Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X

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Guión: Brian Clevinger
Dibujo: Scott Wegener
Edición España: Norma Editorial
Contiene: Atomic Robo Vol. 6 1-5 USA
Formato: Tomo Rústica de 144 páginas
Precio: 15,00 €

 

«Utilizar el casco es la primera
cosa segura que he hecho hoy»

La realidad es bastante más extraordinaria que la ficción, eso se suele decir, pero esta afirmación no deja de ser una simple y llana falacia. La realidad no la elegimos y la ficción es una amalgama inabarcable de universos por explorar y colonizar. Todos concebimos e interpretamos el mundo a través de las percepciones de nuestros sentidos, un proceso instantáneo pero también interior mediante el cual aprendemos a aceptar todo el absurdo y el caos que habitualmente nos rodea. La imaginación es una válvula de escape a una realidad habitualmente insuficiente y en ese plano, cuando hablamos del cómic, en mayúsculas, este es un medio acostumbrado a sobrepasar sus propios límites y posibilidades. El arte y la literatura de evasión, tan útiles a la hora de definir nuestras personalidades, sueños y metas en la vida se combinan de la mejor forma en este tipo de narrativa secuencial espoleando y dejando en nosotros huellas difíciles de superar. Es un verdadero acto mágico. El reputado escritor de ciencia ficción y científico británico Arthur C. Clarke (2001: Una Odisea del Espacio, Cita con Rama o El Fin de la Infancia), optimista empedernido del progreso humano, aseguraba que «la magia es sólo ciencia que no entendemos aún» y, eso mismo, podría explicar la incomprensión generada durante décadas respecto a un medio de expresión como el cómic tan introspectivo y, en buenas manos, un gran estimulo para los pensamientos, emociones e ideas.

No hay tantos cómics capaces de conseguir esto último, eso es cierto, al menos eso pensaba en 2009 un autor como Greg Rucka cuando decidió alejarse del medio y la industria hastiado de tanta presión y trifulca con editores y editoriales. El trabajo había pasado a ser «simplemente duro, y sin diversión», como confiesa en la introducción dedicada a Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X de Brian Clevinger y Scott Wegener, y «las ocasiones en que la obra llegaba a la imprenta y a las tiendas tal y como la habíamos concebido mis colaboradores y yo eran más bien raras». El también guionista y compañero de Greg Rucka, el autor Eric Trautmann, acabaría convenciendo a este para leer los primeros números de Atomic Robo devolviéndole así toda la fe y el entusiasmo en las viñetas. De hecho, justamente en fechas posteriores Greg Rucka se lanzaría, por ejemplo, a probar suerte con un formato como el webcómic en Lady Sabre & The Pirates of The Ineffable Aether con un tono muy distinto a otras obras anteriores suyas y muy similar, por otra parte, a la recreación del sense of wonder, o science of wonder podríamos decir en este caso concreto, practicado en Atomic Robo por Brian Clevinger y Scott Wegener.

Es esto último lo que ha hecho a este personaje conseguir un público fiel y atento a sus aventuras, porque como bien afirma el mismo Greg Rucka, Atomic Robo es «un cómic que nos deleita con su historia, y que respeta nuestra inteligencia». En segundo plano, aunque siempre meritorio, queda el hecho de que la serie haya sido reconocida con una nominación a los premios Eisner de este 2012 que ya acaba en la categoría de Mejor Serie Limitada y que se acabaría llevando el Criminal: The Last of the Innocent de los veteranos Ed Brubaker y Sean Phillips. Lo importante, en todo caso, no deja de ser que Atomic Robo ha llegado para quedarse, habiéndose hecho un pequeño hueco en el mercado actual y habiendo resistido los envites recesivos de la industria en la última década. El género de aventuras ha tenido pocos exponentes tan claros y directos como la obra de Brian Clevinger y Scott Wegener; un pastiche en dónde ciencia e historia son un personaje más de las tramas y un apoyo a la hora de recrear un universo repleto de diversión, acción y humor. Y, por todo esto, cuando hablamos de cómics de una imaginación tan desbordante como el presente Atomic Robo es difícil creer, apenas concebir, como la realidad podría siquiera pensar en superar la magia y poder que desprende este tipo de ficción en su estado más puro.

Sinopsis de Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X

En Tesladyne han recibido una petición de ayuda desde las más altas esferas para socorrer a unos astronautas cuyo transbordador ha quedado a la deriva en la órbita terrestre. Es el momento de tomar decisiones arriesgadas y peligrosas y para ello no hay nadie mejor que Atomic Robo pero no será un día fácil, mientras los preparativos espaciales comienzan, un nuevo reto se le presenta al robot creado por Nikola Tesla: la desaparición completa y misteriosa de un edificio en mitad de Inglaterra.

Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X: ¡Matemático!

El sexto volumen de las aventuras de Atomic Robo sigue la senda de sus anteriores entregas porque Brian Clevinger y Scott Wegener tienen muy claro el popular dicho: si no está roto, no lo arregles. Por ello, la principal estrella de la función continua siendo la misma, este particular y entrañable robot cuyas directrices y programación están íntimamente ligadas con el espíritu de otros héroes de contrastado carácter pulp como el Indiana Jones encarnado por Harrison Ford en las películas de George Lucas y Steven Spielberg o, en su mismo campo de juego, el cómic, el Hellboy de Mike Mignola o el Tom Strong de Alan Moore. En estas referencias citadas encontramos el tono y la personalidad de Atomic Robo, un personaje más humano que el primero de nosotros, un genio matemático incapaz de hablar un japonés fluido, pudoroso ante su desnudez en un chequeo médico y con arrojo suficiente para replicar al fallecido Steve Jobs sobre alguno de sus inventos. Es casi imposible no dejarse encantar por la forma de ser de Atomic Robo, su ironía científica y su propensa inclinación hacía la acción para todos los públicos, con una de las galerías de villanos más interesantes de los últimos tiempos entre la que destacan el Baron Heinrich von Helsingard, el Dr. Dinosaur o el histórico y genial inventor Thomas Alva Edison.

Es decir, allí dónde otros cómics resultan repetitivos y rutinarios, Atomic Robo consigue, utilizando sus mismos elementos, sorprendernos con su frescura y originalidad. Parece un esquema muy sencillo pero hilvanar unos diálogos ingeniosos y llenos de un humor frenético con grandes dosis de acción y aventuras, sin ignorar cierta coherencia argumental en el camino, es todo un logro al alcance de muy pocos. La auténtica fórmula de la diversión descifrada en viñetas. No podemos decir que Atomic Robo sea un producto ligero, ni tampoco un cómic sólo accesible para una minoría, ese ha sido uno de sus grandes logros hasta ahora como remarca también Greg Rucka en el presente tomo aunque, ciertamente, en Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X Brian Clevinger y Scott Wegener bordean en algún momento la paciencia del lector ante el abuso de tanto tecnicismo y jerga científica farragosa para la gente de letras. Por suerte, siempre quedan explosiones de sobra para aliviar esa posible tensión, no por nada Brian Clevinger al hablar del trabajo de su compañero comenta la predisposición de este para «colarle cualquier cosa si le doy explosiones a cambio». En este tema concreto la labor del dibujante, y su cómplice, la colorista Ronda Pattison, no tienen nada que envidia a cualquier superproducción hollywoodense.

Atomic Robo Vs. Steve Jobs
Atomic Robo Vs. Steve Jobs

No es un tema menor, «los efectos especiales» y el dinamismo del dibujo de Scott Wegener son una parte muy importante para la credibilidad de una propuesta como Atomic Robo dominada por su tendencia a la acción y el espectáculo, habiendo intentando buscar el autor la inspiración para la presente miniserie en un clásico insalvable como es el Akira de Katsuhiro Otomo y en el color de Steve Oliff para edición estadounidense de este manga. No se necesita mucho más, cada miniserie de Atomic Robo tiene sus influencias y referencias, nos obliga a reubicarnos espacial y temporalmente, y en este caso después de remontarnos al pasado del personaje en Atomic Robo y El Letal Arte de la Ciencia, en Atomic Robo y El Fantasma de la Estación X volvemos a dar un salto al presente para que sus autores nos dejen inmersos en una trama llena de conspiraciones y misterios por resolver. En el bonus track encontraremos un historia corta titulada El Vuelo de los Pájaros del Terror en la que llama la atención el dibujo algo más sucio e imperfecto de Scott Wegener posiblemente a la búsqueda y exploración de otros tipos de expresión (o simplemente pereza). En resumen, un cómic de aventuras en su máxima extensión, igualmente divertido, entretenido y entrañable o, como dirían en cierta serie animada de televisión, ¡matemático!

Atomic Robo en acción
Atomic Robo en acción

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NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
28 diciembre, 2012 10:27

 Pues me estaba pensando empezar a pillar esta serie, la pintan (pintáis) bastante bien, ¿no?

Jagermeister
Jagermeister
Lector
28 diciembre, 2012 11:52

 Para mi es la mejor colección que se puede comprar ahora mismo, y me quedo tan ancho diciéndolo.

Javier Agrafojo
28 diciembre, 2012 17:14

Muy entretenida, sí (lo del dinosaurio es genial), pero a mí no me parece por encima de lo que hace Kirkman, por ejemplo, ni mucho menos del Moore de Tom Strong. Al menos en los cuatro tomos que llevo leídos. Las comparaciones con Hellboy son pertinentes porque sí que tiene extrañas concomitancias, aunque los estilos, en principio, no podrían ser más alejados.

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
28 diciembre, 2012 17:18

Pues nada, me he pillado el primer tomo, a ver que tal.