sus personajes y sus historias han enriquecido nuestro mundo. No somos los mismos tras conocerlos. Y de esa gratitud nace la herida de la pérdida. El impacto es aún mayor si su vida es segada injustamente, su voz silenciada sin remedio por unas manos manchadas de sangre. Como Lorca. Como Lennon. Como Oesterheld.

Héctor Germán Oesterheld, el más grande guionista argentino de la historia, uno de los indiscutibles genios de la historieta mundial, nació en Buenos Aires el 23 de julio de 1919. De su fértil -más bien cabría decir: ubérrima- imaginación surgieron inolvidables creaciones como el Sargento Kirk, Ernie Pike, Ticonderoga, Sherlock Time, Mort Cinder o El Eternauta, junto a artistas de la talla de Francisco Solano López, Hugo Pratt o Alberto Breccia. Trabajó incansablemente. Fue guionista estrella, de esos pocos elegidos a quienes el lector escoge con indiferencia de su dibujante. Fundó su propia editorial, donde le acompañó el éxito, pero las triquiñuelas de la imprenta y la deserción de ilustradores (mejor pagados en el extranjero) le obligaron a cerrar. Vagando por nuevas publicaciones, siguió escribiendo, cada vez más preocupado por la difícil situación de Argentina. Una biografía del Che Guevara, elaborada con Alberto y Enrique Breccia en 1968, fue censurada y sus originales destruidos. Lejos de darse por avisado, las presiones le radicalizaron y llegó a ingresar en una agrupación guerrillera. La segunda parte de El eternauta, otra vez con Solano López, hubo de escribirla en la clandestinidad. El 27 de abril de 1977 fue secuestrado por la dictadura militar de su país, al igual que sus cuatro hijas. Nunca más se volvió a saber de ellos.

El Eternauta, serializado a lo largo de 106 capítulos en la revista Hora Cero entre 1957 y 1959, es la historia de Juan Salvo y unos pocos familiares y amigos, residentes circunstanciales bajo el mismo techo, que se ven sorprendidos por una misteriosa nevada fosforescente que aniquila toda vida que toca. Empieza así la lucha por la supervivencia, la búsqueda de respuestas y toda suerte de revelaciones inesperadas. El escritor confiesa en el prefacio la inspiración primera en Robinson Crusoe (Daniel Defoe, 1719), libro que le regalaron de chico y que le fascinó perdurablemente. “El Eternauta, inicialmente, fue mi versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, preso, no ya por el mar sino por la muerte. Tampoco el hombre solo de Robinson, sino el hombre con familia, con amigos. Por eso la partida de truco, por eso la pequeña familia que duerme en el chalet de Vicente López, ajena a la invasión que se viene. Ese fue el planteo. Lo demás… lo demás creció solo, como crece sola, creemos, la vida de cada día”. La premisa, en efecto, crece, se enriquece y afila a lo largo de 350 páginas imborrables, tocando con maestría numerosos palos. En primer lugar, El eternauta es un relato de ciencia ficción muy del gusto de los ’50, en radiante sintonía con producciones cinematográficas más o menos coetáneas como La humanidad en peligro (Them, 1954) o La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956); el lector avezado detectará también similitudes con Tropas del Espacio (Starship Troopers, 1959), pese a la diametral divergencia ideológica entre Oesterheld y Robert A. Heinlein (¿homenajea el escritor estadounidense al argentino en la destrucción de Buenos Aires?), así como ciertas (¿inevitables?) resonancias de Flash Gordon, que en 1951 había sido humanizado por Dan Barry, sustituyendo la exuberancia fantástica de Alex Raymond por un acercamiento más cientifista. Objetando las lógicas distancias, Juan Salvo podría ser una suerte de Flash Gordon retirado y felizmente casado con Dale Arden, donde Favalli hace las veces de profesor Zarkov. Las mencionadas “lógicas distancias” tienen mucho que ver, naturalmente, con las distintas formas de anglosajones y latinos de concebir el heroísmo. Lo que nos lleva a un segundo punto sustancial: la humanidad de los personajes. Los hechos son fantásticos, pero las reacciones de sus protagonistas son veraces. Con mimo se retratan cada una de sus dudas, valentías, alegrías y tristezas. A ello colabora la meticulosa ambientación, donde se reconocen casas y calles igual que gestos y actitudes. El mismo dibujante indica que el recorrido de Juan Salvo le era tan familiar, gracias a las visitas que hacía a una tía y a varios amigos en Buenos Aires, que ni siquiera hubo de documentarse. “No usé fotos ni fui a los lugares a tomar apuntes, dibujé la ciudad tal como la recordaba. Me dije que si yo la recordaba así, la gente la iba a reconocer”, afirmaba Solano López en una entrevista recogida por El Boletín (Especial nº 74, primavera 2013). Esta prioridad en las cuitas de los personajes sobre la fantasía que los rodea, la misma receta que aplica Kirkman en su superventas Los muertos vivientes, mantiene fresco el relato hoy día, pese a los más de 50 años desde su concepción.



Inadvertidamente, los autores acabaron firmando un alegato sobre la libertad y la resistencia al invasor que devino en parábola premonitoria sobre su país. En verdad esta clase de historias, como demostraron en Norteamérica frente al MacCarthismo, se prestan fácilmente a la alegoría y a los dobles sentidos. El eternauta se beneficia, además, de una estructura de capas, de relato dentro del relato, que su pirueta final (muy a los Dimensión Desconocida) potencia hasta lo inaudito, redimiendo una situación que de otra forma hubiera caído, tal vez, en una molesta “huida hacia delante”. La estructura es de tal perfección y convicción que, si no fuera por alguna casi imperceptible incongruencia, habría que poner en duda la afirmación del autor, citada más arriba, de que la obra fue creciendo orgánicamente, a su ser, entrega por entrega, redondeándose por mor de afortunadas coincidencias e intereses, como también Alan Moore y Dave Gibbons sostienen de su criatura Watchmen. Sea como fuere, lo redondo de su desenlace no ha impedido que, dado el éxito continuado, se recupere el personaje en secuelas y remakes, algunos de manos de sus autores originales. Pero eso, como suele decirse, es otra historia

Técnicamente, Oesterheld y Solano López principian con un aprovechamiento tradicional del formato apaisado propio de las cabeceras de aventuras, con abundancia de planos medios y cortos, particularmente frontales y atentos a la expresión de los protagonistas, en viñetas de tamaño parecido, con claroscuros recurrentes (casi uno por página en las primeras entregas, con imágenes que no desentonarían en el Sin City de Frank Miller -ver pág. 08-; luego se van espaciando y los contrastes son, además, menos “puros”). Nunca se abandonan del todo estas constantes, en las que el dibujante parece sentirse a gusto, pero pronto se van soltando y revelando el lenguaje propio de la imagen: la cámara se vuelve subjetiva en la partida de cartas (pág. 04), donde también vemos el primer picado o se rompe la unidad espacial intercalando imágenes de Elena y Martita, la familia de Juan Salvo, en sus habitaciones (pág. 05). Un tétrico contrapicado ladeado de la casa de Juan Salvo, perspectiva cara al cine de horror, concluye la primera entrega en la pág. 12. Los autores aún se veían sujetos a las servidumbres del relato seriado y gran parte de la primera página del siguiente episodio es una recapitulación de lo visto anteriormente, incluyendo la cabeza del narrador para recordarnos que la historia es contada, o sea, ha sucedido ya. No volverán a pagar la novatada y, a partir de entonces, las planchas se suceden evitando la remembranza pueril de las entregas anteriores. Cuando se precisa refrescar sucesos relevantes, se integra como un tratamiento distintivo y ralentizador (parecido a la cámara lenta cinematográfica), como un rasgo de estilo, en definitiva, en lugar de como el peaje forzoso para atraer nuevos lectores. Un par de veces el eternauta interrumpirá la narración con digresiones más sujetas a la necesidad del relato que a vestigios de la serialización original. El dúo Oesterheld/ Solano López le coge el tranquillo al formato con audaces paneles que se extienden por todo el ancho de la hoja en una suerte de “superscope”, adecuados para recoger a todos los miembros del reparto (págs. 23, 53, 206, 308) o resituar la acción con un cierto ánimo contemplativo (págs. 79, 88, 233), algo ya probado con éxito en viñetas menos ambiciosas (pero tan bellas) como las que abren las páginas 32 o 45; alguna vez, también, con fines puramente dramáticos emparentados con los del primer plano (pág.227 o 230). Pocos experimentos (como los de las págs. 92, 142 o 240), y una única splash page (pág. 254), exceden la retícula básica de tres filas, habitual en este formato y época. Esta opción facilita la lectura, la vuelve cómoda y efectiva, despreciando artificios visuales, renunciando a la “espectacularización” en beneficio de la narración, que ya tiene de por sí sus propios asombros.



Oesterheld cambia islas ignotas y tesoros de piratas por estadios de fútbol, calles y estaciones de metro reconocibles pero no olvida a sus queridos Stevenson o Salgari. Poco dado a la filigrana visual, confía antes en la literatura que en el cine. Lo evidencian los matices de su prosa y las ricas sutilezas de sus caracterizaciones (pensemos en los dados que han de decidir quien prueba el traje aislante; o en las motivaciones de los “Manos”). Hay mucho texto, según los parámetros actuales, pero en absoluto farragoso, didáctico o redundante. Y, cuando es necesario, sabe reducirlo al mínimo, delegando en la capacidad de Solano López para la secuenciación. El dibujante es también responsable de los diseños de héroes y criaturas, donde vuelca no sólo su imaginación sino sus influencias, con curiosas mixturas como los rostros esencialmente realistas de Juan o Favalli frente a la belleza estandarizada de Elena, la caricatura de Pablo o la idealización de Franco (como un hermano del Johnny Hazard de Frank Robbins).

El Eternauta ha conocido varias ediciones en España. La que yo manejo es la versión de Ediciones Record impresa en Argentina en 1993, recopilación en tomo bastante fiel a las características originales, incluyendo una impresión y un papel bastante regulero para los méritos de la obra. Con motivo del 50 aniversario, Norma Editorial la reeditó en 2007 en tapa dura y una reproducción más cuidada al precio de 22 euros, gracias a los esfuerzos del editor Álex Fernández, que la presentó así a los lectores.

Oesterheld sigue vivo en la memoria de quienes le admiramos, como demuestra la serie sobre sus últimos años que recientemente glosó aquí el compañero Mariano Abrach.

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ginawa
ginawa
Lector
13 mayo, 2013 10:36

Cuando lo leí, hace ya unos cuantos años, recuerdo que lo que mas me impacto fue que lo personajes parecían mucho mas reales que cualquier otro que hubiera leído, Una obra maestra sin ninguna duda…

Masmalo Kearbeloa
Masmalo Kearbeloa
Lector
13 mayo, 2013 10:56

Recuerdo que empecé a leerlo hace un par de veranos a las 7 de la mañana con la intención de leer 10 minutos y echarme a dormir… dos horas después seguía leyendo enganchado una y otra vez a los sucesivos cliffhangers. Aunque he de decir que para mí va un poquito de más a menos, es un peazo de tebeo.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
13 mayo, 2013 11:13

Pues yo he de reconocer -no sin cierta vergüenza- que El Eternauta es una de mis lagunas comiqueras. Intentaré ponerle remedio cuanto antes.

Ocioso
Ocioso
Lector
13 mayo, 2013 11:32

También reconozco, pero ya completamente avergonzado, que tengo El Eternauta en una balda desde que lo sacó Norma.
¡Que quereis, no tiene colores! Meterse en una cosa tan triste requiere un cierto estado de ánimo, no vale cualquier momento, y llevo esperándolo desde…¿el 2007? Joder, que verguenza.

Reverend Dust
Lector
13 mayo, 2013 12:54

Hostia… ¡Tengo leído un clásico que Ocioso no!

Yo venía a decir algo interesante e inteligente sobre este cómic, pero es que me pareció una lectura tan ominosa, tan redonda, tan perfecta… que diga lo que diga sólo puedo joderlo. Una obra maestra apocalíptica de principio a fin, aunque estoy de acuerdo con Masmalo en que va de más a menos, concretamente a partir de la mitad, pero ese «menos» sigue siendo «más» que la mitad de lo que tenéis en vuestras comicotecas.

Fran
Fran
Lector
13 mayo, 2013 13:03

Coincido en que una vez empiezas a leerlo cuesta dejarlo! Personalmente me lo leí del tirón. Lo que mas me impresiona es que desde un primer momento te esperas un (o mejor dicho «el») fatídico desenlace pero durante la lectura llegas a creer en la salvación. Tal vez sea esa la mayor cualidad de esta obra: la sensación de ESPERANZA (así con mayúsculas y después de dos puntos).
Seis años en un estantería? Tal vez sea tu mayor pecado a pesar de ser el menos sangriento!

Ataúd Johnson
Ataúd Johnson
Lector
13 mayo, 2013 13:18

Oci lo leyó serializado originalmente en el 57, por favor!!!

Se habló de que Lucrecia Martel estaba interesada en hacer una peli de El Eternauta pero no he vuelto a saber nada más.

El corto prometía.

http://youtu.be/COJVg1E_Ibk

molon labe
molon labe
Lector
13 mayo, 2013 13:28

Para mi es una obra imprescindible, tengo la edicion de Norma y una edicion chulisima que saco la mexicana RM en edicion facsimil con publicidad de la epoca, simplemente indispensable. Leedla malditos!!

molon labe
molon labe
Lector
13 mayo, 2013 13:33

Por cierto Javier, cojonuda reseña pardiez!!

Mariano Abrach
Autor
13 mayo, 2013 14:53

Muy buena reseña Javier! Da gusto leer cuando se le hace justicia a una obra que uno quiere mucho, y acabas de hacerlo con creces.

El Eternauta, sin lugar a dudas, es imprescindible.

Saludos

Lemmytico
Lemmytico
Lector
13 mayo, 2013 15:50

Pues yo estoy como Oci, me lo regalaron unos colegas hace cuatro o cinco años y nunca he encontrado el momento de ponerme. A ver si lo remedio.

Ocioso
Ocioso
Lector
13 mayo, 2013 16:09

Es lo que me gusta de Internet. Puedes decir tranquilamente cualquier cosa sin avergonzarte, siempre habrá alguien al que le pasa lo mismo.

Khonshu
Khonshu
Lector
13 mayo, 2013 17:18

Aquí otro que tiene El eternauta como gran laguna comiquera.

El de Norma estuvo a puntito e caer en varias ocasiones, pero he visto por ahí esta cosa tan guapa
http://pepoperez.blogspot.com.es/2010/12/el-eternauta-nueva-edicion.html
y como que la de Norma ahora me sabe a poco.

Khonshu
Khonshu
Lector
13 mayo, 2013 18:46

Esta edición que tú llamas facsímil la he visto muy poco y solo en librerías, así que me da que tuvo una distribución un tanto dispersa.

No la compré en su momento porque me extrañó dos ediciones tan pegadas en el tiempo. Me dio la impresión de ser extranjera y no sabía cuáles eran las ventajas de una y de otra. Además, no recuerdo el precio, pero imagino que era bastante más cara que la de Norma.

Lo que no entiendo muy bien es lo del formato que dices. La de Norma está remontada? Pero si es también apaisada, no?

Podrías especificar en qué consisten las diferencias de ambas ediciones?

Jerónimo Thompson
Lector
13 mayo, 2013 18:50

Aquí uno que confiesa abochornado que no le gustó nada. Leer, lo que se dice leer hasta la mitad, y a partir de ahí hojeando las páginas. Me gustó bastante más Mort Cinder, con su enfoque para un público juvenil.

En fin, no voy a cuestionar la calidad de un cómic tan unánimemente aclamado, pero yo no conseguí verle la gracia, la verdad (y eso que puse todo mi empeño y pasé por caja para hacerme con la bonita edición de Norma).

Jerónimo Thompson
Lector
13 mayo, 2013 18:54

Por otra parte, tampoco le vi la gracia al Peter Pan de Loisel, y abomino de Los Invisibles de Morrison, así que supongo que mi criterio puede ser puesto en duda, y despreciado, sin demasiados problemas.

Spirit
Spirit
Lector
13 mayo, 2013 19:02

Excelente reseña de un clásico imprescindible…que yo tampoco he leído, y que tengo ahí mirándome diciendo «ya tardas, vergüenza ajena das». No lo iba a decir, pero como he visto que se me han adelantado y no soy el único, esto es como confesar que se es alcohólico, te subes a la dinámica del grupo.

A modo de curiosidad, diré que yo lo tengo en una edición pirata. Sí, sí, edición pirata. Pensaba que no existían esas cosas en los cómics, pero es verdad. Una edición sin datos de imprenta, ni código ni ná de ná, que parece circuló en Barcelona antes de la edición de Norma y que un día pillé en un mercadillo.

Khonshu
Khonshu
Lector
13 mayo, 2013 19:11

Gracias por la info, Javier.

Y por lo que veo, mucha obra maestra, pero el Eternauta es el auténtico acumulapolvo de estantería. El número de zoneros que lo tienen y no lo han leído se está volviendo bastante significativo.

the drummer
the drummer
Lector
13 mayo, 2013 19:22

sólo comentar que de la historia hay dos versiones, la original, de oesterheld/solano, publicada inicialmente a finales de los 50 y una segunda, ilustrada por breccia a finales de los 60, más corta pero visualmente mucho más lograda (y es que breccia es mucho breccia).
por cierto, que hay un podcast de ‘charrando’ en el que analiza este tebeo (como siempre, sin documentarse y sin rascar apenas la superficie):
http://www.ivoox.com/charrando-tebeos-episodio-28-el-eternauta-rufo-audios-mp3_rf_1760770_1.html
pd: ruego me disculpe la dirección de zn por la desviación de tráfico de internete

Ocioso
Ocioso
Lector
13 mayo, 2013 19:31

Jerónimo Thompson ha comentado: Por otra parte, tampoco le vi la gracia al Peter Pan de Loisel

A mí me estaba encantando hasta ese desconcertante último album. ¿Por qué te sigo el OT? Aprovecho para pedir una reseña a algún redactor al que le haya gustado. A ver si así me entero de toda la historia.

Ocioso
Ocioso
Lector
13 mayo, 2013 19:34

Khonshu ha comentado: Y por lo que veo, mucha obra maestra, pero el Eternauta es el auténtico acumulapolvo de estantería. El número de zoneros que lo tienen y no lo han leído se está volviendo bastante significativo.

Cagonlaputahostiayá, ahora mismo lo saco de la estantería y me pongo a leerlo a la de ya.
Bueno, cuando acabe unas cosas que estoy haciendo…

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
13 mayo, 2013 20:11

Bueno, yo no lo he leído pero tampoco me lo he comprado. Cosa que prometo corregir en cuanto me sea posible, que acabaréis por crearme un complejo de culpa, coñoyá.

Ah; y otro voto para una futura reseña del Peter Pan de Loisel (una excusa tan buena como cualquier otra para releerlo). Aunque es verdad lo que comenta Ocioso del cuarto volumen.

Y, ya puestos a pedir, ¿una de Kogaratsu?

molon labe
molon labe
Lector
13 mayo, 2013 20:30

«El de Norma estuvo a puntito e caer en varias ocasiones, pero he visto por ahí esta cosa tan guapa
http://pepoperez.blogspot.com.es/2010/12/el-e ternauta-nueva-edicion.html
y como que la de Norma ahora me sabe a poco.»

Yo tengo las dos, y bueno, la de Norma no esta mal, hay remontadas bastantes paginas pero hace la lectura mas fluida, pero la facsimil tiene el encanto de encontrarte al final de pagina un anuncio de cursos de dibujantes impartidos por un tal Hugo Pratt etc, etc, yo si tuviera que elegir una iria a por la facsimil sin duda.
Se me olvidaba, a los que vayais a comprar la de Norma, cuidadito que la 2ª edicion llevaba una pagina repetida.

Jerónimo Thompson
Lector
13 mayo, 2013 21:50

Sí que es cierto lo de la página repetida en la segunda edición de El Eternauta, que yo tuve que esperar unos meses hasta que me lo cambiaron por la tercera edición.

Y también voto por una reseña del Peter Pan de Loisel, con el que no llegué a conectar en ningún momento desde sus primeras páginas. Sinceramente, pienso que nunca entendí qué es lo que quería aportar o definir o interpretar este autor con su versión de Peter Pan. Uno de esos casos en el que alguien podría decirme: «¿no te ha gustado? eso es porque no lo has entendido». Pues sí, probablemente. Una reseña analítica que me lo explique igual me hace valorar el cómic más positivamente.

Ocioso
Ocioso
Lector
26 mayo, 2013 19:02

Leído. Para que conste.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
26 mayo, 2013 20:37

¿Y qué tal?

Ocioso
Ocioso
Lector
26 mayo, 2013 20:56

Bien, dura mucho.
Lo que no me convence nada es el final. Llevo toda la tarde leyendo reseñas y todo dios lo pone por las nubes pero a mí me ha parecido una solución precipitada y bastante forzada para justificar lo «eternautico» del protagonista.
Nos lo presentan en las primeras páginas como un viajero del tiempo y solo hay algo de eso en un par de viñetas en las últimas páginas.
Me he quedado con la sensación de que el guionista tenía pensado contar una cosa, la historia se le fué por otro camino, y tuvo que retomar a esa idea en el último momento para no dejar cabos sueltos.

Por lo demás, trajes de buzo, nevadas radiactivas, hazañas bélicas, monstruos extraterrestres, viajes en el tiempo y una no pretendida metáfora política. Vamos, lo típico. 🙂

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
28 mayo, 2013 23:26

Leído. Ya podéis quitarme de la lista de apestados.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
1 junio, 2013 17:07

Ya que me preguntas, Agrafojo, ahí va mi veredicto:

Eres culpable.

Culpable porque sin esta reseña, acompañada además de la complicidad de otros comentaristas, los cuales son, a su vez, culpables en calidad de cómplices, que no duda en alabar sin descanso las virtudes de esta obra gráfica yo seguiría sin haber leído a día de hoy El Eternauta. Y habría veintidós euros más en mi bolsillo.

Pero desde luego que no los voy a llorar. Los 22 euros. Me ha gustado. Me ha gustado mucho. Me ha encantado.

Es verdad que, después de tanta crítica positiva, puede desilusionar un tanto porque esperes encontrarte con algo nunca visto y tampoco es eso. Cosas parecidas ya las hemos visto; tanto en cómic como en otros medios. O su aspecto a cómic antiguo, de otra época, que puede echar para atrás. Pero, claro, si tienes en cuenta que esto es un tebeo de 1957 entonces esos defectos se vuelven virtudes.

Ya digo que a mí me ha encantado. Sí es posible que vaya de más a menos; a mí, la parte que menos me cautivó es la que Ocioso denomina «hazañas bélicas», pero tampoco porque esté mal hecha, o no tenga interés, pero es que todo el tramo inicial es tremendo. Me gustó mucho que se tomaran su tiempo describiendo la nevada, sus efectos, las impresiones de los protagonistas y que mantuvieran el suspense todo lo posible. Porque a mí no parece una historia con un ritmo lento; si acaso, sí que puede que sea «densa». Son tantas las cosas que pasan, y tan seguidas, que a veces cuesta creer (o al menos fue lo que me pasó a mí) que todo transcurra en unos pocos días.

Y en lo que comenta Ocioso del final… pues no le falta razón, al menos en parte. Si que parece forzado. En cambio, las últimas viñetas, con el guionista hablando al lector, me encantaron porque me recordaron a los planos finales de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos.

Así que, a pesar del veredicto, no habrá pena que cumplir. Se le concede el indulto.