De Sangre y Ladrillos

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Guión: Régis Hautière
Dibujo: David François
Edición España: Ediciones Kraken
Contiene: De Briques et de Sang FRA
Formato: Tomo cartoné de 152 páginas
Precio: 19,50 €

 

«…Como todas las historias de este tipo, la que voy a contar, comienza por… un crimen»

El convulso y agitado siglo XIX demostraría ser el embrión que contendría el germen del mundo moderno en el cuál hoy en día sobrevivimos, una época marcada por los cambios, transformaciones y por el idealismo a muy diferentes niveles; el espíritu científico y de progreso que inundaría el siglo XX tomaba aquí impulso y el auge de la emergente clase burguesa y el devenir de las diferentes revoluciones industriales en el panorama internacional darían lugar a un movimiento obrero inconformista y reivindicativo que conseguiría defender sus derechos hasta las últimas circunstancias. De alguna manera, todo había empezado en Francia, con el alzamiento de la Revolución Francesa en el año 1789 y bajo el embriagador eslogan republicano y liberal de Liberté, égalité y fraternité, ou la mort!; pese a la derrota y caída de Napoleón Bonaparte en 1815 en la famosa batalla de Waterloo el mundo occidental y europeo ya no volvería a ser el mismo: el choque entre lo moderno y lo tradicional produciría no pocas tensiones pero, finalmente, quedaría demostrado que los principios revolucionarios, y posteriormente democráticos, habían herido de muerte al antiguo sistema absolutista para revivirlo y refundarlo a los nuevos tiempos cada vez más entregados al capitalismo y la globalización.

Ya a finales del siglo XIX y principios del XX, con esta perspectiva en el horizonte y sentadas las bases del juego, emprendedores como Jean-Baptiste André Godin, industrial, filántropo y reformador francés, aprovecharon el nacimiento de una nueva sociedad y concepto de clases, la inocencia utópica de una época hoy casi perdida, para plantear las cosas de una forma diferente a la comúnmente establecida. De esta manera, Jean-Baptiste André Godin construyó y diseño toda una ciudad obrera, el llamado Familistero de Guisa, una comunidad autosuficiente en la que los trabajadores eran especializados según sus propios intereses; en el Familisterio vivían las familias de los trabajadores, allí se encontraba una importante fábrica metalúrgica pero el espacio también contaba con un teatro, una escuela y todo tipo de recursos y edificios preparados para suplir las necesidades de esta pequeña sociedad. Además, lo más revolucionario de todo era que Jean-Baptiste André Godin, actuando casi como mecenas, haría que los obreros participaran de los beneficios de la empresa y firmaría con ellos un contrato compartiendo la propiedad del Familisterio. Todo esta farragosa introducción para poder comentar que este famoso enclave resulta ser el emplazamiento elegido para la acción de la estupenda obra De Sangre y Ladrillos (De Briques et de sang) del guionista Régis Hautiére y el dibujante David François; una historia que mezcla realidad histórica con un relato de misterio, intriga y suspense publicado en Francia por la editorial franco-belga Casterman y editado en nuestro país el pasado año por Ediciones Kraken.

Sinopsis De Sangre y Ladrillos

Guisa, 1914. La guerra está a las puertas de Francia y el ánimo de sus ciudadanos se encuentra enrarecido; el Familisterio de Guisa parece un pequeño oasis de tranquilidad pero un inesperado crimen está a punto de cambiarlo todo. Asristide Latouche, obrero de la fábrica, ha sido asesinado y ahora el periodista Victor Leblanc y Ada Volsheim, residente del Familisterio junto a su padre, tendrán que desentrañar un misterio de proporciones cada vez mayores que amenaza con destruir todo lo construido.

De Sangre y Ladrillos: Misterios y utopías

La utopía socialista del Familisterio de Guisa de Jean-Baptiste André Godin quedaría destrozada con las consecuencias de la Primera Guerra Mundial pero, de alguna manera, sigue siendo un símbolo para muchos en Francia. De Sangre y Ladrillos juega con ello, en una historia influenciada por el relato de corte detectivesco iniciado y puesto de moda por Edgar Allan Poe en años precedentes a los se sitúa la obra de Régis Hautiére y David François; la intriga y el suspense, casi rozando el realismo mágico aunque no haya rastro alguno de fantasía en el argumento de la historia, sirve a sus autores como excusa para ofrecernos un reflejo histórico fuerte, intenso y, pese a su trama, con un acabado que se antoja bucólico y encantador. Régis Hautiére, guionista francés del que hemos visto publicado por estos lares A.D.A.: Agencia de Detectives de la Antigüedad, junto a Pierre Vanloffelt y Antonio Lapone y con edición a cargo de la editorial Dib Buks, y Accords Sensibles, de nuevo en colaboración Antonio Lapone y de la mano de Ediciones Glénat, consigue enhebrar de forma perfecta y natural los diferentes recovecos de la trama con unos diálogos costumbristas y unos personajes duros y curtidos que resultan cercanos y creíbles a la que vez que funcionales como piezas del engranaje mayor del que forman parte. La base histórica en la que sitúa el contexto del relato esta bien documentada, con fuentes reales utilizadas y plasmadas convenientemente en algunas partes del cómic, para ofrecer una visión de una época que no resulta cargante ni empalagosa al estar convenientemente entrelazada y justificada respecto a su parte ficticia.

De esta manera, nada resulta elegido al azar en De Sangre y Ladrillos, la lectura es ágil y distendida y los misterios y el espacio en el que de dan lugar, así como las revelaciones y alguna vuelta de tuerca propia de este tipo de historias, consiguen retener nuestra atención e interés en todo momento. En ello contribuye el apartado gráfico de la obra, David François, en cuyo pequeño currículum destacan sus anteriores colaboraciones con Régis Hautiére en títulos como Étrange Affaire des Corps Sans Vie o Pour Tout l’or du Monde, añade al conjunto una ambientación oscura y opresiva, llena de detalle y oficio, efectiva y contundente pese a su tendencia innata a la caricatura en la línea del Jacques Tardi más ligero de Las Extraordinarias Aventuras de Adèle Blanc-Sec. El trazo de David François es deliciosamente artístico aunque sus primeras impresiones lo podrían calificar de tosco y llanamente feísta. No obstante, esta curiosa dualidad puede ser parte del motivo por el cuál, posiblemente, la aportación de David François a la obra sea más destacada en función de un dibujo cuyas características logran encajar en una historia en la que el sentido de lo cotidiano y el realismo, así como la necesaria capacidad expresiva de sus personajes, resultan un recurso vital para conectar con el lector. Es palpable la química entre ambos autores y esto se traduce inevitablemente en un cómic entretenido y ameno, no carente de matices y de trasfondo, un relato bien narrado y espléndidamente ambientado que sin ser especialmente original y sin pretensiones de renovar nada logra lo más difícil de todo: contar una buena historia.

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Elvis
Elvis
Lector
26 abril, 2012 8:52

Buena reseña, no conocia la obra ni los autores y me han dado ganas de leerla !

Lucas
Lucas
26 abril, 2012 11:04

Excelente reseña!

samanosuke
26 abril, 2012 22:28

Aunque estas reseñas a veces sean poco agradecidas debido a los pocos comentarios que generan, yo las agradezco muchísimo para interesarme por otras obras menos conocidas, así que muchas gracias Jordi. 😉

(Y a Toni si me lee también!)

Ocioso
Ocioso
Lector
26 abril, 2012 22:41

Yo estoy a la espera de poder echarle un vistazo. No soy muy aficionado a este tipo de Bedés, pero las dos viñetas que acompañan al artículo tienen una pinta impresionante.

Musa
Lector
29 abril, 2012 19:02

A mí me encantó. Y me alegra mucho que te haya gustado y te lo haya descubierto yo 🙂 (ja ja ja; se me hace hasta raro, tú que eres para mí el Gurú del cómic). Lástima que pasara prácticamente sin pena ni gloria en el momento de su publicación 🙁