V de Vigilantes: El guión de cómic (Escribiendo tebeos II)

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Un cómic está formado por un conjunto de elementos: imagen, texto, rótulos, onomatopeyas… en los que casi siempre suele primar la imagen sobre el resto. Las imágenes conforman el 70% del producto (en un cálculo aproximado) y podemos enterarnos de la historia simplemente observándolas; no obstante, también es de importancia capital el texto, tanto el que aparece en los bocadillos dando voces a los personajes, como el que aparece en los cartuchos significando una voz en off, una descripción o un detalle.

Por las propias características del medio, los tebeos se suelen realizar en equipos, a cuatro manos entre un guionista y un dibujante (a veces participan más de uno de cada tipo). La semana pasada aportamos un poco de luz a la técnica del guión de cómic hablando de la figura del guionista. Hoy aparece por aquí otro texto relacionado, uno en el que se menciona, de manera individual, el guión, con su forma, sus partes y algunos trucos para su correcta elaboración. Y la semana próxima remataremos este marco con un último texto en el que se desarrollarán los factores creativos que condicionan el dibujo y la escritura de tebeos.

Aunque el dibujante también “escribe” con las imágenes, la tarea de dar un marco textual a una historieta recae en el guionista. La semana pasada vimos que en el proceso creativo, el guionista manda el texto al dibujante, que, por regla general, lo utiliza para crear el dibujo del cómic y que luego manda al guionista para que revise y remate con diálogos. Esto ha sido así casi desde el principio, como explica Neil Gaiman en el siguiente párrafo, extraído de un texto suyo titulado “Mirando las estrellas”.


“En el principio, y muy frecuentemente desde aquel entonces, el cómic fue percibido como un medio orientado al dibujo. Pero cuando los guionistas tienen la influencia suficiente, pueden cambiar muchísimo el estado de cosas y convertirse en grandes estrellas. El primero fue, por supuesto, Stan Lee. Stan creó un nuevo vocabulario para los comics. Si uno vuelve ahora a leer el material de Stan, los diálogos parecen comunes y en general los argumentos más interesantes eran los que creaba en conjunto con Jack Kirby, o con Ditko. Pero Stan se convirtió en la cara de la Marvel y, por ende, en la primera super-estrella. Recuerdo cuando era chico, leer en el diario “Stan Lee viene a Inglaterra”. Daba una charla y 2000 personas iban a escucharlo… y esas cosas. En retrospectiva, resultó que Stan Lee era igual de importante para el comic que Jack Kirby, pero uno notaba las diferencias entre Jack Kirby sólo (con ideas increíbles y la total incapacidad de escribir diálogos que pudieran ser dichos por persona real alguna en época alguna de la historia de la Humanidad) y Stan con Jack”.

La escritura de guiones para cómic es una escritura adaptada al “oído” del lector, tanto el escritor como el dibujante deben intentar controlar esa facultad de los lectores, activando de algún modo sus oídos internos. Al lector se le pide que produzca el sonido de los textos dentro de sí. Es una tarea que comienza en el escritor y termina en el lector.

“Desde un principio, la concepción y composición escrita de la historia se ve afectada por las limitaciones del medio, que prácticamente dictan el campo de acción de la historia y la profundidad de la narración”, explica Eisner en un capítulo de su libro El Cómic y el Arte Secuencial, publicado en nuestro país por Norma Editorial. “La literatura de los cómics se ha visto dominada durante mucho tiempo por historias y argumentos de acciones sencillas y obvias”, añade. El conocido autor menciona aquí la característica básica de escribir argumentos para cómic: el carácter visual del medio.

Si no se habla a menudo del arte del guión de cómic es debido a que no existe un corpus especifico, ni teórico ni práctico, para aprenderlo. La mayoría de las técnicas y de las claves del guión sí se encuentran, por ejemplo, en libros relacionados con el mundo del cine. Muchas de esas teorías se pueden aplicar a las viñetas.


Las historias se cuentan a través de imágenes y esas imágenes se dividen por un número determinado de páginas que serán el espacio y el marco donde se desarrollarán. Dentro de cada página habrá varias viñetas y dentro de cada viñeta aparece un dibujo o ilustración. Aunque estas imágenes sean el elemento central de la narratividad, deben estar acompañadas de diálogos y narraciones que aumentan los detalles de la trama. Como las historias deben ser visualmente interesantes, el escritor de cómics nunca debe olvidarlo a la hora de preparar sus argumentos. “La elección de una historia y su narración se encuentra sujeta a limitaciones de espacio, al saber hacer del dibujante y a la tecnología de reproducción”, escribe Eisner en su libro.

Kurt Busiek (otro de los grandes), por su parte, aconseja que un personaje, sea cual sea, que se esté usando en una escena, esté haciendo algo más que hablar y que sean conversaciones cortas, ya que las conversaciones largas no son visualmente interesantes. En cuanto a las reflexiones internas, para él, es mejor siempre intentar demostrar con hechos: mejor que decir que un personaje está enfadado o atormentado, mostrarlo así mediante sus manías, sus acciones…


Eisner tiene su propia teoría: “El diálogo que da voz al pensamiento tiene la virtud de dar sentido a la acción. El texto usado en la introducción de una secuencia o interpuesto entre viñetas sirve para enunciar el paso del tiempo y el cambio de escenario. A este respecto, puede que la palabra más útil (y más empleada) en el cómic sea ‘MIENTRAS’”.

Desde luego, “mientras”, es un término muy utilizado en el mundo de las viñetas, tanto de forma explícita, como mediante elipsis visuales. Esta palabra también podría considerarse comodín en la literatura tradicional; tanto si la usamos como conjunción o como adverbio.

El guionista, al comienzo, tiene la tarea de tomar una decisión respecto a la historia. En ese momento primigenio debe decidir si trata de exponer una idea, un problema y una solución o trasportarnos a nosotros, como lectores, a lo largo de una experiencia concreta. Esto me recuerda a algo que se suele decir siempre en el periodismo: sus funciones son formar, informar y entretener. El cómic también puede tratar materias y temáticas de gran sofisticación, seguramente haya heredado esas funciones, aunque la principal sea la de entretener.


A la hora de escribir una historia de cómic y una vez que se tenga el argumento, se debe descomponer la historia en partes, aplicando la historia y el argumento a las limitaciones espaciales y tecnológicas: el tamaño y el número de las páginas, el proceso de reproducción de colores… El guionista espera que el dibujante reproduzca o ilustre lo que él le ha dado en forma de descripción y demás instrucciones que acompañan a los diálogos. “Hay que ser un escritor muy sofisticado, con mucha experiencia y dedicación para aceptar la total castración de sus palabras, como en el caso de una serie de bocadillos magníficamente escritos, pero sustituidos por una pantomima igualmente magnífica. Cuando el escritor acompaña su texto de un croquis como parte integral del guión, el problema es menos grave”, asevera el autor de Contrato con Dios.

Continuando un poco por este camino, hay algunos trucos para saber cuántas partes de la historia caben en una página y suelen ser similares a los aplicados por los escritores convencionales. Lo básico es preguntarse cómo de largo debe ser un capítulo, teniendo en cuenta el límite real, el físico, de la página, así como un criterio más bien estético relacionado con el ritmo de la misma historia. Normalmente los autores suelen estar de acuerdo en que la media clásica de viñetas por página es de seis en el cómic americano, en el oriental suelen ser cuatro, aunque cada vez más se está rompiendo esta regla y surgen composiciones de páginas de lo más variado y original.


Cuantas más viñetas haya por página, menor será el ritmo narrativo. Los lectores deben pararse en cada viñeta y la lectura será más lenta también. Por eso el guionista deberá saber muy bien cómo controlar el tempo del relato, la cadencia de la historia que está intentando transmitirnos. En el guión debe aparecer una descripción de cada viñeta para que el artista sepa qué tiene que dibujar (aunque siempre tenga cierta “libertad”). Ni uno ni otro debe olvidar que cada viñeta es una imagen estática y única, y que mediante la unión y la composición se narra la historia (parecido a la combinación de párrafos en un texto tradicional).

Dentro de las viñetas, además de las imágenes, pueden aparecer cuadros de texto que sirven para narrar, similares a la narración en prosa. En ellos se puede incluir información no visual y hay que intentar no ser redundante entre lo que se percibe de la imagen y lo que se lee del texto.

Cada guión escrito puede tener la forma simple o complicada que el autor quiera darle. No hay una técnica de redacción concreta, el estilo de presentación varía según normas editoriales, incluso entre los distintos acuerdos entre guionista y dibujante (de manera personal). Con todo ello, sí que hay una serie de elementos comunes, citados a continuación.

En el guión escrito debe figurar, en diferentes partes, el encabezamiento con el título y los autores del guión y de los dibujos; así como la mención ordenada de varios elementos: Cuadro, Plano, Descripción de la escena y Texto.


En la parte del texto se puede detallar si se corresponde con un fragmento narrativo o, por el contrario, es parte del diálogo. Si es narrativo se deberá poner a parte, en los cuadros; mientras que sí es diálogo aparecerá dentro de los bocadillos en las viñetas (una vez estén listos los dibujos).

Si el guión fuera realizado al completo como texto narrativo al uso, el dibujante no sabría qué tipo de plano utilizar, ni qué ambientación. Tendría entonces que aplicar el texto a su propio entendimiento y el resultado podría diferir mucho de lo imaginado por el guionista. Aún así, como suele decirse, “cada maestrillo tiene su librillo”. Eisner propone dos responsabilidades para los dibujantes: la omisión de texto y la adición de texto. Según él, “el dibujante debe tener libertad de omitir diálogos o textos innecesarios y redundantes que pueden mostrarse de forma visual; así como tener libertad para ampliar una secuencia de viñetas con el propósito de lograr un “ritmo” que refuerce la intención del guión”.


En la página de Estudio Mangaka también han descrito una serie de consejos orientados a futuros guionistas de cómic (aunque a algunos guionistas veteranos también podrían venirles bien) con la idea de reforzar sus intenciones previas en sus guiones. Se trata de una serie de máximas que me parecen de sumo interés y que aquí os reproduzco (ligeramente modificadas por mi parte):

1. Comprender la importancia del guión
2. Contar algo que pueda ser interesante
3. Tener algo de cultura general (saber buscar información sobre lo que hablo)
4. No satirizar ni ser demasiado obvio
5. Seguir el esquema clásico de principio, desarrollo, clímax y final
6. Darse cuenta de si se entiende o no lo que se ha escrito
7. Realizar una historia autoconclusiva
8. Tener capacidad de autocrítica
9. Buscar la empatía en lo cotidiano
10. Ponerse metas accesibles para las primeras historias
11. Conocer la “tiranía” del papel (es el que manda, el espacio es el que es)
12. Tener un público de pruebas para saber si gusta o no la historia
13. Realizar las historias mediante colaboraciones (pedir ayuda cuando se necesite)
14. Pensar en el interés final de la historia para el público general, más allá de mi pequeño círculo

Comentario

El guión de tebeos, tal y como lo escribe un guionista, se suele concentrar, sobre todo, en el argumento y en los diálogos, confiando en las aptitudes del dibujante, en su savoir faire para la realización gráfica del producto final. Un producto final donde palabras e imágenes conforman un todo unificado, donde la importancia no reside en los elementos individuales, sino en el conjunto. Un conjunto que es una historia y que es arte, porque no podemos olvidar que escribir no es otra cosa que el arte de contar historias. Éste es el primer paso; el último, se da en las casas de los lectores.


Nos leemos.

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César
César
17 marzo, 2010 8:19

Me encanta tu sección!!!
Sigue así que es una delicia leer tus artículos 😉

Nos leemos!!!

Juan Gómez-Jurado
17 marzo, 2010 10:21

Me encanta leer a Diego, siempre se aprenden cosas nuevas.

Milgrom
17 marzo, 2010 11:22

Es curioso, con la importancia que tiene el guión en un medio como el cómic, en el que los mayores renovadores del género son en su mayoría guionistas, y la de pocos artíoculos y análisis al respecto que podemos encontrar. ¡Estupendo trabajo!

José Torralba
17 marzo, 2010 11:51

Un artículo cojonudo, Diego, ¡felicidades!

BRUCE KENT
BRUCE KENT
17 marzo, 2010 17:52

A favor totalmente por esta seccion,hace falta entender el comic en toda su escencia,a veces leemos o miramos y no sabemos que.

carlos
carlos
18 marzo, 2010 10:18

en la misma linea , ordenado y hasta sujerente, buen articulo